sábado, 30 de abril de 2022

PORTADA

 

     Queridos lectores: Acaba de salir el número 99 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.

 

    Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus noticias con dos sencillas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y reales. Y segunda: que las envíes a mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Cuento contigo.

 

    CONTENIDO

 

    LA VITRINA: Hoy, gracias a Whitehead, Colson y con el fin de presentarse, llega a la sección de los libros Los chicos de la Nikel. 

    MESA CAMILLA: Todos los días son El Día Internacional del Libro (última publicación de abril en salamancartvaldia.com).

    CAJÓN DE SASTRE: Uso de don y de doña.

    EL ÁLBUM DE LA Lengua: Historia del término chao.

    LA BUTACA: Lazarillo de Tormes vuelve a las iglesias (noticia enviada desde Béjar).

    CARTA a… todas las azafatas de Iberia para darles la enhorabuena.

    COSAS DE GARIPIL: Las monedas mágicas (octavo capítulo de Bella Luna).

 

    Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón.

 

    Volveremos a encontrarnos en el próximo número.

 

    María Jesús Sánchez Oliva.

 

    Seguidores de Honor:

    Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.

    Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.

    María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013.

    Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015.

    Claudio Hernández Díaz (pintor). Nacionalidad: española. 30-VI-2020.

 

 

 

LA VITRINA

Queridos lectores: ¿Me prestáis unos minutos? Solo quiero deciros que existo.

 

Mi título: Los chicos de la Nickel.

 

Mi autor: Whitehead, Colson.

 

Reseña: Desde pequeño, Elwood Curtis ha escuchado con devoción, en el viejo tocadiscos de su abuela, los discursos de Martin Luther King. Sus ideas, al igual que las de James Baldwin, han hecho de este adolescente negro un estudiante prometedor que sueña con un futuro digno. Pero de poco sirve esto en la Academia Nickel para chicos: un reformatorio que se vanagloria de convertir a sus internos en hombres hechos y derechos pero que oculta una realidad inhumana respaldada por muchos y obviada por todos. Elwood intenta sobrevivir a este lugar junto a Turner, su mejor amigo en la Nickel. El idealismo de uno y la astucia del otro les llevará a tomar una decisión que tendrá consecuencias irreparables.

 

No sé si mi tarjeta de presentación os animará a leerme, pero lo hagáis o no lo hagáis, gracias por permitirme deciros que existo.

 

Los chicos de la Nickel.

 

MESA CAMILLA

Todos los días son el Día Internacional del Libro

 

Los libros no necesitan de una fecha en especial para narrarnos sus historias, aportarnos sus conocimientos y revelarnos sus secretos, sus tristezas, sus alegrías, sus fracasos, sus triunfos, sus luchas, sus zozobras, sus deseos, sus realidades hechas sueños y sus sueños hechos realidades, como tampoco la necesitamos los lectores para leerlos. El día del libro es el día que abrimos uno para vivir la hermosa aventura de recorrer sus líneas, sus párrafos, sus muchas o sus pocas páginas. 

 

Los libros son un puente a la luz, el maravilloso vehículo que nos permite llegar a todos los rincones del mundo, la vara mágica que nos permite vivir todas las vidas que desfilan por sus hojas,  el maestro que lo enseña todo a cambio de nada y nos ayuda a caminar por la vida con los zapatos de los demás.

 

Los libros nos brindan la oportunidad de convivir con pobres y ricos, con blancos y con negros, con libres y con esclavos, con gobernantes y con ciudadanos, con buenos y con malos, con sabios y con simples para que podamos valorar a nuestros semejantes por sus hechos, por sus capacidades, no por la etiqueta que la estupidez decida ponerles.

 

Los libros nos acercan a otras formas de pensar, de actuar y de sentir, es decir, nos llevan al conocimiento de otros valores que no tienen porque ser los nuestros, desarrollando así la capacidad crítica y haciéndonos a los lectores cada vez más autónomos y libres de pensar y expresarnos. Gracias a la magia de los libros la lectura y su práctica habitual también nos ayuda a mejorar el área intelectual. Son, además, un aporte de cultura y  una práctica beneficiosa para el desarrollo de la capacidad de memoria, concentración y madurez.

 

Los libros nos enseñan a hablar, a escribir, a callar, nos reconcilian con la vida y nos hacen más humanos.

 

Los libros hacen que la soledad sea la mejor de las compañías.

 

Los libros son la única puerta que no puede abrir el aburrimiento.

 

Los libros son la aspirina que calma el dolor del alma.

 

Felicidades a todos los que todos los días del año tienen el saludable vicio de abrir un libro.

 

25-IV-2022

 

María Jesús

 

CAJÓN DE SASTRE

Don y doña

 

 Don es un título honorífico que se antepone al nombre como muestra de cortesía, que proviene de dominus, (‘señor’, en latín).

 

Don o doña es un vocablo de origen hispano muy usado protocolarmente que antecede al nombre de la persona y que se usa como una expresión de respeto, cortesía, distinción social o cuando la persona es muy inteligente.

 

En España y sus reinos de las Indias se usó para diferenciar al plebeyo del noble o al criollo del común de las personas. Las personas que no tenían ejecutoría de nobleza eran gravadas en sus bienes y se les conocía como pecheros.

 

La anteposición de don (abreviado D.) al nombre de los varones y de doña (abreviado D.ª) al de las mujeres, no indica un título sino un tratamiento deferencial cuyo uso tuvo grandes variaciones a lo largo del tiempo.

 

Según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, el tratamiento don proviene del latín domĭnus (propietario o señor), término que también dio origen a la palabra dueño. Atribuirle la abreviatura de de origen noble, es un error proveniente de la interpretación literal de una chanza.

 

Uso de don y doña

 

Mario Kreutzberger, más conocido por su apodo "Don Francisco".

 

En su uso habitual se antepone solamente al nombre de pila o al nombre de pila seguido del apellido. Así, al distinguido Juan Esquer se le daba indistintamente el tratamiento de don Juan o don Juan Esquer. En el caso de usar solo el apellido, el tratamiento correcto es el señor Esquer. Se considera vulgar (denotando el origen plebeyo del que hacía la referencia) o poco cortés (con intención de denigrar o mofarse de la persona a quien se le aplica) darle el tratamiento de don Esquer, o de señor Juan.

 

En la actualidad, el ascenso social de las clases poco educadas ha hecho que en algunas regiones de la Hispanidad la forma de uso de don/doña sea más arbitraria, según el lugar y la clase social del que lo aplica o lo recibe puede tener connotaciones muy diferentes:

 

Respeto, sea por estatus social, edad, experiencia o logros personales.

Afabilidad y buena crianza.

Buena voluntad hacia la persona a quien se aplica, especialmente si quien lo hace es una de mayor estatus social.

Desprecio cuando se usa sin el nombre, como en "esa doña" o en "es un don nadie" (alguien sin importancia).

Trato condescendiente a personas de avanzada edad.

 

En el lenguaje callejero de finales del siglo XX y principios del XXI en algunas ciudades de Hispanoamérica, y especialmente la Centroamérica hispanohablante es frecuente el uso del término "don" sin que vaya seguido de nombre o apellido para referirse a cualquier varón (dale, don, dale). Puede considerarse equivalente al uso del término tío en la jerga callejera española o güey en la mexicana. En ese mismo ámbito geográfico y ambiente cultural, en femenino se utiliza mucho el diminutivo "doñita", que en España se dejó de utilizar hace siglos. Este diminutivo tampoco se suele usar seguido de nombre. En general en Hispanoamérica los tratamientos formales de "don" o de "doña" son ya infrecuentes. Se prefiere el tratamiento "Sr." o "Sra." incluso antes del nombre o, con mayor prioridad, el título profesional ("doctora", "ingeniero", "licenciada", "juez"...).

