lunes, 30 de abril de 2012

Portada

Queridos lectores: Acaba de salir el número 3 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.
Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus crónicas a: mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia.
Para empezar, he aquí la lista de mis nuevos seguidores:
Eliecer David Escribano (además de seguidor de mi periódico, se ha hecho seguidor de mi mercadillo).
Mónica Nuevo Vialás.
Arturo.
María del Mar Nuevo.
A todos ellos, mil gracias.
Novedad
Los seguidores de mis blogs en general y de 30 días en particular, merecen, por mi parte, un reconocimiento especial. Así pues, y tras estudiar varias formas de manifestarles mi gratitud, he decidido quedarme con la siguiente: crear, con esta fecha y a partir de este número, el título de “Seguidor de Honor”, que concederé con arreglo a las siguientes bases:
Primero. Podrán ser seguidores de honor todos aquellos que con sus comentarios, crónicas, visitas o cualquier gesto contribuyan a que 30 días sea el periódico más relevante entre los insignificantes.
Segundo. El nombramiento se hará público en esta sección y surtirá efecto a partir del siguiente número.
Y tercero. El nombramiento concede al designado el honor de figurar en la lista de “Seguidores de Honor”, con su nombre, nacionalidad y fecha del nombramiento. La referida lista figurará en todas las publicaciones al final de esta sección.
Nota importante:
Quiero dejar claro que todos los seguidores tienen para mí alguna razón para ser nombrados seguidores de honor. Si me dejara llevar del sentimiento, a Daniel lo nombraría por haber sido el primero, a Silvia por haber sido la primera mujer, a María del Mar por su hermosa cateta para mi mercadillo, a Eliecer David por haber sido el primero en hacerse seguidor de los dos blogs, a Arturo por haber sido el primer seguidor que se ha hecho desde Argentina, pero entonces el nombramiento dejaría de ser un honor para ser algo normal y corriente. Lo mejor pues es decidir con la cabeza, y el que quiera ser seguidor de honor, ya sabe, a hacer méritos, que tampoco es tan difícil.
Nombramiento:
En el número 2 de 30 días, en la sección “Cajón de Sastre”, apareció, publicado, mi último premio literario: “Las buenas almas”. El premio fue entregado en la biblioteca de la Fundación Antonio Concha de Navalmoral de la Mata (Cáceres) el 5 de enero de 2008 en un acto literario digno de destacar. Mónica Nuevo Vialás fue la persona designada para leer el trabajo aquel día, y al verlo publicado en mi periódico, no ha dudado en hacerse seguidora del mismo. Está claro pues que 30 días saldrá ganando con sus visitas. Por lo tanto, y haciendo uso de mis atribuciones, la nombro Seguidora de Honor con todos los derechos que conlleva el nombramiento y sin ninguna obligación por su parte.
En Salamanca (España), a 23 de abril de 2012
María Jesús.
Seguidores de Honor:
Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.

