sábado, 31 de mayo de 2014

Cajón de Sastre

A alguien se le ocurrió rescatar y enviarme este discurso, pronunciado por Cantinflas, supuestamente ante la Organización de Naciones Unidas, en una 
> película en la cual él hacía el papel de embajador. El discurso tiene cuarenta 
> años pero, sin quitarle una coma, podría repetirse en cualquier foro político 
> con absoluta y vigente pertinencia. Por esta razón, tras agradecer la colaboración, aquí lo dejo, para pensar.

    DISCURSO DE MARIO MORENO “CANTINFLAS”
  
> "Me ha tocado en suerte ser último orador, cosa que me da mucho gusto porque, 
> como quien dice, así me los agarro cansados.
> 
> Sin embargo, sé que a pesar de la insignificancia de mi país que no tiene 
> poderío militar, ni político, ni económico ni mucho menos atómico, todos ustedes 
> esperan con interés mis palabras ya que de mi voto depende el triunfo de los 
> Verdes o de los Colorados.
> 
> Señores Representantes:
> 
> Estamos pasando un momento crucial en que la humanidad se enfrenta ante la misma 
> humanidad.
> 
> Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre científica e 
> intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo.
> 
> La opinión mundial está tan profundamente dividida en dos bandos aparentemente 
> irreconciliables, que se ha dado el singular caso, de que  sólo un voto.
> 
> El voto de un país débil y pequeño pueda hacer que la balanza se cargue de un 
> lado o se cargue de otro lado. Estamos, como quien dice, ante una gran báscula: 
> con un platillo ocupado por los Verdes y con otro platillo ocupado por los 
> Colorados.
> 
>  Y ahora llego yo, que soy de peso pluma como quien dice, y según donde yo me 
> coloque, de ese lado seguirá la balanza.
> 
> ¡Háganme el favor!...
> 
> ¿No creen ustedes que es mucha responsabilidad para un solo ciudadano? Porque 
> además no considero justo que la mitad de la humanidad, sea la que fuere, quede 
> condenada a vivir bajo un régimen político y económico que no es de su agrado, 
> solamente porque un frívolo embajador haya votado, o lo hayan hecho votar, en un 
> sentido o en otro.
> 
> Por eso yo, el que les habla, su amigo... yo... no votaré por ninguno de los dos 
> bandos (voces de protesta).
> 
> Y yo no votaré por ninguno de los dos bandos debido a tres  razones:
> 
> Primera, porque, repito que no sería justo que el sólo voto de un 
> representante, que a lo mejor está enfermo del hígado, decidiera los destinos de 
> cien naciones;
> 
> Segunda, porque estoy convencido de que los procedimientos, repito, recalco, los 
> procedimientos de los Colorados (los países comunistas) son desastrosos  (voces 
> de protesta de parte de los Colorados);
> 
> ¡y Tercera!... porque estoy convencido de que los procedimientos de los Verdes 
> ( los Estados Unidos ) tampoco son de lo más bondadoso que digamos  (ahora 
> protestan los Verdes).
> 
> Y si no se callan de plano yo ya no sigo, y se van a quedar con la tentación de 
> saber lo que tenía que decirles.
> 
> Insisto que hablo de procedimientos y no de ideas ni de doctrinas.
> 
> Para mí todas las ideas son respetables  aunque sean "ideítas" o "ideotas" y 
> aunque no esté de acuerdo con ellas. Lo que piense ese señor, o ese otro señor, 
> o ese señor (señala), o ese de allá de bigotitos que no piensa nada porque ya se 
> nos durmió, eso no impide que todos nosotros seamos muy buenos amigos.
> 
>        Todos creemos que nuestra manera de ser, nuestra manera de vivir, 
> nuestra manera de pensar y hasta nuestro modito de andar son los mejores; y el 
> chaleco  tratamos de imponérselo a los demás y si no los aceptan decimos que son 