 

En otros idiomas, especialmente en portugués, italiano y en menor medida francés, el tratamiento "don" tuvo un uso histórico muy similar al español, aunque mucho más esporádico y localizado, pero en la actualidad queda restringido a la curia católica, y solo de forma muy ocasional, salvo en el sur de Italia, donde sigue siendo de uso frecuente. Ejemplos de esos usos son Don Manuel II, el célebre personaje Don Camilo, de Giovanni Guareschi, o el champán "Dom Perignon".

 

El tratamiento se daba originalmente solo a Dios, a Jesucristo y a los santos. En la España medieval se aplicó inicialmente solo a los reyes, a los grandes nobles a quienes los monarcas consideraban sus primos (del latín primus, primero) y los más altos cargos eclesiásticos, como los de arzobispo y cardenal.

 

Con posterioridad, en épocas variables en los diversos reinos, se generalizó el tratamiento a algunos hidalgos y sus descendientes, pero nunca a los plebeyos. Esto requería la figuración en el padrón de hidalgos que usualmente se guardaba en los cabildos, incorporación para la que normalmente había que efectuar probanza de nobleza.

 

Su uso en España parece haber sido rigurosamente acotado hasta bien pasada la Edad Media, probablemente hasta fines del siglo XVIII o comienzos del XIX. Cuando el hidalgo Alonso Quijano adopta el nombre de don Quijote de la Mancha, Sancho reflexiona sobre ese don, que no tenía derecho a usar quien hasta ayer era solamente merced. Hubo, sin embargo, continuas incorporaciones al grupo de los merecedores de ese tratamiento, como el de los doctorados por una universidad. Con fecha 3 de julio de 1611 el rey don Felipe III de España mandó que su uso estuviese limitado a obispos, condes, mujeres e hijas de los hidalgos y los hijos de personas tituladas, aunque fuesen bastardos.

 

Medio siglo después, cuando los monarcas españoles necesitaron aumentar sus ingresos, pusieron en venta tanto los títulos de hidalguía como el derecho al uso del don/doña. Por real cédula del 3 de julio de 1664 se estableció que su costo sería de doscientos reales por "una vida", de cuatrocientos por "dos vidas" y de seiscientos los "a perpetuidad". En no pocos casos incluía un escudo de armas.

 

La situación fue diferente en las posesiones españolas en América. En 1573 el rey don Felipe II, en las ordenanzas del bosque de Segovia, concedió el carácter de hidalgo, aunque no necesariamente el tratamiento de don/doña, a todos sus conquistadores y primeros pobladores.

 

El uso del tratamiento se generalizó por simple asentamiento en los registros parroquiales de bautismos, confirmaciones, casamientos y sepulturas, así como en muchos cabildos. Aunque este abuso causó que algunas audiencias americanas intimaran al cumplimiento de las ordenanzas reales, el uso parece haber continuado según la práctica americana de la época del se acata, pero no se cumple.

 

En la práctica, ya que no había registros especiales que autorizaran su uso, el tratamiento fue otorgado por consenso de los pares y denotaba la pertenencia al nivel social más alto, sea en lo político (cargos militares, de cabildo, de gobernación o virreinato) o en lo económico (grandes comerciantes y encomenderos). Posteriormente su aplicación se fue extendiendo a todos los estratos sociales, y su forma de uso se hizo más libre.

 

Los jefes indígenas americanos, considerados nobles, también recibieron el tratamiento durante todo el período colonial. A partir de la independencia de los países americanos, su uso perdió las connotaciones usuales, siendo muy variable en los distintos nuevos países. En las Provincias Unidas del Río de la Plata (actuales Argentina y Uruguay), por ejemplo, se otorgó el tratamiento de don a los esclavos libertos que lucharon contra los españoles.

 

Su uso actual

 

El tratamiento de don y de doña solo se da a personas que pertenecen al mundo hispano, sea por su nacimiento o por matrimonio. Así lo confirma el que se pueda decir por ejemplo, el presidente de la República de Costa Rica don Luis Guillermo Solís, pero nunca el presidente de EE. UU. don Barack Obama. De la misma manera; la española Fabiola de Mora y Aragón fue tratada de doña hasta el día de su matrimonio, pero desde entonces solo se refiere a ella como la reina Fabiola de Bélgica. Por su parte, Sofía de Grecia y su hermana Irene, nacidas princesas de Grecia; no eran doñas. Por el matrimonio de la primera con un príncipe español; ésta se convirtió en doña Sofía, pero su hermana nunca es tratada de doña Irene.

 

En España, el uso de don y doña está cada vez más limitado a los escritos, al trato dado a los maestros de escuela y a los sacerdotes católicos. Se suele emplear también en eventos públicos, para presentar a personas de edad avanzada y trayectoria personal o profesional destacada, siempre como una muestra de afecto y reconocimiento del interlocutor o de la comunidad en general.

 

En el continente americano el tratamiento se suele otorgar con mayor facilidad. Muy frecuentemente se trata de don a toda persona después de los 30 años o del matrimonio. En ciertos países, es el tratamiento dado solo a individuos que se han ganado el respeto de la comunidad (caso de México). En el caso colombiano se trata de don no solo por ser una persona de mayor edad, sino cuando existe una diferencia en la jerarquía de la persona (estatus), por lo que una persona de mayor edad podría llamar Don + nombre a alguien menor si este ocupa una posición laboral más alta. En Uruguay, se utiliza el tratamiento de forma despectiva para indicar que la persona no posee ningún título universitario.

 

Aunque en el pasado se ha escrito habitualmente con mayúscula inicial por motivos de respeto, hoy día debe escribirse con minúscula inicial, al igual que con todos los tratamientos, tanto cuando precede al nombre propio (doña Analía, don Luis) como cuando va sin él (¿Cómo se encuentra, don?).

 

EL ÁLBUM DE LA LENGUA

 

HISTORIA DEL TÉRMINO "CHAO

 

  Chao es una fórmula de despedida con una curiosa historia. Para rastrear sus orígenes vamos a tener que hacer todo un viaje etimológico.

 

  Nosotros la hemos adoptado del italiano, desde donde se difundió a las lenguas del mundo hasta pasar a formar parte del vocabulario internacional. El italiano estándar, a su vez, la tomó de la expresión veneciana sciào vostro, que en italiano estándar se diría schiavo vostro y significa literalmente ‘soy vuestro esclavo’. Esta era una fórmula de cortesía que explotaba el mecanismo de presentarse en una posición inferior —de sumisión— ante nuestro interlocutor. Puede que nos resulte chocante que alguien se quiera referir a sí mismo como esclavo, pero esto no nos debería llamar tanto la atención si tenemos en cuenta que nosotros hemos inventado fórmulas similares como servidor, que hoy en la lengua general ha quedado relegado más bien a usos jocosos como, por ejemplo, "Pues con servidor que no cuenten", o sea, "Que no cuenten conmigo".

 

  Con el uso, como todo, la expresión cortés sciào vostro se fue desgastando. Su forma quedó reducida a sciào y de su significado desapareció toda idea de sumisión o esclavitud. Ya era simplemente algo que se decía al despedirse. Esta forma desgastada es la que dio lugar al italiano estándar ciao, que vale lo mismo como saludo que como despedida.

