DE LOS APLAUSOS A LAS AGRESIONES
Han pasado cuatro años desde aquel 14 de
marzo en el que llegamos a casa y no volvimos a salir hasta junio los que
tuvimos la suerte de poder hacerlo. Los sanitarios tuvieron que arriesgar su
vida para cuidarnos y algunos la perdieron desgraciadamente. A las ocho de la
tarde los balcones se llenaban de confinados para darles un aplauso de gratitud
y cundió la idea de que la pandemia nos haría mejores a todos. Pero hoy los
sanitarios se quejan de ser víctimas de agresiones de los pacientes. Y abundan
los que culpan a la pandemia de habernos trastornado.
Algo sí, pero todo no
A principios de siglo, cuando ni siquiera
nos preocupaba el virus de la gripe, en nuestra ciudad, una inspectora médica
con la que creo que fui la última persona que habló con ella por razones
profesionales, era asesinada a la puerta de su casa por un paciente unos
minutos después. Aunque una sola persona asesinada siempre es mucho y algo terrible,
si analizamos el número de personas que desfilan a diario por los centros
sanitarios y el de agresiones que sufren los sanitarios, que es lo que suele
hacerse para determinar la gravedad de un problema, veremos que no hay razón
para preocuparse tanto. Y hasta es posible que sea el propio colectivo el que
contribuya a aumentar el número de agresiones verbales en su mayoría por varias
razones.
Primera: Sanitarios víctimas por el
exceso de trabajo
No cabe duda de que durante la pandemia se
llevaron la peor parte, pero ya hemos vuelto a la normalidad, y la normalidad
para muchos facultativos es trabajar en La Seguridad Social y en clínicas
privadas y los hay que además lo hacen en compañías de seguros o en consultas
privadas. ¿Quién no va a estar agobiado trabajando en tantos sitios? Pero esto
no es una obligación, es algo que se elige voluntariamente. Con frecuencia se
han manifestado en contra de que la edad les obligue a jubilarse, y los
trabajadores maltratados o mal pagados, no defienden estas cosas.
Segundo: Informar es saludable, pero
tanta información puede que mate
Desde la pandemia, en todos los programas
de radio, y supongo que de televisión, hay un médico que yo llamo de los
oyentes, y los ciudadanos llaman para consultar sus males, y los médicos les
dan explicaciones, y aunque no son tan inconscientes como para dar remedios por
lo que les cuentan sí consiguen que el número de personas obsesionadas por la
salud vaya en aumento y abundan los que colapsan urgencias y consultorios por cualquier molestia sin importancia, los
que diagnostican a todos los que se quejen de algo y hasta les ponen
tratamiento, los que incluso indican a los médicos lo que tienen que recetarles
y los que más que posibles soluciones, exigen a los médicos que hagan milagros,
y pobre del que no los haga. Puede que esté equivocada, pero yo creo que en
lugar de enseñarnos a ser médicos sin serlo, deberían enseñarnos a ser usuarios
responsables de la sanidad.
Y tercero: El sistema sanitario es el
primer paciente
Nuestro sistema sanitario era el mejor del
mundo y de momento lo sigue siendo a pesar de todo. Empezó a enfermar cuando se
traspasaron las competencias a las comunidades autónomas, seguramente porque se
pretendía que algunos hicieran negocio privatizándolo. La pandemia sirvió para
hacer visibles sus dolencias y no parece que quieran curarlo. Siguen las listas
de espera, la falta de personal, los cambios de médicos y otras complicaciones
que cuando nos las cuentan los que tienen que sufrirlas miedo da tener que ir
al médico. Ante tantas dificultades y a falta de no tener donde reclamar,
porque el Servicio de Atención al Paciente, como todos los servicios de
atención, está más para justificar lo injustificable que para resolver quejas
razonables, es comprensible pagar con quien se tiene delante, pero quienes
pierden los nervios y llegan a las agresiones, generalmente, son los que no
encuentran la educación porque no la han tenido nunca, y suelen ser
reincidentes, lo que les facilita el poder librarse de ellos.
Conclusión
No sé si es la opinión de pocos muchos o la
de muchos pocos, pero sí sé que las soluciones no pueden ir nunca delante de
las causas, y aunque solo sea porque los sanitarios y sus familias, antes o
después, también son pacientes, en lugar de quejarse tanto, deberían tomarse la
molestia de buscarlas para poder evitarlo.
María Jesús.