La Vitrina

El poeta chileno Nicanor Parra acaba de ser galardonado con el premio Cervantes. A estas alturas del mes poco queda por decir, tanto del poeta como del premio, pero este periódico no puede cerrar las puertas de su vitrina a un hecho tan relevante en el ámbito de la cultura.
Nicanor Parra es uno de esos poetas apto para hacer lectores de la poesía. La poesía no es uno de los géneros literarios más leído, sin duda porque leer bien un poema no es tarea fácil, suele ser imprescindible escucharlo para que resulte más ameno, más entendible, más hermoso. Es frecuente encontrar personas que se entusiasman con un recital de poesía y sin embargo son incapaces de leer un libro de poemas. Sucede lo mismo con el teatro, no es lo mismo leer una obra que asistir a una representación, y es que ambos géneros necesitan del gesto, de la expresión, del ritmo, ingredientes que no se logran fácilmente en soledad. Esto no sucede con la poesía de Nicanor Parra. Él supo romper con todos los moldes tradicionales y sin perder la elegancia y la belleza hizo una poesía asequible, sin preámbulos que agobian, sin rodeos que despistan, sin intríngulis que confunden, sin puntillas que encantan a unos cuantos y aburren a la mayoría. La obra de Nicanor Parra deja muy claro que poesía ni es escribir para entendidos ni es hablar para adivinos, que es, sencillamente, sentir hondo, pensar alto y hablar claro.
Bien merecido tiene pues este premio. La pena es que siempre llega a unas horas que los galardonados, como es el caso, debido a su avanzada edad, ni siquiera pueden recogerlo personalmente. Pero aunque en este caso se han demorado más de la cuenta, tiene que ser así: la finalidad del galardón es la de reconocer la obra de un autor, y ésta sólo puede conseguirse con vivencias, tesón y muchas horas de trabajo, cosas que sólo dan sus frutos con el tiempo, a golpe de sumar años.
Lo que no debería ser así a mi entender es la importante cifra económica que conlleva el premio. Los escritores, y para botón de muestra nuestro insuperable Cervantes, verdadera razón del premio más importante de las letras hispanas , no pueden vivir de escribir, tienen que tener otra profesión, dedicarse a otros trabajos, que a veces ni siquiera tienen que ver con las letras, con frecuencia ni sus obras son valoradas, incluso pueden ser despreciadas, salvo que sean afines al gobierno de turno, portavoces de sus deseos y defensores de sus intereses, y luego, para lavar conciencias quizá, quizá para servirse de sus obras, a lo mejor para quedar como verdaderos defensores de la cultura, les dan un dinero que ya sólo pueden disfrutar los que nada han puesto en su obra: sus herederos. ¡Qué lástima! Mejor sería que este dinero se distribuyera en premios más pequeños pero que sirvieran para fomentar talentos y dar a conocer autores nuevos.
Pero que vivan tranquilos los posibles herederos de futuros galardonados, mi idea, de momento al menos, no tiene ninguna posibilidad de ser contemplada por los responsables, los gobernantes, aunque se les llene la boca diciendo lo contrario, no quieren escritores que escriban libremente, que quien lee piensa y quien piensa no se deja engañar, embobar y manipular fácilmente. Pero esto es otra historia que quedará mejor en la sección Mesa camilla. Lo que corresponde aquí es felicitar al poeta y felicitarnos todos: el dinero es para su familia, pero su obra es para todos, porque de los escritores todos somos herederos, y como cuando se recibe una herencia lo mejor es empezar a disfrutarla, termino con este sencillo y hermoso poema:
Poemas y antipoemas
1954
Hay un día feliz
A recorrer me dediqué esta tarde
las solitarias calles de mi aldea
acompañado por el buen crepúsculo
que es el único que me queda.
Todo está como entonces, el otoño
y su difusa lámpara de niebla,
sólo que el tiempo lo ha invadido todo
con su pálido manto de tristeza.
Nunca pensé, creédmelo, un instante
volver a ver esta querida tierra,
pero ahora que he vuelto no comprendo
cómo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
en la torre más alta de la iglesia;
el caracol en el jardín, y el musgo
en las húmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, éste es el reino
del cielo azul y de las hojas secas
en donde todo y cada cosa tiene
su singular y plácida leyenda:
hasta en la propia sombra reconozco
la mirada celeste de mi abuela.
Éstos fueron los hechos memorables
que presenció mi juventud primera,
el correo en la esquina de la plaza
y la humedad en las murallas viejas.
¡Buena cosa, Dios mío!; nunca sabe
uno apreciar la dicha verdadera,
cuando la imaginamos más lejana
es justamente cuando está más cerca.
Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice
que la vida no es más que una quimera;
una ilusión, un sueño sin orillas,
una pequeña nube pasajera.
Vamos por partes, no sé bien qué digo,
la emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
cuando emprendí mi singular empresa,
una tras otra, en oleaje mudo,
al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
y cuando estuve frente a la arboleda
que alimenta el oído del viajero
con su inefable música secreta
recordé el mar y enumeré las hojas
en homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. Seguí mi viaje
como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino,
me detuve delante de una tienda:
el olor del café siempre es el mismo,
siempre la misma luna en mi cabeza;
entre el río de entonces y el de ahora
no distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, éste es el árbol
que mi padre plantó junto a la puerta
(ilustre padre que en sus buenos tiempos
fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
era un trasunto fiel de la Edad Media
cuando el perro dormía dulcemente
bajo el ángulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
el delicado olor de las violetas
que mi amorosa madre cultivaba.
¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces?
No podría decirlo con certeza;
todo está igual, seguramente,
el vino y el ruiseñor encima de la mesa,
mis hermanos menores a esta hora
deben venir de vuelta de la escuela:
¡sólo que el tiempo lo ha borrado todo
como una blanca tempestad de arena!