 

  Pero solo hemos hecho una parte del viaje. Del veneciano nos tenemos que ir al latín medieval, que tenía una palabra sclavus que había tomado prestada del griego bizantino sklávos. Esta era la adaptación del nombre que se daban a sí mismos ciertos pueblos de europa, los sloveninu o eslavos. Así, sclavus significaba al principio simplemente ‘eslavo’. Aún hoy salta a la vista la semejanza entre las dos palabras, que no son sino variantes que se han especializado semánticamente. Lo que ocurrió fue que durante la Edad Media los eslavos eran capturados a menudo por el Imperio Bizantino, que los sometía a servidumbre, con lo que su nombre se convirtió en sinónimo de siervo y acabó desplazando a la vieja denominación latina servus.

 

  Así, cuando hoy nos despedimos de alguien con un simple ¡chao!, lo que hay detrás es la ocurrencia de un veneciano que un buen día decidió congraciarse con alguien diciendo que era su esclavo (algo le querría sacar) y, más allá de eso, la desdicha que tuvieron muchos eslavos en los Balcanes, allá por la época medieval, de acabar convertidos en siervos de un griego. ¡Quién lo hubiera dicho!

 

LA BUTACA

Lazarillo de Tormes vuelve a las iglesias

 

Tras el gran éxito de Teresa, la jardinera de la luz, que fue interrumpida por el coronavirus, el grupo de teatro salmantino Lazarillo de Tormes, vuelve a recorrer las iglesias de los pueblos con una nueva obra. En esta ocasión se trata de Buscando a Nebrija. Se cumple el quinto centenario de su muerte y con ella se rinde homenaje a esta figura tan importante para nuestra lengua y tan vinculada a nuestra ciudad. La obra también ha sido escrita por el dramaturgo irlandés y residente en España Denis Rafter, y gracias a la Diputación de Salamanca que ha subvencionado el trabajo, podrá llegar a todos los municipios que lo soliciten. De momento, según la página web, el calendario de representaciones ya está completo hasta octubre. ¡Y no ha hecho más que empezar!

 

Ojalá que el virus se porte mejor con Nebrija que con la santa de Ávila.

 

Desde Béjar (Salamanca) informó para 30 días Yolanda.

 

CARTA A...

Queridas azafatas de Iberia:

 

Nunca me había preguntado por qué trabajabais con tacones. Si lo hubiera hecho, habría pensado que por coquetería, por presumir, y me habría equivocado: era de obligado cumplimiento. No podía creerlo cuando lo supe. Lo descubrí cuando una de vosotras inició una campaña de recogida de firmas en Change.org para exigir a la compañía que los nuevos uniformes dejaran de ser sexistas. Si los azafatos podían trabajar con zapatos planos, ¿por qué las azafatas no? Pero no es esta la razón que me mueve a dedicaros las líneas de este mes, lo hago porque me sorprende que la misma compañía que aconseja al pasaje viajar sin tacones por medidas de seguridad con muy buen criterio, exija que sus trabajadoras, seguramente por cuestión de imagen, tengan que volar con tacones, lo que no deja de ser contradictorio. ¿Es que da por hecho de que en caso de accidente ellas están a salvo? ¿Quién puede garantizarles que no tengan que salir corriendo en un momento dado? Lo normal es que fuera al revés: que se las obligara a trabajar con zapato plano, porque el hecho de moverse por esos pasillos tan estrechos ya es problemático, por no decir peligroso.

 

Siento que la azafata que lanzó la petición lo hiciera por sentirse discriminada, me hubiera gustado que lo hubiera hecho, es mi opinión, lo que no significa que sea la mejor, por razones de seguridad, de comodidad, de salud y de sentido común más que de normativas, pero hay que felicitarla. Gracias a las casi sesenta mil firmas recogidas las azafatas de Iberia ya podéis elegir entre tres clases de calzado: zapato de tacón de 6 centímetros, otro con tacón más bajo de 3 centímetros y unas zapatillas deportivas ergonómicas.

 

¡Enhorabuena!

 

María Jesús.

 

COSAS DE GARIPIL

¿Hola! ¿Leíste el séptimo capítulo de Bella Luna? Pues aquí estoy, con el siguiente. 

 

          VIII LAS MONEDAS MÁGICAS

 

     Tarri perdía el tiempo en la cocina frotando y refrotando unas ollas de aluminio que jamás se habían arrimado al fuego porque estaban sin estrenar en la alacena. Oyó un tintineo de cascabeles y salió sin quitarse el delantal y con el estropajo en la mano.

     —¡Corre, Bella Luna, que es tu padre!

     Bella Luna no se hizo esperar y corrió como el aire. Aprovechó la ocasión para estirar las piernas y no dio tiempo a que Tarri cayera en la cuenta de que correr era malo y quisiera trasladarla en sus propios brazos. De buena gana habría seguido corriendo por todas las calles del pueblo pero se detuvo al ver a su padre.

     —¡Vaya yeguas más bonitas, y qué carro tan nuevo!

     Ñoto detuvo el carro dando una orden cariñosa a las yeguas pero Bella Luna no le dio tiempo para apearse.

     —¿Se va a gusto debajo de ese gorro verde tan grande que le has puesto?

     —¡Sube, lucero, y te daré una vuelta por todo el pueblo! Vamos hasta la huerta del tío Navajas para entregarle su mula con cascabeles y todo. ¡Aúpa, aúpa!

     Tarri se abalanzó para dar alcance a la pequeña que gateaba por uno de los varales del carro con ayuda de su padre.

     —¡Vas a matarla! ¡Con el traqueteo del carro se le van a moler los huesos! ¡Es imposible que entre ese toldo haya aire para respirar!

     —¡Nada de eso! El aire aquí es tan sano como en la sierra y se respira tan divinamente como las flores en el campo. ¡Vamos, Bella Luna, y verás con qué fuerza tiran estas yeguas del carro!

     Padre e hija reían a carcajadas mientras la madre quedó con un palmo de nariz y temblando de miedo al verlos correr como caballos desbocados y la mar de divertidos.

     —Estas yeguas son tan jóvenes que a lo mejor ni tienen nombre. Yo no quiero que se hagan viejas como los burros y estén moras todavía. ¿Quieres, padre, que las bauticemos ahora que estamos solos?

     —¡Has tenido una idea genial! ¿Qué te parece si a una la llamamos Blanca y a otra Negra? Son los colores de dos perlas fantásticas.

     —Me encantan esos nombres, pero ¿qué son perlas?

     —Unas piedras preciosas con las que se hacen lindas joyas para adornarse  las mujeres el cuello, las orejas, los brazos y las manos; además, son tan escasas que pueden venderse con facilidad  y los plateros dan por ellas monedas que sirven para comprar juguetes y golosinas.

     —Entonces son monedas mágicas. ¡Qué suerte tener muchas para comprar esas cosas que no dan las mimbreras! ¿Por qué no nos escapamos ahora y vamos a comprar algunas?

     Tarri cocinó aquella noche unas patatas a la importancia para cenar y un flan con caramelo. Sacó del baúl el mantel de lino y del vasar cogió los vasos de cristal. Los tres se sentaron a la  mesa para celebrar el regreso de Ñoto y la recién adquirida fortuna.

     —Vienes tan flaco que pareces un espárrago. ¿No te dio bien de comer el amo? Se te ven todos los huesos a través de la piel.

     —Comí todos los días en el mismo plato que el amo. El ama me puso en la mochila muchas viandas para el camino pero me extravié por esos mundos de Dios y he tardado mil años en dar con el camino recto. Los víveres se acabaron antes que el trayecto. Llevo una semana sin comer otra cosa que moras como la mula de tío Navajas.

