jueves, 31 de marzo de 2016

LA VITRINA

AGENDA CULTURAL

         Juana la loca que no estaba loca 

    Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.
 
    –Odysseas Elýtis
 
    Bajo el auspicio de una estrella cruel quiso el terrible escrutinio de la caprichosa realidad que una mujer capaz y competente fuera entregada a unos conspiradores que hicieron todo lo posible para robarle cualquier atisbo de razón y, de paso, un reino.
   La verdad es que, según iban ocupando espacio, los reinos españoles se consolidaban y convertían de paso en serias amenazas para sus rivales foráneos. La compleja gestión en tan vastos territorios comenzó a cuestionar la posible competencia de una mujer para dirigir aquella creación que estaba empezandO a tener vida propia y que transformaba la idea de reconquista en un nuevo significado, la colonización. Esta vieja inercia se convirtió con el tiempo en una imparable ola hacia el oeste y aquel reto que requería un concepto de dirección y autoridad, en aquel tiempo se lo arrogaban los hombres en exclusiva.
    La pobre mujer siempre creyó estar asistida por la razón y obraba como si tal cosaAunque a lo largo de la historia reinas de la talla de Zenobia, Dido, Hapshepsut, Cleopatra y otras muchas habían llevado las riendas de sus reinos con solvencia, ese no era suficiente argumento para permitir a la inteligente y culta Juana hacerse cargo de tanto poder. Según los intrigantes, gobernar era “cosa de hombres. 
    Juana I de Castilla fue arrojada a las fauces de la locura por una jauría de mendaces que no alcanzaban a verse la punta de los zapatos, ya portaran estos gola o fueran purpurados. La pobre mujer siempre creyó estar asistida por la razón y obraba como si tal cosa, pero la idea que se difundió sobre ella ante el pueblo es que no estaba en sus cabales. Una suerte de intoxicación “mediática” la sumió finalmente en una melancolía irreversible, pues una leyenda
de infamia deliberadamente provocada la condujo a un ensimismamiento y a una tristeza que sellaron su impotencia y fueron acallando de a poco su precaria lucidez.
    Acoso y derribo a una reina legítima
    La efervescencia de sus años mozos y su peculiar carácter fueron castigados duramente por el cardenal Cisneros, que no tuvo ninguna deferencia con ella como reina LEGÍTIMA; por Adriano de Uthecht muy compinchado (luego sería Papa) con Carlos I (el usurpador), el hijo de Juana que le arrebató el poder legítimo sin miramientos; y por su propio padre, Fernando el Católico, que la veía insolvente y la había incapacitado de facto para gobernar, no sin antes dar instrucciones claras al sádico marqués de Denia de que la torturara en la forma “mas apropiada” en la casona–cárcel de Tordesillas. Denia no vacilaría en aplicarse a
fondo con la carta blanca concedida por el rey aragonés y casi la deja ciega de tanta oscuridad y esquelética (la castigaba sin alimentos por no acudir a los oficios religiosos) de tal manera que acabó convirtiendo a su reina legítima en una suerte de famélica presencia. Fue una oportunidad perdida que los comuneros no lo metieran en una mazmorra durante un par de meses a pan y agua a este adjetivable sujeto.
    En vano Juana 'la Cuerda' se podía enfrentar en solitario a aquella turbamulta. Juana nunca fue declarada incapaz por las Cortes de Castilla, obviamente porque no lo estaba, ni se le retiró el título de reina. Aunque en la práctica no tenía poder real, los documentos de estado venían siempre precedidos por su firma. Al menos sus enemigos guardaban las formas.
    Por ello mismo, una urdimbre de mentes proclives a la conspiración y a los golpes bajos entendieron que sus ambiciones quedarían colmadas si hacían lo que tan bien les había ido siempre: conspirar, ocultarse tras elaboradas celosías, pagar a sirvientas para que aguzaran el oído más allá de lo razonable, jugar a ser camaleónicos amigos que más tarde se tornaban en enconados enemigos… En vano Juana “la Cuerda” se podía enfrentar en solitario a aquella turbamulta.
    Sólo los cabreados comuneros la apoyarían en su efímera y testimonial lucha contra los depredadores flamencos.
    La primera reina de España
