miércoles, 31 de mayo de 2017

PORTADA

 Queridos lectores: Acaba de salir el número 51 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.

    Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus crónicas a: mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia.

    NOTA IMPORTANTE

    Algunos lectores de este periódico, sobre todo los que trabajan con revisores de pantalla, se quejan de que no pueden poner comentarios. Esto puede deberse a varias cosas: problemas con Internet, cambios en la página de Blonger, falta de accesibilidad en algunas opciones… De todos modos, si quieres que tus comentarios aparezcan en cualquiera de las secciones, puedes enviarlos al correo electrónico del blog y aparecerán. Es el siguiente:

    mjsanchezoliva@gmail.com

    También la puedes localizar visitando el enlace Página de Perfil.  

    CONTENIDO

    LA VITRINA: Hoy nos encontramos con cuatro libros tan especiales como importantes. Nos los envía desde Argentina Laura Ferro (Profesora especializada en ciegos y disminuidos visuales). Libros para aprender y libros para enseñar.  
    MESA CAMILLA: La reflexión de este número va de fútbol.
    CAJÓN DE SASTRE: Historia de algo tan hermoso como valioso: el lápiz.
    EL ÁLBUM DE LA Lengua: Una expresión que todos utilizamos.
    LA BUTACA: Programa de los actos organizados para la inauguración de los jardines madrileños que llevarán el nombre de Antonio Vicente Mosquete.
    CARTA a… Los panaderos españoles.
    COSAS DE GARIPIL: Hoy nos invita a leer “El potaje de chinitas”, cuento.

    Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón.

    Volveremos a encontrarnos en el próximo número.

    María Jesús. 

    Seguidores de Honor:
    Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.
    Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.
    María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013.
    Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015.

LA VITRINA

LIBROS MUY ESPECIALES

     ¡Hola!: Hoy llegan a La Vitrina cuatro libros muy especiales. Desde Santa Fe (Argentina) los envía Laura Ferro (Profesora especializada en ciegos y disminuidos visuales). Son libros tan valiosos que todos deberíamos leer con verdadero interés, los profesionales para superarse, los afectados para aprender y el resto de los mortales para educarnos. Desde aquí, en nombre de todos, muchas gracias a Laura.     

     Título: “La sonrisa de Kai”.
     Autor: Hartmut Gagelmann.
     Reseña: La sonrisa de Kai, es una novela escrita en primera persona por su autor, un muchacho alemán, de 20 años, que no quiere hacer su servicio militar. Por tanto, lo envían a hacer servicio civil y llega a un hogar de niños discapacitados. Sus primeras reacciones son de aversión, pero, luego descubre la alegría que hay en los niños. Y, sobre todo, debe hacerse cargo de Kai, quien es autista, no habla, ni controla esfínteres, ni puede comer solo. Pero, debido a su amor, Artmut, conseguirá encontrar el camino que le otorgue su independencia y felicidad.

     Título:“La lección de August”.
     Autor:  J. R. Palacio.
     Reseña:August nació con paladar hendido, y otros rasgos que hacen que su cara, a pesar de las múltiples operaciones, todavía sea muy difícil de mirar para la gente que no está acostumbrada a sus rasgos.
     Pero, esta dificultad, es tomada por su familia con infinito amor y paciencia, y, cierto grado de sobreprotección, también.
    August ha recibido escolarización en casa hasta sus 10 años, y, cuando sus padres le dicen que tendrá que ir a una escuela, él no quiere saber nada de dejar su seguridad.
    A partir de ahí, el niño probará que es más fuerte de lo que creía, se ampliará su mundo de relaciones, y hará frente a la vida, con todas las dificultades que siempre aparecen... Es un libro excelente.

    Título: “Daniel no habla”.
    Autor: Marti Leimbach.
    Reseña:Como indica el título, es uno de esos libros con un personaje con discapacidad, en este caso, el autismo. Es una novela, por lo que, todo está enfocado desde la visión de Melanie, su madre, quien sufre al principio, pero, luego, teniendo un diagnóstico cierto, comienza a buscar las mejores alternativas para superar las dificultades de su hijo, conciente de que el autismo no se cura, pero, puede mejorar la calidad de vida de quien lo sufre, en este caso, Daniel, que sólo tiene 3 años.
   Stefen, su padre, un inglés de rígida formación, toma una actitud muy distinta, tratando de alejarse lo más posible de su hijo y sus problemas...