     —Traes pocos callos en las manos para haber tejido tantas mimbres.

     —Pues me quedaron las manos empedradas el día que terminé. Por el camino me los embadurnaba todos los días con malvas y con los aires sanos de la sierra y de las montañas enseguida empezaron a orearse. Entre el ungüento y el tiempo que ha pasado, ha habido lugar para que se me desprendieran solos de la piel.

     —Si ha quedado el amo tan conforme como dices, ¿volverá a llamarte cuando precise podar las mimbreras de nuevo y tejer las mimbres?

     —Ahora no hay que pensar en eso, que la avaricia rompe el saco. Mil reales dan mucho de sí si se saben emplear. Compraré más mimbreras para tener más mimbres que tejer y más cestos que vender. De un granito de trigo puede conseguirse una fanega y si no se abusa de la buena suerte, desde hoy, en esta casa, se puede decir adiós a la miseria.

     —Pero es mejor saber que te avisará, pues, por mucho trigo que haya en el desván, siempre es mal año.

     —Lo mejor es que no malgastemos este dinero y andemos con mil ojos, que Tres Mentiras no está a la vuelta de la esquina.

     —Lo primero que tengo que comprarme es un vestido de  seda para lucir el collar de azabache los domingos en misa mayor.

     Por fin Bella Luna pudo meter baza.

     —Yo quiero una muñeca pero que corra sola cuando vea venir un perro y cuando mi madre vaya a cogerla para meterla en el armario.

     —¡Eso está hecho! El primer jueves que vaya al mercado vendré cargado con  los regalos como si fuera un rey mago.

     En la casa de los Lláguez se vivía a cuerpo de rey pero Bella Luna se aburría cada día más. Era preciosa su nueva muñeca de cuerda pero tenía la carita triste porque su amita sólo la sacaba del armario para plantarla en el ventanal que vigilaba Tarri.

 

María Jesús Sánchez Oliva.

 

     Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.

     “Garipil” (1995).

     Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.

     “Letanías” (1999).

     Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.

     “El rosario de los cuentos” (2003).

     Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.

     “Cartas de la Radio” (2007).

     Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.

     “Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).

     Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.

      “Los días perdidos” (2018).

      Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Primer “Premio Tiflos” 2013.

 

     Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:

 

garipil94@oliva04.e.telefonica.net

 

     Estaré encantado de responderte.

 

     Gracias por tu visita y hasta el próximo número.

 

     Garipil.

 

 

sábado, 2 de abril de 2022

PORTADA

 

     Queridos lectores: Acaba de salir el número 98 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.

 

    Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus noticias con dos sencillas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y reales. Y segunda: que las envíes a mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Cuento contigo.

 

    CONTENIDO

 

    LA VITRINA: Gracias a Sabih Barroso hoy nos invita a leer La avenida de las ilusiones.    

    MESA CAMILLA: Persona non grata (última entrada de marzo en salamancartvaldia).

    CAJÓN DE SASTRE: (Sabes quién es la Cuaresmera?

    EL ÁLBUM DE LA Lengua: Procrastinar (verbo muy usado y poco nombrado).

    LA BUTACA: Ley recibida con aplausos (enviada por Trinidad desde Madrid).

    CARTA a… Estíbaliz Palma (Jefa de la comisaría de Pontevedra).  

    COSAS DE GARIPIL: Niños de trapo (trabajo premiado).

 

    Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón.

 

    Volveremos a encontrarnos en el próximo número.

 

    María Jesús Sánchez Oliva.

 

    Seguidores de Honor:

    Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.

    Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.

    María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013.

    Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015.

    Claudio Hernández Díaz (pintor). Nacionalidad: española. 30-VI-2020.

 

 

 

 

LA VITRINA

Queridos lectores: ¿Que  no sabéis qué libro leer este mes? Pues aunque solo sea para daros una idea, me presento:

 

Mi nombre: La avenida de las ilusiones.

 

Mi padre: Sabih Barroso.

 

Esto dice de mí para convenceros:

 

 Barcelona 1909. Las hermanas Francisca y María Romero llegan a la ciudad en plena Semana Trágica para servir en casa de los Puig, una adinerada familia de la burguesía catalana. En las calles los trabajadores luchan por unas condiciones más dignas, mientras la clase alta se aferra a sus privilegios. Francisca tiene un carácter indomable y la cabeza llena de pájaros, sueña con ser artista y una vida más libre y emocionante que la que la sociedad le ha destinado. Pronto conocerá a Joan, un joven anarquista que le robará el corazón y le descubrirá el brillo y la magia del Paralelo.

 

Si lo ha conseguido, feliz lectura, sino gracias por tomarte la molestia de saber que existo.

 

Firmado: La avenida de las ilusiones. 

 

MESA CAMILLA

Persona non grata

 

Todavía hacen daño las vergonzosas declaraciones de la exconsejera de Educación, huida en Escocia y europarlamentaria junto a Carles Puigdemont, Clara Ponsatí. Mientras que a todos nos sobrecogen las terribles escenas que nos llegan de Ucrania, ella defiende la misma violencia para conseguir la independencia de Cataluña. Para ella valen más los pueblos que la vida de los ciudadanos y reclama sacrificios personales en forma de vidas humanas para poder culminar el proceso hacia la secesión y critica a Puigdemont por no llegar hasta el final por miedo a que se produjera una escalada de violencia.

 

Días gemelos

 

Me gustaría pensar, señora Ponsatí, que el lunes 14 de marzo amaneció usted con un mal día, pero basta echar una ojeada a su carrera política para llegar a la conclusión de que sus días son todos gemelos. Para empezar, ni Rusia, ni Cataluña, ni el más importante lugar del mundo merece que los ciudadanos pierdan la vida por ellos. La vida es el más sagrado de los derechos y nadie tiene derecho a quitárselo a nadie, ni siquiera los gobernantes, porque aunque se inventen leyes que les autoricen a exigírselo y los salven del merecido castigo, son, sencillamente, crímenes. La obligación de los ciudadanos hasta con el más insignificante de los pueblos es la de trabajar honradamente, contribuir con sus impuestos para el bien común y respetar a sus conciudadanos como quieren ser respetados. Es decir: las mismas que tienen ustedes y practicarían si estuvieran capacitados para entender que por ser gobernantes no dejan de ser ciudadanos.

 

Un ojo y parte del otro

 

Me gustaría creer, señora Ponsatí, que usted, su familia y sus amistades estarían dispuestos a pasar por Cataluña el calvario por el que el tal Putin ha tenido a mal hacer pasar a los ciudadanos rusos y ucranianos en nombre de la libertad, de la independencia, de la democracia y de esos valores que lloran amargamente cuando los nombra, pero usted implora sacrificios ajenos, no cuenta con sacrificarse en primera persona. Nada extraño por otra parte. Los políticos, usted lo sabe de sobra, lo primero que hacen cuando consiguen vivir de la política es protegerse, y disponen de coches blindados, de guardaespaldas, de calles cortadas a su paso y otras medidas de seguridad que a los ciudadanos nos cuestan un ojo y parte del otro. Si no estuvieran tan incapacitados para gobernar, aunque solo fuera por gratitud, ninguno tendría la desvergüenza de exigirles también la vida.

