sábado, 31 de marzo de 2018

LA VITRINA

¡Hola! Soy un libro, y como todos los libros, aspiro a que me lean. Para animarte a hacerlo, me presento:

     Me titulo “La Mujer Del Maquis”.

     Me escribió Ana Ramírez Cañil.

     Te avanzo mi contenido: Cantabria, 1957. Paco Bedoya, el último maquis, cae bajo las balas de la Guardia Civil. Han pasado diecinueve años desde que Franco ganó la guerra, diecinueve años en los que un puñado de hombres, con el apoyo de las gentes de unos valles perdidos, mantuvieron su lucha por la libertad. Esta es la historia de esos hombres y mujeres que sufrieron torturas, cárcel y represión. Aún hoy, el miedo habita en los rincones de las casonas, en las grietas de las paredes, bajo el musgo y el verdín que cubre las piedras de sillería. El miedo, el miedo... Y la vergüenza. Ellos están dispuestos a recuperar un tiempo doloroso y oscuro, en el que nunca faltó el amor y la pasión, la solidaridad y el recuerdo silencioso. Y también es la historia de amor de Paco Bedoya, el último maquis, y de Mercedes San Honorio, dos jóvenes que seenamoraron antes de cumplir veinte años y tuvieron un hijo en común, que se vieron obligados a vivir su amor en la distancia y a soñar que algún día podrían reencontrarse.
      Ana Cañil, apoyada en una magnífica documentación y con testimonios reales, ha escrito un relato desbordante de emoción, pasión y épica, en el que los protagonistas hablan en primera persona y hacen que su historia se convierta en la de todos.

     El libro del mes.

MESA CAMILLA

La guerra de las pensiones

     Desde hace algunos años, los suficientes para habernos enterado aunque se haya puesto más interés en desinformarnos que en informarnos, los gobiernos, el de un lado y el del otro, declararon la guerra a nuestro sistema de pensiones, y todos, sin tener en cuenta que el dinero de las pensiones salía de las cotizaciones de los trabajadores, miramos para otra parte. 
     A fuerza de ataques a traición han conseguido crear tres clases de pensionistas.
     A saber:
     Los afortunados, que son los que trabajaron siempre en mejores condiciones, es decir, los que se jubilaron con poco más de cincuenta años, con altas pensiones, bien indemnizados, los que sus pensiones les permiten tener dos viviendas, la de invierno y la de verano, hacer cruceros, cambiar de coche, comer de restaurante los fines de semana y ayudar a los hijos aunque en estos casos no suelen necesitarlo.
    Los desafortunados, que son los que más han trabajado y en peores condiciones, es decir, los que no pueden jubilarse hasta la edad establecida por ley que en breve será a los sesenta y siete años, los de pensiones mínimas, los que para llegar a fin de mes, si es que llegan, tienen que renunciar a poner la calefacción, procurar no abrir el grifo del agua caliente, llenar la cesta de la compra con productos en oferta, y en no pocos casos tienen que ayudarles  los hijos, que generalmente tampoco les sobra mucho.
     Los pícaros, que son más de los que se cuentan y la cifra va en aumento,
es decir, los enfermos de males que se curan con una pensión de invalidez,    los que una vez jubilados por invalidez buscan trabajo y hasta lo consiguen antes que un parado enfermo de no encontrar trabajo porque están exentos de cotizar o el Estado las subvenciona, los que rechazan contratos de trabajo, porque tras conseguir una pensión, por mínima que sea, les resulta más rentable trabajar sin darse de alta, los que a su pensión, que suele ser alta, pueden sumarle la de orfandad de padres que murieron hace años, y para qué seguir…
     De aquí, por razones de sobra conocidas, quedan excluidos los políticos que, por el hecho de serlo, se  jubilan con la pensión máxima, y si no se la revalorizan por ley, se la revalorizan por trampa.
     Cada una de las batallas nos dejó tras de sí algo negativo.
     A saber:
     El número de pensionistas jóvenes se ha multiplicado de forma alarmante. Las pensiones han dejado de ser el medio para vivir tranquilos los  últimos años de la vida y se han convertido en el fin para asegurarse el futuro desde lo antes posible. El cotizar ha pasado a ser algo de torpes, porque al final cobra lo mismo, o menos incluso, el que ha cotizado quince años que el que ha cotizado cuarenta, y casos hay en los que las pensiones no contributivas superan en cuantía a las contributivas. El sueño de los españoles es hoy por hoy el de ser pensionista mejor que trabajador y de esto se habla en el bar, en el autobús, en la calle… sin pararse a pensar que gobierne quien gobierne necesitará cuatro trabajadores cotizando para pagar una pensión de las mínimas, y de las altas, ocho o diez, por lo menos.
    Cuando esta guerra termine, porque todo en la vida tiene fin, dejará tras de sí un país de pensionistas viviendo en la miseria, de inválidos sin problemas de salud importantes, de trabajadores sin derecho a cobrar pensión y de ciudadanos dependiendo de míseras ayudas sociales, salvo, claro está, que llegue un gobierno que coja el toro por los cuernos y decida resolver el problema como ya se resuelve en otros países: fijar la cuantía de las pensiones en función de los años trabajados, es decir, el que cotice cinco años que cobre como cinco y el que cotice cuarenta, como cuarenta, y que cada cual se jubile cuando quiera.
     Pero de momento las soluciones que el Gobierno ofrece a los pensionistas en huelga solo benefician a las pensiones altas, pensiones que antes o después también estarán en peligro, porque cada vez son menos los trabajadores que cotizan con normalidad y más los autónomos y pequeños empresarios que a fuerza de subidas en las cotizaciones acaban endeudados con el Estado, y si no hay trabajadores que coticen para sostener el sistema, se diga lo que se diga, tanto desde el Gobierno como desde la oposición, todos harán lo mismo: seguir con la guerra hasta que caigan todos menos ellos.

