¡Hola! Tras el paréntesis de la Navidad, vuelvo a mi cita de
cada mes con puntualidad, y empezaré, es decir, seguiré con el sexto capítulo
de Bella Luna. ¿Te parece?
VI LA SIRENA DE
LAS DOS PERLAS
El sol quería despertarse aquella mañana pero estaba tan arropado por
una manta de negros nubarrones que no podía abrir los ojos. Le entró prisa y
dio una orden al viento:
—¡Forma un remolino y empuja estos borregos hasta el río!
El viento acudió presto y trabajó tan aprisa que se agitaron las ramas
de los árboles. Al ruido de éstas se despertaron la mula y Ñoto.
—No tengas prisa, mulita, que para partir, debemos esperar a que salga
el sol. Mientras se lava la cara nosotros podemos comer moras silvestres, hay
muchas en estos zarzales y son muy buenas para hacer acopio de fuerzas.
Devoraban moras como descosidos cuando Ñoto empezó a desplegar las
aletas de su nariz y al ver que le
agradaba el olor la mula siguió su ejemplo.
—Parece que todas las flores de la primavera se han puesto de acuerdo
para perfumar el campo. ¿Serán los capullos de oro que vi anoche los que huelen
a gloria? ¡Come moras, que voy a husmear!
Ñoto se acercó hasta el arbusto y se quedó extasiado. Las ramas con
hojas moteadas de gris se cimbreaban a pesar de que el aire ya había recogido
velas. Los capullos que estaban abiertos como alas de palomas eran flores que
brillaban como el oro y desprendían aquel olor tan delicioso. Seguro que ni en
los jardines de Babilonia había habido flores de este color. “¿No sería buena
idea cortar todo este ramo y llevárselo a Tarri? Estas flores me ayudarán a
salir de este atolladero. Es tan ambiciosa que hasta las pondrá en un jarrón
sin agua convencida de que por ser de oro no se marchitan nunca. Le diré que me
pagaron mi trabajo en especies y que en la ciudad las cambiaré por dinero
fresco en cualquiera de las muchas joyerías. Antes de que empiecen a caerse los
pétalos, me iré con el pretexto de venderlas, y en lo que voy vengo me doy
tiempo para hilvanar las falacias necesarias para salir del trance”. Con ambas
manos recogió todas las ramas cuyas hojas ya eran más grises que verdes y tiró
de ellas. Las raíces estaban tan incrustadas en la tierra que no salían, era
como si un león invisible se lo impidiera. Tras varios intentos dio un tirón
con todas sus fuerzas y las arrancó de un impulso. Con el bello manojo entre
sus brazos notó Ñoto en todo su espíritu una paz muy agradable y en todo su
cuerpo una tranquilidad absoluta. Unas lenguas de humo brotaron de las ramas y
ascendieron en columnas hasta dejarlo sitiado entre ellas. Ñoto quiso cerrar
los ojos pero los dejó abiertos y se quedó tan tranquilo porque aquel olor era
tan especial que ni le producía asfixia ni olía mal. Sólo podía aspirar
aquellas esencias sin mover un músculo de su cuerpo y podía pensar sin
articular una sola palabra. Veía atónito los misteriosos dibujos que las
volutas de humo pintaban en el espacio y de pronto se fijó en la boca de una
cueva maravillosa que se abrió en el hueco que dejaron las ramas de flores. La
cueva era de mármoles rosados con vetas de oro y bóveda tachonada de distintas
piedras preciosas: esmeraldas, perlas, topacios, rubíes, diamantes… En el fondo
había un lago de aguas cristalinas donde nadaba una concha de nácar cerrada. De
repente empezaron a separarse los dos caparazones de aquella concha que quedó
como un libro abierto y Ñoto pudo ver lo que nadie había visto:
una sirena. Estaba sentada tan majestuosamente en la concha que parecía una
reina. Sobre el caparazón inferior yacía su cola de pez recubierta de escamas
de plata y de plumas de avestruz; sobre el caparazón superior yacía su cabeza
de mujer. Sus ojos eran dos estrellas de nácar con reflejos de cielo y sus
labios una piña de rubíes. Era como una diosa que cautivó el pensamiento de
Ñoto. Más que mirarla, la
admiraba. Sus manos se movían como blancas palomas y sus
dorados cabellos caían a lo largo de todo su cuerpo como una cascada de
caracolas. Sonreía como un querubín y Ñoto sintió que aquella sonrisa le
acariciaba el alma. Navegó la concha como una barquita hasta quedar anclada en
la bahía que se formaba en la orilla del lago. Desembarcó y posó sus manos
sobre las flores de oro mientras musitó unas palabras que entraron en los oídos de Ñoto con son de música
celestial:
—Soy la Sirena
de las dos Perlas. ¿Ves? Una blanca llevo en la oreja derecha y en la izquierda
otra negra. El don de estas perlas me lo otorgó hace mil siglos la Reina de las Sirenas. Al
arrancar las ramas con las flores de oro que custodian mi cueva te has hecho
digno de mis perlas porque quien ama las flores tiene un alma bella. Tenlas y