 

Tirar la piedra y esconder la mano

 

Me gustaría pedirle, señora Ponsatí, que luche para que cuando los gobernantes no sean capaces de resolver los conflictos de otra forma que no sea organizando una guerra, tengan, al menos, la decencia de hacerlas entre ustedes y los ciudadanos que libremente decidan acompañarlos, en lugares donde no corra peligro ningún ciudadano, ni sus casas, ni sus negocios, ni las escuelas, ni los hospitales, ni los teatros… y los ciudadanos a verlos temblar a través del televisor sin ningún sobresalto, que es lo que se desprende de sus declaraciones que hace usted ante las terribles imágenes que nos llegan de Ucrania. Pero tranquila, no perderé tiempo en pedírselo, sus declaraciones nos lo han dejado claro: lo suyo, no tengo la suerte de saber decírselo en catalán, pero se lo diré en castellano, que es el idioma de todos los españoles y usted lo entiende muy bien aunque se avergüence de hablarlo, no es otra cosa que tirar la piedra y esconder la mano, y le importa un bledo que mueran niños, jóvenes, ancianos, que pasen hambre, frío, miedo, que queden heridos, sin poder estudiar, sin poder trabajar, y expuestos a Dios sabe qué peligros por el capricho de un señor que más que gobernar debería estar gobernado.

 

Conclusión

 

Por sus vergonzosas declaraciones, señora Ponsatí, y por lo que le dirían todas las víctimas de una guerra si pudieran hacerlo, no está en mi mano, pero si estuviera ya la habría nombrado persona non grata y estaría inhabilitada para cualquier cargo público, porque los políticos que carecen de inteligencia para resolver conflictos, están incapacitados para gobernar, y son, todos lo vemos menos usted, el mayor peligro para los pueblos.

 

CAJÓN DE SASTRE

¿Sabes quién es la Cuaresmera?

 

En España el calendario cuaresmal es conocido como La Cuaresmera, del que existen múltiples representaciones. Se personifica en la figura de una anciana, realizada en madera o cartón, que muestra los alimentos propios del tiempo de Cuaresma, verduras y pescado. Se colgaba en los comercios y en las casas para contabilizar el paso de las siete semanas del periodo cuaresmal.

 

La Cuaresma -período de cuarenta días, de ayuno y abstinencia de carne, que precede a la Pascua y que comienza el Miércoles de Ceniza- ya aparece documentada

en la literatura francesa del siglo XIII y en Castilla en el siglo XIV por el Arcipreste de Hita en El Libro del Buen Amor. En el siglo XVII la representación popular de la Cuaresma, se generaliza en Centro Europa, en forma de calendario cuaresmal, que representa las siete semanas de Cuaresma.

 

En España ese calendario es conocido como La Cuaresmera del que existen múltiples representaciones. Se personifica en la figura de una anciana, realizada

en madera o cartón, que muestra los alimentos propios del tiempo de Cuaresma, verduras y pescado. Tiene siete piernas que representan las siete semanas

cuaresmales, símbolo de los días de ayuno del Señor en el desierto. Existen multitud de representaciones de ella.

 

Cuaresmera

 

La Cuaresmera se solía colgar en una ventana de la casa, el Miércoles de Ceniza y cada domingo de Cuaresma se le arrancaba una pierna. El Domingo de Pascua

de Resurrección se serraba o quemaba con la última pierna que le quedaba y se celebraba ese día de júbilo con una suculenta comida en la que de nuevo hacía

su presencia la carne en forma de cordero, embutidos u hornazo, si hablamos en Salamanca.

 

La Cuaresmera se exhibía además en los escaparates de los comercios y ultramarinos para anunciar la venta de bacalao en salazón, protagonista en el tiempo

de vigilia cuaresmal, por ser el único que llegaba a Castilla -conservado en salazón- y que mostraba gran variedad en su preparación.

 

Existen múltiples referencias a La Cuaresmera en España, recogidas por varios autores, entre ellos Julio Caro Baroja que cita esta figura como popularísima

en España y cuya quema la solían acompañar los mozalbetes con cánticos y ritos petitorios. Y tan popular llegó a ser que hasta Pablo Picasso realizó un dibujo de ella, que tituló La Chumbera. Está fechado el 16 de febrero de 1963 y representa

a Reme, apodada cariñosamente La Chumbera que era la niñera de la familia Dominguín-Bosé, fue subastado en el año 2008 alcanzando la cifra de 198.607 euros.

 

El calendario de La Cuaresmera y la quema del mismo, lo señala en Salamanca, Enrique Esperabé en su libro Salamanca en la mano, en el año 1930.

 

“Como movidos por un resorte, sin que nadie les diga nada ni les recuerde la fecha, los muchachos de Salamanca, el mismo día que media la Cuaresma, se lanzan

a la calle y formando grupos, y provistos de garrotes y largos palos, entonan la popular canción:  A matar la vieja/ la tía pendeja”.

 

Fundamentalmente consistía en recorrer las casas de los vecinos entonando la coplilla y solicitando a cambio comida y golosinas para hacer una merienda. Generalmente, su solicitud era atendida, pero en caso contrario eran abucheados e incluso sus casas eran apedreadas y golpeadas. Solían acompañarse de un muñeco que representaba a la vieja que después era colgado, golpeado y quemado. Costumbre que ha persistido en algunas familias salmantinas hasta la década de los años 90 del pasado siglo, como recoge la etnógrafa salmantina RosaMª Lorenzo en el libro Semana Santa en Salamanca que publicó el Ayuntamiento de Salamanca en el año 2014, cuando señala:

 

“En mi memoria guardo el recuerdo entrañable del dibujo de la Cuaresmera que, hasta la década de los años 90 del siglo XX, realizaba María Manuela de Vargas

Sánchez, (hija del arquitecto D. Joaquín de Vargas Aguirre). Ella fue una de mis mejores informantes para estudiar las costumbres salmantinas de la dehesa

y de la ciudad y me honró con su cariño y amistad, que fue mucho, hasta su fallecimiento”.

    

 

EL ÁLBUM DE LA LENGUA

Procrastinar, verbo muy usado y poco nombrado

 

Significado: aplazar (dejar para mañana lo que puede hacerse hoy).

 

Ejemplos:

 

-Procrastinó tanto el regar las plantas que cuando lo fue a hacerlo se habían muerto.

 

-Procrastináis tanto la visita a los abuelos que cuando os vean ya ni saben que sois sus nietas.

 

-Me dijo que te llamaría pero la conozco y procrastinará tanto la llamada que será mejor que la llames tú.

 

Infinitivo: procrastinar.

Gerundio: procrastinando.

Participio: procrastinado.

 

LA BUTACA

Ley recibida con aplausos

 

El 1 de marzo de 2022 entró en vigor, con su publicación en el BOE, el texto de la nueva Ley 4/2022, de 25 de febrero, de protección de los consumidores y usuarios frente a situaciones de vulnerabilidad social y económica.

 

Dicha ley contiene una disposición que compromete al Gobierno a desarrollar, en el plazo de un año, un reglamento para el etiquetado braille, haciendo referencia directa a bienes y productos « de especial relevancia para la protección de la seguridad, integridad y calidad de vida» de las personas conocedoras y usuarias del sistema braille. Esta clasificación, concreta y amplia a la vez, no solo hace referencia, obviamente, a aquellos productos que pueden ser dañinos o tóxicos para el ser humano, incluyendo aquellos relacionados directamente con alergias e intolerancias, sino que podría referirse, prácticamente, a cualquier producto susceptible de ser etiquetado en braille, ya que toda información puesta a su  disposición en este sistema supone, sin duda, una mejora en la calidad de vida de las personas con ceguera o deficiencia visual grave.