   Título: “Las voces del laberinto”.
    Autor: Ricard Ruiz Garzón.
    Reseña: Este libro, llamado Las voces del laberinto, es un testimonio de lo que significa la esquizofrenia en la vida de muchísimas personas. Su autor es psicólogo, y, por una experiencia personal traumática, llega a este tema, hace una investigación muy profunda, y decide transformarla en un libro.
    El libro, mezcla testimonios de pacientes, con los de sus familiares más cercanos, quienes viven con ellos, las constantes recaídas, ingresos en hospitales psiquiátricos, y también, la alegría de comprobar que, con paciencia, ellos pueden, a veces, recuperarse.
    Es un libro duro, a veces cuesta seguir leyéndolo, pero, cuando uno entiende la dinámica, comprueba que no todo es lo que parece...

MESA CAMILLA

¡Menos mal que no tengo que examinarme de fútbol!

     ¡Menos mal que no tengo que examinarme de fútbol! No tengo ni repajolera idea. En la primera lección me explicaron que se trataba de un deporte, pero por más interés que pongo, soy incapaz de entenderlo.
    Los deportes, en mi opinión, además de para divertirnos, sirven para civilizarnos. Saber llevar los éxitos, aprender a encajar las derrotas, discutir sin perderse el respeto… son algunos de los valores que pueden aportarnos. Pero esto debe contar para otros deportes, para el fútbol, evidentemente, cuenta lo contrario.
    Con demasiada frecuencia los partidos de fútbol empiezan como una fiesta nacional y acaban en una batalla campal. Insultos, botellazos, broncas, peleas entre aficionados, jugadores y hasta familiares es el broche final en el mejor de los casos, en el peor, se llega al asesinato. ¿Puede esto llamarse deporte? Yo diría que no, al menos hasta que la violencia entre equipos rivales no sea erradicada de los campos por completo, y eso me explican que es imposible. ¿Por qué?
     Como tantas otras cosas, podría prohibirse, pero eso parece que solo conseguiría agrandar el problema. El fútbol es el deporte que más seguidores tiene, el único que consigue paralizar el país, el que permite olvidarnos del paro,  de las malas notas, de los desfalcos de los políticos y de todas las crisis. Además,       está al alcance de niños y mayores, porque el juego consiste en darle patadas a un balón, y eso, menos yo, lo entiende cualquiera, cualquiera puede discutir una jugada,  cualquiera puede soñar con ser el jugador. Otra opción sería subir el precio de las entradas, que es un remedio muy socorrido, pero aquí parece que no serviría de nada. Podemos protestar porque suba el pan, la leche o las patatas, pero el fútbol, cueste lo que cueste, siempre es barato. 
    Total, que ya no sé si es que no hay remedio o es que no hay problema. Ejercer la violencia en cualquier sitio causa alarma social y hay que tomar medidas, pero en el fútbol, no hace falta. La violencia, aunque en mi ignorancia no lo entienda, hace  más atractivo el espectáculo. Por lo tanto, termino como empecé: ¡Menos mal que no tengo que examinarme de fútbol!

