domingo, 1 de diciembre de 2019

PORTADA


Queridos lectores: Acaba de salir el número 75 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.

Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus noticias con dos sencillas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y reales. Y segunda: que las envíes a mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Cuento contigo.

Navidad 2019.

Que el anhelado lazo de la felicidad en todos los órdenes de la vida ate la tuya y la de los tuyos con un nudo tan fuerte en estos días navideños que el nuevo año sea incapaz de deshacerlo.

Feliz Navidad y feliz 2020.

María Jesús.

CONTENIDO

LA VITRINA: Balance de libros leídos durante este año.
MESA CAMILLA: Días de juerga y fiesta.
CAJÓN DE SASTRE: Origen de la palabra vegano.
EL ÁLBUM DE LA Lengua: En olor de multitud, no en loor de multitud.
LA BUTACA: Hermoso gesto.
CARTA a… Nuestra princesa de Asturias.
COSAS DE GARIPIL: El potaje de chinitas.

Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón.

Volveremos a encontrarnos en el próximo número.

María Jesús.

Seguidores de Honor:
Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.
Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.
María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013.
Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015.



LA VITRINA

¡Hola! He aquí los libros que he leído este año que ya cabalga por su último mes. Unos desfilaron por esta sección para invitarte a su lectura; otros no tuvieron esa oportunidad. Pero todos quieren que sepas que existen por si en alguna ocasión te interesa conocerlos.

2019:

Título: Circo Máximo. Autor: Santiago Posteguillo.
Título: El monarca de las sombras. Autor: Javier Cercas.
Título: En el corazón de los fiordos. Autora: Kabus, Christine.
Título: El silencio de la ciudad blanca. Autora: Eva García Sáenz de Urturi.
Título: Zoya. Autor: Steel, Danielle.
Título: La casa de las hermanas. Autor: Link, Charlotte.
Título: Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido. Autora: Paloma Sánchez Garnica.
Título: La cultivadora de rosas. Autor: Link, Charlotte.
Título: El nombre que ahora digo. Autor: Antonio Soler.
Título: El árbol de las moras. Autor: Deveraux, Jude.
Título: La hija de la luna. Autora: Toti Martínez de Lizea.
Título: La calle de la judería. Autora: Toti Martínez de Lizea.
Título: La elegancia del erizo. Autor: Muriel Barbery.
Título: El guardián entre el centeno. Autor: Salinger J. D.
Título: La espía. Autor: Claudio Coello.
Título: Las rosas de piedra. Autor: Julio Llamazares.
Título: El médico sefardí. Autor: G. H. Guarch.
Título: La maldición de la reina Leonor. Autor: José María Pérez González (Peridis).
Título: 1921, Diario de una enfermera. Autor: Montero Eligio R.
Título: Melocotones de viña. Autora: Lola López de la calle.
Título: La flor del surinam. Autora: Linda Belago.
Título: La hilandera de Flandes. Autora: Concepción Marín.
Título: Patria. Autor: Fernando Aramburu.
Título: El color de los sueños. Autora: Sepetys, Ruta.
Título: El diamante de Jerusalén. Autor: Gordon Noah.
Título: Flores negras. Autora: Siscar, Lara.
Título: La sed. Autora: Mercedes Ballesteros.
Título: La vendedora de huevos. Autora: Linda D. Cirino.
Título: Cacereño. Autor: Raúl Guerra Garrido.
Título: Bandoleros. Autor: José Javier Pasamontes Orgaz.
Título: La rosa del viento. Autora: Corina Bomann.
Título: La doctora de Maguncia. Autora (seudónimo de Sarah Lark): Ricarda Jordan.
Título: El retrato de Dorian Gray. Autor: Oscar Wilde.
Título: Aroma de café amargo. Autora: Sandra Benítez.
Título: Yo, Julia. Autor: Santiago posteguillo.
Título: La novia gitana. Autora: Carmen Mola.
Título: La red púrpura. Autora: Carmen Mola.
Título: Las hijas de la villa de las telas. Autora: Anne Jacobs.
Título: Los cipreses de Córdoba. Autor: Yael Guiladi.

MESA CAMILLA

Días de juerga y fiesta

En este país podemos quejarnos de muchas cosas, pero de días festivos, de ningún modo. No solo contamos con nuestras fiestas locales, autonómicas y nacionales, contamos también con los folclores que organizamos para resucitar viejas tradiciones en nombre de la cultura, de la salud, de la solidaridad, y de lo que haga falta con tal de que llamen a juerga. Pero como no nos basta con las nuestras, de forma consciente o inconsciente, hemos decidido celebrar también las que nos llegan de fuera, sobre todo si vienen de Estados Unidos.

Empezamos con Papá Noel. Pensamos que el hombre no iba a ser bien recibido, pero nos equivocamos, las grandes superficies le abrieron las puertas de par en par y antes de que caigan los primeros ampos de nieve se coge el trineo para llegar aquí antes que a sus países de origen, y nada de traerles a nuestros niños unas golosinas para endulzarles la interminable espera de los Reyes Magos, en su afán de destronarlos arrampla con los juguetes que les han pedido los niños y Sus Majestades se las ven y se las desean para complacerlos. Luego vino desde Estados Unidos el ya famoso oHalloween que celebramos por todo lo alto el 31 de octubre. Otra de las celebraciones que hemos acogido en los últimos años es el Holi que consiste En celebrar la primavera con un festival de origen hindú en el que las personas se visten de blanco y tras teñir su ropa de mil colores se colocan en pelotón para lanzar al aire polvos de colores que caen sobre ellas mismas y sobre el resto de participantes. Tampoco tenemos que desplazarnos ya hasta Munich (Alemania) si queremos celebrar la Oktoberfest, que no es otra cosa que la fiesta de octubre o fiesta de la cerveza, porque empezó celebrándose en Zaragoza y ya se celebra en varias ciudades. Y la última que nos llegó de Estados Unidos y se ha puesto la primera es la que acabamos de celebrar: hablamos del Black Friday o viernes negro, un viernes de noviembre en el que todas las tiendas ofrecen descuentos. Esta tradición, más que para la diversión, fue pensada por las firmas comerciales para el consumismo, pero sin apenas darnos cuenta nos hemos encargado de convertirlo en un día de fiesta o de juerga, y hasta pedimos el día libre en el trabajo para disfrutarlo, y se colapsa el tráfico, y se forman colas interminables, y nos damos codazos en todas las secciones de las grandes superficies para conseguir la ganga prometida y que no aparece, bueno, en todas menos en las de alimentación, porque ese día cosas como las lentejas, el pan y el café no le interesan a nadie, y más que rebajarles el precio, conviene subírselos para cifrar más. Y de seguir así acabaremos celebrando hasta el 4 de julio para celebrar con los estadounidenses su Día de la Independencia.

Menos mal que nuestras ganas de juerga son tantas que adoptamos las fiestas y tradiciones de los demás sin renunciar a las nuestras.


CAJÓN DE SASTRE

¿Cuál es el origen de la palabra vegano y quién fue su creador?

Por Germán Wille para LA NACIÓN.

En tiempos en que los movimientos veganos volvieron a ocupar un lugar central en el mundo de las noticias por su aparición accidentada -con rebencazos gauchos incluidos- en el escenario de la Exposición Rural, puede resultar pertinente conocer algo de la vida y de la obra de Donald Watson, una persona que, si bien no podría decirse que fue el primer vegano, fue seguramente el creador de ese término que hoy está en boca de todos.

Watson nació en el pueblo de Mexborough, en el condado inglés de Yorkshire del Sur en el año 1910. En su adolescencia era un muchacho enclenque y debilucho, miembro de una familia donde comer carne era una práctica más que habitual. Las visitas familiares a la granja de su tío George era un paseo común en aquellos años, hasta que un día, algo que el adolescente vio allí le cambiaría la vida para siempre.

Mientras recorría los dominios de su tío George, el joven pensaba que todos los animales del lugar brindaban algo de sí al hombre: los caballos, fuerza para el arado, o transporte; las ovejas, lana para abrigo; las vacas, leche; las gallinas, huevos y el gallo, su voz, que funcionaba como un despertador natural. Pero habían animales que estaban allí y que no brindaban, aparentemente, nada: los cerdos.

Grande fue su disgusto cuando se enteró que la utilidad del noble porcino estaba en su carne. Y lo supo, de la peor manera, al ver cómo escogían, atrapaban y luego mataban a la bestia, delante de sus ojos.

El sacrificio del marrano -cuyos chillidos desesperados quedaron grabados por años en los oídos del muchacho- cambiaron por completo su perspectiva acerca de la alimentación y de la vida en general. "La escena idílica de ese lugar era un engaño, ya que no era más que un corredor de la muerte donde los días de cada criatura estaban contados. Ese día decidí que las granjas, y los tíos, tenían que ser reevaluados", dijo Watson en una entrevista del año 2002, en la que hizo un repaso de su vida.
Primera decisión: ser vegetariano.
Así fue como, a los 13 años, y a partir del año nuevo de 1924, el adolescente Donald Watson decidió no comer nunca más carne. Cuando murió, a los 95 años, en noviembre de 2005, llevaba 81 años sin comer ni un solo bocado de alimento cárnico.

A la edad en la que Watson se volcó al vegetarianismo también abandonó la escuela y otro de sus tíos le enseñó el oficio de carpintero. La docencia en el arte del trabajo de la madera se convertiría en el medio de vida de este joven, al que todavía le faltaba dar un giro más profundo en su manera de alimentarse.

Enemigo de la violencia en cualquiera de sus formas, Watson fue objetor de conciencia y no participó de la segunda guerra mundial. Sus dos hermanos fueron también objetores, y además siguieron a Donald en sus hábitos como vegetariano, abstemio y no fumador. Tan poco habituales eran estas conductas en aquella época, que la madre de estos hermanos dijo una vez que "se sentía como gallina que había incubado un grupo de huevos de pato".

Nace el término Vegano

Después de 18 años de vida vegetariana, Donald Watson descubriría otro modo de crueldad que, a su criterio existía contra los animales, aunque no incluyera su muerte. Fue cuando percibió la explotación a la que eran sometidas las vacas lecheras.

Según se consigna en el obituario de Watson que publicó la BBC, el todavía vegetariano aborreció la manera en que los terneros eran separados de su madre a pocos días de nacer y la forma en que la vaca se criaba y alimentaba de manera poco natural para producir la leche.

Así fue como, excluyendo de su dieta los huevos, la leche, y la miel, todos productos derivados de los animales, Watson se convirtió en vegano antes de que existiera una palabra para definir su condición. Entonces, la tuvo que inventar.

De este modo el término que creó, vegano (vegan, en inglés), quedó conformado por las primeras y las últimas letras de la palabra vegetariano (vegetarian). La formación de esta palabra no es casual. Simboliza el principio y la finalidad de un hábito. Según el sitio de la Vegan Society, el vocablo expresa que el veganismo tiene su raíz en el vegetarianismo y va en busca de la culminación lógica y exitosa de un camino cuya razón de ser es lograr la buena salud sin hacer sufrir ni morir a ningún animal.

"La palabra vegano fue aceptada de inmediato y se convirtió en parte de nuestro idioma y ahora está en casi todos los diccionarios mundiales, supongo", decía el propio Watson en la citada entrevista realizada en diciembre de 2002 y publicada en la edición del 2003 del sitio The Vegan Summer.

La primera Sociedad Vegana

En el año 1944, Watson, junto a su esposa Dorothy y un grupo de amigos fundan la Vegan Society en Leicester, Inglaterra, la primera organización vegana en el mundo. Tiempo más tarde comenzó a escribir y publicar un humilde diario trimestral The Vegan News, de apenas doce páginas engrampadas con ganchos pero que ya comenzó con una suscripción de 500 personas.

En su primera edición, el mismo Watson escribía en The Vegan News: "La indiscutible crueldad asociada con la producción de productos lácteos djó en claro que el lacto-vegetarianismo no es más que un punto intermedio entre el consumo de carne y una dieta civilizada y verdaderamente humana. Creemos, por lo tanto, que durante nuestra vida en la tierra debemos tratar de evolucionar lo suficiente como para hacer "el viaje completo".

A partir de entonces la publicación crecería y multiplicaría a sus lectores, y luego aparecerían otras publicaciones -hoy sitios Web- que mantendrían a los veganos del mundo informados y alerta a las novedades de su doctrina de vida.

Últimos años y el legado de Watson

Tras su jubilación, Watson pasó los años finales de su vida -que fueron muchos- en una casa de la localidad de Keswick, condado de Cumbria. Allí disfrutó de un jardín con huerta propia, donde producía su compost con hojarascas y restos de vegetales. Genio y figura, el hombre revolvía esta mezcla terrosa con un rastrillo en lugar de pala y con sumo cuidado, para no dañar a ninguna lombriz de la tierra.

Su ancianidad saludable, que se prolongó hasta los 95 años, eran para él el certificado de lo buena que era su forma fe vida: "A los 93 años -dijo en una entrevista de 2004 que rescata la BBC- y nunca habiendo tomado medicinas ortodoxas o marginales, soy prueba de que después de una infancia débil en una familia que come carne, el veganismo funciona".

Consciente de que la doctrina que él había iniciado tomaría más fuerza con el tiempo, cuando le preguntaron cuál había sido su máximo logro, el inventor del término vegano contestó: "Sentir que fui instrumental para comenzar un gran movimiento nuevo que no solo podría cambiar el curso de la humanidad y el resto de la creación, sino mejorar las expectativas del hombre de sobrevivir por mucho más tiempo".