 

Sin embargo, como es sabido, tan importante es añadir información en braille a un envase, como que esa información sea correcta y perfectamente legible por el usuario al que va dirigida. Por ello se contará con la buena labor, asesoramiento y certificación que la Comisión Braille Española viene realizando desde hace casi 40 años, tanto a empresas como a administraciones públicas, y de que esta labor sea reconocida legalmente a nivel nacional y para todo tipo de productos, incluidos los que surjan de la aplicación de la nueva ley, objetivo en el que se lleva tiempo trabajando.

 

Como prueba del compromiso adquirido, la Secretaría General de Consumo y Juego, dependiente del Ministerio de Consumo, ha puesto en marcha, el mismo día de publicación de la ley, un grupo de trabajo en el que representantes del Cermi y de la ONCE podrán asesorar y ayudar a la citada Secretaría en la redacción de la reglamentación del etiquetado en alfabeto braille requerida por la ley.

 

Desde Madrid informó para 30 días Trinidad.

 

CARTA A...

María  Estíbaliz Palma Varona.

Jefa de la comisaría de Pontevedra desde el otoño de 2019.

 Querida comisaria del Cuerpo Nacional de la Policía a pesar de todo: Leo la noticia publicada en elDiario.es y no salgo de mi asombro. Dice así:

  

11 de marzo de 2022. Restaurante Lagareta. Vigo.

 

Mandos y agentes de la Policía Nacional se reúnen para rendir homenaje a Iván, un agente de los antidisturbios obligado a jubilarse por las secuelas de

las graves heridas que sufrió en los disturbios contra la sentencia del procés en el otoño de 2019. Toma la palabra la máxima autoridad del Cuerpo en la

provincia, la comisaria Estíbaliz Palma, quien empieza destacando la figura de la pareja del agente herido y termina por reflexionar sobre las críticas

que recibió la policía por su actuación frente a los manifestantes. “Hubo 48 horas en que parecía que la Policía Nacional se había transformado y, de repente,

violaba, maltrataba y no sé qué y cuántas cosas hacía más, que ya les gustaría a algunas que las violara un UIP (antidisturbios)”, afirma Estíbaliz, entre

risas y bromas. Uno de los presentes les dice a los que grababan con su teléfono móvil: “¡Cortad eso!”.

 

 Pero cortaran o no cortaran el discurso trascendió y la Dirección General de la Policía ha decidido cesarla como comisaria provincial de Pontevedra. La destitución ha ido acompañada de la apertura de un expediente que derivará, como está tasado

en este procedimiento disciplinario, en una propuesta de sanción o, por contra, de archivo por parte del agente de Régimen Disciplinario que actúe como

instructor.

 

Estoy segura, señora comisaria, que usted no pronunció tan desafortunada frase con mala intención, que la soltó en broma y llevada por las emociones que brotan en estas cenas tras comer y beber bien, de hecho fue muy aplaudida por la mayoría de los presentes, pero, tanto usted como ellos, aunque solo sea por respeto a la tarea que desempeñan, deberían evitar estos gestos, más que por las consecuencias que les pueden acarrear, por el mal ejemplo que dan. De todos modos, querida comisaria, no le escribo estas líneas para reprocharle nada, las escribo para decirle que su discurso me confirma algo de lo que estoy segura: que el machismo no es solo cosa de hombres, también es cosa de mujeres, y si es verdad que queremos acabar con él hay que empezar a reconocerlo.

 

Suerte.

 

COSAS DE GARIPIL

¡Hola! Hoy me tocaba presentaros el octavo capítulo de Bella Luna, pero hace unos días recibí la siguiente noticia:

 

Primer lugar

 

REVISTA ESPERANZA.

 

Tlalnepantla, Estado de México a 24de marzo de 2022.

 

Por este conducto se hace constar que María Jesús Sánchez Oliva  obtuvo el primer lugar en el concurso de cuento corto convocado por la Revista Esperanza con su cuento titulado Niños de trapo.

 

 

Dr. Bulmaro Landa Quezada.

Editor.

 

Y copio el trabajo en su lugar.

 

NIÑOS DE TRAPO

 

Capítulo I

 

De amiga en madre, de amigas en hijas

 

Soy la más joven del pueblo, tengo setenta y cuatro años, mis amigas, que no vecinas, porque para nosotros vecinos fueron siempre los que vivíamos en frente o tabique por medio, y aunque en los pueblos no hay distancias, las cinco vivimos en calles distintas, descienden la escalera de los ochenta. Celia es la mayor de todas, va por el último peldaño de la década. Hombres ya no tenemos ninguno. El último en dejarnos fue mi marido: murió hace cinco años.

 

Cuando aquella tarde volvimos del cementerio mis hijos dijeron que me tenía que ir con ellos a Bilbao, que qué iba a hacer yo aquí sola, que ellos no podían estar yendo y viniendo cada dos por tres. Ni les dije que sí, ni les dije que no, mi cabeza no estaba para tomar decisiones. Conseguí dormirme de madrugada y cuando al mediodía aparecí en la  cocina me encontré con la maleta hecha. Ni me apetecía marcharme, ni me apetecía quedarme, no tenía ganas de nada. Mientras ellos revisaban la casa para que todo quedara en orden, salí a despedirme de mis amigas, tenía que decirles adiós. Tras cruzar la plaza, me topé con tres de ellas. Todas llevaban un capacho cuyo contenido iba tapado con un paño rematado de ganchillo.

 

—Buenos días, Violeta: —dijo Toña en nombre de todas— Vamos a buscar a Celia para irnos las cuatro a tu casa. Como ayer dijeron tus hijos que se iban antes de comer, acordamos hacer comida y  pasar el día contigo. Yo traigo una paella que no le falta ni el azafrán.

 

—Pues yo traigo una cazuela de huevos rellenos que se comen sin que ruja el estómago —añadió Concha.

 

—Yo hice un flan de postre, pero me dijo Celia que también lo había hecho ella, y decidí hacer unas empanadillas —concluyó Flora.

 

Iba a darle las gracias por aquel gesto de cariño. Flora sólo las hace cuando  vienen sus hijos, para que vuelvan pronto, y vuelven porque nuestras empanadillas son distintas a las demás. Nunca supe que las empanadillas podían hacerse de otra cosa que no fueran de flan hasta que no empecé a viajar, que fue cuando empezaron a casarse los sobrinos y teníamos que ir a las bodas. Cuando se casó uno de los hijos del hermano mayor de Antonio nos tocó ir a Madrid. Se casaron un espléndido día de julio, y en lo que los novios se fueron a inmortalizar en las fotos ese día que es el único de completa felicidad en todos los matrimonios, nos sirvieron un aperitivo en los jardines del hotel. Los camareros se paseaban entre los corrillos con bandejas de jamón y otros embutidos, de tortillas de todo, de todas las clases de quesos y otros manjares que, fuera por el hambre que en las bodas se despierta en ese tiempo de espera entre la llegada de los novios y el comienzo de la comida, fuera porque era verdad, todos calificábamos de exquisitos. Ya al final apareció una camarera con una bandeja de empanadillas y dijo  como quien anuncia el premio que toca en una rifa: Y ahora les traigo una cosa que seguro, seguro que no la han comido nunca: ¡Empanadillas de flan! ¡Vaya!, dije yo sin quitarles los ojos del repulgo hecho con un tenedor que les hacemos nosotras. La primera vez que fuera de Salamanca veo empanadillas de flan. A lo que ella respondió con mucho misterio: Es que la cocinera es de Ciudad Rodrigo. Pero un nudo en la garganta me estranguló las palabras de gratitud, y sólo pude decirle con un gesto de la mano que las esperaba en casa.