CAJÓN DE SASTRE

HISTORIA de la @

     En el mundo hispano la conocemos como "arroba", aunque hay quien se hace el experto y la llama "at", en inglés. 
     Como sea, todo el mundo reconoce el símbolo que esta en medio de una dirección de correo electrónico: @.
     Pero, ¿de dónde viene? ¿A quién se le ocurrió utilizarla en Internet? ¿Habrá pensado en que se convertiría en uno de los más importantes caracteres de la red? 
¿Por qué elegir justo ése símbolo? Y, por encima de todo, ¿quién lo inventó?

     La respuesta a todas estas preguntas nos llega en un documento fechado el 4 de Mayo de 1536.

     Ahí se encuentra claramente dibujado el símbolo @. Se trata de un escrito comercial italiano. Hoy, en Italia, le llaman chiocciola, es decir, "caracol".

     Durante siglos, la @ navegó por los prósperos puertos venecianos hasta todos los confines del imperio naval británico, pasando por el mundo árabe y por España. 
Finalmente, desembarcó en Internet. 

     La "arroba" se utilizaba en los registros mercantiles de las naves de carga que atracaban en las costas árabes y españolas. Los mercaderes venecianos utilizaban el "ánfora".

     El descubrimiento de la chiocciola fue realizado por el profesor de historia 
Giorgio Stabile, de la Universidad La Sapienza.

     Stabile explicó al diario italiano La Republica que su búsqueda de la "arroba" se inició con el sentido anglosajón que se le dio a ese símbolo tipográfico: 
@ era un símbolo mercantil que significaba "al precio de".

     Con esta pista, el profesor italiano se lanzó a buscar sus orígenes entre los pueblos que comerciaron con el mundo anglosajón.

    Stabile tuvo la suerte de ser guiado por la Escuela Paleográfica Romana 
hasta una serie de documentos mercantiles italianos, propiedad del Instituto Internacional de Historia Económica "Francesco Datini", en Prato, a cargo del curador Federigo Melis.

     La sorpresa de Stabile no fue menor cuando descubrió que la hoy famosa @ 
era utilizada hace 500 años como el símbolo comercial de la "ánfora", una unidad de medida aún más Antigua.

     Sin embargo, Stabile aun no estaba convencido y llevó su búsqueda hasta 1492. Un diccionario español-latín traduce la palabra "arroba" como "ánfora", lo que demostró que ambas unidades de medida eran conocidas tanto en el mundo árabe-hispánico como en el grecolatino.    La denominación española de "arroba" (que en árabe significa "un cuarto") es la misma medida que la Antigua "ánfora" del comercio de los venecianos en Medio Oriente.