Sin temor a su propia muerte, que llegó finalmente el 16 de noviembre de 2005, Donald Watson vaticinó en la misma entrevista cómo sería su propia partida de este mundo: "Habrá un funeral. Habrá un puñado de personas y estarán los espíritus de todos los animales que nunca he comido. En ese caso, ¡Será un gran funeral!"

EL ÁLBUM DE LA LENGUA


EN OLOR DE MULTITUD, MEJOR QUE EN LOOR DE MULTITUD

En olor de multitud(es) es la expresión preferible para indicar que alguien
cuenta con la admiración de muchas personas, mejor que en loor de
multitud(es).

En los medios de comunicación es frecuente encontrar frases como «Kubica, en
loor de multitud en Polonia» o «El artista fue recibido en loor de
multitudes al llegar a su tierra».

Como explica el Diccionario panhispánico de dudas,* la locución en olor de
multitud (o de multitudes) es relativamente reciente y se originó por
analogía con en olor de santidad y otras similares, frecuentes en textos
medievales y clásicos, en los que la palabra olor se usa de forma
metafórica, pues se entiende que la cualidad a la que se alude se exhala
como un aroma.

Con ese mismo sentido de ‘rodeado de, envuelto por’ se empezó a usar ya en
el siglo XX en olor de multitud.

El hecho de que el término olor, en su acepción no metafórica, diera lugar a
«interpretaciones jocosas» de la expresión, hizo que en las últimas décadas
algunas personas lo sustituyeran por loor (‘elogio’ o ‘alabanza’) en una
forma de ultracorrección que, según la misma obra, conviene evitar.

La construcción en loor de es correcta y frecuente, pero ha de ir seguida
del sustantivo que expresa la persona o cosa a quien se dirige la alabanza,
no quien la realiza («Predicó en loor del difunto»). Así, en sentido recto,
en loor de multitud significa que alguien alaba a la multitud, no que
alguien recibe sus alabanzas.

De este modo, y aunque algunos diccionarios de uso ya dan por bueno el uso
de en loor de como equivalente de en olor de, resulta preferible emplear la
segunda en ejemplos como los anteriores, que habría sido mejor redactar de
la siguiente manera: «Kubica, en olor de multitud en Polonia» y «El artista
fue recibido en olor de multitudes al llegar a su tierra».

Fundación del Español Urgente.

LA BUTACA

Acabo de leer esta noticia y me parece un gesto tan hermoso que no resisto la tentación de enviarla a 30 días.

Un niño de 9 años le quiso aumentar el sueldo a su maestra con su regalo de cumpleaños.

10/11/2019 - 22:27 Mundo Web

Estados Unidos.

Parker Williams, niño de 9 años, y alumno del tercer grado en la escuela Gorrie Elementary, de la ciudad de Tampa (Florida, EE.UU.), obtuvo 15 dólares como regalo de cumpleaños y, en lugar de comprarse algo de su gusto, decidió dárselos a su maestra, generando gran sorpresa entre sus compañeros.

El pequeño, adjuntó el dinero dentro de un sobre, y a través de una carta expresó:

“Querida señora Chambers, no creo que a los maestros se les pague lo suficiente por lo que hacen, entonces, ¿aceptará este regalo?”, escribió Parker.

Posteriormente, fueron los propios progenitores, quienes supieron del gran acto que había realizado su hijo, al encontrar una nota, con la respuesta negativa por parte de la docente: “No puedo aceptar esto, pero aprecio el gesto, Parker. Estudiantes como tú son la razón por la que enseño”, fue la respuesta de Mary Hall Chambers, que acompañó la respuesta con una carita sonriente.

A pesar de que la maestra no se quedó con el regalo, el niño contó que lo hizo sentirse muy bien.

Finalmente fue el padre del pequeño, Darrell Williams, quien compartió el gesto de su hijo en su cuenta de Facebook, dónde los internautas no tardaron en alabar la bondad de Parker.

Desde Pamplona informó para 30 días Silvia.


CARTA A...


Al margen de estar a favor de la monarquía o de estar en contra, -cada cual es muy libre de pensar como entienda conveniente siempre que no defienda sus ideas recurriendo a la violencia, a la discordia, al enfrentamiento-, y sin entrar en cómo se vayan desarrollando los acontecimientos, hoy por hoy una cosa es cierta: usted, doña Leonor de Borbón y de Ortiz, como primogénita de los reyes Felipe VI y Leticia Ortiz, es la heredera al trono de España, y para reinar se está preparando, y muy bien por cierto.

Hemos podido comprobarlo estos días, cuando con catorce años recién cumplidos se ha estrenado en actos públicos con dos brillantes discursos: el pronunciado en la entrega de los Premios de la Fundación Asturias primero y el pronunciado en la entrega de los Premios de la Fundación de Girona después. ¡Qué delicia de niña que empieza a ser mujer! Su serenidad, su ternura, su dulzura, la madurez, el respeto y la responsabilidad que destilaban sus palabras pronunciadas en castellano, inglés, árabe y catalán nos han cautivado a todos. Justo es felicitarla, tanto a usted como a los reyes, sus padres, y a sus educadores.

En estos días en los que los españoles nos hemos tenido que enfrentar a las cuartas generales en cuatro años, en estos días en los que los españoles hemos podido comprobar que sus estúpidos discursos, sus absurdos programas, sus repetidas falacias sólo han conseguido empeorar las cosas, en estos días en los que los españoles solo tenemos razones para sentir vergüenza de nuestros políticos y rogar a todos los dioses que no tengamos que volver a las urnas por quinta vez, el único consuelo, la única alegría, la única esperanza han sido sus palabras de concordia, de entendimiento y bellos compromisos con los que Su Alteza nos ha alegrado los noticiarios.

No sabemos qué pasará mañana, mañana no sabemos qué pasará. Nuestros políticos siguen más dispuestos a crear problemas que ha resolverlos. Pero hoy por hoy, una cosa es cierta: Su Alteza es la heredera del trono de España, y los discursos con los que nos ha devuelto la ilusión estos días, además de para felicitarla, son para sentirnos orgullosos de usted.

Ojalá no cambie nunca y algún día podamos verla reinar en paz.

COSAS DE GARIPIL


¡Hola! Acaba el año y con este cuento navideño quiero darte las gracias por las visitas que me has hecho a lo largo de los doce meses. De corazón, gracias. Espero seguir contando con tu visita.

El potaje de chinitas

Érase una vez un pequeño pueblo dividido en dos barrios: el de arriba y el de abajo. Ambos estaban separados por una ancestral enemistad, una cuesta muy empinada y la iglesia, que hasta en Navidad estaba vacía, pues, los del de arriba no iban a misa por no ver a los del de abajo, y viceversa.

Un día de nochebuena, el viejo párroco, harto de esperar un milagro de Dios y de predicar en desierto, decidió hacer un gran potaje e invitar a todos a cenar. “Los que comen del mismo plato, -pensó- acaban dándose la mano”.

Con este convencimiento cogió la olla más grande que había en la casa parroquial, la rasó de agua bendita y la acercó al fuego, pero su cepillo recibía tan pocas limosnas de los más ricos y tantas súplicas de los más pobres que, cuando el agua rompió a hervir, sólo encontró para añadirle las chinas que iba quitando de las legumbres que comía. Mientras el agua hervía y hervía, él removía las chinas con un palo, como para evitar que se le pegaran al hondón, como para obligarlas a espesar el caldo, y el ruido de las chinas superaba al del agua. Al cabo de media hora dejó de marearlas, cogió una cucharadita de potaje y lo probó. "El agua puede tragarse, pues, al fin y al cabo, está bendecida, -se dijo con visible desencanto- pero las chinas ni se ablandan ni pierden el sabor a tierra". Y en busca de productos que le dieran más sustancia, se echó a la calle con bonete y sotana.

—Me estoy cociendo un potaje de chinitas para cenar esta noche, pero me queda tan insípido que si me diera unas tiras de tocino para añadirle, se lo agradecería en el alma —dijo en una de las casas del barrio de arriba.
—Tenga los recortes del jamón del año pasado —respondió la dueña—, y que le sienten bien.
—Me estoy cociendo un potaje de chinitas para cenar esta noche, pero me queda tan insípido que si me diera unas zanahorias para añadirle, se lo agradecería en el alma —dijo en otra de las casas.
—Tenga este fardel que acabo de traer del huerto —respondió la dueña—, y que le sienten bien.
—Me estoy cociendo un potaje de chinitas para cenar esta noche, pero me queda tan insípido que si me diera unas aceitunas para añadirle se lo agradecería en el alma —dijo en otra.
—Tenga unos puñados de verdes y otro de negras —respondió la dueña—, y que le sienten bien.
Y con esta retahíla siguió llamando de puerta en puerta hasta que sacó algo de cada familia.

Al llegar a casa preparó las dádivas y las picó en la olla que quedó a medias. Y para colmarla del todo, se fue con las mismas al barrio de abajo.

—Me estoy haciendo un potaje de chinitas para cenar esta noche, pero me queda tan ralo que si le sobraran unas patatas para acompañar, se lo agradecería en el alma —dijo en una de las casas.
—Tenga una cesta de las más coloradas que tengo —respondió el dueño—, y que le aprovechen.
—Me estoy haciendo un potaje de chinitas para cenar esta noche, pero me queda tan ralo que si le sobraran unos fréjoles para acompañar, se lo agradecería en el alma —dijo en otra de las casas.
—Tenga unos kilos de los más tiernos —dijo el dueño—, y que le aprovechen.
—Me estoy haciendo un potaje de chinitas para cenar esta noche, pero me queda tan ralo que si le sobraran unos huevos para acompañar, se lo agradecería en el alma —dijo en otra.
—Tenga esta docena que acabo de sacar del nidal —respondió el dueño—, y que le aprovechen.
Y con esta retahíla siguió llamando de puerta en puerta hasta que sacó algo de cada familia.

En cuanto llegó a casa llenó la olla con los socorros y la dejó cocer a fuego lento un par de horas. Al cabo de las cuales la retiró con sumo cuidado, la llevó en volandas hasta la iglesia, la soltó en medio del altar y la rodeó de cucharas, tantas como vecinos había en el pueblo, ni una más ni una menos. Y en cuanto cayó la noche y cada cual se metió en su casa para cenar se subió al campanario y tocó a rebato las campanas.
Al oírlas, todos creyeron que la iglesia ardía en llamas, y temiendo que las lenguas de fuego se alargaran, se desviaran y lamieran sus respectivos barrios, dejaron la mesa puesta y pusieron pies en polvorosa.

Los primeros en llegar fueron los del barrio de arriba, y al ver sus dádivas entre las dádivas de sus enemigos, cogieron cada uno una cuchara y se lanzaron cual buitres a rescatar de la olla tiritas de jamón, taquitos de zanahorias, aceitunas... para que cuando ellos llegaran no cogieran nada, absolutamente nada de lo suyo. Después llegaron los del barrio de abajo, y al ver que sus enemigos zampaban y zampaban de la olla donde nadaban sus socorros, cogieron cada uno una cuchara y se tiraron cual lobos a sacar cuadritos de patatas, vainas de fréjoles, aritos de huevos... para que ellos no se llevaran nada, absolutamente nada de lo suyo. Pero fue tal el saca y mete de cucharas que todas se mezclaron y todos comieron de lo de todos.

En cuanto la olla quedó vacía, el cura se instaló detrás del órgano, y el recital de villancicos remató el milagro: de un arranque, sin elegir entre unos y otros pareja, todos los brazos se entrelazaron. Y cuando al alba, hinchados de comer y de bailar, ellos salieron agarrados de la iglesia, el viejo párroco, paciente y feliz, empezó a recoger las chinitas que habían ido tirando entre los bancos, para hacer con ellas, cada nochebuena, un potaje que les recordara a todos que sólo cuando los dos barrios se unían era Navidad.

María Jesús Sánchez Oliva.

Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
“Garipil” (1995).
Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
“Letanías” (1999).
Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
“El rosario de los cuentos” (2003).
Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
“Cartas de la Radio” (2007).
Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.
“Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).
Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.
“Los días perdidos” (2018).
Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Primer “Premio Tiflos” 2013.

Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:

garipil94@oliva04.e.telefonica.net

Estaré encantado de responderte.

Gracias por tu visita y hasta el próximo número.



viernes, 1 de noviembre de 2019

PORTADA


Queridos lectores: Acaba de salir el número 74 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.

Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus noticias con dos sencillas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y reales. Y segunda: que las envíes a mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Cuento contigo.

CONTENIDO

LA VITRINA: El libro de este mes se titula “La rosa del viento”, y lo firma Corina Bomann.
MESA CAMILLA: Que Franco descanse en paz y los suyos nos dejen descansar.
CAJÓN DE SASTRE: Historia de la mesa camilla.
EL ÁLBUM DE LA Lengua: Queísmo y dequeísmo.
LA BUTACA: El milagro de la moneda de tres peniques.
CARTA a… Javier Cercas (escritor).
COSAS DE GARIPIL: Plegaria de la vida (poema).

Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón.

Volveremos a encontrarnos en el próximo número.

María Jesús.

Seguidores de Honor:
Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.
Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.
María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013.
Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015.



LA VITRINA

¡Hola! Este mes he sido yo el elegido entre varios libros para invitarte a leerme. Para animarte a hacerlo, me presento.

Mi título: “La rosa del viento”.