Mesa camilla

Siempre me he preguntado por qué la mayoría de los mortales prefiere las personas buenas a las personas educadas. Yo me quedo con las últimas; las buenas, desde que tengo uso de razón, me dan mucho miedo. Y no hay que ser precisamente un lince para ver a nuestro alrededor comportamientos que lo justifican. Los que hoy se aman hasta dar la vida, mañana -pensemos en no pocos matrimonios al separarse- se odian hasta quitársela; los que hoy son buenos compañeros de trabajo, mañana -pensemos en los que son agraciados con cualquiera de los premios en la tómbola de los cargos- se convierten en nuestros enemigos; las familias que hoy se entienden para todo, mañana -pensemos en la mayoría a la hora de tener que arrimar el hombro o repartir cuatro platos vacíos- se desentienden de todo menos de hacerse daño; los que hoy se unen para subirte a los altares, mañana -pensemos en los famosos, en los que caen en desgracia y en los que tras muchos aciertos cometen un error- se unen para tirarte por tierra; los que hoy son ciudadanos honrados, mañana -pensemos en no pocos políticos, empresarios, banqueros y ciudadanos normales que por cualquier razón tengan el cajón a mano- se convierten en auténticos ladrones. Y por si queda alguna duda, todos somos buenos, los malos son siempre los demás. Puede que este sea el primer elemento de maldad que, en mayor o menor medida, todos, todos absolutamente llevamos dentro, y convencidos de ello nos perdonamos lo que en otros vemos imperdonable, y justificamos nuestras maldades hasta el extremo de convertirlas en bondades, siempre encontramos la disculpa adecuada, la explicación mágica, la razón que nos tranquiliza. Y controlarlo para que al margen de nuestros sentimientos, de nuestras circunstancias y otros imponderables podamos ser seres civilizados, es algo que solo se consigue con educación pero ¿qué es la educación?
Desde luego no esas normas que nos imponen y al cumplirlas nos sentimos perfectos: saludar, no bostezar en público, cederle el paso a los mayores, pedir disculpas, dar las gracias, no tirar papeles al suelo… Ni mucho menos. Esto son normas que la sociedad establece para adornar la convivencia, normas que por depender de la sociedad están sujetas a la moda, a los intereses, a las necesidades, pueden cambiar, y lo que hoy está bien, mañana estará mal, y lo que ayer era elegante, hoy es una vulgaridad, y lo que en un lugar está bien visto, en otro nos deja en ridículo. En nuestros países, si se nos ocurriera eructar en la mesa, quedaríamos como auténticos maleducados; en los países árabes, sin embargo, sería la forma más elegante de felicitar a la cocinera y agradecerle la hospitalidad al señor de la casa.
La educación de verdad pues no es otra que la formación, esa formación que nos hace seres civilizados y nos impide seguir los consejos de nuestros malos deseos, de nuestros egoísmos, de nuestras imperfecciones. Alguien me dijo una vez que la educación era para las personas como el barniz para los muebles: estos, aunque no sean de buena madera, si están bien barnizados, siempre serán hermosos, útiles y asequibles: Así pues, las personas bien educadas, jamás se aprovecharán de tus circunstancias para sacar ventaja, nunca te humillarán en público, antes de corregirte lo que entienden por defecto, se contarán los que tienen ellas, se pondrán en tu lugar antes de juzgarte, y ante la duda, no se pondrán a tu favor , pero tampoco se pondrán en contra, y nos evitarán muchos de esos problemas que tan absurdamente nos amargan la vida. Por lo tanto, lo tengo claro: si tuviera que elegir entre una persona buena y otra educada, me quedaría con la última. ¿Y tú?