     El misterio estaba resuelto, pero aún faltaba responder la pregunta: 
¿Cómo llegó la "arroba" hasta Internet? 

     "Ningún símbolo nace de la nada, ni es elegido al azar", dice el investigador italiano, quien cuenta que el mérito de introducir el símbolo @ en el ciberespacio corresponde al ingeniero estadounidense Ray Tomlinson, uno de los padres de Internet, quien la utilizó en su propia dirección de correo electrónico, todavía en los tiempos de Arpanet, 
el antecesor de la Red de Redes, a principios de los años 70. 

     Tomlinson decidió incorporar la arroba justo entre su nombre y el servidor que debía recibir el mensaje. 

     El símbolo @ había sobrevivido a los siglos en la tipografía anglosajona, 
todavía bajo el significado mercantil de "al precio de", y estaba incorporada en los teclados de las máquinas de escribir y de las primeras computadoras.

     "Hoy, los internautas usamos el símbolo @ como parte de nuestra navegación entre puertos virtuales, a los que se llega para zarpar hacia nuevos destinos, todo en el infinito mundo del ciberespacio".

     Agrego que el símbolo @ se llama en correcto hebreo CRUJIT, 
que literalmente se podría traducir como "envuelto" o, con algo de imaginación, "arrollado". 
Pero el nombre popular usado en Israel es la palabra alemana STRUDEL, 
nombre de un postre arrollado hecho de masa de hojaldre rellena.

EL ÁLBUM DE LA LENGUA

Feminismo no es lo contrario de machismo

     La palabra feminismo no es un antónimo de machismo.

     Según el Diccionario académico, feminismo es el ‘principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre’ y el ‘movimiento que lucha por la realización’ de esa igualdad.

    Por su parte, la misma obra define machismo como ‘actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres’ y ‘forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón’.

    Como puede apreciarse en las definiciones, no se trata de dos términos equiparables, ya que, mientras que el feminismo es la búsqueda de la igualdad entre sexos, el machismo supone una preponderancia del varón.

    Para cubrir ese hueco semántico, el de una palabra que aluda a una defensa de la superioridad de la mujer sobre el varón, se emplea en ocasiones el término hembrismo.

    Se trata de una voz correctamente formada y que se emplea en ocasiones como par lingüístico de machismo. Sin embargo, mientras que machismo designa tanto una actitud como una estructura social históricamente asentada, el hembrismo no se define como un sistema con existencia real, sino meramente como la actitud particular de algunas personas que abogan por la prevalencia de las mujeres sobre los hombres.

    No obstante, muchos colectivos rechazan el término, pues entienden que se emplea de forma peyorativa para atacar los postulados feministas y que designa una realidad que no existe.

    Conviene subrayar que la voz hembrismo, que está adquiriendo ese significado en los últimos tiempos, tiene otro menos usual y restringido a los campos de la psicología y la sociología. En concreto, algunos especialistas emplean esa voz para aludir a una exagerada actitud de sumisión, pasividad y resignación frente al hombre.

    FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

LA BUTACA

 Olé por estas estudiantes

     La Real Academia Española (RAE) modificó una de las definiciones sobre 'fácil' que tenía en su diccionario, donde se describía como un adjetivo para calificar
a una mujer sin problemas para mantener relaciones sexuales.

     La RAE cambió la frase "dicho especialmente de una mujer" en la definición de 'fácil' y la reemplazó por 'persona', sin especificar el género.

     La quinta acepción de la palabra se lee ahora en los diccionarios de la Real Academia Española como "dicho de una persona: Que se presta sin problemas
a mantener relaciones sexuales".

     La modificación de la frase se dio luego de una campaña liderada por las estudiantes de la institución educativa Manuel Pérez de Santa Cruz, ubicada en
Tenerife, España, llamada 'RAE piensa fácil'.

     Las estudiantes publicaron un video, a finales de enero, en el que cada una pasa al frente de la cámara, menciona su nombre y afirma "no soy fácil". La
grabación termina con una arenga de las alumnas con la frase "no somos fáciles, somos libres".

     Desde Tenerife informó para 30 días Reimundo.

CARTA A...

