sábado, 31 de mayo de 2014

Carta a...

Querida Mariam: Me gustaría no tener que escribirte estas líneas, hechos como el que hoy me obliga a hacerlo no deberían suceder ya, pero suceden y desgraciadamente no eres una excepción. Repaso tu historia y me quedo sin palabras para seguir escribiendo.
    Mariam Yehya Ibrahim es una madre sudanesa de 25 años, médico y cristiana que ha sido condenada a flagelación (150 latigazos) y pena de muerte si no se retracta de su fe cristiana. Ella está embarazada de 8 meses y tiene un hijo de dos años de edad. 
    Ibrahim es acusada de adulterio bajo el argumento de que su matrimonio con un hombre cristiano de Sudán del Sur se considera nulo de conformidad con la ley islámica, y con pena de flagelación. También está acusada de apostasía, o abandono de la religión, por lo cual el castigo es la muerte. 
    Mariam es la hija de una mujer cristiana y hombre musulmán. Fue educada como cristiana después de que su padre se fuera. Sin embargo , la legislación del Sudán establece que los niños nacidos de padres musulmanes se consideran musulmanes.
    Según la sentencia, Mariam será ejecutada, tras recibir los latigazos, en dos años, cuando haya dado a luz a su hijo y lo haya amamantado.
    ¡Qué barbaridad! ¿Cómo es posible que haya sobre la tierra gobernantes capaces de firmar sentencias como ésta? ¿Qué hay que hacer para que todos entiendan de una vez que no son dueños de las personas y que las leyes solo pueden procurar la defensa de la vida y el respeto a los derechos humanos? ¿En qué cabeza cabe que cualquiera de las religiones que conocemos pueda estar de acuerdo con estas prácticas? Sobran las respuestas. Todo se resume con tres palabras: horror, vergüenza y rechazo.
    Espero, querida Mariam, que tus abogados, los gobiernos de todos los países y las organizaciones internacionales que están obligadas a defender los derechos humanos, consigan parar esta barbarie y la sentencia sea anulada. También los ciudadanos de a pie hemos empezado a firmar esta petición a través de Internet y otros canales digitales. Somos conscientes de que cuando un gobierno, en nombre de la ley, maltrata y ejecuta a un ciudadano, sea cual sea su delito, nos está matando a todos, y esto es demasiado grave para cruzarnos de brazos. Por esto, termino estas difíciles líneas, con un ruego para los lectores: que busquen en las redes sociales y firmen esta petición. El silencio ante estos atropellos nos hace cómplices primero y después víctimas. ¡Ánimo pues! Estamos contigo y entre todos conseguiremos salvarte.

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