domingo, 30 de marzo de 2014

La Vitrina

Historia de la Dama de Elche
    La Dama de Elche es un busto íbero tallado en piedra caliza que se data entre los siglos V y IV a. C. Mide 56 cm de altura y tiene en su espalda una cavidad casi esférica de 18 cm de diámetro y 16 de profundidad, que posiblemente servía para introducir reliquias, objetos sagrados o cenizas como ofrendas al difunto. Otras muchas figuras ibéricas de carácter religioso, halladas en otros lugares, tienen también en su espalda un hueco y, como la Dama de Elche, sus hombros se muestran ligeramente curvados hacia adelante.
    La pieza se encontró cerca de Elche, donde existe un montículo que los árabes llamaron Alcudia ('montículo') y que en la antigüedad estaba casi rodeado por un río. Se sabe que fue un asentamiento íbero denominado Helike (en griego) y que los romanos llamaron Colonia Iulia Illici Augusta. Cuando llegaron los árabes, situaron la ciudad más abajo, en la parte llana, conservando el topónimo romano de Illici, que fue arabizado por el sonido en «Elche».
    Se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional de España, en Madrid (España).
     La mujer representada viste una túnica, mantilla sostenida por una peineta (que puede parecer una tiara), que cae atravesada sobre el pecho. Esta mantilla era rojiza y en ella aún quedan restos de pintura gastados. Sobre la mantilla, un gran manto (albornoz) de tela gruesa y pesante la cubría. Era de color marrón con un ribete rojo. Los labios conservan también restos de su color rojo. Está hecha de caliza fina de color naranja, y la cara tiene el color original de la piedra.
    La dama lleva unas joyas características de los íberos: unas ruedas que cubren las orejas y que cuelgan de unas cadenitas sujetas a una tira de cuero que le ciñe la frente, collares y coronas con pequeñas cadenas y filigranas. Son reproducciones de joyas que tuvieron su origen en Jonia en el siglo VIII a. C. y que después pasaron a Etruria (Italia). En los últimos análisis se descubrió un pequeño fragmento de pan de oro en uno de los pliegues de la espalda. Esto induce a suponer que las joyas de la escultura estaban recubiertas de pan de oro.
      
    Datos del descubrimiento

    Se descubrió el día 4 de agosto de 1897. Los obreros de la finca estaban realizando el desmonte de la ladera sureste de la loma de La Alcudia, con fines agrícolas. Según la leyenda local, Manuel Campello Esclápez, Manolico, un chico de 14 años (este dato discrepa con su certificado de nacimiento) y que ayudaba en las tareas, fue el descubridor. Usando el pico de Antonio Maciá, y aprovechando un descanso de los jornaleros, empezó a excavar.
     Los obreros agrícolas del doctor Campello de Elche se hallaban tomando su almuerzo, mientras el zagal Manolico seguía en el terraplén del montículo de La Alcudia. En un golpe de azadón se dio cuenta de que topaba con algo duro que no era tierra (se puede ver aun la marca del azadón). Llamó a los hombres y entre todos empezaron a escarbar la arena. Así fue como apareció el busto de la Dama de Elche. Desde ese momento fue bautizada por Manolico como Reina mora.
    Esta versión, sin embargo, difiere del informe oficial redactado por Pedro Ibarra Ruiz el 14 de agosto del mismo año. Según este informe fue Antonio Maciá quien dio con su pico en la Dama.