Mi autora: Corina Bomann.

La reseña la dejo en manos de la lectora que me ha invitado.

La novela cuenta dos historias. Una es la de Annabel y sus esfuerzos para rehacer su vida en otra ciudad. Con un ex marido que parece no querer saber nada de su vida, un futuro por dibujar y un pasado en el que hay un padre desconocido y una madre ausente. Y es que Annabel nació en la RDA y, cuando tenía sólo seis años, fue abandonada por su madre quien huyó a la Alemania Occidental. Annabel tuvo suerte y fue adoptada por un matrimonio que la quiso y la quiere con locura pero tiene clavada la espinita del abandono de su madre. En este sentido, "La rosa del viento" es una novela de tintes familiares en la que una persona, Annabel, intentará descubrir secretos de su pasado. Aprovecha la autora para desvelarnos los mecanismos que, tras la caída del muro, se habilitaron para que personas como ella pudieran investigar sus orígenes familiares y, si acaso, reunirse con sus verdaderas familias.

La otra historia es la del barco, La rosa del viento. A raíz de una carta que Annabel encuentra escondida en el barco, se da cuenta de que éste pudo ser utilizado para trasladar huidos del este al oeste de Alemania y no parará hasta averiguar su historia.

No sé si alguna vez os he comentado que me gusta la historia de Alemania. Me encantan las novelas situadas en la Segunda Guerra Mundial y me resultan especialmente atractivas las que nos muestran al pueblo alemán (supongo que en mi afán por entender lo incomprensible). Pero también me gusta conocer el después, qué pasó después de la guerra, cómo se reconstruyó Alemania. Y no son muchas las novelas que tratan de estos años, los cincuenta, los sesenta; y menos aún haciendo referencia a las dos Alemanias. Por eso, esta novela me ha resultado muy atractiva e interesante.

Será un narrador en primera persona quien nos irá contando toda la historia. La mayor parte del tiempo será la propia Annabel aunque habrá algún capítulo en el que otra persona tome el testigo: Christian. El estilo de Corina Boman es sencillo y de fácil lectura. Combina bien la narración y el diálogo y mantiene un ritmo medio constante, de tal manera que el libro resulta interesante y de muy amena lectura. A todo le da un tono amable pues, aunque en algún momento pueda contar alguna historia un tanto dramática, lo hace siempre de una manera tierna y sin cargar las tintas en el drama.

Es una novela con no demasiados personajes y entre ellos destacan Annabel, Christian y Leonie; sobre todo la primera, protagonista absoluta de la novela. Una mujer que cae bien al lector, con la que es imposible no empatizar. En general, los personajes están bastante bien caracterizados; cosa que la autora consigue, en parte, porque son pocos y, en parte, porque les deja tomar la palabra.

La novela contiene una historia de amor y una historia familiar. La verdad es que ambas son bastante previsibles pero es algo que no importa ya que las cosas transcurren tal y como tienen que hacerlo por lo que no es difícil intuir el camino que va a tomar la historia.

Conclusión final

"La rosa del viento" es una novela muy agradable de leer. Es la primera que leo de la autora y no será la última. Además de entretener, enseña, por lo que despierta interés desde el principio y deja un buen recuerdo al final.

MESA CAMILLA


Que Franco descanse en paz y los suyos nos dejen descansar

Aunque sin la discreción que anunció el Gobierno en funciones, que no ocultación del hecho, el pasado jueves 24, después de casi 44 años, Franco salió del Valle de los Caídos y llegó al lugar que razonablemente le corresponde: al precioso y bien cuidado a costa del Estado cementerio de Pingorrubio, junto a su esposa, otros familiares y personas vinculadas al régimen. Seguro que desde alguna estrella sus involuntarios compañeros han aplaudido su ausencia. ¿Hay algo más humillante para las víctimas que tener que compartir la última morada con los verdugos?

Esto que se ha hecho ahora debió hacerse en cuanto se instauró la democracia, pero se entiende que el gobierno de aquellos días no se atreviera ni a hablar de ello, a los españoles todo nos vale para dividirnos en dos bandos y no era el momento de ponernos sobre la mesa el juego de “yo soy el bueno y tú eres el malo” aunque todos seamos iguales para enzarzarnos en cualquiera de esas batallitas que tanto nos gustan . Sin embargo, las cuatro décadas de distancia no han servido para evitar que la exhumación se llevara a cabo libre de polémica, que es como corresponde a una sociedad madura, civilizada y responsable.

El primer punto negativo lo han puesto todos los partidos de la oposición.

Todos se han olvidado de que en su día apoyaron el traslado de los restos, y convencidos de que los españoles somos menores de edad por no decir imbéciles, no han dudado en acusar al Gobierno de hacer coincidir la fecha con los malos datos del paro para no perder votos en las próximas generales. ¿Es que acaso no pretenden ellos ganarlos con esta crítica?

El segundo punto negativo lo pusieron los pocos ciudadanos que unos porque se beneficiaron del régimen, otros por atavismos, otros por pura ignorancia y otros porque gustan de apuntarse a todos los eventos que pasen por televisión, acudieron con pancartas de apoyo al dictador y gritos de “¡viva Franco!” y “¡arriba España!” tras entonar el “Cara al sol.

Franco, lamentablemente, forma parte de la Historia de España, nadie lo niega, y nuestros niños tendrán que estudiarlo en los libros de texto, y pasarán las generaciones sin borrarlo del mapa, pero una cosa es esto y otra muy distinta tenerlo en un mausoleo y rendirle honores como a los hombres ilustres.

Y el punto más negativo para mí lo ha puesto su familia en todo el proceso. Ningún país ha tratado a las familias de los dictadores tan bien como España ha tratado a los familiares de Franco. En todo momento han gozado y siguen gozando del respeto de los españoles y de no pocos privilegios. Para mayor generosidad y aunque no estamos para estos dispendios, hasta les hemos pagado los gastos del traslado, algo que no habría ocurrido en otros países. ¿Por qué han puesto y siguen poniendo tantas trabas pues? ¿Qué más quieren? ¿De qué se quejan…?

Esperemos que Franco descanse por fin en paz, y que en un gesto de gratitud, los suyos nos dejen descansar.




CAJÓN DE SASTRE


HISTORIA DE LA MESA CAMILLA

La llamada mesa camilla, o simplemente camilla, es una mesa circular, rectangular o cuadrada, provista de un bastidor.

Se trata de una mesa de madera normalmente redonda, aunque no exclusivamente, cubierta con unas faldas de tela gruesa que pueden llegar casi hasta el suelo; en la parte inferior puede llevar una tarima de madera con un agujero circular central para colocar un brasero.

La mesa camilla fue un sistema de abrigo muy común, antes de la popularización de la calefacción central y a veces como complemento. La familia se reunía alrededor, poniendo las piernas bajo las faldillas para mantenerlas calientes. Aunque a veces se producían quemaduras superficiales en la piel que se llamaban cabrillas.

Actualmente, se sigue comercializando, en formato redondo o rectangular, y se suelen utilizar braseros eléctricos.

La mesa camilla es ese mueble que todos conocemos y que probablemente tú también tengas en tu casa. Consiste en una mesa que generalmente es circular y que debajo contiene un brasero. Su nombre se debe a que en invierno se viste con una falda camilla de mayor longitud que nos permite mantener dentro de la mesa el calor del brasero para de este modo, incrementar la temperatura de la habitación o del salón donde hayamos puesto el mueble.

¿Cómo se ha utilizado la mesa camilla durante estos años?

A lo largo de estos años y aún hoy en día ha sido una forma de abrigo familiar. La imagen más típica es ver a toda la familia alrededor de la mesa camilla con las piernas ocultas bajo la falda larga para poder entrar en calor. Es un método tan efectivo en invierno que por más que pasan los años no se pierde la costumbre en las casas.

En el interior de la mesa camilla a veces es habitual que tengamos un enrejado o una alambrera. Este artilugio se utiliza para colgar la ropa y que se seque antes al calor del brasero. En verano también es frecuente ver en las casas la mesa camilla, solo que la falda larga se cambia por un tapete algo más fino y de menor caída.

En la actualidad, se continúa comercializando debido a su alta efectividad y a que los costes son menores. No obstante, se suelen utilizar ya braseros eléctricos. Los formatos en los que se venden ya no son necesariamente redondos, también podemos encontrarlos rectangulares.

Como hemos dicho, la mesa camilla sigue siendo una pieza importante al uso moderno, al igual que lo ha sido estos años atrás. Es una de las piezas más utilizadas para crear en tu casa un rincón con encanto, por eso se puede poner en tantos sitios del hogar. Además de los recuerdos de su propia casa, todo el mundo tiene la clásica imagen de ir a casa de la abuela y sentarte a la mesa camilla.

A pesar de ser un elemento tan importante en las casas, poco se sabe sobre su procedencia. ¿Sabes de dónde procede? ¿O cuándo comenzó a aparecer? ¿Porqué se llama mesa camilla?

El nombre mesa camilla procede de antes de nuestros abuelos.

En este mueble existe una tarima con un agujero para poner un brasero, y en el salón donde se encontraba la mesa camilla se realizaban las tareas principales del hogar, ya que era el lugar donde había calefacción en las viviendas.

La familia se reunía para escuchar la radio, se hacían bordados y otras labores de costura alrededor suyo, sobre todo en invierno, se comía y se cenaba en ella…

Este mueble se cubría con unos faldones para mantener el calor en su interior y era muy frecuente taparse las piernas para resguardarse del frío, además, a la hora de irse a dormir, aprovechaban el calor del brasero colocándolo bajo la cama.

Se entiende que de este uso y de que posiblemente las personas se quedaban dormidas escuchando la radio después de cenar, se extendió y popularizó el nombre del mueble mesa camilla.

¿De dónde procede la mesa camilla?

Al contrario de lo que se suele pensar, la mesa camilla es un concepto que consiste en mantener el calor del ascua almacenado en el interior de un espacio cerrado con tela gruesa.

De forma similar se utilizó desde tiempos milenarios y todavía se utiliza casi de forma universal en lugares fríos donde no llegan otro tipo de recursos..

El origen de vestir la mesa en la Europa medieval

El origen de las mesas cubiertas procede del Medievo europeo. Lo común era ver la taula (mesa) cubierta con un mantelón. La taula empezó a cubrirse porque era costumbre en Roma y Grecia y toda Europa tenía el deseo de adoptar las costumbres de las ciudades punteras y civilizadas de antaño.

Cubrir la taula comenzó a ser protocolo en todas las reuniones distinguidas, donde se sustituían los triclinium por nuevos asientos y los tableros de mayor tamaño se utilizaban para servir las viandas y aportarles una presentación a los platos.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que en Europa lo que surge es una sociedad creada por nuevos señores. Los señores tenían una figura que era itinerante y cambiaban frecuentemente de castillo o mansión. De ahí surge el problema con las taulas medievales: No eran sencillas de transportar.

En lugar de llevarlas como equipaje aparatoso en cada ruta, lo que idearon era dejar en cada emplazamiento unos tableros para utilizarlos como taula y asiento, o bien fabricar unos nuevos al llegar.

Estas mesas totalmente improvisadas no eran lujosas y más bien aportaban una imagen basta.

La manera de que no quedase tan poco elegante, era vestirlas con mantelones.

Las taulas del Medievo europeo debían engalanarse para los señores, y se cubrían con unas telas que hacían de cobertores. Así, los señores podían ocultar la sencillez de la mesa.

Como ves, nada tenía que ver con retener el calor en un punto concreto ni de aportar calor a la estancia.

Lo que sí podemos decir en común con la actualidad es que ahí se empezó a acuñar la expresión de “vestir la mesa” De modo que en el Medievo de Europa no se encuentra tan solo el origen de la mesa camilla, sino también el de la expresión.

Del uso de la taula medieval con mantelón, a la mesa camilla que conocemos hoy tan solo había un paso.

La necesidad de protección frente a los climas fríos

Imagina los enormes salones que había en los castillos de la Edad Media en Europa. Ningún tipo de protección contra el clima más allá de las bastas paredes y los fuegos en las chimeneas.

Cuando llegaba el invierno, acercaban las mesas a las chimeneas para combatir el frío.

A medida que se extendía esta práctica, comienzan a aparecer los primeros braseros, también llamados infiernillos.

Consistían en pequeñas fuentes de calor que los siervos tenían que colocar y mantener a los pies de sus amos. Por tanto, empiezan a colocarse los braseros debajo de las taulas.

Gracias a los mantelones que se utilizaban para cubrirlas, el calor creaba confort para todos los señores que los comensales de los castillos agradecían debido a las corrientes de aire que padecían en las fortalezas y mansiones de los señores.

Cambio de función y apropiación femenina del mueble

El uso comienza a extenderse, por lo que los mantelones cambian de función. Ahora, estas largas telas ya dejan de tener como prioridad engalanar, para pasar a dar confort a los invitados o a los propios huéspedes. Así es como pasamos de la mesa de comedor a otras mesas más simples que eran principalmente de uso femenino.

Estas mesas con los braseros debajo comienzan a utilizarse en reuniones donde se cose, se borda, se lee, se reúnen personas y donde se practican otros hobbies y entretenimientos.

Aquellas tareas y aficiones se asociaban mucho a la mujer, por lo que las mesas camilla comienzan a nacer como tales para ser usadas con propósitos supuestamente femeninos.

En tiempo más reciente, cuando tener casa propia se extendió, la mesa camilla tuvo un papel importante en los hogares que se mantiene intacto en algunas regiones hasta el día de hoy.