Cajón de Sastre

Lunes de Aguas

Si alguna vez decides conocer Salamanca (España), harás muy bien en venir, te maravillarán sus palacios, sus conventos, sus iglesias, sus catedrales, su puente romano, la fachada de su universidad y sobre todo su Plaza Mayor, pero por favor, ni se te ocurra hacerlo un Lunes de Aguas, te encontrarás con una ciudad de calles vacías, con bares, restaurantes y cafeterías cerrados, sin comercios abiertos para gran disgusto del Corte Inglés, Carrefour, Zara y otras firmas comerciales que desde su llegada a la ciudad se pelean con los trabajadores, sindicatos y autoridades para no cerrar, sin un alma para hacerte la caridad de explicarte dónde demonios te has metido, pues ese día, los salmantinos, nada más terminar de comer, si es que con las prisas y el olor a hornazo comen, se van a comerlo al campo. Si la lluvia lo impide, y tiene que diluviar para que esto suceda, se irán al pueblo, al chalé propio o ajeno, o quizá se queden en casa, pero con amigos, parientes o vecinos, pues desde el siglo XVI, es día, mejor dicho, tarde de merendar juntos.
Presumen las autoridades locales de haber resucitado la fiesta. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que desde los años 80, las distintas corporaciones, organizan charangas para amenizar la merienda y ponen autobuses gratis a la Aldehuela –principal zona verde de la ciudad donde se instalan las atracciones de las ferias y fiestas, el mercadillo de los domingos, etc-, pero esto no es otra cosa que malgastar el dinero de los ciudadanos en invitarlos con su propio dinero para hacerse propaganda, y digo malgastar porque los ciudadanos necesitan a las autoridades para que les organicen otros servicios, las fiestas, salvo cosas muy puntuales, se las saben organizar ellos solos, y para botón de muestra, el Lunes de Aguas cuyo origen, como entre amigos, voy a contarte.

Famosa por sus putas

Por aquellos días, Salamanca, era una de las ciudades más famosas por su universidad, por sus plateros, por su arte gracias a las canteras de Villamayor con cuyas piedras están construidos la mayoría de sus edificios y por sus putas. Así lo afirmaba la voz popular cuando desgranaba las razones por las que se conocía a las principales ciudades del país:
A Toledo, por la espada,
A Valencia, por las frutas,
A la Rioja por el buen vino y a Salamanca por sus putas.
Buenas razones había para que esto fuera así. Salamanca era una ciudad de mucho tránsito, o turismo profesional, que se dice hoy. En ella se daban cita los pañeros de Béjar, los industriales de Guijuelo, los hortelanos, artesanos y carboneros que llegaban de la provincia para hacer negocio abasteciendo a la ciudad, pues, Salamanca era una ciudad sin más industrias que la de los conventos y la de la universidad y esto le daba mucho prestigio pero poco pan.
-Salamanca la blanca ¿de qué te mantienes?
-De cuatro carboneritos que van y vienen -afirma una canción popular.
Debido a la corta distancia con Portugal, también era importante la llegada de portugueses. “Cuando viene el portugués, la puta come un mes”, dice un refrán de la época. Pero el movimiento más importante era el de los estudiantes, hombres en mayoría, de familias acomodadas, jóvenes que además de querer saber, querían divertirse, que no sólo de libros vive el estudiante, ¿y con quién mejor que con las putas? Las mocitas “decentes” de la ciudad, o vivían muy vigiladas, o al margen del ambiente universitario, “que la mujer que sabía latín, no podía tener buen fin”, y podían contarse con los dedos de una mano y sobraban las que se atrevían a romper los principios. Los estudiantes pues hacían sendero de la universidad a la Casa de la Mancebía local donde las putas ejercían su profesión con todas las de la ley. El burdel, a dos pasos de la universidad, había sido creado gracias a una ordenanza del Príncipe Juan, único hijo varón de los Reyes Católicos, que había sido nombrado gobernador de la ciudad por sus padres y puesto en manos del obispo Diego de Deza, para que le instruyera en asuntos de gobierno con vistas a su futuro reinado. En él, putas y estudiantes, se divertían de lo lindo, y a nadie le importaba, y a nadie le molestaba, pero llegaba la Cuaresma y la Iglesia, siempre preocupada de salvar el alma de los feligreses aunque para ello tuviera que matarles el cuerpo, ponía el grito en el cielo, mejor dicho, en la tierra, y tanto y tanto gritó que aunque no había teléfonos, ni Internet ni seúres para llevar correos urgentes, los gritos llegaron a los oídos del rey.