    Sobre lo que vino después

     Campello, dueño de la finca, estaba casado con Asunción Ibarra, hija de Aureliano Ibarra Manzoni, un humanista del siglo XIX que además se dedicaba a la arqueología como afición y que había ido encontrando una gran cantidad de objetos y vestigios íberos en sus propias tierras de labor y en más sitios del término municipal de Elche. Con ello había ido formando una valiosísima colección que dejó en herencia a su hija Asunción, junto con el encargo de que a su muerte, esta hiciera los trámites necesarios para que la colección se ofreciera en venta a la Real Academia de la Historia para que finalmente fuese ubicada en el Museo Arqueológico Nacional. Se decía en el testamento que la colección debía venderse en su totalidad.
    Cuando murió don Aureliano, su hija se dispuso a cumplir con el testamento y comunicó el legado a los responsables en Madrid. Se reunió la Academia en sesión plenaria el 18 de marzo de 1891 bajo la presidencia de don Antonio Cánovas del Castillo. Se propuso estudiar el asunto y se nombró una comisión el día 17 de mayo. Los comisionados fueron don Juan de Dios de la Rada y don Juan de Vilanova, que pronto irían a Elche a hacer el oportuno trato. Estuvieron conformes con adquirir el lote que sería abonado en tres plazos. Pero ocurrió que uno de los plazos venció en fechas próximas al descubrimiento de la Dama y a partir de ese momento hubo un contencioso, pues su dueña doña Asunción no estaba de acuerdo con incluirla con las demás piezas y la Academia no estaba de acuerdo en seguir pagando.
    Por su parte, don Pedro Ibarra Ruiz (hermano del fallecido don Aureliano y archivero municipal de Elche), en su entusiasmo por el nuevo descubrimiento, había hecho una foto cuyas copias hizo llegar al académico don José Ramón Meliá, al director del Museo Arqueológico Nacional don Juan de Dios de la Rada y al ilustre arqueólogo alemán Emil Hübner. Todas las partes querían hacer la adquisición.
    En Elche todo el mundo conocía el hallazgo y era motivo de conversación. Los amigos de la familia iban a visitarla a la casa pero las demás personas no podían hacer lo mismo, por lo que en un acto de generosidad, la Dama (la Reina mora, como era conocida) fue expuesta en el balcón para que fuera contemplada por todos los vecinos de la localidad.
     Llegó el mes de agosto en que se celebraba durante los días 14 y 15 el Misterio de Elche. Don Pedro Ibarra había invitado a su casa para ver esta fiesta al arqueólogo francés Pierre Paris. Cuando el arqueólogo vio el busto íbero supo que se trataba de una verdadera joya e informó a los responsables del Museo del Louvre en París, quienes contestaron enseguida ofreciendo una importante suma de dinero: 4.000 francos de la época. Pese a la oposición de doña Asunción, el busto ibérico fue vendido y el 30 de agosto de 1897 la diosa íbera salía bien empaquetada rumbo a la capital francesa. 
      Durante 40 años la Dama de Elche fue expuesta en el Louvre. Tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939 y como medida de precaución, fue trasladada al castillo de Montauban, cerca de Toulouse, en el sur de Francia, lugar más seguro que la capital parisina.
    En 1941 se consiguió recuperarla mediante un intercambio de obras con el Gobierno de Vichy del mariscal Pétain, un acuerdo tremendamente desequilibrado (a favor de España), que incluyó también la Inmaculada Concepción de los Venerables o Inmaculada de Soult (por el mariscal francés que la robó) de Murillo, una de las esfinges gemelas de El Salobral que eran, al igual que la Dama, propiedad del Museo del Louvre y varias piezas del Tesoro de Guarrazar, que pertenecían al Museo de Cluny), además de los restos de las esculturas ibéricas de Osuna. A cambio se entregó a Francia un retrato de Mariana de Austria de Velázquez, del que el Prado poseía otra versión casi idéntica (se transfirió la versión considerada de inferior calidad, que para algunos es incluso simplemente una copia de taller), y una obra de El Greco del Museo del Greco de Toledo, en concreto uno de los retratos de Antonio de Covarrubias de los dos que contaba el museo. Por ello, en realidad es propiedad del Museo del Prado, en el que permaneció durante 30 años, desde que regresó a España hasta que en 1971 fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional, en el que se halla en condición de depósito.
     Entre tanto, en 1965 la Dama de Elche volvió a tierras ilicitanas con motivo del séptimo centenario del Misterio de Elche.
    La Ministra de Cultura de España, Carmen Calvo, hizo pública el día 19 de enero de 2006 la decisión de ceder temporalmente la Dama a su ciudad de origen. Desde este momento se inició un proceso que culminó el 18 de mayo de 2006, en que la Dama de Elche presidió la inauguración del Museo Arqueológico y de Historia de Elche (en el Palacio de Altamira) y la exposición «De Ilici a Elx, 2500 años de historia» que tuvo lugar en distintas sedes de la ciudad.

    Para leer este mes, os dejo dos libros.
     La biblia de barro, de Julia Navarro. Reseña: Una arqueóloga iraquí nieta de un poderoso hombre con un oscuro pasado, cuatro hombres con sed de venganza, traficantes de arte sin escrúpulos, un hombre en la sombra que mueve muchos hilos –el mentor-, dos asesinos a sueldo y un cura que escuchó una confesión que jamás debió oír… Estos son algunos de los protagonistas de un rompecabezas inquietante que no se resuelve hasta la última página.
     y la Línea negra, de Jean Christopher Grange. Reseña: Un asesino en serie encarcelado, morboso y abominable ejecutor, desafía a un periodista a reconstruir una cadena de asesinatos sin aclarar. Y es que nadie sabe que en alguna parte del sudeste asiático, entre el trópico de Cancer y la línea del Ecuador, existe otra línea. Una línea negra jalonada de cuerpos, sangre y terror.
     Que cada cual elija el que quiera, aunque por mi parte, leería los dos.

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