Su popularidad en Europa

El nuevo uso que se les da a las mesas camillas se perfecciona, de modo que comienza a popularizarse por Europa. Sobre todo porque, además de crear espacios coquetos e íntimos, las mesas camillas eran muy simples de construir y, al estar cubiertas, no necesitan de materiales nobles, ya que su sencillez y sus elementos bastos pueden ser cubiertos.

Ya de manera previa a que aparecieran los radiadores, las mesas camillas eran las únicas fuentes que teníamos de calor en casa, aparte del propio fuego de los hogares. Por tanto, muy pronto se empezó a convertir en el centro de la vida de las casas y hoy sigue siendo así, puesto que es una forma muy efectiva de calentar la habitación, además de barata, íntima y especial.

Pero con el tiempo, pasamos del infiernillo a nuevos tipos de calefacciones. Hoy utilizamos braseros eléctricos especialmente, por lo que su significado como mueble calefactor está perdiendo importancia, a la vez que incrementa su relevancia como elemento decorativo imprescindible en un hogar. Y no siempre ocurre así, todavía gran parte de los hogares de nuestro país utilizan la mesa camilla como elemento calefactor.

¿Quién no tiene ese recuerdo tan característico del invierno de estar con su manta favorita en casa? O tener los pies fríos escondidos bajo las telas de la cubierta de la mesa camilla para pasar así las frías tardes del invierno? Charlando en casa, jugando, leyendo o comiendo, no importaba.

La mesa camilla es un mueble imprescindible incluso en la ciudad, pero también en los pueblos donde todavía las gélidas tardes y noches se combaten de la forma más sana que se puede: bien abrigados y con poca calefacción.

Si te fijas, actualmente, las mesas camillas están comenzando a recuperar el concepto del Medievo. Las telas se están empezando a utilizar sobre todo para embellecer nuestras mesas y para representar la belleza, la comodidad y el lujo. Hasta el punto de que su uso está ampliamente extendido tanto en los hoteles como en los mejores restaurantes.

¿Desde y hasta dónde se ha extendido el uso de mesas con brasero?

El impacto cultural de la mesa camilla no solo se ha dado en Europa. Como te hemos mencionado al principio, el uso de estos muebles está casi universalizado. ¿Quieres conocer algunos ejemplos? Te vamos a mostrar los usos de las mesas camillas en diferentes partes del mundo.

1. En Japón

kotatsu chabudai japones

Conocidas por el nombre de kotasu, son similares a las nuestras, pues consisten en una mesa básica de tipo chadubai que contiene un brasero debajo y que se cubre con un futón, en lugar de con las telas que usamos nosotros en Europa.

Este tipo de mesa es la más usada en Japón en la actualidad y las razones son las mismas que las que tenemos en Europa, pues al fin y al cabo las características son las mismas. A su vez, en Japón se utilizan para muchas funciones. No solo las tienen para comer o para estudiar sobre ellas, sino que incluso se utilizan para dormir debajo de los futones, utilizando el brasero para calentar a quien va a dormir ahí.

2. En China

En China contamos con otra versión algo diferente a la de Japón. Se llama mesa kang , sin embargo en este caso se prescinde de cobertor. Es más bien un tipo de horno que caldea la superficie.

3. En Corea y en Rusia

En estos dos países ocurre algo similar a lo que te acabamos de contar sobre China. En Rusia no hay cobertor, sino una especie de horno. La superficie aparece caldeada en forma de tarima de cerámica que se recubre, o simplemente se colocan plataformas que contienen esteras.

Las estructuras, tanto en Corea y Rusia como en China, se utilizan como cama y como comedor. Estas son otras de las razones por las que las mesas dejan de tener un cobertor. Se colocan de forma directa encima de las superficies que ya se encuentran caldeadas.

4. En Irán

En Irán es conocido un tipo de mesa similar a la camilla que recibe el nombre de mesa korsi.

Tiene una gran importancia en la cultura del país y el origen del tradicional mueble se remonta a la cultura persa.

Al igual que ocurre en Europa con la mesa camilla , es el centro neurálgico del hogar. En Irán es muy típico comenzar la fiesta de año nuevo, llamada Nowruz, alrededor de la mesa korsi del hogar.

Todos los comensales utilizan cojines para sentarse alrededor de esta mesa. Debajo de ellas hay braseros, no importa si son eléctricos o de carbón, y todo queda cubierto con un tapiz persa o con una alfombra. En diferentes culturas de los alrededores de la zona se encuentran versiones diferenciadas de la mesa. Un ejemplo muy claro es la sandalí, procedente de Afganistán y de Tayikistán.

Como puedes ver, la mesa camilla es un mueble muy útil y práctico, además de extendido. No solo es el centro de la vida familiar en España, sino en Europa y en casi todo el resto del mundo. Por eso, es algo fundamental que seguirá acompañándonos en nuestros futuros hogares.

EL ÁLBUM DE LA LENGUA

Queísmo y dequeísmo

Se entiende por dequeísmo el error que se comete al anteponer indebidamente la preposición de a la conjunción que. "Opino de que el panorama es muy triste" es dequeísmo. Lo correcto es "opino que el panorama es muy triste". Este uso indebido se da en verbos como opinar, decir, pensar, mandar, sospechar, imaginar, contar, proponer, anunciar, disponer, saber, temer, suplicar... que no rigen preposición.

"Estábamos hablando de que tu amigo se ha metido en un buen lío" no es dequeísmo, sino un uso correcto, porque el verbo hablar rige la preposición de. Si la suprimimos, cometeríamos un queísmo.

El queísmo consiste en suprimir una preposición cuando no debería ser suprimida. Este error afecta casi siempre a las preposiciones de o en. "Le informo que ha sido admitido a las pruebas" es un queísmo, porque el verbo informar rige la preposición de. Lo correcto es decir: "Le informo de que ha sido admitido a las pruebas". Palabras y expresiones que rigen preposición son, entre otras: informar (de), confiar (en), alegrarse (de), acordarse (de), darse cuenta (de), no caber duda (de), con la condición (de), tener ganas (de), estar seguro (de), estar convencido (de)...

Estaréis pensando que esto es un lío, que cómo vamos a saber qué palabras deben llevar la preposición y cuáles no deben llevarla. Tranquilos: para todo hay trucos. ahí va uno: convierto la frase que quiero decir en interrogativa. Si al realizar la pregunta, pregunto ¿de qué?, en la respuesta tendrá que aparecer la preposición. Si cuando pregunto, no pongo la preposición delante de la pregunta, la preposición no ha de ir en la respuesta. Pondremos unos cuantos ejemplos, que con ejemplos es como se entienden mejor las cosas.
¿Cómo se dice: "Le dije de que no fuera" o "Le dije que no fuera"?: probemos el truco: si hago la pregunta, diré: ¿Qué le dijiste?, no diré: ¿De qué le dijiste? En consecuencia, lo correcto es "Le dije que no fuera". Probemos el truco otra vez. ¿Cómo se dice: "Eso depende que llegue a tiempo" o "Eso depende de que llegue a tiempo"? La pregunta es: "¿De qué depende?", y no "¿Qué depende?" Por lo tanto, la solución correcta es "Eso depende de que llegue a tiempo". Un ejemplo más: si no sé si se dice "Estoy seguro de que ha venido" o "Estoy seguro que ha venido", hago la pregunta: "¿De qué estoy seguro?"; está claro que lo correcto es "Estoy seguro de que ha venido".

Si este truquillo no nos convence, vamos a ver otro. Sustituimos la expresión que empieza con que por un pronombre y observamos si lo que resulta tiene o no sentido o el mismo significado Si no sé si se dice "Te recuerdo de que tienes que ir al médico" o "Te recuerdo que tienes que ir al médico", sustituyo la frase por un pronombre: "Te recuerdo eso"; no se dice "Te recuerdo de eso". Conclusión: debo decir: "Te recuerdo que tienes que ir al médico". Otro ejemplo: Si no sé si se dice "Me acuerdo que tenías un hermano pequeño" o "Me acuerdo de que tenías un hermano pequeño", sustituyo lo que va encabezado por que: "Me acuerdo de eso", no "me acuerdo eso". Por tanto, lo correcto es: "Me acuerdo de que tenías un hermano pequeño".

LA BUTACA

El milagro de la moneda de tres peniques

Una mujer quedó muda a los 12 años, y tras vomitar una moneda a los 25 recuperó la voz.

/10/2019 - 11:19 Mundo Web

Marie McCreadie, cuando tenía 12 años perdió repentinamente la voz extendiéndose por más de una década.

En diálogo con la BBC contó: “Me desperté un día con un fuerte dolor de garganta y con un gran resfriado. La primera semana la irritación era muy intensa por la fiebre, pero cuando me bajó la temperatura, la infección en el pecho desapareció y empecé a sentirme mejor y 'normal’”, pero aún sin poder hablar, dijo la mujer.

Pasadas varias semanas desde que desapareció la infección, Marie no recuperó la voz. Pero no solo eso, sino que no podía emitir ningún tipo de sonido, ni cuando tosía o reía.

Tras acudir a distintos médicos, fue recibiendo diagnósticos diferentes y equivocados, hasta que le dijeron que padecía de mutismo histérico, un trastorno correspondiente a la función vocal, que no depende de la función del cuerpo, sino que el silencio se da de forma voluntaria. “Iba a un colegio católico y una monja, al ver que no había una razón física que me impidiera hablar, dijo que Dios me estaba castigando al haberme dejado sin voz", relató McCreadie. Al mismo tiempo, sus compañeros de la escuela la apodaban la “mujer del diablo”, y le decían que tenía que confesar todos sus pecados para poder recuperar la voz. Pero ella dijo que no tenía nada para confesar.

Pasados los dos años sin poder emitir sonido alguno, Marie intentó quitarse la vida, y fue trasladada a un hospital psiquiátrico.

La mujer cuenta en su libro que en el hospital, sufrió en una ocasión una terapia con descargas eléctricas. “Era como una cámara de torturas. Muy cruel".

Finalmente, a los 25 años de edad, mientras se encontraba en el trabajo, McCreadie comenzó a sentirse muy mal, a toser sangre y sentía que algo se movía en el fondo de su garganta. Debido a esto se dirigió rápidamente al Hospital, y allí los médicos le removieron un bulto, que resultó ser una moneda de tres peniques.

La moneda se encontraba alojada al lado de sus cuerdas vocales desde que era una niña, impidiendo que pudiera vibrar y, por lo tanto, que emitiera algún sonido. En el libro Marie afirma que en su momento los doctores no pudieron descubrir la moneda a través de la radiografía, debido a la manera en la que la moneda estaba ubicada en su garganta.

www.elliberal.com.ar

Desde Buenos Aires (Argentina) informó para 30 días Karen.

CARTA A...

Javier Cercas:

Como todos los años en el mes de octubre los lectores supimos el nombre del nuevo Premio Planeta y el título de la novela galardonada. Celebro que el elegido por el jurado entre tantos aspirantes haya sido usted, y no me cabe la menor duda de que la novela ganadora es una gran obra, algo que no suelo pensar de todos los Planetas. ¡Enhorabuena!

Me congratula que los buenos escritores sean reconocidos de vivos y no de muertos, que es lo que suele pasar en este país, y le deseo muchos años de vida para seguir escribiendo.

Lo descubrí con “Soldados de Salamina”, acabo de leer “El monarca de las sombras” y espero tener pronto en mis manos “Alta Terra”.

Gracias por escribirlos.


COSAS DE GARIPIL

¡Hola! No siempre son los hombres los que tienen razones para quejarse de la vida. También la vida tiene razones para quejarse de los hombres. Esta es la conclusión que saco de este poema.

Plegaria de la Vida

Juventud que te deshojas
en una esquina cualquiera
al dibujar con mi sangre
amapolas en las piedras,
juventud que te derramas
en los antros de la noche
colmando cálices huecos
de mis bellas ilusiones,
juventud que alzas el vuelo
con unas alas metálicas
apostándole a los aires
mi cosecha de esperanzas…
Juventud que me extravías
en un arrabal sin puente
¿no ves que al cerrar mis ojos
te abres un túnel de muerte?
Juventud que palideces
sin beber mi primavera
¿no ves nublarse tus cielos
cuando apagas mis estrellas?
Juventud que vas a tientas
por caminos sin volver,
piensa que el día que pasa
no es mañana sino ayer.
Juventud que me desmayas
sobre tallos de sarmientos,
ponte mi capa de rosa
que acabe mi sufrimiento,
sal de las cárceles negras
y recoge iris del alba
que revienten mis colores
en tu opaca madrugada.
Juventud abre las venas
a la savia de mis guías,
que si en ti no nazco y crezco,
sólo soy vida sin vida.

María Jesús Sánchez Oliva.

Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
“Garipil” (1995).
Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
“Letanías” (1999).
Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
“El rosario de los cuentos” (2003).
Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
“Cartas de la Radio” (2007).
Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.
“Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).
Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.
“Los días perdidos” (2018).
Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Primer “Premio Tiflos” 2013.

Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:

garipil94@oliva04.e.telefonica.net

Estaré encantado de responderte.

Gracias por tu visita y hasta el próximo número.

domingo, 6 de octubre de 2019

PORTADA


Queridos lectores: Acaba de salir el número 73 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.

Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus noticias con dos sencillas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y reales. Y segunda: que las envíes a mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Cuento contigo.

Agradecimiento.

