sábado, 31 de mayo de 2014

La Vitrina

A petición de varios seguidores del blog recojo datos para recordar la historia de la Residencia de Estudiantes de Madrid (España).
 
        SU HISTORIA

    La Residencia de Estudiantes de Madrid es un centro fundado en 1910 por la Junta para Ampliación de Estudios, producto directo de las ideas renovadoras que había iniciado en España el krausista Francisco Giner de los Ríos con la fundación en 1876 de la Institución Libre de Enseñanza. Desde el primer momento quiso ser un complemento educativo a la universidad en el que se formaran los hijos de las clases dirigentes liberales, y de 1910 a 1939 fue uno de los principales núcleos de modernización científica y educativa de España.
    Fue declarada en el año 2007 Patrimonio europeo.
    Se estableció al principio en el número 14 de la calle Fortuny, en un edificio espartano en el que se contaba con lo imprescindible. Comenzó con quince alumnos pero pronto, gracias a unas muy buenas relaciones sociales que llegaban hasta el rey Alfonso XIII de España, consiguió gran importancia.
    En 1915 se traslada a la que será su sede definitiva en los Altos del Hipódromo (la "Colina los Chopos" según el nombre que le dio Juan Ramón Jiménez), una serie de edificios modernos de estilo neomudéjar provistos de los mejores adelantos de la época con unas instalaciones en las que la luz y el sol eran los protagonistas. Se había empezado a construir en 1913 con un proyecto del arquitecto Antonio Flórez Urdapilleta (1877-1941).
    Un hombre vinculado a la Institución Libre de Enseñanza y al krausismo, Alberto Jiménez Fraud, fue su director en esta primera época y bajo su dirección la Residencia se convirtió en un vivero de convivencia, creación e intercambio artístico y científico de la Europa de entreguerras.

        PRIMERA ÉPOCA

    En esta primera época coincidieron en la Residencia y se hicieron amigos tres importantes figuras de la cultura española del siglo XX: el cineasta Luis Buñuel, el poeta Federico García Lorca y el pintor Salvador Dalí. A este grupo de amigos hay que añadir los nombres del ingeniero José Bello, «Pepín Bello», el más longevo habitante de la institución y creador de muchas ideas que más tarde se atribuyeron a otros, del compositor Salvador Bacarisse y de José Moreno Villa. Otro asiduo a las reuniones que el grupo realizaba en la Residencia fue Rafael Alberti que dedicó algunas páginas de su autobiografía La arboleda perdida a narrar sus vivencias en la Residencia. El poeta Jorge Guillén fue residente en esta primera época y Juan Ramón Jiménez uno de sus más asiduos invitados. También el científico Severo Ochoa fue residente y otros muchos miembros de la intelectualidad de aquellos años: Miguel de Unamuno, Rafael Alberti, Alfonso Reyes Ochoa, Manuel de Falla, José Ortega y Gasset, Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio d'Ors, Manuel Altolaguirre y tantos otros.
    Los conciertos también abundaban en la Residencia y en uno de sus salones, hoy convertido en sala de conferencias, puede verse todavía el piano de cola en el que Federico García Lorca tocaba habitualmente. Era un asiduo de esas veladas musicales, que se desarrollaban en un día fijo de la semana, el poeta Gerardo Diego, que también sería crítico musical. La compañía teatral La Barraca ensayaba regularmente en el auditorio y dio allí varias representaciones.
    Había en la Residencia de Estudiantes una buena biblioteca, clases de idiomas gratuitas y varios laboratorios de ciencia experimental, en los cuales trabajaban hombres como Severo Ochoa, Juan Negrín, Blas Cabrera, Antonio Madinaveitia, Luis Calandre, Sacristán, el lingüista Tomás Navarro Tomás, el médico Francisco Jiménez García y otros.
    Las instalaciones, el menú, la «disciplina» sugerida y nunca impuesta, así como la libertad de la que gozaban los residentes causaban admiración en todo aquel que la visitaba. Figuras intelectuales de primer orden eran invitadas a menudo a comer, a impartir conferencias, a intervenir en las tertulias, o a organizar exposiciones.
    Por el salón de conferencias pasaron las más altas personalidades de la cultura española y extranjera. Alberto Jiménez logró que Henri Bergson hablara a los residentes. Posteriormente pasaron por la Residencia, Einstein, Howard Carter, Gilbert Keith Chesterton, Paul Valéry, Marie Curie,[2] Ígor Stravinski, Paul Claudel, Louis de Broglie, Herbert George Wells, Max Jacob, Le Corbusier, Keynes... Fueron residentes Alfonso Reyes Ochoa, Julián Besteiro, Santiago Ramón y Cajal, Manuel de Falla, Unamuno, Eugenio d'Ors, Federico de Onís, Valle-Inclán, Manuel Machado, León Felipe, Zulueta, Francisco García Lorca y tantos otros.

    GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

    Antes de la Guerra Civil Española de 1936, se proyectó y empezó a construir un nuevo edificio para la Residencia de Estudiantes en la Ciudad Universitaria de Madrid, según proyecto de Luis Lacasa Navarro, obra que se interrumpió, antes de su inauguración, por la guerra que tuvo en la zona uno de sus frentes más activos. Al término de la guerra y tras la condena a inhabilitación perpetua del arquitecto Luis Lacasa por el régimen, las obras fueron encomendadas al arquitecto Javier Barroso. Una vez terminadas, en 1943 se inauguró en sus locales una residencia para estudiantes universitarios con el nombre de Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, bajo la dirección de Pedro Laín Entralgo. Poco más tarde el Colegio Mayor se fraccionó en varios: Colegio Mayor Antonio de Nebrija y Colegio Mayor de Covarrubias además del Colegio Cisneros.
    Con la guerra civil las actividades de la Residencia de Estudiantes terminaron abruptamente, a la vez que se dio por concluida la Edad de Plata de las letras y ciencias españolas. Durante la contienda y como recurso para salvar el edificio y su magnífica biblioteca, fue ofrecido como sede de un hospital y sucesivamente un orfanato y un cuartel de carabineros, que en efecto se alojaron allí durante un tiempo.
    Con la instauración de la dictadura de Francisco Franco, buena parte de sus residentes y profesores (así como su director (Alberto Jiménez Fraud) se vieron forzados a exiliarse al extranjero o silenciados en un exilio interior. A partir de 1939, se clausuró la Junta de Ampliación de Estudios y la mayor parte de las instalaciones de la "Colina de los Chopos" pasaron a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Sobre el Auditórium de la Residencia se erigió la iglesia del Espíritu Santo, obra de Miguel Fisac, confiada al cuidado de sacerdotes del Opus Dei.
     En 1943 se trasladaron los 16.000 libros de la biblioteca de la antigua Residencia de Estudiantes al Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, en la Universidad de Madrid, actualmente Universidad Complutense. Se desconoció el paradero de los libros hasta 2010, cuando el director del colegio mayor, el profesor José Luis González Llavona, logró rescatar y catalogar 2.301 volúmenes.
        ÚLTIMAS DÉCADAS

   En las décadas finales del siglo XX se acometió su restauración integral con el proyecto de recuperar el viejo espíritu y las actividades para las que las instalaciones fueron diseñadas. La recuperación arquitectónica corrió a cargo de los arquitectos Estanislao Pérez Pita y Jerónimo Junquera. La segunda época se abrió el año 1986.
     La Residencia de Estudiantes es en la actualidad una fundación privada, creada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de cuyo Patronato, presidido por la Ministra de Ciencia e Innovación y el Ministro de Educación, forman parte el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, el Ministerio de Cultura, el CSIC, el Consejo Superior de Deportes, la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid, la Junta de Andalucía, el Gobierno de Aragón, Caja Madrid, el BBVA, Telefónica, GlaxoSmithKline, la Fundación Carolina, la Fundación Cajasol y los Amigos de la Residencia de Estudiantes.
    Actualmente se dedica a la recuperación de la memoria histórica de la llamada Edad de Plata de la cultura española [1868–1936] a través de la celebración de actos públicos y exposiciones, y del rescate documental de su Centro de Documentación. Éste dispone de importantes fondos bibliográficos y documentales, principalmente del primer tercio del siglo XX, entre los que destacan los archivos particulares de Federico García Lorca, Luis Cernuda, Jesús Bal y Gay, Fernando de los Ríos o León Sánchez Cuesta, y de instituciones como la Junta para la Ampliación de Estudios o el Museo Pedagógico Nacional.
    Ha de reconocerse asimismo la labor editorial de la Residencia, pues allí aparecieron las Meditaciones del Quijote, de Ortega y Gasset en 1914, los Ensayos, de Miguel de Unamuno y notables obras de Azorín, Cambó, González Hontoria, Antonio Machado, Emilia Pardo Bazán, entre otros. También se publicaron en la Residencia importantes obras de los autores contemporáneos, como las Poesías completas de Antonio Machado que fueron publicadas bajo la dirección de Juan Ramón Jiménez en 1917.
    En 1990 recuperó su sello editorial, con el que publica los resultados de su labor investigadora y algunos de sus cursos, lecturas de poemas (en edición de libro más CD) o ciclos de conferencias.
    Organiza numerosos actos públicos, en los que intervienen muchos de los actuales protagonistas de las artes y las ciencias como Mario Vargas Llosas, Pierre Bloulez, Ramón Margalef, entre muchos otros.
     Conferencias, mesas redondas, conciertos, lecturas de poemas, encuentros o exposiciones convierten a la Residencia en un espacio abierto al debate, la reflexión crítica y la creación en torno a las tendencias de nuestra época.
    Desde 1988el Ayuntamiento de Madrid y la Residencia de Estudiantes convocan becas de estancia en la Residencia; estas becas van destinadas tanto a estudiantes de tercer ciclo como a creadores y artistas. La presencia de los becarios incorpora a las jóvenes generaciones a la vida de la Residencia, en la que intervienen como vínculo de continuidad y hospitalidad con los residentes, que se alojan en estancias cortas. Entre los becarios que han pasado por este edificio se encuentran algunos jóvenes artistas de prestigio como son Mercedes Cebrián, Ariadna G García, Carlos Contreras Elvira, Miriam Reyes, David Mayor, Andrés Barba, etc.

    Y antes de cerrar la vitrina, te sugiero los libros que acabo de leer y releer respectivamente:
    La biblia de barro, de Julia Navarro. Un cura, cuatro amigos, unos traficantes de armas, unos traficantes de obras de arte, una arqueóloga, su marido, su abuelo y otros personajes forman un rompecabezas que con la guerra de Irak de fondo no se resolverá hasta el final. Y Abel Sánchez, de Miguel de Unamuno. Por tratarse de una novela antigua omito comentarlo. Doy por hecho que los buenos lectores ya la conocen, y los que por ser más jóvenes no la hayan leído, seguro que saben el tema que trata. Solo añadir que es de esos libros que vale la pena volver a leer.

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