Ordenanza real

Felipe II, que no debía tener muchas ganas de pensar y necesitaba justificar la vida que se cascaba, entendió la preocupación de la Iglesia y decidió poner en sus manos los medios necesarios para salvar las almas de los estudiantes de Salamanca, no de las putas, que las mujeres no tenían alma, y si además de mujeres eran putas ni sentían ni padecían. Para ello firmó, rubricó y publicó una ordenanza real, por la cual, para evitar tentaciones carnales a los estudiantes, las meretrices debían permanecer fuera de la ciudad durante el periodo de cuaresma. Y pasada la vacatio legis, ¡menos mal que esperaron!, empezó a cumplirse la ley.

El Padre Putas

El Miércoles de Ceniza era el día señalado para que las prostitutas dejaran la ciudad y no podían regresar hasta el lunes siguiente al de Pascua. Durante este tiempo permanecían recluidas en el vecino pueblo de Tejares, -desde la década de los 60 del siglo pasado barrio de la ciudad y lugar de origen del Lazarillo de Tormes-, en unos albergues que se habilitaban para el efecto, sin trabajar, sin divertirse, sin quitarse el vestido de falda acabada en picos y color marrón con el que por ley tenían que vestirse para ser distinguidas de las mujeres “decentes”. Pero claro está, no las iban a dejar solas, a su libre albedrío, que lo malo no era que fueran pecadoras, lo malo era que convertían en pecadores a los hombres. ¡Pobrecillos! Esto se resolvió como se sigue resolviendo todo lo que se quiere convertir en problema: nombrando un jefe, en aquel caso, que fuera cura. El nombramiento del cargo lo firmó también el Príncipe Juan, sin duda porque el obispo se lo sopló al oído, que no en balde era su maestro. Este cura era el encargado de trasladarlas de la ciudad a Tejares, de custodiarlas durante la larga Cuaresma y de traerlas de vuelta a la ciudad. El cargo en cuestión llegó a ser muy importante entre los clérigos. Al parecer todos se mataban por él. Nada raro, por otra parte, los cargos siguen teniendo muchos golosos. Así pues, el que tenía la suerte de pillarlo, no quería soltarlo, y eso que se llamara Pedro, Juan o Pablo, para los salmantinos no tardó en llamarse Padre Putas.

Frases célebres

Nada como las frases hechas para conocer las circunstancias de los pueblos y el sentimiento de sus gentes. He aquí tres que nacieron con el Lunes de Aguas, es decir, que tienen su origen en aquellos hechos y nos revelan el sentimiento popular.

Estar como putas en Cuaresma

Aunque en tono de humor, lo seguimos diciendo para dar a entender que no tenemos dinero ni para divertirnos, que estamos en total bancarrota, es decir, como estaban aquellas putas durante la Cuaresma: sin clientes para ganarse el pan, sin amigos para divertirse, aburridas en el albergue y hartas de su guardián.