30 días cuenta con un nuevo seguidor: Raúl Contreras. Gracias por agregarte.

CONTENIDO

LA VITRINA: “Melocotones de viña”, de Lola López de la Calle.
MESA CAMILLA: El barniz de la educación.
CAJÓN DE SASTRE: Historia de la universidad de Salamanca.
EL ÁLBUM DE LA Lengua: Usos correctos de la preposición bajo.
LA BUTACA: Segunda exposición del pintor Clauio Hernández.
CARTA a… Greta Thunberg.
COSAS DE GARIPIL: El niño que fue perro siete días (cuento).

Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón.

Volveremos a encontrarnos en el próximo número.

María Jesús.

Seguidores de Honor:
Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.
Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.
María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013.
Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015.



LA VITRINA

¡Hola! ¿Me prestas un par de minutos? Sólo quiero presentarme por si te apetece leerme.

Mi título: Melocotones de viña.

Mi autora: Lola López de la Calle.

Reseña: En la inmediata postguerra, Pilar y Paulina, dos sencillas vecinas de un pueblo de la Rioja Alavesa, temerosas de Dios, que nunca se han saltado una misa en una fiesta de guardar, comparten un terrible secreto. Viuda una con dos hijos, después de que su marido fuese cuneteado por los falangistas, y madre de doce criaturas la otra, tejerán una urdimbre de lealtad para protegerse a sí mismas y a sus familias, incluso más allá de la muerte.

Serán la una para la otra como los melocotoneros que se plantaban entre las vides para detectar tempranamente el oidio y tratar de preservarlas así del terrible hongo.

Muchos años después, una nieta de ambas descubrirá sin pretenderlo las claves de un pacto de silencio en el que de un modo u otro participó todo el pueblo.

Feliz lectura.


MESA CAMILLA

El barniz de la educación

La educación para las personas es como el barniz para los muebles. Los muebles, sean de madera buena o sean de madera mala, si están bien barnizados siempre serán hermosos, cómodos y útiles. Del mismo modo las personas bien educadas, sean cual sean sus sentimientos, sus necesidades y sus circunstancias, siempre serán respetuosas con los demás, correctas, serviciales, algo imprescindible para la buena convivencia.

Siempre creí que la educación tenía mucho que ver con la cultura y el bienestar, pero de un tiempo a esta parte creo que estaba en un error. Dejando a un lado las agresiones físicas, las violaciones, los crímenes, actos que entran en el capítulo de los delitos, de la maldad, de la violencia, cada día son más los actos de mala educación que nos sorprenden en la calle, en el trabajo, en los lugares de ocio, en las comunidades de vecinos, en las familias y de forma alarmante en las redes sociales, lo que indica que unos no nos hemos barnizado y otros hemos perdido el barniz.

El ejemplo más sangrante de mala educación es el de la clase política. Todos nuestros políticos tienen muchos títulos, y si no los tienen, los compran y les valen igual, ganan para hacerse ricos y presumen en las revistas del corazón, en los programas de cotilleos de televisión y en sus cuentas digitales de tener una familia intachable, pero salvo excepciones, por eso de que todas las reglas las tienen, todos están sin barnizar.

Cuando son convocados por los medios de comunicación para ser entrevistados de forma individual, da gloria verlos y oírlos, todos, vestidos de punta en blanco, se muestran respetuosos con sus adversarios políticos, dispuestos a sacrificar sus bajos impulsos por el bien de los ciudadanos, prudentes, amables, cordiales, y por nada del mundo alzan la voz, hacen un mal gesto o sueltan una palabra malsonante, pero cuando se reúnen en el Congreso igual les da ir vestidos de una manera que de otra, jugar con el móvil o descabezar un sueño, y esto son minucias comparado con las guerras verbales en las que se enzarzan cuando se les desata la lengua y se animan unos a otros con gestos vulgares y ataques de aplausos.

Ante estas sesiones de insultos, descalificaciones, gritos y patadas, más propias de la tasca del barrio que de nuestras instituciones, está claro que la educación de nuestros políticos brilla por su ausencia, y cuando la mala educación se impone a la buena, sólo cabe esperar que los problemas de convivencia sean el dominador común de la sociedad.

Hasta no hace mucho pensaba que nuestros políticos eran el reflejo del pueblo, hombres y mujeres que la política los había llevado a puestos que ni siquiera podían soñar, y borrachos de poder habían perdido los papeles y en sus delirios de grandeza no querían encontrarlos, pero de un tiempo a esta parte empiezo a pensar que es el pueblo el reflejo de los políticos porque de su mal ejemplo sólo podemos aprender que la mala educación está mejor pagada que la buena, y ante tan tentadora realidad, la conclusión no se hace esperar: lo rentable es perder el barniz de la educación o no tomarnos la molestia de barnizarnos.


CAJÓN DE SASTRE


HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

Fundada en el año 1218 por el Rey Alfonso IX, la Universidad de Salamanca es la más antigua de España. En el año 1254 fue reconocida por el papa Alejandro IV como una de las cuatro mayores universidades del mundo, junto con las universidades de Oxford, París y Bolonia. A lo largo de su historia, ha contado con numerosos profesores distinguidos, tales como Luis de León, Beatriz Galindo, Melchor Cano, Francisco de Vitoria y Miguel de Unamuno, y muchos habitantes famosos se han paseado por los pasillos de la Universidad, como Miguel de Cervantes, Hernando Cortés y Cristóbal Colón.

En el año 1254, el Rey concedió a la Universidad los privilegios de su Carta Magna, nombrando a conservadores, colocándolos bajo la autoridad del Obispo, el decano y el rector, eximiéndolo de las autoridades regulares y la asignación de salarios para los profesores. Los títulos académicos se presentaron en nombre del papa y del Rey en la catedral hasta 1830. Mientras que el número de estudiantes llegaba a 6.778 en 1584, en 1822 sólo tenía 412 estudiantes y más tarde esta cifra fue bajando.

Durante el periodo medieval y moderno, la Universidad se financiaba con ayudas regias y pontificias. Con estos ingresos (y otros ingresos adicionales) se pudieron financiar cinco facultades oficiales; Derecho canónigo, Leyes, Teología, Medicina y Artes-Filosofía, además de enseñanzas complementarias de Humanidades, Idiomas, Matemáticas y Música. Después de la Ley de instrucción pública del año 1857 (Ley Moyano), las facultades de la Universidad se redujeron a las facultades de Derecho, Filosofía y Letras, y Teología, suprimida definitivamente en 1969. El gobierno local y el Ayuntamiento de Salamanca financiaron, como facultades independientes, las enseñanzas de Medicina y Ciencias entre los años 1869 y 1904, año en el que la financiación estatal se obtuvo durante el rectorado de Miguel de Unamuno. Después de este cambio, la Universidad se financiaría a partir de los derechos de matrícula y académicos, además de las cantidades que otorgaron los presupuestos generales del Estado.

Actualmente, la Universidad cuenta con Escuelas de Derecho, Artes liberales, Ciencia y Medicina y, por supuesto, clases de español. Por sus instalaciones pasan más de 30.000 estudiantes al año, quienes participan en los más de 250 programas que oferta la Universidad.

Clases de español

En el año 1929, la Universidad de Salamanca introdujo los estudios de Lengua y Cultura española para extranjeros, desarrollados y ampliados a lo largo de los años. Actualmente, son más de 3.500 estudiantes extranjeros y profesores de otros países los que participan en los diferentes programas de español ofertados por la Universidad.

Como muestra de la calidad que tienen las clases de español, el Instituto Cervantes, conocido como la institución gubernamental oficial para el idioma español, ha asignado a la Universidad de Salamanca la colaboración para elaborar anualmente los exámenes DELE (examen oficial de Español como Lengua Extranjera), así como la responsabilidad de corregir estos exámenes, que se celebran en el mundo entero.

Las clases de español para extranjeros se imparten en el edificio Escuelas Menores, que es una pequeña parte de las instalaciones de la Universidad, situado justo en el corazón del centro histórico de Salamanca. En su patio podemos encontrar un bonito palacio renacentista con sus magníficos soportales; de hecho, a través del Patio de las Escuelas podemos acceder al edificio de la Universidad. La fachada del edificio está decorada con muchas figuras, siendo una de ellas la famosa “rana sobre el cráneo”, que no es nada fácil de encontrar entre tantas pequeñas figuras, pero según la tradición local, si la encuentras, tendrás el éxito académico garantizado. También podemos encontrar las esculturas platerescas de los Reyes Católicos, el blasón imperial de Carlos V y una escultura del Papa con dos Cardenales. Los muros están marcados con los legados de los estudiantes, quienes, tras la graduación, han escrito sus iniciales con tinta hecha de sangre de toro, aceite de oliva y hierbas.

Aunque las clases de español se den en un edificio histórico, la Escuela cuenta con todo tipo de tecnología moderna para ayudar a los estudiantes a mejorar tan pronto como sea posible, sus habilidades en el idioma español.

Instalaciones y actividades en la Universidad de Salamanca

Todos los estudiantes que se matriculan en la Universidad de Salamanca reciben un carné universitario (o carné de estudiante) que les da acceso a todos los servicios de la universidad. Además, los alumnos pueden participar en las actividades complementarias que se organizan para los estudiantes extranjeros fuera del horario de clases.

Instalaciones

El Departamento de Cursos Internacionales de la Universidad de Salamanca se encuentra en el Patio de Escuelas Menores, en uno de los edificios históricos de la universidad, justo en el centro del casco antiguo de la ciudad. Aunque es un edificio histórico, las clases se han reformado y modernizado y ahora cuentan con aparatos de última tecnología como televisión, vídeo y grabadoras, que ayudan a los estudiantes a mejorar su nivel de español con mayor velocidad.

Hoy en día, algunos de los edificios nuevos de la universidad se sitúan en las afueras de la ciudad, pero hay muchos que todavía se encuentran en el centro histórico, lo que hace que, junto con las cafeterías, bibliotecas y librerías, teatros y actividades que se organizan para los estudiantes, haya un ambiente muy joven en la ciudad.

Biblioteca de la universidad – La Universidad de Salamanca cuenta con una de las bibliotecas universitarias más importantes y hermosas de España. La biblioteca principal (Biblioteca General Histórica) está en el casco viejo de la ciudad y cuenta con más de 160 000 volúmenes, entre los que se encuentran importantes manuscritos e incunables (los primeros libros impresos, desde la invención de la imprenta hasta el año 1501), que pertenecen a los siglos XI al XIV y unos 40 000 libros editados entre los siglos XVI y XVIII. La biblioteca cuenta también con una famosa bóveda pintada, llamada el Cielo de Salamanca.

Instalaciones deportivas – ; La Universidad de Salamanca tiene dos complejos deportivos principales: el área deportiva Campus Miguel de Unamuno y el complejo deportivo Salas Bajas. Aquí puedes practicar casi cualquier tipo de deportes de interior y exterior, incluyendo atletismo, tenis, fútbol, bádminton, rugby, voleibol y muchos más. Ambos complejos se encuentran a unos minutos andando del centro de la ciudad y se puede participar en actividades deportivas a nivel competición o simplemente como entretenimiento.

Sala de ordenadores – ; En el centro de Cursos Internacionales hay acceso a internet y los estudiantes pueden obtener también una dirección de correo electrónico de la universidad si lo desean.

Actividades

A lo largo del año la Universidad de Salamanca organiza actividades culturales, deportivas y académicas a las que cualquier estudiante puede apuntarse. Estas actividades se organizan con el fin de que los estudiantes que participan en los cursos de español para extranjeros puedan conocer mejor la cultura y el modo de vida españoles mientras se divierten.

Las actividades que se organizan para alumnos extranjeros se dividen en tres grupos: excursiones de un día o de un fin de semana completo a otros lugares de España, visitas a la ciudad de Salamanca y encuentros sociales.
Los destinos más habituales de las excursiones son ciudades como Toledo, Segovia, Ávila, El Escorial, Madrid o Sevilla. Los estudiantes van acompañados de expertos que les explicarán los datos más significativos de la historia local, la cultura y los monumentos del lugar.

Las actividades en Salamanca incluyen visitas guiadas a los monumentos y museos más representativos de la ciudad y, también, actividades como cine español, en la que los estudiantes pueden ver muchas de las películas españolas más famosas.
Entre los encuentros sociales hay fiestas de bienvenida, cenas de Navidad y otras actividades en las que los estudiantes pueden relacionarse y conocer un poco más a sus profesores, de una manera distinta y más amena.

Para los cursos de verano, se organizan una serie de cursos complementarios, como clases de danza española (flamenco, sevillanas, etc.), guitarra española, canciones españolas o cocina española.

Además de todas las actividades que se organizan para alumnos internacionales, las diferentes organizaciones estudiantiles de la universidad acogen a estudiantes extranjeros, tanto como parte activa de la organización, como participantes en las actividades que organizan.

EL ÁLBUM DE LA LENGUA

Mal uso de la preposición bajo

No es correcto decir: “Bajo ese punto de vista”. Lo correcto es decir: “Desde ese punto de vista”.

No es correcto decir: “Bajo esas consideraciones”. Lo correcto es decir: “Por esas consideraciones" o "Sobre la base de esas consideraciones".

No es correcto decir: "Bajo el artículo 123". Lo correcto es decir: "Según el artículo 123".