> unos tales por cuales y al ratito andamos a la greña.
> 
>         ¿Ustedes creen que eso está bien?
> 
>        Tan fácil que sería la existencia si tan sólo respetásemos el modo de 
> vivir de cada quien.
> 
>         Hace cien años ya lo dijo una de las figuras más humildes pero más 
> grandes de nuestro continente:
> 
>         "El respeto al derecho ajeno es la paz" (aplausos).
> 
>        Así me gusta... no que me aplaudan, pero sí que reconozcan la sinceridad 
> de mis palabras.
> 
>        Yo estoy de acuerdo con todo lo que dijo el Señor representante de 
> Salchichonia (alusión a Alemania) con humildad, con humildad de albañiles no 
> agremiados debemos de luchar por derribar la barda que nos separa, la barda de 
> la incomprensión, la barda de la mutua desconfianza, la barda del odio.
> 
>        El día que lo logremos podemos decir que nos volamos la barda (risas).
> 
>        Pero no la barda de las ideas, ¡eso no!, ¡nunca! El día que pensemos 
> igual y actuemos igual dejaremos de ser hombres para convertirnos en máquinas, 
> en autómatas.
> 
>        Este es el grave error de los Colorados, el querer imponer por la fuerza 
> sus ideas y su sistema político y económico, hablan de libertades  humanas, pero 
> yo les pregunto: ¿existen esas libertades en sus propios  países?
> 
> Dicen defender los Derechos del Proletariado pero sus propios obreros no tienen 
> ni siquiera el derecho elemental de la huelga. Hablan de la cultura  universal 
> al alcance de las masas pero encarcelan a sus escritores porque se atreven a 
> decir la verdad, hablan de la libre determinación de los pueblos y sin embargo 
> hace años que oprimen una serie de naciones sin permitirles que se den la forma 
> de gobierno que más les convenga.
> 
> ¿Cómo podemos votar por un sistema que habla de dignidad y acto seguido 
> atropella lo más sagrado de la dignidad humana que es la libertad de conciencia 
> eliminando o pretendiendo eliminar a Dios por decreto?
> 
> No, señores representantes, yo no puedo estar con los Colorados, o mejor dicho 
> con su manera de actuar; respeto su modo de pensar, allá ellos, pero no puedo 
> dar mi voto para que su sistema se implante por la fuerza en todos los países de 
> la tierra (voces de protesta)
> 
> ¡El que quiera ser Colorado que lo sea, pero que no pretenda teñir a los demás!- 
> (los Colorados se levantan para salir de la Asamblea).
> 
> ¡Un momento jóvenes!, ¡hombre! ¿Por qué tan sensitivos?
> 
> Pero si no aguantan nada, no, si no he terminado. Tomen asiento.
> 
> Ya sé que es costumbre de ustedes abandonar estas reuniones en cuanto oyen algo 
> que no es de su agrado; pero no he terminado, tomen asiento, no sean 
> precipitosos... todavía tengo que decir algo de los Verdes, ¿no les gustaría 
> escucharlo?
> 
> Siéntese
> 
> (Va y toma agua y hace gárgaras, pero se da cuenta que es Vodka).
> 
> Y ahora, mis queridos colegas Verdes,
> 
> ¿Ustedes qué dijeron?:
> 
> "Ya votó por nosotros", ¿no?,  pues no, jóvenes, y no votaré por ustedes  porque 
> ustedes también tienen mucha culpa de lo que  pasa en el mundo, ustedes también 
> son medio soberbios, como que si el mundo fueran ustedes y los demás tienen una 
> importancia muy relativa, y aunque hablan de paz, y de democracia y de cosas muy 
> bonitas, a veces también pretenden imponer su voluntad por la fuerza, por la 
> fuerza del dinero.
> 
> Yo estoy de acuerdo con ustedes en que debemos luchar por el bien colectivo e 
> individual, en combatir la miseria y resolver los tremendos problemas de la 
> vivienda, del vestido y del sustento.
> 
> Pero en lo que no estoy de acuerdo con ustedes es la forma que ustedes pretenden 