Ir de picos pardos

Es una de las frases más gráficas que hemos oído. Todavía hoy la repetimos ante alguien que se va de juerga sin dar explicaciones o aparece a deshoras y con cara de sueño. Anduviste de picos pardos ¿verdad?” “Si no anduvieras de picos pardos…” Los primeros en ir de picos pardos, -no de putas, de visita a los lupanares- fueron aquellos estudiantes de Salamanca.
Es sabido que en todas las épocas los ciudadanos en general y los jóvenes en particular gustan de incumplir las normas establecidas. No siempre es que sean tan incívicos como quieren hacernos ver, es que si tuvieran que cumplir todas las leyes, no podrían vivir, por un lado, y por otro están a veces tan fuera del sentido común que sólo careciendo de él se pueden cumplir. A esta conclusión debieron llegar aquellos estudiantes tras sopesar algunos planteamientos. ¿En qué cabeza cabía que les impidieran disfrutar de vivos para que gozaran de muertos? ¿Por qué lo que era bueno todo el año se convertía en malo durante la Cuaresma? ¿Cómo era posible que en una ciudad donde estudiar era un lujo de ricos y comer un privilegio de curas se preocuparan por las almas y no por los estómagos? ¿Quiénes eran ellos para decirles lo que debían hacer con sus vidas…? Convencidos pues, de que sólo las prostitutas podían prohibirles su visita, dejaban la ciudad a hurtadillas y se largaban a Tejares, de picos pardos, en alusión al uniforme de las prostitutas que por el uso ya debía tener poco brillo. Y dicho esto, surge la pregunta: ¿Dónde estaba el Padre Putas? Pues he aquí la posible respuesta.

Callarse como un puta

Esto seguimos diciendo ante alguien que se hace el tonto, que no da la cara, que guarda silencio cuando debe dar explicaciones. Es posible que la frase original fuera “Callarse como un Putas”, no en singular y sin mayúscula como hoy se usa, que es lo que posiblemente hacía el Padre Putas con los rebeldes estudiantes. ¿Por qué? Quizá porque era sobornado con algunas monedillas; a lo mejor porque él también andaba llenando de pecados el alma y le amenazaban con hablar; tal vez porque se metía en oración y se olvidaba del trabajo. Cada cual que piense lo que quiera. Yo simplemente digo que si tan codiciado era el cargo, sus ventajillas tendría, que ni a los curas le amarga un dulce.

El regreso de las putas

El traslado de la ciudad a Tejares de las prostitutas se hacía poco menos que a la chita callando. No se sabe que despertara expectación en los salmantinos. El regreso, sin embargo, era la mar de pomposo. Las putas, ataviadas con sus picos pardos bien lavados y planchados, llegaban en procesión, con el Padre Putas a la cabeza y cruzaban el Tormes en barcas engalanadas para la ocasión. De ahí le viene el nombre de “Lunes de Aguas”, porque siempre era lunes, y tenían que cruzar el río, y lo hacíancomo reinas. En la ciudad las esperaban los estudiantes, que las recibían con bailes, música y vino. Tan vistoso era el espectáculo que los salmantinos tomaron la costumbre de pasarse la tarde en la ribera del río para verlas llegar mientras degustaban un buen hornazo.

El hornazo

El hornazo es un pan relleno de distintos embutidos y huevos cocidos. No es un producto propio de Salamanca, se come en toda la provincia, incluso es también imprescindible en otras romerías. Pero sí es cierto que en la merienda del Lunes de Aguas puede faltar cualquier cosa menos un hornazo.

El Padre Lucas

Pasaron los años y tras ellos se fueron afortunadamente las procesiones de putas, los picos pardos, los albergues de Tejares, pero los salmantinos no dejaron de salir esa tarde de lunes a merendar al campo, aunque eso sí, a cualquier sitio menos a la ribera del puente: ya no había espectáculo que ver. Pero lo importante era la fiesta, y ésta había echado tales raíces que ni la guerra acabó con ella, como no acabó con el personaje del Padre Putas que pasó a ser el cabezudo principal de las ferias y fiestas de la ciudad, pero eso sí, con una salvedad: durante la dictadura de Franco fue rebautizado con el nombre de Padre Lucas, pero para los papeles, no para el pueblo.