LA BUTACA

Importante exposición

Entre los actos culturales que se celebran estos días en la ciudad de Salamanca destaca "LA EXPOSICIÓN DE ACUARELAS COMENTADAS ESTILO REALISMO FIGURATIVO ", del pintor salmantino Claudio Hernández, y por si el tiempo y la distancia te permiten visitarla, te facilito la información:

Fecha: desde el 17 de septiembre hasta el 21 de octubre.

Lugar: Sala de Exposiciones del Espacio Cultural Usera.

Dirección: C/ Vázquez Coronado, 27-29, esquina a calle Rector Tovar.

Horario: de lunes a viernes, de 12 a 14 y de 18 a 20 h.

Si hay ventas un porcentaje será para la AFEMC (Asociación Familiares Enfermos Mentales Crónicos) de Salamanca.

Desde Salamanca informó para 30 días María Jesús.


CARTA A...

Querida niña, porque a los dieciséis años eres una niña, por muy adulta que te creas o te hagan creer. Hasta hace cuatro días y medio eras una ciudadana solo conocida en tu barrio de Estocolmo, por tus familiares, amigos y compañeros de clase, hija de una cantante de ópera que tuvo que dejar su carrera para ocuparse de ti cuando te diagnosticaron el Síndrome de Esperger y un actor, pero de la noche a la mañana lo dejaste todo para defender nuestro planeta del tan cacareado cambio climático y te convertiste en la voz de todos los jóvenes del mundo, en esa voz que todos los viernes los invita a dejar las clases para sumarse a tus huelgas, a tus manifestaciones, a tu lucha, y tu discurso pronunciado en tono de cabreo, de orden, de amenaza, ante la Cumbre del Clima en las Naciones Unidas cargado de frases rotundas, impactantes, contundentes con las que les has sacado los colores a todos los líderes mundiales ha multiplicado el número de admiradores como cabía esperar. ¿A quién no le gustaría decirle en su cara a los gobernantes las verdades del barquero? Pero bastaba observar tus gestos, tu mirada, tus pausas, para que surgieran las dudas: ¿Quién financia tus viajes? ¿Quién organiza los actos? ¿Quién prepara tus elaborados discursos? Y ante la evidencia de que alguien, con el consentimiento de tus padres, te está manipulando, surgieron los odiadores, que no es que no estén de acuerdo con lo que dices, es que no aprueban que los niños sean utilizados para resolver los problemas que crean los adultos.

Personalmente no me busques ni entre los admiradores ni entre los odiadores. A tu edad todos queremos cambiar el mundo, pero los únicos que merecen mi reconocimiento son los que consiguen que el mundo no los cambie a ellos, y siguen luchando por sus ideales aunque los tachen de imbéciles.

Deseo que los que hoy se sirven de tu ingenuidad para arreglar nuestro planeta mañana no te pongan trabas para arreglar tu vida.

COSAS DE GARIPIL

¡Hola! Hace unas semanas recibí un correo electrónico de Cairel. “Hola, Garipil —me decía—. ¿Quieres contarme la historia del niño que fue perro siete días? Una tarde de junio, jugando en el parque con otros perros, oí que nuestros respectivos amos hablaban de él, y desde entonces tengo una ilusión que no deja de crecer en mi corazón: convertirme en hombre unos días. Pero por más vueltas que le doy a la cabeza, no encuentro la fórmula para conseguirlo, y se me ocurre que tu relato podría ayudarme”. Y aquí estoy, dispuesto a complacerlo, me encantan los perros curiosos.

El niño que fue perro siete días

Entre el siglo de los ochos y el siglo de los nueves, en un pueblo que llaman Vaquillas, existió un labrador que aún se recuerda por dos razones de excepción: su único hijo fue perro siete días, y llegó de criado a amo sin perder la honra.
El tal campesino vivió desde niño con una pena y un deseo entre ceja y ceja: la pena era tener que cultivar tierras ajenas, el deseo, dejarle a su retoño una finca en propiedad. Tal era la obsesión que el hombre tenía con esto que en sus horas negras se le peleaban en la cabeza los dos sentimientos. "Es de necios dejarse el pellejo en los surcos, pues quien para pobre nace apuntado, igual le da correr que estar sentado", le decía la pena en nombre de la realidad. "Con los años, el trabajo y el ahorro, milagros ven los ojos", le replicaba el deseo en nombre de la ilusión. Y al final de la batalla era siempre el entusiasmo quien ganaba al desaliento.
Tanto el campesino como su familia escatimaban a sus cuerpos hasta lo más elemental con tal de reunir las siete onzas de oro que serían capaces de realizar su sueño. La casa que habitaban era humilde, muy humilde. La construyeron ellos mis¬mos, con materiales de desecho, con herramientas caseras, a deshoras. Estaba en las afueras del pueblo, como en tierra de nadie, escondida entre una hilera de altos y espesos chopos, como si le diera vergüenza de que el sol y la gente vieran su extremada pobreza. Comer, comían lo justo para matar el hambre; beber, bebían sólo agua. Para vestirse no tenían más que un hato de quita y pon. Por las noches, para ahorrarse el aceite del candil, cenaban a la luz de la lumbre, y si salía la luna, aunque se pasmaran de frío, abrían de par en par los ventanucos para seguir trajinando y seguir ahorrando. Todo cuanto el uso les rompía, nuevo lo volvían ellos a base de arreglos. Y con tal de no gastar, no gastaban ni tiempo para quejarse.
También la esposa, con la misma medida de amor que de sacrificio, ponía sus piedras en aquella empresa: se dedicaba a echar remiendos a los sacos agujereados por el uso de una fábrica de harinas. Cosía a destajo; tantos reparados, tantos cobra¬dos. Sólo dejaba la aguja para descabezar el sueño y asear la casa.
Las mujeres del pueblo la criticaban por esto.
—Dios no dejó al hombre sin una costilla para que la mujer se la quebrara fuera de casa, y el día menos pensado te castigará por ello con una buena desgracia, —le vaticina¬ban con tantas ganas como convencimiento.
—¡Qué barbaridad!, —se escandalizaba ella, muy segura de contar con el beneplácito del Creador.
Y les daba sus razones:
—Pocas zozobras tiene quien tanto se inquieta por los demás. ¿Para qué creéis que nos ha dado Dios manos, ojos, cabeza... igual que a los hombres? Pues muy sencillo, ignorantes, para ser útiles y pensar, como lo son y piensan ellos. El único peca¬do de la mujer que merece castigo es quemar la salud y el talento en los fogones.
El labrador madrugaba más que el sol. Dormía a ratos, sobre la tierra, para aprovechar los intervalos entre sueño y sueño, para no perder tiempo en vestirse y

desnudarse, en desplazarse... y en el colchón cuando la noche era oscura cual boca de lobo y no se veía ni a respirar. Por el pueblo sólo se le veía el pelo el día de San Isidro. Parecía un forastero, un convidado a la fiesta de los labradores. Ese día tiraba la casa por la ventana: se lavaba de arriba abajo, se ponía el traje de la boda, iba a misa... Con fe le pedía a Dios salud para él y para los suyos; con esperanza, a la Virgen, ganas, muchas ganas para seguir luchando por su anhelo; con caridad, al Patrón, toda suer¬te de bendiciones para los sembrados y el ganado del amo. Al salir de la iglesia visi¬taba a las familias que por razones de felicidad o de desgracia su mujer le apuntaba a lo largo del año en las faldas del almanaque. A unas les daba la enhorabuena; a otras, el pésame. Ese día comían los tres juntos y a capricho: paella, cordero, naranjas, dul¬ces, café y copa. Por la tarde iban a los toros. A su esposa le compraba un cucurucho de almendras garrapiñadas, a su hijo le daba gusto con una trompeta de plástico y confites de colores. Y antes de cerrar la cartera y vestirse de pana, boina y abarcas para otros trescientos sesenta y cuatro días, entraba en la taberna donde jugaba una brisca, se fumaba un puro y bebía unas jarras de vino con todos los labradores. En parte por el tinto, en parte por des¬ahogarse, siempre acababa abriéndoles el corazón.
—Qué ganas tengo de juntar siete onzas de oro y comprar una finca para mi Tano
—les decía-. Entonces sí que me echo los apuros a la espalda y por aquí me caigo de vez en cuando a echar una canica al aire. Buena falta me hace. A veces se me engarabitan todos los dedos de las manos y las paso moradas. La mujer fue el invier¬no último a pedirle remedio al doctor, ¿y sabéis que le dijo?, que este mal se llama reuma, y que el mejor remedio es cambiar a menudo la azada por la baraja. Le contó ella que ya lo hago un día al año, y agregó él que un San Isidro de mayo a mayo hace pocos milagros. Tiene razón, él lo aprendió en los libros, y los libros no engañan. Pero hasta que Tano no sea amo tendré que tirar con un San Isidro al año.
La taberna en pleno era una fiesta.
—¡Ja ja ja...! Baja de las nubes, ignorante, que el hijo de un criado, por mucho y mucho que su padre se are la salud con el arado, jamás de los jamases podrá ser amo.
Y el labrador se sentía tan humillado, tan ofendido que siempre salía de allí haciendo fú como el gato.
—Me largo a mis asuntos —les aseguraba dando un portazo— y el tiempo os dirá si soy el más tonto del pueblo o el único listo.
Aquel invariable sistema de vida tuvo la culpa de que su nombre de pila que¬dara eclipsado por el apodo de "El apuros". Tanto le apuraban siempre los quehaceres...
Los vecinos afirmaban que el Apuros trabajaba cuarenta y ocho horas todos los días pues el tiempo le cundía el doble o el triple que a los demás. Pero ninguno lo decía para encomiar su esfuerzo, sino para vituperarlo. Y era normal, ellos preferían seguir a merced de los amos antes que volverse fieras por superarse, ellos preferían vivir sus días sin grandes agobios antes que dejarse la vida en salvar a sus hijos del dolor de ser explotados.
“¿Por qué no me dejan vivir en paz si yo no me meto con ellos?”, se pre¬guntaba sin entender que sólo los necios se ríen de los sabios.
Su esposa, sin embargo, era la excepción de la regla.
—¡Ánimo! —le decía— Ellos a lo suyo y nosotros a lo nuestro. Ya veremos quién se ríe y quién critica a quién cuando sus hijos sean criados de nuestro Tano.
Y además de ocuparse de la salud de su espíritu, se ocupaba de remediarle los achaques del cuerpo. Era ella quien le curaba el temprano reuma con ungüentos de malvas cocidas, ajos asados, caldos de salvia y otras hierbas cuyos nombres nunca quiso revelar. De este asunto, también se mofaban.
—Se curan con pócimas de brujas por no gastar un real en boticas —decían—. No son más tontos porque no son más gordos. ¿En qué cabeza cabe que céntimo a cén¬timo se pueden ahorrar siete onzas de oro?
Pero el matrimonio, sin hacerse eco de aquellas voces, no exentas de envidia, seguía en sus trece.
El Apuros era uno de los criados más queridos del amo, aunque la estima no era gratuita, le salieron los dientes trabajando para él. Con tanto amor le cultivaba las tierras que éstas daban las más espléndidas cosechas del lugar; a los animales los mimaba tanto que éstos solían vivir una docena de años más que cualquier animal de la misma especie. Cada año, por Navidad, el Apuros le cantaba al amo el mismo villancico.
—Si trabajo el doble de horas que los demás criados, yo creo que es de ley que me doble la soldada.
Pero el amo siempre le respondía con el mismo estribillo.
—Yo pago por días, no por horas, y diga el reloj lo que diga, los días son días hasta que dejas de ver el burro que te lleva encima.
Hasta el vaquero, que era un mocoso, intentaba abrirle los ojos.
—No se mate tanto, señor Apuros, que en esta casa el que más pone, más pier¬de, y por si fuera poco, es el peor mirado.
Pero el Apuros siempre respondía con una pregunta.
—¿No ves que hasta las tierras hay que trabajarlas once meses para que den fruto uno?
Estaba seguro de que más tarde o más temprano el amo cumpliría con él, además, tenía algo muy importante que agradecerle: un perro llamado Tizón que era su mejor, su único amigo.
Pasó un San Isidro tras otro y al cabo de varios Tano se hizo un mozo que daba gloria verlo. Al concluir el de aquel año su padre lo llamó en secreto.
—¡Ven, ven! Te voy a enseñar un tesoro. ¿Quieres verlo?
Juntos entraron en la despensa. El Apuros levantó una baldosa que aparentemente estaba bien pegada al suelo y de un hueco rescató un pañuelo blanco con fran¬jas azules. Deshizo el nudo que unía las cuatro puntas en una y cuatro onzas de