Carta a Gabriel Cruz

    Me gustaría, querido Gabriel, tener la capacidad de hilvanar estas líneas con acierto, pero no es fácil dibujar con unas letras en un papel la angustia de saber que aquel aciago 27 de febrero saliste de tu casa para ir a la de tus primos, a cuatro pasos, en un lugar conocido, a la luz del día, y ni llegaste ni volviste, la incertidumbre de sospechar que ni te habías perdido, ni habías sufrido un accidente, que alguien te secuestró en el camino, la desesperación de buscarte sin descanso durante doce días a pesar de las inclemencias del tiempo, la fugaz alegría de saber que la Guardia Civil te encontró por fin, la decepción de saber que lo que los agentes rescataron del maletero del coche de tu asesina cuando intentaba cambiarlo de sitio fue tu cadáver, porque aunque todos sabíamos que nadie secuestra a un niño para llevarlo a las ferias, hasta ellos mantenían la esperanza de encontrarte vivo, y el horror de conocer los detalles de tu muerte: asesinado a golpes y asfixiado por la novia de tu padre, por una mujer que además es madre, por la que con más ahínco  te buscaba y en su frialdad hasta daba ánimos a tus padres, lloraba con ellos y con ellos te buscaba. ¡Qué horror!
    Ante esta barbaridad que no tiene nombre todos nos preguntamos por qué.  Unos dicen que por celos: no aceptaba que tu padre te quisiera y se ocupara de ti. Otros, que por dinero: planeaba buscarle la ruina para resolver sus problemas económicos, problemas que ni tu padre conocía. Algunos, que sufre algún trastorno, que la vida no fue generosa con ella, que le faltaron más cosas necesarias que le sobraron. Para otros todo obedece a que te odiaba porque no la querías. ¿Pero cómo demonios ibas a quererla? Engañar a los mayores es muy fácil, pero engañar a un niño, por mucho y bien que se finja, es imposible. Puede que todos tengan razón, pero aunque nada te importen ya los motivos, yo te cuento mi versión:
    Cuando un niño viene al mundo Dios le asigna dos ángeles para que lo cuiden y lo protejan hasta que pueda hacerlo por sí mismo. Uno se llama Mamá, y gracias a ellas, llegan a mayores. Tu puedes sentirte muy orgulloso de la tuya, nos ha dado a todos una lección de civismo, de ese civismo que, a pocas vueltas que demos por las redes sociales, vemos que cada vez anda más escaso. El otro ángel es invisible y se llama ángel simplemente. Los ángeles invisibles también velan por sus niños, pero sabes, Gabriel,  hay muchos niños que son asesinados, desgraciadamente no eres tú el único, que sufren palizas, que son abandonados, que pasa el tiempo y siguen desaparecidos, que tienen que huir de sus países empujados por el hambre, por las guerras que bombardean sus casas, sus escuelas, sus hospitales… Cuando los ángeles de estos niños se ven desbordados piden ayuda a los ángeles de los niños que no corren estos peligros y vuelan a prestársela. En esas ausencias, el diablo, que a veces tiene cara de hombre, que a veces la tiene de mujer, pero que siempre se llama Maldad, sale a hacer lo único que sabe hacer bien: mal, y aquella maldita tarde te eligió a ti, y en un instante puso punto final a tu vida con tan solo ocho años, acabó para siempre con la felicidad de tus padres, porque eso de que el tiempo lo cura todo es mentira, simplemente nos obliga a vivir con las desgracias, si es que a eso se le puede llamar vivir, también con la de su familia, porque tan terrible es que nos asesinen a un hijo, como que uno de nuestros hijos asesine a los hijos de los demás, y aunque no sea lo más doloroso, se mató así misma, porque en adelante, la tal Ana Julia, por mucho que cierre los ojos siempre verá juguetes que lloran, libros que guardan silencio, pupitres vacíos, y la carita de un niño que a través de los ojos de todos los niños la llamarán lo que ella misma, ante la evidencia de los hechos, confesó ser: asesina.
    Seguramente, Gabriel, los que pierdan unos minutos para leer esta carta piensen que son tonterías, pero tú sabes mejor que nadie, porque fue la última lección que te dio la vida, que con demasiada frecuencia tenemos que inventar seres mágicos para seguir respetando a las personas reales. Por esto, querido Gabriel, aprovechando que ya eres un ángel, te pido, por todos los niños que son víctimas de la violencia de los mayores, que desde ese parque de estrellas donde ya puedes jugar sin miedo al diablo nos ayudes a ser cada día un poquito mejores para acabar con él.

