martes, 28 de febrero de 2023

PORTADA

 

     Queridos lectores: Con un mes de retraso por problemas informáticos acaba de salir el número 107 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.

 

 

    Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus noticias con dos sencillas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y reales. Y segunda: que las envíes a mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Cuento contigo.

 

    CONTENIDO

 

    LA VITRINA: La ciudad de la alegría (el mejor libro de Dominique Lapierre). 

    MESA CAMILLA: Tiempo estancado (última columna de febrero publicada en r t v al día.

    CAJÓN DE SASTRE: Testimonio del peor día de la historia de Málaga.

    EL ÁLBUM DE LA Lengua: Preúvas, junto y con tilde,

    LA BUTACA: El caso Yassin.

    CARTA a… Todos los niños enfermos de cáncer por tres razones.

    COSAS DE GARIPIL: Capítulo XVI de Bella Luna.

 

    Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón.

 

    Volveremos a encontrarnos en el próximo número.

 

    María Jesús Sánchez Oliva.

 

    Seguidores de Honor:

    Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.

    Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.

    María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013.

    Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015.

    Claudio Hernández Díaz (pintor). Nacionalidad: española. 30-VI-2020.

 

 

 

LA VITRINA

Queridos lectores: Hoy, como todos los buenos libros, estoy triste: el pasado 2 de diciembre, a los 91 año, murió mi autor: Dominique Lapierre. Lo que más me duele es que ya no tendré más hermanos. Los que tengo están tan tristes como yo. Son ellos los que me han pedido que os invite a leerme este mes a modo de homenaje, y para despertar vuestro interés, os adelanto los datos más relevantes.

 

Mi autor, Dominique Lapierre, de nacionalidad francesa, me puso por título La ciudad de la alegría. Nací en 1985. Dijeron los críticos que era su obra más importante, pero yo no me lo creí hasta que no lo dijeron los lectores. Se desarrolla en Calcuta y cuenta la historia de los habitantes de un miserable barrio de chabolas. Allí, para escribirme, pasó 2 años investigando y documentando la vida de sus vecinos, conviviendo con afectados por la desigualdad social, el desempleo, la enfermedad y la miseria. Fui tan bien recibido que me compraron millones de personas en más de treinta idiomas. Cumpliendo con una promesa, destinó la mitad de las ganancias a los habitantes del barrio de chabolas. A continuación, dio conferencias y organizó colectas cuyo traspaso a la India él mismo supervisó, lo mismo que el cumplimiento de las obras. Además de obras destinadas a mejorar la salud de los habitantes, realizó obras de irrigación en los terrenos de las aldeas de campesinos de pocos recursos. En 1992, dirigida por Roland Joffé y basada en mí. se filmó la película que lleva mi nombre y fue un éxito.

 

Resumiendo para que os hagáis idea: Un sacerdote francés, un joven médico norteamericano, una enfermera de Assam y un campesino indio que se gana la   vida tirando de un rickshaw se encuentran un día bajo las cataratas del monzón y se instalan en el alucinante decorado de un   barrio de Calcuta para cuidar, ayudar, salvar. Su epopeya es un canto de amor, un himno a la vida, una lección de ternura y de   esperanza para todas las personas de nuestro tiempo.

 

No quiero engañaros, encontraréis cosas muy duras, pero los libros tenemos la obligación de contar lo que los hombres suelen ocultar, y es necesario conocerlas para evitar que sigan sucediendo.

 

Firmado: La ciudad de La alegría.

 

MESA CAMILLA

Tiempo estancado

 

El tiempo siembre avanza al mismo ritmo, sin prisa y sin pausa, pero hay días que se nos pasan volando y días que se nos hacen interminables, todo depende de las redes en las que nos veamos atrapados.

 

Para los ciudadanos ucranianos y para los ciudadanos rusos los últimos doce meses han sido un siglo, un siglo de miedo, de lágrimas, de insomnio, de angustia, de preocupación, de susto tras susto, de desesperanza, de desilusión, de frío, de hambre, de tener que elegir entre huir y quedarse… en el mejor de los casos, y en el peor han sido los doce meses un siglo de matar en contra de su voluntad, de morir por defender lo que deciden los demás, de huir para no ser obligados ni a matar ni a morir, de caer heridos, con frecuencia con secuelas para siempre, de familias separadas, de ausencias impuestas, de ser torturados, de destruir edificios públicos y privados, de niños secuestrados para sospechosos fines, de padres que se han quedado sin hijos, de hijos que se han quedado sin padres… y de todas las barbaridades que se cometen en una guerra.

 

Para el resto de los ciudadanos también ha sido un año interminable. A los problemas económicos que tanto han afectado a los países europeos en primer lugar hay que sumarle la incertidumbre, la tristeza, la impotencia… el miedo ante una guerra que incluso a los que no habíamos nacido nos trae a la memoria las terribles atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial. Y poco o nada podemos hacer para acabar con esta locura que Putin llama especial operación militar y que los países en contra mandan armas a Ucrania para defenderse de la invasión cuando la solución sería quitárselas a Rusia.

 

No sabemos si esta maldita guerra acabará con la victoria de uno de los dos bandos o en la mesa de negociación. Lo que sí sabemos es que ha pasado un año y el tiempo no puede desplegar las alas y salir volando sin dejar de  avanzar sin prisa y sin pausa, sigue estancado por culpa del fanatismo, la incompetencia, la maldad y la sinrazón en la sangre inocente de tantos niños muertos bajo las bombas, tantas mujeres violadas y tantos hombres que si sobreviven quedarán marcados para siempre.

 

27-II-2023

 

María Jesús Sánchez Oliva