jueves, 31 de mayo de 2012

Mesa camilla

La mayoría de los españoles se sorprende ante esta crisis con la que nos acostamos cada noche y nos levantamos cada mañana; la minoría, de la que formo parte, se sorprende de que haya tardado tanto en llegar. No es que sean, o seamos, los listos de la casa, ¡ni mucho menos!, es que, como dirían en el resto de España, no hacía falta venir a Salamanca para saber que el camino que habíamos tomado era el más recto para llegar a ella.
Con la entrada en la Comunidad Europea España cambió como de la noche al día, gracias, claro, a las subvenciones, pero nuestros gobernantes, los de un lado y los de otro, más preocupados del sillón que del pueblo, ni se molestaron en explicarnos que las subvenciones se acabarían, que si nos ayudaban a instalarnos en el progreso, nosotros tendríamos que ayudar a que se instalaran otros países, que como todo tenía un precio y antes o después nos pasarían la factura, y en lugar de usar el dinero en construir una España moderna, con servicios de calidad, con trabajo estable, con ciudadanos bien formados, se dedicaron a malgastarlo para recoger votos que les permitieran ganar o no perder elecciones. Los que me rodean recordarán una frase que yo repetía con frecuencia y la mar de indignada: “¡Cuándo se acabará el dinero!” Y lo deseaba de verdad, con toda el alma. No era mala intención por mi parte, es que sentía vergüenza ajena, vergüenza de ver como se tiraba el dinero en obras en centros oficiales que no se acababan nunca, y si acababan, volvían a empezar para deshacer lo hecho y dejarlo como estaba, de ver abrir calles nada más cerrarse para meter unos cables, de ver un montón de obreros, con capataz al frente, semanas y semanas arreglando una cloaca que el día anterior no estaba rota, y se iban y estaba rota, y volvían a arreglarla, y se marchaban para volver porque la cloaca siempre estaba rota, de ver rebajar bordillos para nada más terminar las obras empezar a quitar las aceras y convertir las calles en peatonales, de crear centros oficiales que quintuplicaban los gastos a la vez que se externalizaban servicios y se reducía el número de funcionarios, en crear servicios que nunca funcionaban pero servían para nombrar jefes, jefazos y jefecillos, de ver como subvencionaban bancos, grandes empresas, instituciones con alto poder económico que siguiendo su ejemplo prejubilaban empleados con 50 y pocos años para seguir cobrando el sueldo sin trabajar hasta la edad de jubilación, con indemnizaciones millonarias la mayoría, captar clientes con engaños, trampas o timos por no llamarlos robos y organizar actividades hasta de lo más absurdo para que los aburridos mataran el tiempo antes de que el tiempo los matara a ellos, en inauguraciones de primeras piedras, en apertura de jornadas de cualquier cosa, en clausuras de todo lo habido y por haber, en cursos para justificar el dinero, no para formar, y en fiestas, sobre todo en fiestas, que es lo mejor para embobar a los ciudadanos, para entretenerlos, que para pensar estaban ellos, y los españoles, que ante la abundancia somos tan ingenuos como pícaros ante la escasez, nos creímos ricos, y como a los bancos les pedías para la comunión de la niña y de paso te daban ya para la boda, ¡a pedir ´préstamos y a vivir, que ya era hora de poder tirar la casa por la ventana!, y en la casa donde había un coche para toda la familia llegó uno para cada uno de los miembros, y nada de un coche de segunda mano, nuevo y de alta gama, y nada de reparar el piso, lo mejor venderlo y comprar uno nuevo, y todo se vendía, desde un terreno rústico hasta una casa en ruinas, pero con una condición: que fuera caro, que comprar barato estaba mal visto, y lo mismo daba para hipotecarse ser jubilado que no haber empezado a trabajar, lo importante para los jóvenes era comprar un piso para disfrutar del primer amor, y para los mayores, cambiarlo, que los constructores eran maravillosos, tan maravillosos que hasta podíamos pagarle parte del precio sin que figurara en la escritura, y si teníamos piso, un chalé, que era lo mejor para invitar a nuestros amigos los fines de semana, y si teníamos chalé, una casa en el pueblo, que por fin habíamos descubierto que el campo es muy saludable, y no nos bastaban unas vacaciones al año, necesitábamos aprovechar los puentes para salir, y nada de que nuestros hijos aprendieran un oficio, tenían que hacer carrera, y nada de empezar a trabajar de ordenanza, tenían que empezar siendo jefes, que para que te explotaran, mejor el paro, hasta que un día sonó la campana de la realidad y nos dijo que todo había sido un sueño, que no éramos tan ricos como creíamos, que estábamos entrampados hasta los ojos, y el que no lo creyera, que mirara a su alrededor para ver lo siguiente: pisos embargados por el banco que los hipotecó, segundas o terceras viviendas que se venden para evitar gastos, campos que hartos de sembrar girasoles para cobrar subvención se niegan a producir alimentos, y en lugar de exportar, tenemos que importarlos, y los hijos no saben qué hacer con sus carreras, y los padres no encuentran un triste fontanero que les arregle un grifo, y los abuelos descubren que los quieren por su pensión, pero la culpa no es de los gobiernos anteriores, ni de los técnicos, asesores y expertos, la culpa era solo de Zapatero, por no descubrir el pastel a tiempo, como si el pastel no llevara tiempo oliendo a montuno, pero como buenos españoles, seguimos gastando, la cosa tenía remedio, bastaba con esperar a que llegara don Quijote y a punta de lanza empezara a deshacer entuertos y poner orden, y los constructores devolverían el dinero que no declararon, y los políticos lo que mangaron, y los banqueros lo que prestaron sin garantía, ¡vaya si lo devolverían, como tres y dos son cinco!, pero llegó don Quijote, en esta ocasión desde Galicia, cambió la lanza por el papel y la pluma y sin encomendarse a ningún santo firmó recortes de desempleo, de sanidad, de educación, de salarios, que recaudar la calderilla tiene dos ventajas: seguir contentando a los ricos, y acostumbrar a los pobres a serlo, y ahora, los españoles, además de sorprendidos, están indignados, mientras esa minoría de la que formo parte se pregunta qué hay detrás de esta crisis con la que nos levantamos cada mañana y nos acostamos cada noche, pues, tan imposible es que todos acertaran, como que todos se hayan equivocado.