COSAS DE GARIPIL

¡Hola! Lo primero, una aclaración: En el número anterior te presenté el nuevo libro de mi autora “Los días perdidos” y empecé por el prólogo como es de razón, pero dónde demonios tendría la cabeza que en el contenido y en la etiqueta lo anuncié como “La lectora”, es decir, por uno de los capítulos que tendrás la ocasión de conocer cuando le llegue el turno. ¿Te has dado cuenta? Espero que me disculpes. Y ahora sigo con la lectura de forma ordenada.

         LA MUJER DE ARCILLA
 
     Me casé con él en contra de su voluntad. Ni un solo día de los cuatro años que fuimos novios dejó  de leerme el futuro.
     —No es hombre para amoldarse a una sola mujer, las quiere a todas y para su interés. Solo busca en ti la pánfila que le lave, le planche y le sirva en todo sin rechistar. Es lo que hace su padre con su madre y las malas mañas se aprenden sin estudiar y no se olvidan nunca.
     Tampoco él perdía la ocasión de recordarme lo mal que me quería mi madre.
     —Es una egoísta, solo quiere tenerte bajo sus faldas, para que le ganes el pan ahora y cuando llegue a vieja tenga quien la cuide. Le pasa lo que a todas las viudas, como no tiene marido para gobernar y con tus hermanos no le vale, te gobierna a ti.
     Y Yo siempre he sido como de arcilla, cualquiera puede moldearme a su gusto, a su antojo, a su interés, y si lo intentan más de uno, vence el que mejor me lo pinte, por no decir el que más me grite.
     Poco tuvo que trabajar pues para conseguir que la relación con mi madre no volviera a ser normal, de novios porque despreciarlo a él era intentar que me quedara para vestir santos, y de casada porque utilizó todas sus armas para enemistarme con ella, con mis hermanos, con mis cuñadas, con mis sobrinos, hasta que la ausencia por mi parte se saldó con el olvido por parte de ellos.
     De novia me prohibía cortarme el pelo, pintarme y ponerme pantalones, y yo creía que era porque con el pelo hasta la cintura y la cara lavada era la más guapa de las amigas, y con faldas, la más decente, que los pantalones, según las personas mayores, eran cosa de extranjeras, de libertinas, de aquellas golfas que salían en la televisión que había llegado al club social del pueblo para pervertir a la juventud, pero el mismo día de la boda descubrí que eran las cadenas con las que pensaba amarrarme para que nada ni nadie me llevaran por otro camino que no fuera el que él decidiera.
     Ya en el bar donde hicimos el gasto me besó uno de sus amigos en las mejillas para darme la enhorabuena,  y sin encomendarse a ningún santo cogió el pañuelo del bolsillo de la chaqueta, lo empapó en una jarra de agua y me lo pasó por la cara. Para evitar que volviera a ponerme en ridículo opté por ofrecerles la mano a cuantos se acercaban a darme un beso. Tampoco me dejó bailar con ninguno de los invitados. En cuanto me veía hablando con un hombre que no estuviera acompañado de su novia o de su esposa, me cogía del brazo y me cambiaba de sitio, siempre donde solo había mujeres; él, sin embargo, aprovechó el evento para bailar con todas y bien agarradito, les devolvía tres por el beso de la enhorabuena y les gastaba bromas que casi todas recibían como impertinencias.
     Yo intenté cerrar los ojos a la realidad. Había esperado aquel día convencida de que sería el día de mi salvación, el día en el que por fin me liberaría del egoísmo de mi madre, el día en el que por fin sería la dueña de mi casa.
     Tenía una casa de labranza, una parcela de regadío y varias cabezas de ganado en un pueblo nuevo, en uno de esos pueblos con los que Franco consiguió resolver dos problemas que hacían aguas en buena parte del país: el de la vivienda para las familias que habían visto desaparecer sus pueblos bajo las aguas de un pantano, y el del campo que se iba quedando sin manos que lo trabajaran debido a que los jóvenes empezaron a emigrar a las ciudades. Se la habían adjudicado tras demostrar que estaba en vísperas de independizarse de sus padres para formar una familia con la facilidad de pagarla en cuarenta años. Por fin podría ser simplemente ama de casa, eso que tanto os molesta hoy a las mujeres, pero que en mi juventud nos privaba a todas, estábamos hartas de ser criadas y a amas solo se podía llegar a través del matrimonio. Pero su actitud me dejó un penoso recuerdo y la sensación de que todos los invitados me compadecían.
