sábado, 30 de marzo de 2024

PORTADA

 

     Queridos lectores: Acaba de salir el número 118 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.

 

    Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus noticias con dos sencillas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y reales. Y segunda: que las envíes a mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Cuento contigo.

 

    LO MÁS DESTACADO DE MARZO

 

    LA VITRINA: El libro que hoy quiere ser leído: La librería ambulante, de Morley Christopher. 

    MESA CAMILLA: De los aplausos a las agresiones.

    CAJÓN DE SASTRE: María Castellano, (primera catedrática de medicina).

    EL ÁLBUM DE LA Lengua: Sustantivos en aposición, concordancia.

    LA BUTACA: Doctor Honoris Causa.

    CARTA a… Gabriel García Márquez.

    COSAS DE GARIPIL: El gran regalo (capítulo XXVII de Bella Luna).

 

    Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón.

 

    Volveremos a encontrarnos en el próximo número.

 

    María Jesús Sánchez Oliva.

 

    Seguidores de Honor:

    Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.

    Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.

    María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013.

    Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015.

    Claudio Hernández Díaz (pintor). Nacionalidad: española. 30-VI-2020.

 

 

 

 

 

LA VITRINA

 

Queridos lectores: En este número soy yo el elegido para invitaros a leerme. Por si decidís aceptar mi invitación, me presento y os adelanto mi contenido.

 

Mi título: La librería ambulante.

 

Mi autor: Morley, Christopher.

 

Esto me han dicho que diga de mí:

 

 Prepárese para entrar en un mundo único y lleno de encanto, donde el tiempo se ha detenido: estamos en la segunda    década del siglo XX, en unos Estados Unidos todavía rurales y de paisajes idílicos, donde conviven los viejos carromatos y los    novísimos automóviles... Un librero ambulante vende su singular librería sobre ruedas a una ya madura señorita...

 

Y convencido de que lo pasaréis muy bien conmigo, os invito a seguir con mi segunda parte: La librería encantada.

 

Firmado:  La librería ambulante.

 

Si abres mis hojas, abriré tus ojos.

 

 

 

 

MESA CAMILLA

        DE LOS APLAUSOS A LAS AGRESIONES

 

    Han pasado cuatro años desde aquel 14 de marzo en el que llegamos a casa y no volvimos a salir hasta junio los que tuvimos la suerte de poder hacerlo. Los sanitarios tuvieron que arriesgar su vida para cuidarnos y algunos la perdieron desgraciadamente. A las ocho de la tarde los balcones se llenaban de confinados para darles un aplauso de gratitud y cundió la idea de que la pandemia nos haría mejores a todos. Pero hoy los sanitarios se quejan de ser víctimas de agresiones de los pacientes. Y abundan los que culpan a la pandemia de habernos trastornado.

 

        Algo sí, pero todo no

 

    A principios de siglo, cuando ni siquiera nos preocupaba el virus de la gripe, en nuestra ciudad, una inspectora médica con la que creo que fui la última persona que habló con ella por razones profesionales, era asesinada a la puerta de su casa por un paciente unos minutos después. Aunque una sola persona asesinada siempre es mucho y algo terrible, si analizamos el número de personas que desfilan a diario por los centros sanitarios y el de agresiones que sufren los sanitarios, que es lo que suele hacerse para determinar la gravedad de un problema, veremos que no hay razón para preocuparse tanto. Y hasta es posible que sea el propio colectivo el que contribuya a aumentar el número de agresiones verbales en su mayoría por varias razones.

 

        Primera: Sanitarios víctimas por el exceso de trabajo

 

    No cabe duda de que durante la pandemia se llevaron la peor parte, pero ya hemos vuelto a la normalidad, y la normalidad para muchos facultativos es trabajar en La Seguridad Social y en clínicas privadas y los hay que además lo hacen en compañías de seguros o en consultas privadas. ¿Quién no va a estar agobiado trabajando en tantos sitios? Pero esto no es una obligación, es algo que se elige voluntariamente. Con frecuencia se han manifestado en contra de que la edad les obligue a jubilarse, y los trabajadores maltratados o mal pagados, no defienden estas cosas.

 

        Segundo: Informar es saludable, pero tanta información puede que mate

 

    Desde la pandemia, en todos los programas de radio, y supongo que de televisión, hay un médico que yo llamo de los oyentes, y los ciudadanos llaman para consultar sus males, y los médicos les dan explicaciones, y aunque no son tan inconscientes como para dar remedios por lo que les cuentan sí consiguen que el número de personas obsesionadas por la salud vaya en aumento y abundan los que colapsan urgencias y consultorios  por cualquier molestia sin importancia, los que diagnostican a todos los que se quejen de algo y hasta les ponen tratamiento, los que incluso indican a los médicos lo que tienen que recetarles y los que más que posibles soluciones, exigen a los médicos que hagan milagros, y pobre del que no los haga. Puede que esté equivocada, pero yo creo que en lugar de enseñarnos a ser médicos sin serlo, deberían enseñarnos a ser usuarios responsables de la sanidad.

 

        Y tercero: El sistema sanitario es el primer paciente

 

    Nuestro sistema sanitario era el mejor del mundo y de momento lo sigue siendo a pesar de todo. Empezó a enfermar cuando se traspasaron las competencias a las comunidades autónomas, seguramente porque se pretendía que algunos hicieran negocio privatizándolo. La pandemia sirvió para hacer visibles sus dolencias y no parece que quieran curarlo. Siguen las listas de espera, la falta de personal, los cambios de médicos y otras complicaciones que cuando nos las cuentan los que tienen que sufrirlas miedo da tener que ir al médico. Ante tantas dificultades y a falta de no tener donde reclamar, porque el Servicio de Atención al Paciente, como todos los servicios de atención, está más para justificar lo injustificable que para resolver quejas razonables, es comprensible pagar con quien se tiene delante, pero quienes pierden los nervios y llegan a las agresiones, generalmente, son los que no encuentran la educación porque no la han tenido nunca, y suelen ser reincidentes, lo que les facilita el poder librarse de ellos.

 

          Conclusión

 

    No sé si es la opinión de pocos muchos o la de muchos pocos, pero sí sé que las soluciones no pueden ir nunca delante de las causas, y aunque solo sea porque los sanitarios y sus familias, antes o después, también son pacientes, en lugar de quejarse tanto, deberían tomarse la molestia de buscarlas para poder evitarlo.

 

María Jesús.