 

Cuando llegué a la puerta, ya me estaban esperando. Sin decir nada recogí mi equipaje y me despedí de mis hijos. Ni ellos me pidieron explicaciones, ni yo se las di, todos sabíamos que en aquel encuentro yo me había convertido en la madre de mis amigas y mis amigas se habían convertido en mis hijas y ni quería, ni podía ni debía dejarlas solas.

 

Capítulo II

 

Como una primavera sin flores

 

Los primeros días fueron duros. Mi casa se había quedado vacía, como se había quedado el pueblo. Echaba de menos todo lo que antes me molestaba: los partidos de fútbol en el televisor, las luces encendidas en pleno día, las cosas sin moverse de donde yo las dejaba… Pero pronto asumí que aquello no era un punto final, era un punto y aparte, y si algo de lo que aprendí en la escuela no olvidé nunca fue que después de un punto siempre hay que empezar con mayúscula.

 

Para empezar de forma correcta, me hice  cargo de las obligaciones que mi marido contrajo voluntariamente con sus cinco mujeres, como él decía. Yo soy ahora quien las acompaña al médico, quien les tiñe el pelo y les corta las uñas, quien les cambia las bombillas cuando se funden, quien les descuelga y les cuelga las cortinas cuando hay que lavarlas y quien les cambia la hora de los relojes en marzo y en octubre.

 

 Poco a poco nos fuimos adaptando a vivir sin hombres como nos adaptamos a quedarnos sin cura, sin médico, sin maestros y hasta sin tienda de ultramarinos. Lo que no fuimos capaces de superar nunca fue el quedarnos sin niños, niños que con el balón nos dejaran las ventanas sin cristales, niños que hubiera que traerlos de las orejas para que dejaran de jugar al escondite las noches de luna y se metieran en la cama, niños que nos interrumpieran la siesta jugando por las calles a guardias y ladrones… niños que llenaran las calles de gritos, de alegría, de vida. “Un pueblo sin niños es como una primavera sin flores”, decían ellas y pensaba yo. Pero los niños ya no vienen al pueblo ni de vacaciones, prefieren irse a la playa, hospedarse en un hotel y entretenerse con todo lo que llamen deporte aunque sea participar en una carrera con los ojos vendados.

 

Capítulo III

 

La idea del cambio

 

En cuanto tuve ánimo para hacerlo, y más para evitar que viera a mi marido trajinando mañana y tarde por la casa, por el corral, por el huerto, que porque me estorbaran, recogí todas sus herramientas en cajas y subí a llevarlas al desván. Me costó Dios y ayuda encontrar un hueco donde poder ubicarlas todas juntas. Mis hijos, como todos los que abandonaron el pueblo, venían siempre cargados de cosas para guardarlas, porque en los pisos de las ciudades sólo hay espacio para lo recién comprado, nunca para lo que hoy no sirve y mañana puede hacer falta. Yo no tenía ni idea de lo que allí había. Era su padre el que se encargaba de mantener el desván en orden. Me llamó la atención un baúl que fue de mi madre y que en nuestra casa ya no era útil. ¿Qué demonios habría allí? Ni corta ni perezosa lo abrí y sorpresa: estaba lleno de muñecos de trapo, unos niños, otros niñas, unos más grandes, otros más pequeños, algunos bebés. Sonreí. Eran los muñecos de mi infancia, los muñecos con los que tanto jugué de niña, aquellos muñecos que con tanto cariño me hizo mi madre año tras año hasta que dejé de creer en los Reyes Magos. Recordé aquella frase que se me antojaba terrible: “Un pueblo sin niños es como una primavera sin flores”. Y la idea que ante ellos surgió en mi cabeza cambió nuestras vidas: aquellos muñecos serían nuestros niños, los niños de todas, los niños del pueblo.

 

Capítulo IV

 

El olor a remordimiento

 

Dispuesta a conseguirlo lo antes posible me puse de rodillas y los saqué con sumo cuidado de aquel ataúd colectivo. Olían a remordimiento, que es a lo que huelen las palabras que dejamos de usar, los libros que no abrimos, los recuerdos que no enviamos, las rosas de papel y los besos que no damos. Uno a uno los conté: eran veinte. Me llevó varias semanas prepararlos a escondidas. Les cepillé su piel de fieltro, peiné sus cabellos de lana, hice baberos, braguitas y calcetines de ganchillo, les saqué brillo a sus zapatos, lavé varias veces sus vestidos, camisas y pantalones para que perdieran el olor a remordimiento y no solté la plancha hasta que no quedaron todas las prendas como recién salidas de la tienda.

 

 En cuanto los tuve listos, los saqué a la puerta. Las niñas quedaron sentadas, los niños, de pies, los bebés en sus cunitas, felices entre sábanas bordadas. Y telefoneé a mis amigas  para decirles que vinieran a casa, que teníamos visita, y no tardaron en llegar sin mandil y recién peinadas.

 

Para nosotras las horas no tenían sesenta minutos, tenían el doble, pero aquel día tuvimos que hacernos un bocadillo porque no tuvimos tiempo ni de hacernos la comida. Nos volaron las horas alabando sus trajes, cogiéndolos en brazos, cambiándolos de sitio y hasta hablándoles como cuando hablábamos a nuestros hijos, a nuestros nietos, a los niños del pueblo. Aquella noche dormí como hacía tiempo que no dormía: de un tirón.

 

Capítulo V

 

Mamá Viole

 

 No eran las nueve cuando me despertaron cuatro llamadas de teléfono, una tras otra, la primera fue de Concha y la última de Celia. Todas querían lo mismo: que no guardara los muñecos hasta que no volvieran a verlos, que eran preciosos, que llevaban toda la noche pensando en ellos, y que querían que les hiciera unas fotos para mandárselas a sus hijas.

 

 A todas les dije lo mismo: que se quedaran tranquilas, que podrían verlos cuando quisieran, porque ya no eran muñecos de trapo, eran mis niños. Y las cuatro lo tuvieron claro: si ellos eran mis hijos, yo era mamá Viole. Es lo más hermoso que me han llamado en la vida.

 

Capítulo VI

 

Los niños son de todos

 

Desde entonces lo primero que hago todas las mañanas es sacarlos a la calle. Los recojo al caer la tarde. Ya en casa los arreglo para que al día siguiente estén impecables. Y duermen en el sofá, pegaditos unos a otros.

 

Salvo los bebés que los dejo siempre a mi puerta con el chupete en la boca y el sonajero de campanillas de ganchillo a los pies, tengo por costumbre no ponerlos siempre en el mismo sitio.  Unos días los dejo a todos en la plaza rodeados de peluches, pelotas y trompetas como para que jueguen; otros los separo en pequeños grupos, y con un tambor y unas castañuelas como para molestar, los pongo en las puertas de nuestras casas; otros, con los cabases en la mano, acaban en fila india como para entrar en la escuela, y los días de misa, como sobran todos los bancos menos uno, los siento en varios de los que están libres para que hagan bulto en la iglesia. Donde no los llevo nunca es al ayuntamiento: los niños no tienen que hacer papeles.

 

Mis amigas se pasan el día yendo y viniendo para verlos, para acariciarlos, para reírles las gracias o darles un azote si hace falta. Viven tan pendientes de ellos como yo. Si de repente empieza a llover, corren a traérmelos a casa o se los llevan a la suya; si hace mucho calor y yo me descuido, corren a ponerlos a la sombra; si alguno se cae y se enteran ellas antes que yo, corren a levantarlo, y la ropa de sus nietos que traen sus hijas para guardar ya está en mi casa para que pueda cambiarlos todos los días, porque los niños de los pueblos no son de sus padres solamente, son de todos los vecinos, incluso de los que toman el chocolate de espaldas porque están enemistados.