7 comentarios:

  1. Queria Maria Jesús: Acabo de leerme enterito el 4 de tu periódico.
    ¡Que suerte tienes de hilvanarlo todo tan bien¡ Muy interesante y
    remueve-conciencias, si es que alguien tiene todavía la conciencia sin
    intoxicar, pues parece que andamos como sonámbulos ante la dichosa
    cosa llamada crisis. Alguien tiene que despertarnos de la modorra y tú
    lo haces muy bien, sin faltar a nadie y diciendo lo que es menester
    decir en estos momentos. Ando también indignado por otra cosa, pues
    tengo la ducha estropeada, avisado el técnico para repararla hace
    siete dias y hasta ahora. Así que como hace bueno me voy a remojar al
    rio y a la vez asearme ¡Qué remedio¡ y sigo indignado con el que me la
    tiene que arreglar, y el tío sin venir. Conque lo dicho ¡ánimo con tu
    hermoso periódico y adelante¡ hasta que dentro de poco nos veamos,
    (espero ya con la ducha arreglada), nos tomemos un cafelito y
    larguemos de todo un poco, que también ayuda a sentinos mejor dentro
    del rotundo caos que impera en esta sociedad que nos ha tocado vivir.
    Mientras tanto, querida directora- redactora recibe un beso restallón
    de tu amigo Claudio.

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  2. Mucho me temo que tomaremos ese café y no te habrás duchado. Estas son las paradojas de este país: cinco millones de parados y no hay quien te arregle una ducha. ¡Qué cosas, qué cosas!

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  3. Hola Mª Jesus, he disfrutado tanto con este articulo que aun sigo pensando en todo lo que has dicho, la verdad es que siempre he considerado a España un Pais de pandereta, y no es porque no este orgulloso de mi tierra, de lo que no estoy orgulloso es de quien tiene las llaves de ella. Es que como en mi blog puse, de lo que realmente estoy harto es de que esto parece el patio de colegio, y con el agravante de que la puerta sigue abierta para que salgan, tanto los millones como los miles de cerebros con buenas ideas, que otros países con los brazos abiertos, cual madres primerizas, los recogen en sus regazos mientras sus ojos se imprime el símbolo del euro.
    Ahora mismo lo más vergonzoso es que no se sabe donde estamos, ni que pasara, ni siquiera a corto plazo, pero aun así seguimos pensando que el ladrillo es la mejor inversión, creo que la gente tiene los ojos vendados aun y seguimos teniendo esperanzas que un Quijote, como dices, venga a salvarnos y lo único que realmente recibimos son las coces de Rocinante. Saludo

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  4. Hola, Daniel: Agradezco tu comentario. No porque compartas mi punto de vista, si no porque reacciones como la tuya me confirman que todavía quedan personas en este país que piensan, que no se dejan engatusar con un repique de castañuelas y me multiplican las ganas de seguir luchando con las únicas armas que pueden salvarnos de tantos males: el trabajo, la educación y la palabra. Y si no es mucho pedir, espero la dirección de tu blog: me gustaría devolverte las visitas. Un abrazo.

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  5. Hola María Jesús, sería un placer que te pasaras por mi blog, http://bofetadasdelavida.blogspot.com.es/
    La verdad es un sitio para descargar un poco de rabia, pero espero que te guste.Un abrazo

    Perdona por la tardanza.

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  6. Hola, Daniel: Sobra decir que seguiré tu blog encantada: acabo de añadirme como seguidora. He querido ponerte un comentario, pero no puedo hacerlo, en Configuración, Comentarios, tienes verificada la casilla “Verificación de la palabra” y yo no puedo verla para escribirla. Los revisores de pantalla que utilizamos los que no podemos contar con los ojos no reconocen estos datos porque vienen entre símbolos o gráficos. Es cierto que puedo acceder a una grabación, pero los responsables deben ponerla para quedar bien y gastar poco, ni con paciencia y buen oído se entiende. Como nunca me doy por vencida busqué tu correo en los datos personales pero no lo tienes incluido. Así pues solo me queda una opción: ponerte el comentario en mi blog para pedirte que desverifiques la engorrosa casilla. Me atrevo a pedírtelo porque el cambio no afecta, ni al blog ni a los demás visitantes, al contrario, no tendrán que molestarse en poner la palabra misteriosa, y, tanto a mí como a otras personas, nos resuelven un gran problema. De todos modos eres tú el que tiene que decidirlo y si decides dejarlo así ya buscaré la forma de enviarte mis comentarios, que haberla, aunque sea más compleja, haila.
    Abrazos.

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  7. Hola María Jesús, perdona por esa maldita casilla, no sabía que la tenía activada, pero el problema esta resuelto, de todos modos si quieres mi mail, es moreno.martin.d@gmail.com. Gracias por hacerte seguidora, no soy muy constante con el blog pero siempre que publique algo avisare para que te opines, tan poco tengo una calidad gramatical que haga poner los pelos de punta, pero bueno eso siempre se puede solucionar con más lectura.
    Lo dicho gracias por seguirme y yo estaré atento a tus actualizaciones. Saludos

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