jueves, 31 de agosto de 2023

MESA CAMILLA

El beso del machismo

 

El beso del tal Rubiales, el pico, que dice él, a Jennifer Hermoso, durante la entrega de medallas tras alzarse con el título de campeonas del Mundial-2023 en Inglaterra, no fue un beso de alegría, de felicitación, de amistad, fue el beso de la vergüenza, de la indignación, de la hipocresía, resumiendo: del machismo, de ese machismo que sigue imperando en nuestras instituciones, en nuestras empresas, en nuestros organismos y en la sociedad aunque cerremos los ojos para no verlo y con frecuencia hasta lo

censuremos.

 

El beso del tal Rubiales, a una de las campeonas, el pico, que dice él, no fue el beso de un principiante, de un ingenuo, de un mindungui, fue el beso de un machista con experiencia que además era presidente de la Federación Española de Fútbol, es decir: con poder y con dinero para comprar y vender voluntades sin miedo a las consecuencias por estar protegido.

 

El beso del tal Rubiales, el pico que dice él, a una de las campeonas, hubiera quedado impune si no se hubiera producido en presencia de la reina, de la infanta, del resto de autoridades y ante los ojos del mundo entero, pero en esta ocasión las cuentas le salieron mal y han sido tantas las voces pidiendo su dimisión que hasta sus defensores, es decir: los que compra su silencio con un cargo a dedo, los que protegen sus canalladas  por una subida de sueldo, los que aplauden sus abusos para conseguir sus favores, han tenido que darle la espalda.

 

El beso del tal Rubiales, el pico, que dice él, ha provocado tal escándalo que ante su reiterada afirmación de no dimitir  el Gobierno no ha tenido más remedio que comprometerse a tomar cartas en el asunto para inhabilitarlo del cargo, y el tal Rubiales, creyéndose víctima de todas las injusticias del mundo como buen machista, jura y perjura que será él quien denuncie al Gobierno, a todos los partidos políticos y a todas las asociaciones que piden su “cabeza”, con lo que deja claro que su beso, su pico, que dice él, no era un beso como el que daría a sus hijas, era un beso propio de machistas e impropio de los que tienen hijas. Y esperemos que el escándalo sirva al menos para que hombres y mujeres sigamos reaccionando con el mismo desprecio en el bar donde tomamos café, en el autobús, en la oficina… en cualquier cola para acabar aislándolos de una vez por todas.

 

28-VIII-2023

 

María Jesús

 

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