CAJÓN DE SASTRE

Historia del lápiz

    La primera descripción del lápiz, tal como hoy entendemos este objeto, data del siglo XVI, en que el naturalista alemán, Conrad Gesner, habla de «cierto instrumento de escritura consistente en una pieza de plomo encerrada en una funda de madera».
El lápiz, coincidiendo con el hallazgo del grafito, se inventó en 1565, en la región inglesa de Cumberland. Sin embargo, y debido a que este mineral compuesto de carbono cristalizado y hierro servía para la fundición de cañones, el grafito pasó a ser un mineral estratégico del Ejército inglés, estando estrechamente vigilada su explotación hasta el punto de que incluso los mineros que trabajaban en su extracción eran minuciosamente registrados tras salir de la mina, siendo severamente castigados, incluso con la horca, si osaban sustraer la más pequeña parte del valioso mineral. Esta circunstancia desgraciada hizo que fuera necesario buscar materias alternativas.
Cuando en el siglo XVIII se interrumpieron las relaciones comerciales entre Inglaterra y Francia, tras el estallido de la revolución de 1789, se hizo más necesario que nunca encontrar un sustituto al grafito o plombagina, que hasta entonces sólo se explotaba en el Reino Unido. Así, el francés Jacques Nicholas Conté, y el austriaco Joseph Hardtmuth, independientemente el uno del otro en sus investigaciones, inventaron a la vez el mismo objeto: el lápiz, de un sucedáneo del grafito y arcilla, que envolvieron en una funda de madera de cedro para su mejor manejo. Aquel nuevo producto abarató los precios, ya que las minas de aquellos lápices resultaban más fáciles de obtener que las de grafito, material escaso, estratégico, de problemática importación.
Tras las innovaciones introducidas en el producto, la demanda se disparó, y se extendió su uso por todo Occidente. Los lápices del francés Conté, y del austriaco Hardtmuth eran mucho más logrados que los producidos por la familia Faber, en Alemania, iniciadora de la saga de fabricantes FaberCastell, con cerca de dos siglos de antigüedad.
Los Faber utilizaban para sus productos grafito procedente de las minas de Nuremberg, en Baviera. Su fundador, J. L. von Faber, con sus asociados, introdujeron importantes ventajas y mejoras en el lápiz, pero aun así seguían fallando: eran demasiado duros, al ser sus minas de grafito puro, mientras que Conté y Hardtmuth empleaban en su elaboración una materia más blanda y grasa, debido a la mezcla utilizada.
El procedimiento del lápiz francés y austriaco era sencillo: el grafito molido, y la arcilla, formaban una pasta que se disponía en barritas finas las minas, y a continuación se cocía en un horno, procedimiento en vigor hasta hace poco tiempo.
En el siglo XIX se fabricaban ya lápices de todo tipo, y de todos los colores, gracias a la aplicación, a partir de la segunda mitad de aquel siglo, de los tintes de anilina, substancia contenida en el alquitrán, y que es el origen de los modernos lápices de ojos, y del rímmel para las cejas.
    Dado que por aquellos tiempos ya se había inventado el borrador, al descubrir el químico inglés J. Priestley que la savia de hevea o «leche de árbol» servía para eliminar los trazos del grafito, el lápiz se popularizó todavía más, con gran frustración para los vendedores de plumas de ganso, que veían herido de muerte todo su negocio e industria de la escritura. El lápiz era, además, un objeto limpio, podía llevarse sin problemas con uno mismo, sin riesgo de que se destintara y manchara el vestido. Pronto se aficionaron todos a él, y algunos de manera superlativa, caso del compositor Francisco Alonso, el inmortal granadino autor del chotis Pichi, del pasodoble Los Nardos, y del pasacalle de La Calesera, y tantas zarzuelas castizas ambientadas en Madrid. El Maestro coleccionaba lápices, y era propietario de una colección muy curiosa, poseyendo ejemplares tan exóticos como un lápiz tenedor, del que se servía Para escribir música y pinchar las patatas fritas al mismo tiempo; lápiz que recomendaba a los periodistas que debían asistir a desayunos o almuerzos de trabajo; disponía también de un raro ejemplar de lápiz pipa; un lápiz destornillador; un lápiz batuta; otro lápiz que además era reloj; un lápiz botellín, y otro lápiz bastón. Y cientos de lápices más que el buen Maestro guardaba como el preciado tesoro que eran…, en la caja estuche de su violín favorito.
En 1915 se inventó el portaminas; el famoso ever sharp pencil, o lápiz de punta continua que hizo de este familiar objeto la forma perfecta, junto con el bolígrafo, de la escritura.

LA BUTACA

Inauguración de los Jardines Antonio Vicente Mosquete
 
     El próximo día 3 de junio, sábado, a las 11 horas, La Junta Municipal de Chamartín del Ayuntamiento de Madrid inaugurará, con motivo del XXX Aniversario de su muerte, los Jardines Antonio Vicente Mosquete, sitos en el Paseo de la Habana 71 de la capital de España.
 