     Aquella misma noche perdí el amor con la virginidad y libre de este sentimiento que consigue cambiar de color las cosas pude ver que sus celos no eran el fruto del amor si no el fruto de su egoísmo. Mi madre se quedó corta cuando me vaticinó el futuro a su lado, han sido cincuenta años a su servicio con dedicación exclusiva. He sido su esclava en la cama, en la casa y en el trabajo. En la cama nunca me hizo feliz. Ni un solo día dejé de desear lo que todas las mujeres temen: que encontrara otra que lo complaciera y me dejara en paz. Pero a ninguna tuve que darle las gracias, ya dije que caía mal a las mujeres, tan mal que hasta sus sobrinas evitaban saludarlo con un beso. Cuando se casó nuestro hijo me pidió que los invitara a comer todos los domingos y que les preparara una comida de fiesta costara lo que costara. A mi hijo le extrañó mucho, sabía que  nunca tuve acceso al dinero, a final de mes me daba una mísera cantidad para la compra, y como le gustaba comer bien, nunca me sobraba para otras cosas. Si alguna vez le pedí algo más, me decía que imposible, que había que ahorrar, tenía miedo de verse sin dinero cuando llegara a viejo, pero se le quitaba de codos en la barra del bar, en el estanco, en la administración de lotería…
     —Con lo que gastas en esto durante un año, arreglaríamos la casa —le decía yo por ver si se le remordía la conciencia, decirle que estaba harta de vestirme con ropa ajena no servía de nada, pero tampoco la casa era razón para renunciar a sus vicios, a sus caprichos, a sus necesidades, prefería que las ventanas siguieran con los cristales rotos, que nuestra cama tuviera las patas sujetas con cuerdas para que no se cayera, que el frío  se colara por las puertas desajustadas antes de gastar. Fíjese hasta donde llegaba su egoísmo que todavía nos calentamos en invierno con brasero de cisco. El problema no es disponer de uno eléctrico, tengo varios, me los dieron las vecinas que pusieron calefacción, el problema es que seguimos con la luz a 125. ¿Que no recuerda haber conocido esta potencia? Nada me extraña, seguro que ni había nacido cuando se cambió a 220. Dijo que mejor esperar hasta que la compañía eléctrica corriera con los gastos, y así seguimos, esperando, apagando una bombilla para encender otra si queremos ver la tele sin que nos salte el chivato cada dos por tres. Con estos antecedentes, ¿cómo no iba a extrañarse mi hijo de tanta generosidad?
     Yo no me extrañé, claro, pero tampoco me lancé a confiarle  que tanta generosidad no era otra cosa que el deseo de aprovechar la oportunidad que le brindaba el hecho de tener una nuera para recibirla y despedirla con un beso, con un achuchón, con un abrazo. No quise contribuir a que mi hijo tuviera que renegar de su padre por faltarle al respeto a su mujer. ¿Renegar de su padre? ¡Pero qué tontería acabo de decir! Mi hijo no tenía que renegar de su padre, fue su padre quien renegó de él.
     Desde el primer día tuve que ir con él a trabajar: no podía quedarme sola en casa. Pero nada de dedicarme a espantar pájaros, tenía que hacer las mismas tareas que él: regar, sembrar, recoger… y por supuesto atender el ganado. Aunque hacíamos las mismas horas, yo trabajaba el doble, en parte porque el trabajo me hacía menos daño que a él, y en parte porque me resultaba imposible perder tiempo. ¿En qué iba a perderlo? Él podía fumarse un cigarro con los parceleros vecinos, yo no tenía con quién cruzar dos palabras: sus mujeres se quedaban trabajando en casa, y si me daba por acercarme a ellos, era capaz de dejarlos con la palabra en la boca y volver al tajo para que me fuera tras él. Cuando me quedé embarazada tuve unas semanas de vómitos y algunos días tuvo que irse solo a trabajar. Fue peor el remedio que la enfermedad: se pasó el día yendo y viniendo para comprobar si estaba sola, y me preguntaba si había ido alguien, si yo había salido a algo, y hasta se tomaba la molestia de comprobar si el felpudo no tenía más huellas que