no olvides mis palabras: “La perla blanca puedes convertirla en dinero y es tan
valiosa que si sabes disfrutarlo serás un hombre de fortuna; la perla negra es
más valiosa aún, pero anda con mil ojos que no puedes venderla ni para comprar
pan por mucha hambre que tengas. Si impulsado por tu avaricia o por la avaricia
ajena te deshaces de la perla negra tendré que despojarte de todos los frutos
de la perla blanca y lloveré sobre ti una lluvia de desgracias que sólo
amainará si me entregas de nuevo la perla negra. Eres un ser libre para elegir
tu dicha o tu desdicha. La
Sirena de las dos Perlas cumple con la misma firmeza sus
promesas buenas que sus promesas malas”.
La bella sirenita se embarcó en su barca y levantó anclas. Se unieron los caparazones de
la concha y empezó a navegar hasta perderse de vista. Las aguas del lago se
movían al ritmo de la embarcación, y cuanto más avanzaba la barca, más diáfanas
se volvían. Las columnas de humo empezaron a desvanecerse. La cueva quedó
oculta por las ramas y las flores de oro que Ñoto tenía en sus manos automáticamente volaron por sí solas
hasta los huecos que habían dejado sus raíces. El sol doraba ya las crestas de
las montañas cuando Ñoto se acercó a la mula luciendo las dos perlas sobre las
palmas de sus manos. El animal dejó de masticar moras y empezó a dar vueltas
como si el corazón le bailara por sentir la alegría de Ñoto. Ñoto la acarició
mientras comprobaba con regocijo que estaban solos.
—¿Has visto todo lo que ha pasado y has oído lo que ha dicho la sirenita?
La mula movió la cabeza verticalmente, como diciendo que sí.
—¿Sabrás guardarme el secreto? Tu amo, el tío Navajas, con lo curiosón
que es sería capaz de hacerte hablar como un loro si no tengo cuidado. Tú eres
mejor que él y por eso te he tomado cariño. ¿Verdad que esto va a quedar entre
ti y entre mí hasta que demos con los huesos en la tumba? Pues sepas que por
ser buena amiga te compraré en la ciudad media docena de cascabeles.
María Jesús
Sánchez Oliva.
Relación de
libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero
recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este
espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
“Garipil” (1995).
Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la
cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al
servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar,
para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje
es tan aconsejable para niños como para mayores.
“Letanías”
(1999).
Reseña: Letanías
es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los
que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas
páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes
literarios.
“El rosario de
los cuentos” (2003).
Reseña: En los
primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la
época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del
Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada
misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas
edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro
obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
“Cartas de la
Radio” (2007).
Reseña: Cartas de
la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en
un programa de radio por María Jesús Sánchez
Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a
políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones,
asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en
nuestra memoria.
“Cuentos de la
Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).
Reseña: Son doce
cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán
leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que
los cuentos.
“Los días
perdidos” (2018).
Reseña: En esta
novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que
enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su
ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana,
la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del
edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia.
Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han
perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel,
el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y
de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Primer “Premio
Tiflos” 2013.
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información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo
tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:
garipil94@oliva04.e.telefonica.net
Estaré encantado
de responderte.
Gracias por tu visita y hasta el próximo número.
Garipil.