     La decisión de dedicar este espacio público a la memoria del primer Presidente de la ONCE democrática fue adoptada por acuerdo del Pleno Municipal del Distrito de Chamartín el pasado 14 de marzo de 2017, a solicitud de su familia y amigos más cercanos.
 
     El acto público de inauguración, que se celebrará en los propios Jardines, obedecerá al siguiente guión ofrecido por la Junta:
 
     GUION ACTO DESCUBRIMIENTO PLACA JARDINES ANTONIO VICENTE MOSQUETE
 
0-   Música introductoria: Sólo el amor. Silvio Rodríguez
 
1-   Intervención de Mauricio Valiente. Tercer Teniente de Alcalde y Concejal Presidente del Distrito de Chamartín (4 minutos).
 
2-   Intervención de Ricardo Gayol. Amigo de Antonio Vicente Mosquete (4 minutos)
 
3-   Rocío Vicente. Hija de Antonio Vicente Mosquete (4 minutos).
 
4-   Actuación al piano de José Corchete (1 pieza musical).
 
5-   Audio con la voz de Antonio Vicente Mosquete (5 minutos).
 
6-      Descubrimiento de la placa 'Jardines Antonio Vicente Mosquete'
 
7- Final del acto.

   Desde Madrid informó para 30 días F F.

EL ÁLBUM DE LA LENGUA

A cal y canto

    Cuando queremos decir que algo, sobre todo las puertas, está cerrado y bien cerrado, es decir, de una manera hermética e inaccesible, decimos que está cerrado o cerrada, según, a cal y canto.
    La expresión proviene de la antigua costumbre de tapiar puertas y ventanas para que no se colasen intrusos durante los periodos en los que el propietario no iba a estar en la misma. Para ello levantaba un muro a base de piedras (normalmente cantos rodados) y una pasta hecha de cal.
    De ahí que se extendiera la costumbre de señalar un sitio bien cerrado como  ‘a cal y canto’ o ‘calicanto’ como también permite la RAE.

CARTA A...

Pan de trigo

     ¡No me lo puedo creer! ¿Pero cómo demonios hemos sido tan torpes? Ni los distintos gobiernos con su pésima gestión, ni todos los bancos con sus triquiñuelas, ni las grandes empresas con su avaricia, ni los ciudadanos que nos vimos ricos y, antes de jugar la Primitiva, invertimos los dineros del premio, la culpa de nuestra ruina económica es de un refrán. ¿Quién nos lo iba a decir? Lo han descubierto los panaderos, y hartos de ver menguar sus ingresos, se han liado a recoger firmas para pedir a la RAE que retire inmediatamente del diccionario el refrán de “pan con pan, comida de tontos”. ¡Menos mal que trabajan de noche y duermen de día!
     El pan, queridos panaderos, es entendido por muchas culturas como el alimento básico, forma parte de ritos religiosos y mágicos, tiene notable influencia en el Índice de Precios al Consumo. Podemos tener la despensa llena, pero si falta el pan, falta de todo. El pan es el único alimento del que ni las migas podemos tirar, porque nos enseñaron de niños que era pecado, y aunque pasen los años, seguimos pensando que hacerlo es pecar, el que debería estar prohibido que faltara en alguna mesa, el que reclamamos para acabar