domingo, 31 de mayo de 2015

Carta a...

El resultado de las elecciones autonómicas y municipales abre la puerta a una esperanza: acabar con el bipartidismo.
    Tras tantas décadas gobernando los dos partidos con mayorías absolutas, se había llegado a la conclusión de que el poder era una tarta que,de mutuo acuerdo, habían decidido repartirse entre los dos –ahora te toca a ti, ahora me toca a mí-,     y hasta parecían ayudarse a ganar o a perder, según el turno que tocara. Solo les dividía un detalle:  que uno gobernara más tiempo que el otro. Volveremos, le decía una ministra del señor Aznar al señor Zapatero, ustedes han gobernado veinte años y nos otros solo ocho.
    Hasta ahora lo han tenido muy fácil. Jugaban a ganar y a perder con los juguetes del miedo. Si le tocaba gobernar al PP, nos alertaban de los peligros de la izquierda, de los “rojos”; si le tocaba, al PSOE, nos advertían de los de la “derechona”, de los de siempre, y dividiéndonos en dos clases de españoles, conseguían lo que querían.     
    Todo indica que este juego se les está acabando. Ni es mérito de ustedes, ni es mérito de los ciudadanos, es el tiempo que por lógica les está dejando sin juguetes.
     Los jóvenes que empiezan a votar ya no distinguen entre izquierdas y derechas afortunadamente, entienden de resultados, no de ideas, de hechos, no de palabras, de compromisos razonables, no de absurdas promesas, y no perdonan sus atropellos con la educación, la sanidad, el empleo, los servicios públicos y otros desmanes que tanto y tan negativamente les afectan.
    Los mayores que se asustaban, nos van dejando por mayores, y los que se van incorporando por edad, se saben al dedillo las lecciones con las que unos y otros compraban sus votos: bailes para celebrar cualquier cosa, comidas gratis por las fiestas, viajes a precio de saldo, jubilaciones anticipadas y otros regalos que ahora no pueden hacer, y ya saben como somos, si no hay regalo, no hay que agradecerlo.
    No se lamenten pues, son víctimas de sus propios errores, y si quieren reconciliarse con los españoles tendrán que reconocerlo y empezar a respetar sus derechos, y en no pocos casos, por sus torpes lecciones, sus lamentables exigencias. Hacer ciudadanos tontos es lo mejor para manejarlos, el problema es que los tontos, antes o después, pasan factura. Por el bien de ustedes y por el bien de los ciudadanos aprendan a perder, a ganar y a pactar con más inteligencia y mejores sentimientos que han gobernado.

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