las que habían dejado sus botas. Cuando nació el niño pensé que por él cambiaría de actitud y podría quedarme en casa, pero una vez más me equivoqué. No había cumplido el mes cuando se lo llevó a sus padres, para que lo cuidaran, para que lo criaran, les dijo que yo tenía que trabajar en la parcela pues las cosechas no daban para empleados y él solo no daba abasto. La historia se repitió dos años después, cuando nació mi hija, pero en esta ocasión se la dio a una hermana suya que no tenía hijos. Así fue como dejamos de ser padres cuando empezamos a serlo. No perdimos su tutela, pero sí su cariño, los lazos que no se atan con un nudo se deshacen ¿y qué nudo podíamos hacer nosotros si solo íbamos a verlos los domingos y no todos?
     Acabamos siendo los invitados a sus cumpleaños, a su primera comunión, a su boda… y si no hubiéramos aceptado la invitación, tampoco nos hubieran echado de menos. Si alguna vez mi hija se acordó de que éramos sus padres, fue para pedirnos dinero. Es igual de egoísta que su padre, tiene sus mismas maldades, sus mismas picardías, con lo que queda claro que estas cosas no siempre se aprenden, también se heredan. Mi hijo empezó a ir por casa al morir sus abuelos. No es que nos quisiera más que su hermana, es que es igual de dócil que yo, y si yo lo llamaba, él iba. Es el único que durante su enfermedad me ha reemplazado algunas noches en el hospital para que yo descansara, el que contrató los servicios de la funeraria, el que me acompañó en el entierro. La vida me dio porque si me hubiera visto sola en semejante trance no sé cómo me las habría arreglado, pero no porque su muerte me trastornara como a cualquier viuda, si no porque gracias a mi condición de arcilla me aprendí tan al dedillo sus lecciones que, aunque me vea tan mayor, soy una niña, la niña que hizo por él sin amor lo que las mujeres no hacen con sus maridos por amor, la niña que se prestó desde el primer momento a vestirlo por las mañanas y desnudarlo por las noches como si estuviera inválido, a bañarlo, a afeitarlo, a cortarle el pelo, a atarle los zapatos, a abrirle la puerta, a cerrársela, la niña que si él decía “¡so!” se paraba sin más, y si decía “¡arre!”, andaba sin menos, la niña que a fuerza de ser niña se olvidó de pensar, de opinar, de decidir, de desear, de sufrir incluso, que a todo se acostumbra el ser humano, y al llegar a este trance se sintió más huérfana que viuda ante el siguiente interrogante: ¿Sabrá empezar a vivir como una mujer? La respuesta está en el pueblo y a buscarla voy, pero si quiere que le sea sincera, tengo miedo de encontrarla, lo normal es que ya no sepa seguir adelante por mí sola y volver con mi hijo y mi nuera no me parece la mejor solución.

     —Ya le dije ayer cuando vino a despedirse que se quite esa idea de la cabeza, que si yo solita salí adelante, puede salir cualquiera, donde hay un diablo que nos pone la zancadilla para tropezar y caer, siempre hay un ángel que nos da la mano para ayudarnos a levantar y seguir caminando —Se volvió para decirle una mujer de su edad más o menos que en la planta séptima llamaba el ascensor aunque no parecía que fuera a dejar el edificio pues iba en bata y zapatillas a juego, y en vista de que no vendría, se sumó a nosotras y le repitió su historia para que le sirviera de ejemplo, una historia que, si yo hubiera sido escritora, la habría titulado…

     Eso lo sabrás el próximo mes.

     María Jesús Sánchez Oliva.

     Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
     “Garipil” (1995).
     Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
     “Letanías” (1999).
     Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
     “El rosario de los cuentos” (2003).
     Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
     “Cartas de la Radio” (2007).
     Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.
     “Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).
     Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.

     Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:

garipil94@oliva04.e.telefonica.net 

     Estaré encantado de responderte.

     Gracias por tu visita y hasta el próximo número.