 

Capítulo VII

 

Frases hechas

 

Como a cualquier madre, no me falta trabajo con ellos. Raro es el día que no tengo que coser un botón, cambiarle los cordones a algún par de zapatos o tener que buscar algún pendiente perdido. Como todos los niños, son unos adanes, y más tardo yo en asearlos que ellos en mancharse. Pero esto no impide que haga frío o calor todos los días salgamos a recorrer el pueblo de norte a sur y de este a oeste. Sea por lo que dice una, sea por lo que dice otra, siempre acabamos contando las casas del pueblo. Son ochenta y ocho sin contar las nuestras más las cuatro oficiales: la del cura, la de la maestra, la del maestro y la del médico. Todas muestran las heridas del olvido, del abandono, de la soledad. Los maestros se fueron cuando se cerraron las escuelas. El cura tampoco vive aquí. Tiene a su cargo las parroquias de siete pueblos gemelos al nuestro, y por falta de tiempo sólo viene los sábados a decirnos la misa del domingo y cuando hay un entierro. El médico tampoco necesita casa. Sólo viene si lo llamamos de urgencia, y para que no nos falten las medicinas, le da las recetas al boticario y él viene de vez en cuando a traérnoslas. El alcalde nunca tuvo casa oficial porque siempre fue alguien del pueblo. Ahora ni la tiene, ni la necesita, no vive aquí y sólo viene media hora a la semana cuando viene el secretario y no todas. Las ventanas de las casas particulares ya no se abren ni para ventilar. Los hijos vienen mientras viven los padres, pero una vez muertos, ya no aparecen ni el día de la fiesta, ¿A qué van a venir? Ya no hay ni un bar para tomar un café, y la ausencia de Internet, les impide utilizar el móvil. La única visita que nos vuelven a hacer todos es cuando los traen derechos al cementerio, porque de vivos ninguno quiere saber nada del pueblo, pero de muertos todos quieren descansar en él. Dicen que es la añoranza quien les pide volver a sus raíces, pero para mí que la misma razón que los echa del pueblo, es la razón que vuelve a traerlos: el dinero, porque se van para ganar lo que aquí no pueden ganar, y vuelven para ahorrarse lo que en la ciudad cuesta y aquí es de balde, porque la tierra, al igual que las personas, no vale por lo que es, vale por lo que le interesa al bolsillo. Las únicas casas que tienen macetas en las ventanas, una jaula abierta a la puerta para que los pájaros entren y salgan cuando quieran a comer, a beber y a incubar sus huevos y con calefacción en lugar de chimenea, son las nuestras. Nos sentimos muy a gusto entre sus cuatro paredes, porque aunque algunos se fueron a una residencia porque sus hijos les dijeron que allí estarían como en un hotel, todos sabemos que, tenga las estrellas que tenga, el mejor hotel para vivir y morir es nuestra propia casa. Y lo demás son frases hechas para justificar conductas y callar conciencias.

 

Capítulo VIII

 

Maldita palabra

 

Cuando vienen mis hijos y ven que gracias a mí en el pueblo hay más muñecos que vecinos, no me critican porque soy su madre, y airear los defectos de los nuestros, da más vergüenza que airear los defectos de los demás porque es como avergonzarnos de nosotros mismos, pero sé que piensan lo que piensan el alcalde, el cura, el boticario y hasta el señor del banco que viene el último día de mes con un cajero automático portátil para que cobremos la pensión: que ya chocheo, porque para llenar el pueblo de fantasmas que hacen temblar a los que vienen con un difunto, hay que chochear. ¡Maldita palabra! Me sacan de quicio las personas que la utilizan con tan poco acierto. Cuando los niños hacen una tontería propia de su edad, se les cae la baba diciendo que son más listos que el hambre, que ya nacen enseñados, y lo de ya no es cosa de nuestros días, es cosa de todos los tiempos, porque de mis hijos, cuando eran pequeños, decían lo mismo, pero si alguien a mi edad hace algo que ellos entienden fuera de contexto dicen que son vejeces, chocheces: cosas de viejos. ¿Pero quién demonios se ha inventado que listeza es sinónimo de juventud y bobez de vejez, cuando la inteligencia, si se tiene, claro está, es lo único que mejora con los años? No tolero que con mis años me traten como si fuera menor de edad, y como es mejor ponernos la cara colorada una vez que ciento amarilla, decidí pararles los pies.

 

Empecé por el cura. Tenía la manía de darnos estampas. Para que os entretengáis rezándoles a los santos, nos decía. Yo se las rechazaba siempre. Le decía que yo sólo rezaba cuidando de mis niños, también de mis amigas. Y me miraba como con pena, como con lástima. Tres cuartas de lo mismo pasaba con el alcalde. Cuando había elecciones venía a vernos a casa y nos traía una bolsa de caramelos sujeta con un lazo de los colores del partido. Yo se la despreciaba siempre, y sin pelos en la lengua le espetaba que los votos no se compraban, que se trabajaba para merecerlos, pero que ya que mis niños habían visto los caramelos, que los repartiera entre ellos, que los que no sabían endulzarles la vida a los niños, eran los que vivían para amargársela a los adultos. Y se sonreía, también con pena, no porque se sintiera aludido.

 

 Y como ellos eran incapaces de entender que aquellos muñecos eran el sol de nuestro invierno, y convencida de que el día menos pensado, porque ser adulto no equivale siempre a ser inteligente, vendría una familia con un difunto y, en lugar de darnos las gracias porque les preparábamos la iglesia para el funeral y nos ocuparíamos de hacer lo que no harían ellos ni el Día de los Santos: limpiarles la tumba de su difunto y llevarles un ramo de flores, le protestaría al cura para que fuera la última familia que tuviera que ser recibida por fantasmas, y el cura le protestaría al alcalde, y el alcalde, porque es propio de los mediocres complacer a los cantamañanas, pretendiera obligarme a meterlos en el desván,   decidí que se lo dijeran mis niños, los niños de mis amigas, nuestros niños.

 

Capítulo IX

El color de la normalidad

 

Una mañana, sin explicarles la razón a mis amigas para no preocuparlas, llamé al taxista que nos lleva a Ledesma cuando es preciso porque también nos dejaron sin coche de línea, y me fui a comprar veinte camisetas de esas que traen nuestros nietos cuando sus padres consiguen que vengan a felicitarnos las navidades, las azules para los niños y las rosas para las niñas. En una imprenta me las serigrafiaron con la siguiente leyenda: 

 

Pasad sin miedo, no somos fantasmas, somos niños que damos alegría sin tenerla, que gritamos sin voz, que amamos sin corazón… Los niños de mamá Viole, los niños de sus amigas, los niños de trapo que han resucitado el pueblo que los hombres de carne y hueso mataron y nadie lo defendió.

 

A partir de entonces, cuando viene cualquiera de los que no viven aquí, les planto las camisetas para recibirlo, y sea porque se sienten culpables del abandono del pueblo, sea porque les duele nuestra soledad, lo cierto es que gracias a los niños de trapo nuestros últimos años han recuperado el color de la normalidad, que es el más parecido al de la felicidad.

 

María Jesús Sánchez Oliva.

 

   

     Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.

     “Garipil” (1995).

     Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.

     “Letanías” (1999).

     Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.

     “El rosario de los cuentos” (2003).

     Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.

     “Cartas de la Radio” (2007).

     Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.

     “Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).

     Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.

      “Los días perdidos” (2018).

      Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Primer “Premio Tiflos” 2013.

 

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     Garipil.