16 de abril

Este año los salmantinos celebraron el Lunes de Aguas el pasado día 16. Las vísperas hicieron o compraron su hornazo, pero esa mañana, como de costumbre, fueron interminables las colas en los establecimientos del ramo. Unos tenían que recoger el que habían encargado; otros tenían que comprarlo para regalárselo a algún amigo, pariente o vecino, que por razones de fuerza mayor no tuvo ganas o no pudo ir al campo; muchos tuvieron que comprar otro porque alguien se les sumó a la pandilla sin avisar. Cosas de última hora. Las clases y los trabajos concluyeron antes de la hora habitual. Al filo del mediodía todos quisieron salir a la vez de la ciudad y el atasco de coches fue monumental, tan monumental como el que se produjo al regreso, tras unas horas de carreteras totalmente desiertas. Si aquellos estudiantes levantaran la cabeza se alegrarían al ver que de aquellas injustas leyes el pueblo ha hecho una fiesta entrañable, pero se volverían a sus tumbas disgustados al saber que todavía hoy, en nombre de la salud, de la paz, de los derechos humanos, se siguen firmando leyes que sólo pretenden confundir, dividir, manipular, y para sobrevivir a ellas, hay que seguir burlándolas a hurtadillas. ¡Qué lástima!

El Álbum de la Lengua

Consciente o inconscientemente las personas inventamos palabras, les añadimos otros significados o les cambiamos el que tienen. A veces son palabras sensatas; otras, insensatas. Las sensatas son las que dicen tan bien lo que son que circulan de boca en boca con tal fuerza que sin que nadie sepa quien las inventó la Real Academia tiene que acabar incluyéndolas en el diccionario pues forman parte de la lengua. Las insensatas son las que hacen todo lo contrario, o sea, decir tan equivocadamente lo que dicen, que o se mueren al menor descuido, o solo quedan para sus inventores. Hoy os traigo una muy sensata y dos totalmente insensatas, y por eso de que la tarta siempre se saca al final del banquete, empezaré por las últimas.
Se supone que los medios de comunicación están más obligados a cuidar el lenguaje que los que no tienen que hablar en público. No hablo de errores al pronunciar, de equívocos, que esto no es un defecto, es algo normal, hablo de palabras tan mal usadas que dejan por los suelos a quien las dice y perplejo a quien las oye.
La primera de estas palabras es la palabra excarcelar. Es frecuente oír en radio y televisión y leer en los periódicos frases de este estilo:
“Ayer… en la carretera tal… el turismo tal… colisionó con el turismo cual… y el accidente se saldó con equis muertos que los bomberos tuvieron que excarcelar del primer vehículo”.
O sea, que la palabra excarcelar, para estos profesionales, o tiene un significado más, o quiere decir esto: sacar los bomberos a alguien del interior de un coche siniestrado en un accidente de tráfico.
Pues no, señores de los medios, excarcelar solo se puede excarcelar a una persona que está en la cárcel y ha cumplido su condena, y claro está, por mandamiento judicial, de ningún modo es algo que pueda hacer un bombero.
La segunda es la palabra contenedor. Creo que lo que significa esta palabra ni a los niños hay que explicárselo. Todos, más o menos cerca de casa, mejor o peor ubicados, más limpios o menos limpios, tenemos un contenedor donde cada día depositamos nuestra bolsa de basura. Pero según ustedes, un contenedor, es ahora, un teatro.
“La ciudad cuenta con equis contenedores de cultura”. “Se ha inaugurado un contenedor de cultura”. “En breve cerrará sus puertas el único contenedor de cultura que teníamos en la ciudad”, dicen ustedes y se quedan más anchos que largos,
Ante esta palabra siempre me queda la misma duda: ¿Llaman contenedor a un teatro, o llaman basura a la cultura? Si alguien pudiera aclarármela, se lo agradecería en el alma.
Y vamos a la tarta, es decir, a la palabra sensata:
Hace algún tiempo, tampoco tanto, en la sección de “Cartas al Director” de un periódico, apareció la de una ciudadana anónima que se quejaba de ser mileurista, o sea, de ganar mil euros al mes pese a sus títulos y otras razones que la hacían creer que merecía mejor sueldo. La palabra mileurista llamó más la atención que su queja y empezó a circular entre los lectores del periódico, por los distintos medios de comunicación y por la calle, sin duda porque es una palabra que sabe lo que dice y dice lo que es tan correctamente que hoy puede oírse en cualquier conversación. Estoy segura de que antes o después la RAE tendrá que incluirla en el diccionario, y para ayudarla a llegar, la pego en este álbum.