Oro surgieron cual cuatro soles. Tano las miró extasiado, boquiabierto, como quien mira estrellas caídas del cielo, y las contó y las recontó una por una.
—¡Oh, pero si somos ricos y no me había dicho nada! ¿Verdad que va a comprarme una escopeta y muchos cartuchos para ir de caza? ¡Qué alegría! De hoy en adelante voy a vivir como el hijo de don Zenón, su amo. Ahí lo tiene. Todos los domingos viene desde la ciudad para ir de caza y se lo pasa tan bien...
—Eso... más adelante —dijo el padre—. Si me gasto en pólvora estas onzas nos quedamos sin costal y sin castañas en cuatro cacerías. Verás. Antes quiero comprar una dehesa, una finca para ti. ¿Te gustaría ser amo y no criado como yo? Pues para comprarla sólo me faltan tres onzas de oro, y para reunirlas antes de que me pille el toro de la subida de los precios, antes de que este maldito reuma me deje las manos dobladas para siempre, antes de que tu madre se deje los ojos en las agujas tú has de ayudarme a ganarlas. Para ello, desde mañana, te irás a trabajar conmigo, ayer te ajusté con mi amo. ¿Qué te parece?
—Que es de bobos esperar a reunir tres onzas de oro para comprar una esco¬peta de caza cuando se tienen ya cuatro
—respondió Tano frunciendo el ceño.
Y el padre, a guisa de consejo, le desgranó una espiga de preguntas:
—¿Acaso no esperan los rosales a que llegue la primavera para cuajarse de rosas? ¿No ves cómo las golondrinas esperan a que los días sean largos para regresar? ¿Acaso el sol no espera a que se vayan las nubes para calentar la tierra?... Pues mira, Tano, al igual que las plantas, las aves y las estrellas, para alcanzar nuestros sueños, debemos esperar los hombres. Pero eso sí, luchando noblemente por ellos, cerrando los oídos a los consejos de la gente, a sus opiniones, a sus burlas... de lo contrario, mueren sin nacer.
Pero aquellas hermosas reflexiones se las llevó el viento y un negro fantasma se ensañó con el anhelo de aquel matrimonio, pues, Tano, su hijo, sólo abría los oídos a las lenguas de la gente.
—Vamos, Tano, que ya lleva media hora luciendo el sol, —observaba el padre desesperado por las mañanas.
—Ojalá fuera siempre de noche, —protestaba él abriendo los ojos a regaña¬dientes.
En el camino era Tizón el único testigo de las trifulcas entre ellos.
—No te duermas en el prado, Tano, que las vacas cruzan la linde y en un santiamén desbaratan los pastos ajenos, —decía el padre.
—Dicen en la taberna que con cuatro onzas de oro ellos se pasarían el día
tumbados a la bartola y no cuidando vacas, —apostillaba el hijo.
Y como el padre insistía, rompía a llorar como un niño de pecho.
“¿Por qué permite que Tizón se pase el día echado a la sombra y yo no?”
—Aprovecha el viento para cribar las alubias, Tano, que no quiero ver entre
ellas ni la punta de una vaina, —decía el padre.

—Dicen los que sirven que no hay que andar con tantos remilgos con las cose¬chas del amo, pues, lo hagas bien, o lo hagas mal, siempre paga el mismo jornal, —apostillaba el hijo.
Y como el padre insistía, se sentaba en el suelo como desmayado.
“¿Por qué el viento ha de servir a Tizón para refrescarse y a mí para sudar
más?”
—Trilla en la parva, Tano, no en la era, —decía el padre.
—Nadie en el pueblo se cree que somos ricos y es natural. Nos ven vivir con tanta miseria. Hasta los más pobres se compadecen de nosotros. Dicen que madre se va a quedar ciega de tanto remendar sacos, que usted se va a reventar de tanto cavar, y que entre los dos me van a matar a mí, a mareos, a insolaciones, a fatiga... a fuerza de tenerme aquí todo el día dando más vueltas a la era que el burro a la noria, —apostillaba el hijo.
Y ante la insistencia del padre, se ponía a dar patadas de rabia.
“¿Por qué Tizón puede ir jugando en el trillo y yo tengo que ir pendiente de dirigir los bueyes?”
A estas preguntas el Apuros respondía siempre lo mismo:
—Porque Tizón es un perro y tú eres un hombre.
Pero Tano se negaba a entender.
“¡Dios mío, qué castigo! Con razón dice la gente que más vale ser perro que hombre..”. suspiraba, se quejaba por toda respuesta.
El campesino luchaba con todas sus fuerzas para sacar adelante el trabajo de ambos: prefería quedarse sin la piel del cuerpo antes que sin el jornal de Tano. Pero tanto y tanto abusó de sus energías que éstas empezaron a abandonarle, y mucho, mucho antes de lo esperado, vio, con horror, cómo su sueño, su querido sueño se iba a pique.
Cavilaba y pedía parecer a su esposa pero ni el uno ni la otra encontraban la fórmula que fuera capaz de abrirle los ojos a su hijo para que viera las cosas tal cual eran. Una tarde, el Apuros, observó que Tano miraba a Tizón con envidia, y actuó como se le ocurrió, espontáneamente, sin entrar en reflexiones.
—Tano, hijo mío, ¿de veras te gustaría ser perro en lugar de hombre?
—¿Y a quién no? ¡Claro que sí! -respondió.
—¡Pues adelante, Tano, adelante! Si te lo aconseja la gente y es tu deseo, debes complacerla para complacerte. Por mi parte no hay problema, desde mañana puedes ser hermano de Tizón. En todo te mediré con la misma vara, pues para ser un mal padre, prefiero ser un buen amo. ¿Aceptas?
—¡Naturalmente!
—¡Pues ánimo, hijo, no te amedrantes!
—¡Bravo, bravo, lo conseguí! -gritó Tano dando palmas de alegría-
Tiñosos de envidia se pondrán todos cuando me vean vivir como un perro.
"¿Tiñosos de envidia? No, hombre, no, morados de guasa", pensó el padre, pero no chistó, sólo pretendía salvar a su hijo de las malas lenguas, de los malos con¬sejos, y como no podía con el ejemplo, lo intentaba con el escarmiento.
A la mañana siguiente padre e hijo salieron de casa. Tano, como todos los días, se subió en el poyo que había a la puerta, desde allí daría un salto y se encaramaría en el burro que esperaba atado al chopo más próximo. Pero el Apuros lo frenó con un silbido.
—¡A cuatro patas, Tano, los perros van a cuatro patas!
Y fue él quien de un salto se subió al asno. Tano tuvo que tirarse al suelo, y a cuatro patas, como Tizón, hizo aquel camino de recodos, de piedras, de cuestas y de recuestas. El Apuros tenía que arrearlo de vez en cuando pues Tizón le sacaba varios metros de distancia.
—¡Vamos, chucho, vamos, que no tenga que quitarte la vaguería a palos!
Tano, nervioso, asentó las manos sobre unas zarzas y gritó: “¡Malditas sean! Me
han...”
—¡Chissssssss, chis! -le cortó el Apuros- Los perros ladran, Tano. El don de hablar sólo se lo dio Dios a los hombres, y para mí que pecó de generoso, excederse en hacer bien es tan malo como quedarse corto. Y para lo que hablan algunos... mejor que hubiera hecho excepciones, que en las excepciones está la virtud; así que, ya sabes, aplícate el cuento y a callar si no quieres que te corte la lengua de un tajo.
Y desde aquel momento Tano tuvo que limitarse a decir ¡guau!, ¡guau!, ¡guau!, como Tizón.
Tizón llegó al monte más fresco que una lechuga; Tano, acezando y con tres cuartas de lengua fuera de la boca. Los “perros” se tumbaron plácidamente a la som¬bra de una encina mientras que el amo sudaba la gota gorda arando bajo un sol de justicia. Llegó por fin la hora de comer. El Apuros se sentó en una manta a la sombra de los árboles y sacó de la cesta un puchero con un conejo guisado y una bota de vino para recuperar las energías perdidas. Al quitar la tapadera del puchero se expandió un tufillo tan delicioso que abría el apetito al más harto. Tizón se despertó al olor y corrió como un lobo a lamer las abarcas del amo reclamando así su ración; Tano, con más hambre que vergüenza, lo imitó. El Apuros rebañaba bien los huesos y limpios de carne se los tiraba a voleo, calculando que cayeran lejos de él.
—¡Largo de aquí, chuchos, dejadme comer en paz! —les repetía sin mirarlos, como con mala uva.
Tizón trituraba los huesos como los molinos trituran el trigo, Tano se partía los dientes y los dejaba intactos. Y la desgracia de éste, fue la suerte del otro: Tizón echó una carrera, atrapó sus huesos, los engulló, y con doble ración en la panza empezó a mover el rabo con alegría. El Apuros reanudó su tarea y los “perros” se tumbaron a dormir la siesta sobre una de las peñas que bordeaban el río. Tizón dormía a pata suelta, pero Tano no pudo pegar ojo, se le peleaban las tripas en la barriga, en el estó¬mago alguien le hacía cosquillas y los huesos se le quejaban del colchón. La vuelta a casa fue igual que la ida al monte, pero con un alto en el camino. Fue al pasar junto a

un manzano. El suelo estaba lleno de manzanas podridas, picoteadas por los pájaros, rebozadas de tierra, y en cuanto el amo las vio, se detuvo y dijo:
—¡Cenad, chuchos, cenad a gusto!
Tizón se las jaló con gusanos, semillas y rabillo incluido; Tano, sin embargo, se quedó a dos velas. Con la boca en forma de hocico lograba dar alcance a las más vistosas, pero al clavarles los dientes, al intentar morderlas, se le escapaban y rodaban hacia su “hermano” que estaba al acecho. Ya en el umbral de la casa Tano se puso en pie movido por una idea. "Mi madre me mandará cenar en la mesa y dormir en la cama, y por las noches recuperaré las fuerzas que pierdo por el día", pensó, pero pensó mal, el amo silbó furioso y de un palo en las costillas lo hizo perro de nuevo.
—¡Quien perro es de día, perro es de noche!, —aseguró rotundo, tan enojado con él que tuvo que apechugar con su condición de perro.
Al cabo de siete días el niño perro no tenía ni un diente sano; sus manos y sus rodillas estaban en carnes vivas por culpa de las rozaduras; su boca estaba ribe¬teada de grietas; la ropa, de cintura para arriba, se le había perdido a jirones; de las abarcas sólo le quedaban las correas que se las sujetaban a la garganta de cada pie... y los sietes del pantalón se le habían multiplicado por siete veces siete. Pero lo peor de todo fueron las siete noches de aquellos siete días, pues fueron siete sorpresas a cual peor.
—¡A la cuadra, chuchos, a dormir con los cerdos! -ordenó el amo la prime¬ra noche.
Tizón durmió tan campante en una de las pocilgas y cuando salió de allí olía simplemente a perro. Tano se pasó la noche con las manos de tapadera en la nariz para no respirar por ella y ni los aires del campo se llevaron su olor a estiércol.
—¡A la granja, chuchos, a dormir con las gallinas! —ordenó el amo la segun¬da noche.
Tizón se acomodó en los ponederos y sin hacer ascos se desayunó con unos huevos recién puestos. Tano parecía un saco de heno colgado del palo del gallinero y por más que ladró no pudo evitar que un gallo le dejara siete calvas en la cabeza.
—¡Al establo, chuchos, a dormir con las vacas! —ordenó el amo la tercera
noche.
Aquella noche fueron acometidos por una rabiosa plaga de pulgas. Tizón se despulgó solo y aprisa. Tano se dio mil revolcones pero no logró quitarse de encima ni una sola pulga. Menos mal y menos bien que al día siguiente el amo derramó sobre su cuerpo unos polvos que olían a demonios y picaban como las chinches... Las pul¬gas murieron en el acto pero él no dejó de estornudar en siete horas.
—¡A callejear a vuestro aire, chuchos! —ordenó el amo la cuarta noche.
Tizón dobló una esquina y volvió feliz con las primeras luces del día sin que nadie supiera por qué caminos anduvo y con quién. Tano se metió en la taberna y le echaron a puntapiés.
—¡Vete con los perros, chucho! ¡Maldito seas! ¿O quieres que te cortemos el
rabo?
Se acurrucó en las puertas de algunas casas, pero de todas lo echaron a escobazos
—¡Largo de aquí, chucho, que apestas!
Entró en la iglesia pero el cura lo sacudió por las orejas y le cerró la puerta.
—¡Ven para San Antón, chucho, y te echaré la bendición!
Y con los huesos molidos y los ojos vidriosos, acabó por tumbarse en un
regato seco.
—¡Al sereno, chuchos, a vigilar el maizal! —ordenó el amo la quinta noche.
Tizón durmió entre las mazorcas como un lirón. Tano se pasó la noche dan¬zando como el azogue, le aterraba el croar de las ranas, le atemorizaban los ojos de los conejos, le encogían el alma las irregulares sombras... y en todos los ruidos creía oír los pasos del zorro.
—¡De caza chuchos, vamos de caza, que la mujer de mi amo está enferma y se le ha antojado un caldo de paloma recién muerta! —ordenó el amo la sexta noche.
Tizón se portó como un gran perro de caza: corría, husmeaba, ladraba... y el amo le animaba con halagos y le premiaba con caricias. Tano, sin embargo, fue inca¬paz de dar pie con bola: tropezaba, se caía, no podía levantarse... y acabó con los oídos sordos de los silbidos del amo y el trasero colorado de tantos puntapiés.
En cuanto llegaron a casa se desplomó a los pies de uno de los chopos con un solo pensamiento: que su madre, aunque fuera la esposa de su amo, siguiera siendo su madre. Pero nada más abrir las puertas comprobó que también era su ama.
—¿Cómo es posible que con dos perros no hayas traído otra paloma para nosotros? —preguntó a su marido.
—Porque de los dos, sólo puedo contar con uno —respondió él—. Este nuevo sólo me vale para perder tiempo.
—Pues abandónalo que el tiempo es oro y hay demasiados perros para per¬derlo en domesticar a uno.
—No, mujer, no, que los perros vagabundos están expuestos al hambre, a las pestes y al palo. Conozco otra solución menos humillante para los dos.
—¿Cuál?
—Ahorcarlo.
—Pues ahórcalo ya, que no quiero trastos en casa.
—Mañana, mujer, mañana. Hoy te lo dejo aquí, para que se reponga, y si mañana no sube al monte con más garbo ¡zas!, lo cuelgo de un árbol y que se lo cenen los buitres.
—Bien, hombre, bien, pero átalo para que no se escape que yo tengo mucha tarea en casa y no puedo estar aquí de centinela.
El Apuros llamó a Tizón y se fue con él al campo. Antes de salir del pueblo se hizo ver por Abundio, (el tonto oficial del pueblo).
—No mires, hombre, que el otro “perro” no viene. Lo dejé en casa, atado a un
chopo -le espetó para que lo tronicara, y lo tronicó.