con el hambre en el mundo, por el que trabajamos aunque haya que ganarlo con el sudor de la frente, el que Jesús multiplicó para dar de comer a sus seguidores, pan, bendito pan, el pan nuestro de cada día, el que traen los niños debajo del brazo, con el que podemos andar el camino, (si llevamos también vino, claro está, que no en todos los caminos hay fuentes, y si las hay, no sabemos si el agua está contaminada), con el que acompañado de una triste cebolla somos capaces de amar a nuestra pareja toda la vida (bueno, para mí que esto lo dijo alguien que, al igual que ustedes, trabajaba de noche y dormía de día y el infeliz no descansaba ni el día de Nochebuena), lo primero que aprendemos a comer, lo que gusta a todos, lo que no se le niega ni al enemigo… pero no solo de pan vive el hombre, y no sé ustedes, pero yo nunca he visto a nadie comer pan con unas sopas de ajo o hacerse un bocadillo de pan. Para mí que se han equivocado ustedes de culpable, porque si han descendido las ventas y ha aumentado el número de habitantes, culpable hay, en esto estamos de acuerdo, y yo diría que más de uno. Por ejemplo los nuevos expertos, esos expertos en todo que se pasan la vida predicando que el pan engorda que te saca de la moda en un santiamén, que desencadena todas las enfermedades habidas y por haber, que tapona las entendederas… y los que a fuerza de darnos lecciones de alimentación se han olvidado de que el pan también existe.
     Hace unos días, en un restaurante de cuyo nombre no quiero acordarme porque no pienso volver a él ni recomendárselo a nadie, el camarero, muy en su papel, me preguntó:
    —¿De qué quiere el pan? Lo tenemos de amapolas, de pasas, de higos, de pistachos, de aceitunas…
     —Pan, pan –dije yo. Y aunque la palabra sonó a redoble de tambor que afirma, que ordena, que deja claro lo que quiere, con todas sus ganas de agradar, insistió:
     Sí, pan, pero dígame, por favor , ¿de qué se lo traigo? Se lo puedo traer de pipas, de almendras, de piñones, de nueces, de castañas, de azúcar, con sal, sin sal… 
     Y para que no siguiera con la lista, respondí todo lo educada que pude:
     —De espigas.
     A lo que el profesional, porque ya no somos trabajadores, somos profesionales, respondió:
     —Lo siento, de eso no lo tenemos.
     Y fuera porque ignorara que el trigo es el fruto de la espiga, -cosa nada rara en estos tiempos en los que hasta para abrir una botella hay que hacer un cursillo para aprender a manejar el abridor y no siempre se aprueba- fuera porque no tenían pan de trigo, lo cierto fue que cené sin pan, que fue como cenar a medias.
     Por lo tanto, queridos panaderos, no cuenten con mi firma para castigar a un  refrán tan inocente como verdadero, porque tontos hay, y no pocos, pero esa tontería es la única que no ha hecho ninguno; no obstante, por  si les sirve de apoyo o de consuelo, sepan que, digan lo que digan los expertos, yo sigo comiendo pan de trigo.