> resolver esos problemas, ustedes también han sucumbido ante el materialismo, se 
> han olvidado de los más bellos valores del espíritu pensando sólo en el negocio, 
> poco a poco  se han ido convirtiendo en los acreedores de la humanidad y por eso 
> la humanidad los ve con desconfianza.
> 
> El día de la inauguración de la Asamblea, el señor embajador de Lodaronia dijo 
> que el remedio para todos nuestros males estaba en tener automóviles, 
> refrigeradores, aparatos de televisión; ju ... y yo  me pregunto:
> 
> ¿Para qué queremos automóviles si todavía andamos descalzos? ¿Para qué 
> queremos refrigeradores si no tenemos alimentos que meter dentro de ellos?
> 
> ¿Para qué queremos tanques y armamentos si no tenemos suficientes escuelas para 
> nuestros hijos? (aplausos).
> 
> Debemos de pugnar para que el hombre piense en la paz, pero no solamente 
> impulsado por su instinto de conservación, sino fundamentalmente por el deber 
> que tiene de superarse y de hacer del mundo una morada de paz y tranquilidad 
> cada vez más digna de la especie humana y de sus altos destinos.
> 
> Pero esta aspiración no será posible si no hay abundancia para todos, bienestar 
> común, felicidad colectiva y justicia social.
> 
> Es verdad que está en manos de ustedes, de los países poderosos de la tierra,
> 
> ¡Verdes y Colorados!, el ayudarnos a nosotros los débiles, pero no con dádivas 
> ni con préstamos, ni con alianzas militares. Ayúdennos pagando un precio más 
> justo, más equitativo por nuestras materias primas, ayúdennos compartiendo con 
> nosotros sus notables adelantos en la ciencia, en la técnica... pero no para 
> fabricar bombas sino para acabar con el hambre y con la miseria (aplausos).
> 
> Ayúdennos respetando nuestras costumbres, nuestras creencias, nuestra dignidad 
> como seres humanos y nuestra personalidad como naciones por pequeños y débiles 
> que seamos; practiquen la tolerancia y la verdadera fraternidad que nosotros 
> sabremos corresponderles, pero dejen ya de tratarnos como simples peones de 
> ajedrez en el tablero de la política internacional.
> 
> Reconózcannos como lo que somos, no solamente como clientes o como ratones de 
> laboratorio, si no como seres humanos que sentimos,  que sufrimos, y lloramos.
> 
> Señores representantes, hay otra razón más por la que no puedo dar mi voto: hace 
> exactamente veinticuatro horas que presenté mi renuncia como embajador de mi 
> país, espero me sea aceptada.
> 
> Consecuentemente no les he hablado a ustedes como Excelencia sino como un simple 
> ciudadano, como un hombre libre, como un hombre cualquiera pero que, sin 
> embargo, cree interpretar el máximo anhelo de todos los hombres de la tierra: el 
> anhelo de vivir en paz, el anhelo de ser libres, el anhelo de legar a nuestros 
> hijos y a los hijos de nuestros hijos un mundo mejor en el que reine la buena 
> voluntad y la concordia.
> 
> Y qué fácil sería, señores, lograr ese mundo mejor en que todos los hombres 
> blancos, negros, amarillos y cobrizos, ricos y pobres pudiésemos vivir como 
> hermanos. Si no fuéramos tan ciegos, tan obcecados, tan orgullosos.
> 
> Si tan sólo rigiéramos nuestras vidas por las sublimes palabras, que hace dos 
> mil años, dijo aquel humilde carpintero de Galilea, sencillo, descalzo, sin frac 
> ni condecoraciones:
> 
> "Amaos... amaos los unos a los otros",
> 
> Pero desgraciadamente ustedes entendieron mal, confundieron los términos, ¿y 
> qué es lo que han hecho?, ¿qué es lo que hacen?:
> 
> "Armaos los unos contra los otros".... 

> > He dicho..."

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