sábado, 1 de agosto de 2015

La Vitrina

En estos días todos sufrimos el mismo mal: veranitis. Causas: las altas temperaturas debido a que el sol quiere recompensarnos en un par de meses de los fríos del invierno. Síntomas: agotamiento, periodos de sudor, sed, mucha sed y ganas de romper el despertador y sentarte en una terraza hasta las dos o las tres de la madrugada. Para este mal, según los facultativos, solo hay un tratamiento eficaz: dos o tres meses de vacaciones  a la orilla del mar. Pero como de momento no entra en la Seguridad Social, te sugiero dos remedios caseros que son mano santa; una siesta diaria de media hora y una hora de lectura. El primero te dejará el cuerpo como nuevo, y el segundo, el espíritu. Los resultados están más que demostrados, no son remedios modernos, tienen ya muchos años. Verás.
     La siesta data de la época de los romanos. Aunque algunos afirmen que nació en Italia, todo indica que fue un invento español.
     Su origen:
     Los romanos dividían el día en varias partes, destinando cada una de ellas a una función, y la “hora sexta”, que tenía lugar entre las doce del mediodía y las tres de la tarde, precisamente en las horas de más calor, la dedicaban a hacer una pausa en las labores cotidianas para comer y descansar y así reponer fuerzas para el resto del día. La costumbre se fue manteniendo con el paso de los siglos y tiempo después, hacia el siglo XI, tomó más arriesgo aún al convertirse en una de las reglas de la orden monástica de San Benito, en Italia, que después se fue extendiendo a otros monasterios y a la población en general. Esta norma imponía reposo y tranquilidad en la “hora sexta”. Ahí tuvo su origen la expresión “guardar la sexta” o “sextear”, que después derivó en “guardar la  siesta” o “sestear”.
      Conclusión:
      El nombre puede que nos viniera de Italia, pero la costumbre de dormirla es casi seguro que les llegó de España, de hecho es una actividad tan arraigada en nuestro país que la hacemos hasta en invierno. Con frío o con calor, ¿a quién no le gusta descabezar un sueño después de comer? Algunos hasta defienden la “siesta del burro”, que para los que no lo sepan, es la que se duerme antes de comer.
     Curiosidad:
     Uno de los grandes defensores de la siesta fue nuestro Premio Nobel Camilo José Cela. Para el escritor gallego era el “yoga nacional”. Afirmaba que sus siestas eran de pijama y orinal, o sea, de tres o cuatro horas, pero en mi opinión exageraba, el número y la calidad de los libros que nos dejó no los pudo escribir durmiendo. Y si has dormido la siesta y estás despejado, sigue la recuperación con cualquiera de sus libros. Aquí te dejo los títulos de mis preferidos.
     Viaje a la Alcarria. Me encantó.
     La familia de Pascual Duarte. Lo he leído dos veces.
    La colmena. Pienso volver a leerlo.
     La cruz de San Andrés. Premio Planeta.

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