sábado, 1 de junio de 2013

La Butaca

La ONCE, aunque parezca lo contrario gracias a las importantes sumas de dinero que invierte en propaganda para disfrazar sus errores de aciertos, lleva años trabajando para acabar con los vendedores de su cupón, es decir, con los ciegos, con los que la hicieron, con los que salvo las excepciones que nunca faltan, tienen más que demostrado que son buenos trabajadores. Para conseguirlo no ha escatimado medios a cual más impropios de una Institución que tiene como finalidad luchar por la integración de un importante colectivo. Uno de los más visibles es el de hacerles la competencia a través de estancos, gasolineras, bares y demás establecimientos, que no por estar autorizada, deja de ser vergonzoso. Hace unos días, en un estanco de los más conocidos de la ciudad, entró uno de los inspectores, en nombre del director de turno iba a ofrecerle los cupones y demás productos para venderlos, a cambio, claro, de las establecidas comisiones, y asegurándole que era un negocio redondo. El estanquero se negó rotundamente y le dejó claro que ni pagándole el doble. Según sus palabras no estaba dispuesto a hacerle la competencia al vendedor que tiene su quiosco al lado y con el que por esta razón tiene amistad desde hace años. “El cupón de la ONCE -dijo-, es de los ciegos, no de los estanqueros”. Desde aquí quiero darle un aplauso. Es verdad que su actitud no cambiará las cosas, la fuerza la tiene la mayoría, aunque no siempre sea la que sabe lo que hace, pero no es menos cierto que si hubiera muchos estanqueros como él muchos desatinos se habrían evitado. Desde Cáceres informó para 30 días Florita.

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