Aquel día, con un pretexto o con otro, todo el pueblo fue a casa del Apuros. Los primeros en llegar fueron los niños. éstos comían cerezas y le tiraban los huesos a Tano. Tano, apurado por el hambre, los lamía y los relamía. Y los chiquillos se divertían de lo lindo a costa de su desgracia. Después acudieron las mujeres. Éstas, con absoluta desvergüenza, plantaban las herradas a medias de agua delante de Tano, para ver con sus propios ojos si bebía o no como los perros, para averiguarlo por ellas mismas. Éste rehusaba el agua: le quitaba la sed tanta maldad. Pero una de las más atrevidas lo cogió por las orejas, le metió la cabeza en el cubo... y al intentar defen¬derse ¡zas!, se partió los “morros” con el borde metálico. Por último, como fieras a comprobar las habilidades de Tano, llegaron los hombres. Unos le silbaban, otros le azuzaban, y todos, con guasa, le dejaban el mismo recado a su ama: "Si el Apuros lo pone en venta, me avisas para comprarlo".
A media tarde se ocultó el sol y una terrible tormenta paralizó la vida del pue¬blo. Tano se vio ya cenando con el diablo, le cegaban los relámpagos, le descomponían los truenos, tiritaba de frío. Por fin llegó el amo con Tizón y lo desató para que entra¬ra en la cocina con ellos. Tizón se hizo un ovillo junto a la chimenea, al amor de la lumbre. Tano lo imitó. Desde allí miraba implorante las puertas interiores. "Si el amo me autorizara a volver a ser hombre, si el ama quisiera ser de nuevo mi madre..." se decía en silencio, con los ojos brillantes. El ama añadió leña y sopló con el fuelle. Las llamas empezaron a crepitar furiosas. Tano, huyendo de las chispas, metió la cabeza entre sus pies.
—¡Aparta, chucho, aparta que agobias! —le ordenó ella, soltándole a la vez un fuellazo en el cogote.
Se arrastró hasta los pies del amo que cenaba a sus anchas unas sopas de ajo. "Con lo bien que huelen, deben saber a gloria", pensó suplicante, sin quitarle los ojos. Pero tuvo que consolarse con un mendrugo de pan duro que le dejó Tizón.
Amainó pues la tormenta y se desvaneció su esperanza; las delicias de las casas eran para las personas, no para los perros.
—¡Vamos, chuchos, a vigilar los caballos que hay moros en la costa! —les ordenó el amo aquella noche, la séptima de ellas, y por un sendero de barros los con¬dujo a la caballeriza.
Tizón se quedó expectante detrás de la puerta, para atacar a los posibles ladrones; Tano se escondió tras unos sacos de paja, para salvarse de ellos. Parecía que nada ni nadie querían romper esa calma que sigue siempre a las tormentas, a las tempesta¬des, a las furias, pero a eso de la media noche oyeron unos pasos que se acercaban sin prisa. Tizón abrió las orejas y estiró el pescuezo desafiante; Tano se cruzó los brazos sobre el pecho para que no se le escapara el corazón. De repente ¡pumba!, alguien derri¬bó la puerta de una patada y entró. Tizón ladró enfurecido, rabioso como nunca; Tano mordió uno de los sacos con el ansia de colarse por el agujero. Aquello no era un ladrón, era un fantasma. Iba envuelto en una amplia manta de tiras de mil colores a cual más chillón que le cubría de la cabeza a los pies, ocultaba el rostro tras una máscara de orejas, pestañas, narices y bigotes descomunales, y del cuello le colgaba una cadena con un farol encendido. Tizón desenvainó los dientes y se fue hacia él dis¬puesto a atacar. El fantasma sacó de entre la manta una mano enguantada y le acari¬ció la cabeza. Tizón se apaciguó al instante y empezó a mordisquearle los flecos de la manta. Tano, en su escondite, no entendía nada, sólo que tenía miedo, mucho miedo. El fantasma sacó un puñal y empezó a dar vueltas de peonza, como si estuviera loca¬lizando a alguien de quien sólo oía su respiración. Tizón sateliteaba feliz a su alrede¬dor. Súbitamente se detuvo el fantasma. "Ya me echó el ojo, —se dijo Tano encomen¬dando su alma a Dios— pronto me echará el puñal". Pero el fantasma sólo se echó a reír. "Ja ja ja ja! ¡ge ge ge ge…!", Y cuando carcajeó todas las vocales se fue tan mis¬teriosamente como llegó.
El Apuros entró en casa y se quitó el disfraz.
—¿Qué ocurrió en la caballeriza? —preguntó su esposa anhelante.
—No lo sé, —respondió él cayendo abatido en un sillón de mimbre— pero te aseguro que si con el susto que le he metido en el cuerpo no se arrepiente, podemos ir haciéndonos a la idea de que nuestro hijo quiere ser perro toda la vida.
Tizón y Tano se quedaron en la caballeriza abierta de par en par. Los caballos relinchaban de vez en cuando, como nerviosos por algo. Tizón se quedó traspuesto como si no hubiera ocurrido nada. Tano quiso llorar, pero ignoraba cómo lloraban los perros; quiso cantar para espantar el miedo, pero los perros no cantaban; quiso enganchar la puerta a los goznes, pero los perros no podían hacer de carpinteros... y el páni¬co se quedó navegando en el mar de su sangre.
Siete días con siete noches llevaba ya siendo perro y aquello más que una suerte era una desgracia. No podía llorar, reír, cantar, hablar, correr con los brazos abiertos cual alas, subir a los árboles a coger nidos, cortarse las uñas, vestirse, calzar¬se, ir al baile, dormir entre sábanas, lavarse con agua caliente, comer natillas... y a tra¬vés del prisma de la realidad vio que había hecho el canelo renunciando a sus venta¬jas de hombre. Tras el muro que libremente había alzado entre él y sus semejantes creyó oír la voz del que fuera su padre: "Desconfía de lo que dice la gente, fíjate en lo que hace". Y era cierto, muy cierto, a todos les había oído decir que era mejor ser perro que hombre, pero no había visto a ninguno que dejara de ser hombre para ser perro. Sólo él lo había hecho, él solamente. ¿Cómo había podido ser tan necio teniendo por padre a un hombre que se había dejado conducir siempre por el sentido común, por su propio criterio y por el afán de dignidad, y no por las imposiciones, normas y con¬sejos de la gente? No lo sabía, sólo sabía que había hecho mal.
Pensó en pedir el indulto, pero rechazó el pensamiento: los hombres no negociaban, no dialogaban con los perros. Y los ojos se le llenaron de lágrimas.
Al verlo tan triste, Tizón se hizo un ovillo a sus pies.
—¡Ay, Tizón! —le dijo acariciándole la cabeza, bajito para que ni el aire lo oyera— Para un hombre esto de ser perro tiene más espinas que rosas. ¡Qué bobo he sido! Y lo peor es que no puedo pedirle a nuestro amo que vuelva a ser mi padre.

¡Ayúdame, Tizón, ayúdame a sacar la pata de este berenjenal! Yo no puedo, no puedo ser como tú! ¿No lo ves?
Y Tizón, después de mirarlo de hito en hito, se apartó y empezó a hurgar con el hocico en el suelo, tranquilo, ausente, como buscando el remedio que le pedía aquel compañero tan raro.
Los grillos se quedaron dormidos con los primeros cantos de los gallos. El sol empezó a matizar las colinas de filos dorados. Los “perros” salieron a la calle. Tizón se revolcaba feliz entre las piedras cubiertas de rocío. A Tano le inmovilizaba la humedad, le estremecía. A lo lejos resonaron las pisadas de un burro y el eco de un familiar silbido. Era el amo. Tizón corrió a su encuentro. Tano fue incapaz de moverse. Al lle¬gar a la caballeriza el Apuros se apeó del asno.
—¡Qué barbaridad! —exclamó enfadadísimo— ¿Quién ha entrado aquí esta noche?
Tizón lo miró extrañado. Tano cerró los ojos. Y sin repetir la pregunta entró, contó los caballos, enganchó la puerta a los goznes, y salió con una soga en la mano.
—¡Vamos, chuchos, vamos, que hoy, o cambia la flauta de son, o subimos tres y bajamos dos! —pronosticó.
Y de un impulso, como quien coge un costal, cogió a Tano y lo echó al burro.
Llegaron al tajo. El Apuros repitió el impulso a la inversa. Tano quedó en el suelo hecho un cuatro, cara al sol pero no se inmutó. Al contrario, bebió agua y se fue a azadonar, a cavar unos surcos como si tal cosa. Tizón se quedó la sombra, mordisqueando la hierba. De vez en cuando miraba a Tano y le ladraba para que fuera a su lado, pero Tano ya no podía ni pestañear. "¡Qué más da? —pensaba desesperado— Prefiero morir achicharrado antes que ahorcado, porque mi padre me ahorcará esta tarde, como ahorcaría a un perro, y me enterrará en un muladar, donde enterraría a un perro, y no llorará por mí, y mi madre no se pondrá luto, y no doblarán las cam¬panas, y el pueblo no me echará de menos, y los jueces no dignificarán mi muerte... porque cuando muere un perro, no muere nadie". Tizón debió adivinar sus negros pensamientos y arrastrándolo por los jirones del pantalón lo condujo hasta su amo.
—¡Maldita culebra! —vociferó el Apuros alzando el azadón a modo de espa¬da y volviendo los ojos al supuesto reptil— ¡Ahora mismo te divido en dos!
Pero al ver a su hijo se detuvo expectante.
—Como no soy buen perro, déme el azadón que aprenda a ser un buen hom¬bre
—suplicó éste con un hilito de voz, intentando ponerse en pie—. ¡Démelo!
Y se lo dio.
Cuando Tano apareció en el pueblo transformado en hombre, todos le hicie¬ron corro.
—¿Tan mal te pintó de perro —le decían— que a los siete días has mudado de
idea?
Pero él no se amilanaba.
—¡Nada de eso! —les decía— Me daba tanta pena veros trabajar mientras que yo descansaba que he decidido dejaros libre la cuadra. ¿Qué os parece? Yo... me

conformo con luchar para llegar a ser un simple amo. Así que, a entrenaros, que si sois mejores perros que personas, os compro para guardarme la dehesa.
Y aunque todos huían escaldados, ninguno creía que llegaría a ser amo.
Tano trabajó al ritmo del Apuros hasta que reunieron las tres onzas de oro que les faltaban y una más: la octava, la del papeleo, que decía el padre. En cuanto las vieron en sus manos, padre e hijo se fueron a la ciudad, a hablar, a negociar con el amo de ambos.
—Dicen, don Zenón, que quiere vender la dehesa.
—Y dicen bien, Apuros, por siete onzas de oro; las necesito para saldar las tarjas de mi hijo.
—Pues si me la vende a mí, yo se la compro.
—¿Usted?
—¡Sí, yo!
—¿Y de dónde va a sacar usted siete onzas de oro contantes y sonantes?
—¡De aquí, del bolsillo. Mírelas!
—¡Pues hale, vamos al notario!
Cuando la esposa del Apuros y madre de Tano tuvo en sus manos el manojo de llaves de la dehesa, lo batió por todo el pueblo a modo de campanas.
—¡Somos amos! ¡Somos amos! ¡Somos amos! —repicaba orgullosa.
Pero por más que lo repicó, nadie se lo creyó. Lo de que el Apuros era amo era algo como lo de que Tano era perro: una farsa, una comedia. Y sólo se rindieron a la evidencia cuando vieron que la familia dejaba la caseta de los chopos para instalarse en la casona de la dehesa de don Zenón.
Desde entonces Tano se dedicó a disfrutar y a controlar responsablemente su hacienda. Su madre no volvió a dar un palo al agua. Su padre bajaba todos los domingos a la taberna y entre bastos y copas surgían a veces las espadas de sus oros.
—¿Cómo es posible y a qué santo le has rezado para que naciendo más pobre que nosotros te vayas a morir más rico? —le preguntaban con ironía, molestos, incluso.
—Pues esto obedece a que mi Tano fue perro siete días —les respondía él con naturalidad- Y el milagro se lo debo a dos santos: a Santa Miseria y a San Azadón, que era tanto para uno, que a los dos les encomendamos nuestro sueño mi esposa, mi hijo y yo.
Y todos tenían que morderse la lengua de vergüenza, pues, mientras que ellos subían la cuesta de la vejez cargados de apuros, el Apuros la paseaba jugando a las cartas sin ningún apuro.

María Jesús Sánchez Oliva.

Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
“Garipil” (1995).
Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
“Letanías” (1999).
Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
“El rosario de los cuentos” (2003).
Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
“Cartas de la Radio” (2007).
Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.
“Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).
Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.
“Los días perdidos” (2018).
Reseña: En esta novela senarra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Primer “Premio Tiflos” 2013.

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garipil94@oliva04.e.telefonica.net

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