La Butaca

Mi sobrino David tiene 28 años. Nunca fue buen estudiante, más por falta de interés que por falta de capacidad. En contra de la voluntad de sus padres dejó de estudiar y con la promesa de que nunca le faltaría trabajo pues trabajaría en lo que fuera y donde fuera. Unos días después encontró su primer empleo y durante unos años fue de todo: camarero, conductor, repartidor... y otros trabajos que compatibilizaba con el de tocar en una orquesta cuando había actuación y el horario lo permitía. Por fin encontró un empleo más estable y mejor remunerado, de representante en una importante firma de automóviles, pero hace unos meses llegó la hora de los despidos, y como fue el último en entrar, fue el primero en salir. Al día siguiente salió de casa con dos objetivos: solicitar su prestación de desempleo y empezar a buscar trabajo. Sus amigos lo llamaron de todo: bobo, porque debía agotar los dos años de paro, que para eso había cotizado; tonto, porque sólo a un tonto se le podía ocurrir ponerse a buscar trabajo tal como estaban las cosas, y loco, sobre todo loco, porque era de locos aceptar un trabajo que no estuviera cerca de casa y ganara lo mismo o más que en el anterior. Hizo caso omiso y sólo cobró dos meses de desempleo: encontró por fin un trabajo, de representante en una importante firma de productos de peluquería. Gana menos pero está encantado por tres razones:
Primera. Quiere vivir de su trabajo, no del paro o de sus padres.
Segunda. Tiene muy claro que despreciar un empleo es cerrarse la puerta para superarse en el mismo o acceder a otro en mejores condiciones.
Y tercero. Es consciente de que encontrar un trabajo a medida de su deseo es tan difícil que tiene que ser él quien se adapte al que salga.

Desde León informó para 30 días Mariángeles.

Carta a...

Queridos niños: Seis meses lleváis ya desaparecidos. Vuestros padres están separados. Vivíais en Huelva, con vuestra madre. Aquel negro fin de semana os llevaron a Córdoba, a pasarlo con vuestro padre y su familia, que también era la vuestra. Todo era normal. Uno de los días, después de comer, vuestro padre os llevó al parque, y fuera en el trayecto, fuera al llegar, lo cierto es que desaparecisteis como por arte de magia sin que hasta la fecha se sepa nada de vosotros. El único detenido hasta el momento es vuestro padre. ¿Tiene algo que ver? ¿Sabe qué ha sido de vosotros? ¿Es posible que su familia no observara nada extraño? ¿Es inocente? ¿Sufre por vuestra ausencia? ¿Cómo es posible que en pleno día y en una zona de la ciudad muy concurrida nadie viera nada de nada? No me cabe la menor duda de que la Policía está haciendo hasta lo imposible por encontraros. ¿Quién puede cruzarse de brazos ante algo así? Pero hasta que no lo consiga, nos persiguen las preguntas:
¿Estáis vivos?
¿Estáis muertos?
¿Estáis juntos?
¿Estáis separados?
¿Quién y cómo cuida de vosotros?
¿Qué se dicen dos hermanos de 6 y 2 años en tales circunstancias?
¿Cómo se puede dormir cada noche sin saber qué ha sido de dos niños?
¿Cómo se puede despertar tranquilo cada mañana sabiendo que los has hecho desaparecer?
¿Hasta cuándo va a durar esta pesadilla?
¿Cuál será el desenlace?
No lo sé, mis queridos niños, ¡qué más quisiera yo!, sólo sé que es algo terrible, tan terrible que hoy hilvano estas líneas con el deseo de que se conviertan en mariposas y vuelen haciavuestros verdugos, porque supongo que una persona sola no puede hacer esto, con la orden de que mañana mismo, esta tarde mejor, en unas horas, os dejen en el mismo sitio y en las mismas condiciones que os cogieron, pues hacerle daño a un niño, es algo que no puede compensarle a nadie, ni siquiera a quien lo hace, y todos, absolutamente todos, pagaremos las consecuencias pues maltratar a un niño no es otra cosa que hacer un hombre perverso.