COSAS DE GARIPIL

  ¡Hola!: ¿Cómo estás? Yo encantado de recibirte. Me gusta la gente que lee, y como entiendo que a tener mi mismo gusto obedece tu visita, te presento uno de los cuentos incluidos en “El rosario de los cuentos”.

        El potaje de chinitas

    Érase una vez un pequeño pueblo dividido en dos barrios: el de arriba y el de abajo. Ambos estaban separados por una ancestral enemistad, una cuesta muy empinada y la iglesia, que estaba siempre vacía, pues, los del de arriba no iban a misa por no ver a los del de abajo, y viceversa.
    Un día de San Primo, el viejo párroco, harto de esperar un milagro de Dios y de predicar en desierto, decidió hacer un gran potaje e invitar a todos a cenar. “Los que comen del mismo plato, -pensó- acaban dándose la mano”.
    Con este convencimiento cogió la olla más grande que había en la casa parroquial, la rasó de agua bendita y la acercó al fuego, pero su cepillo recibía tan pocas limosnas de los más ricos y tantas súplicas de los más pobres que, cuando el agua rompió a hervir, sólo encontró para añadirle las chinas que iba quitando de las legumbres que comía.
    Mientras el agua hervía y hervía, él removía las chinas con un palo, como para evitar que se le pegaran al hondón, como para obligarlas a espesar el caldo, y el ruido de las chinas superaba al del agua.
    Al cabo de media hora dejó de marearlas, cogió una cucharadita de potaje y lo probó. "El agua puede tragarse, pues, al fin y al cabo, está bendecida -se dijo con visible desencanto-, pero las chinas ni se ablandan ni pierden el sabor a tierra". Y en busca de productos que le dieran más sustancia, se echó a la calle con bonete y sotana.
    —Me estoy cociendo un potaje de chinitas para cenar, pero me queda tan insípido que si me diera unas vetas de tocino para añadirle, se lo agradecería en el alma -dijo en una de las casas del barrio de arriba.
    —Tenga los recortes del jamón del año pasado, -respondió la dueña- y que le sienten bien.
    —Me estoy cociendo un potaje de chinitas para cenar, pero me queda tan insípido que si me diera unas zanahorias para añadirle, se lo agradecería en el alma -dijo en otra de las casas.
    —Tenga este fardel que acabo de traer del huerto -respondió la dueña-, y que le sienten bien.
    —Me estoy cociendo un potaje de chinitas para cenar, pero me queda tan insípido que si me diera unas aceitunas para añadirle se lo agradecería en el alma -dijo en otra.
    —Tenga un puñadito de verdes y otro de negras -respondió la dueña-, y que le sienten bien.
    Y con esta retahíla siguió llamando de puerta en puerta hasta que sacó algo de cada familia.
    Al llegar a casa preparó las dádivas y las picó en la olla que quedó a medias. Y para colmarla del todo, se fue con las mismas al barrio de abajo.
     —Me estoy haciendo un potaje de chinitas para cenar, pero me queda tan ralo que si le sobraran unas patatas para acompañar, se lo agradecería en el alma -dijo en una de las casas.
    —Tenga una cesta de las más coloradas que tengo -respondió el dueño-, y que le aprovechen.
    —Me estoy haciendo un potaje de chinitas para cenar, pero me queda tan ralo que si le sobraran unos fréjoles para acompañar, se lo agradecería en el alma -dijo en otra de las casas.
    —Tenga unos kilos de los más tiernos -dijo el dueño-, y que le aprovechen.
    —Me estoy haciendo un potaje de chinitas para cenar, pero me queda tan ralo que si le sobraran unos huevos para acompañar, se lo agradecería en el alma -dijo en otra.
    —Tenga esta docena que acabo de sacar del nidal -respondió el dueño-, y que le aprovechen.
    Y con esta retahíla siguió llamando de puerta en puerta hasta que sacó algo de cada familia.
    En cuanto llegó a casa llenó la olla con los socorros y la dejó cocer a fuego lento un par de horas. Al cabo de las cuales la retiró con sumo cuidado, la llevó en volandas hasta la iglesia, la soltó en medio del altar y la rodeó de cucharas, tantas como vecinos había en el pueblo, ni una más ni una menos. Y en cuanto vio la mesa puesta, se subió al campanario y tocó a rebato las campanas. Al oírlas, todos creyeron que la iglesia ardía en llamas, y temiendo que las lenguas de fuego se alargaran, se desviaran y lamieran sus respectivos barrios, pusieron pies en polvorosa. Los primeros en llegar fueron los del barrio de arriba, y al ver sus dádivas entre las dádivas de sus enemigos, cogieron cada uno una cuchara y se lanzaron cual buitres a rescatar de la olla tiritas de jamón, taquitos de zanahorias, aceitunas... para que cuando ellos llegaran no cogieran nada, absolutamente nada de lo suyo. Después llegaron los del barrio de abajo, y al ver que sus enemigos zampaban y zampaban de la olla donde nadaban sus socorros, cogieron cada uno una cuchara y se tiraron cual lobos a sacar cuadritos de patatas, vainas de fréjoles, aritos de huevos... para que ellos no se llevaran nada, absolutamente nada de lo suyo. Pero fue tal el saca y mete de cucharas que todas se mezclaron y todos comieron de lo de todos.
    En cuanto la olla quedó vacía, el cura se instaló detrás del órgano, y la música remató el milagro:de un arranque, sin elegir entre unos y otros pareja, todos los brazos se entrelazaron. Y cuando al alba, hinchados de comer y de bailar, ellos salieron agarrados de la iglesia, el viejo párroco, paciente y feliz, empezó a recoger las chinitas que habían ido tirando entre los bancos, para hacer con ellas, cada noche de San Primo, un potaje que les recordara a todos que, cuando los dos barrios se unían, el pueblo entero estaba de fiesta.

        María Jesús Sánchez Oliva.
    
        Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
    Garipil-1995.
    Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
    Letanías-1999.
    Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
    El rosario de los cuentos-2003.
    Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
    Cartas de la Radio-2007.
    Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc, y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.
    Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)-2014.
    Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás –y los papás- disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.

    Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:

garipil94@oliva04.e.telefonica.net 

    Estaré encantado de responderte.

    Gracias por tu visita y hasta el próximo número.