    Esta reina castellana, que además lo era de Aragón y Navarra, durante cuarenta años reinó nominalmente, por lo que el veinticinco de enero de 1516 pasó a ser, teóricamente, la primera reina de la temprana España, al fundir todas las coronas en una.
    Su matrimonio con Felipe el Hermoso, un feliz infeliz que se lo pasaba de miedo persiguiendo faldas, fue una relación de amor tormentoso que ella mitificaría
después de la muerte del mismo y que le haría idealizar algo de imposible resurrección. En aquella lotería de matrimonios pactados para potenciar alianzas entre pares, le llegaría a Juana hasta una petición de mano de Jacobo, rey de Escocia, pero quiso el destino que una opción mas continental fuera sellada por su poderoso progenitor. Finalmente cayó en manos de Felipe el Hermoso, que era un crápula redomado. Éste, en llegando a la desinhibida corte borgoñona
y tras tres meses de pasión desenfrenada, la haría a un lado sin mas retórica que la de un adiós a la francesa.
    Su preceptora, Beatriz Galindo, le dio luces de sobra para ser una autosuficiente libre pensadora, pero aquella sobrada criatura acabaría lamentando su independencia de pensamiento y su carácter franco y de frente.
    Esta polémica y compleja mujer, de esmerada educación y culta entre las cultas –hablaba cuatro idiomas centroeuropeos–, fue encerrada en Tordesillas, primero por su padre, Fernando el Católico y mas tarde por su hijo, Carlos I. Salvo un breve paréntesis para estirar las piernas durante el alzamiento comunero allá por 1520, la maldecida por algún extraño conjuro, Juana I de Castilla, volvió a habitar muy a su pesar el infausto y lóbrego castillo en donde perecería
a la postre.
    Su estado mental procedía del maltrato al que estaba sometida por el infame marqués de DeniaSi a su proverbial falta de compromiso al ritual y a los oficios religiosos, lo cual le dotaba a ojos de la corte de cierto grado de chaladura, le añadimos que a su marido le gustaba el caro perfume y la exploración horizontal de las cortesanas flamencas, estaríamos hablando de que a Juana se le ponían las cosas un poco cuesta arriba al no tener amparo ni refugio en
donde alojar sus cuitas y dolor.
    Como su audacia verbal era ilimitada y no le dolían prendas en poner a parir lo religioso, algunos clérigos propagaron el rumor de que estaba endemoniada por lo que su nieto Felipe II pidió al jesuita Francisco de Borja que visitara a la desdichada para comprobar in situ la veracidad de estas conjeturas.
    El representante de la orden negra adujo que no había encontrado vestigio de locura, ni nada que se le pareciera, haciendo hincapié en que su estado mental procedía del maltrato al que estaba sometida por el infame marqués de Denia.
    Una conjura de silencio envolvió la triste vida de Juana I de Castilla y reina de las Españas, siendo tal la manipulación de su elaborada inexistencia que tanto su padre, como su hijo y su nieto Felipe II trataron con éxito de borrar vestigios documentales y rastros de correspondencia de su encierro en Tordesillas.
    Nada en la historia de España tiene desperdicio. Errores y aciertos han parido una gran nación, pero los conspiradores siguen aquí, están muy presentes y siguen siendo los mismos intereses.

          LIBROS RECOMENDADOS 

    Título: Los privilegios del ángel.
    Autora: Dolores Redondo Meira.
    Reseña: Ambientada en la zona pesquera de Pasajes en los setenta, y en el San Sebastián actual, explora el sortilegio que forja los irrompibles lazos de la amistad en la infancia. Celeste Martos sufre con cinco años la pérdida de su amiga de juegos, rompiendo así el equilibrio que vivieron hasta entonces. Comenzará en ese momento a vivir un duelo que prolongará por veintitrés años llevando la negación de su muerte hasta límites aberrantes. Con el férreo y disciplinado control de los suicidas vocacionales, vivirá la soledad de una personalidad etérea en un mundo carnal y despiadado con los ángeles, mientras una paradójica lucha se desencadena en su interior en un intento desesperado por hallar respuestas. Nota: 8.
    Título: La mansión de las rosas.
    Autor: Thomas Burnett Swann.
    Reseña: Situada en la Inglaterra inmediatamente posterior a Ricardo Corazón de León, cuando en los bosques todavía resuena el nombre de Robin Hood, La mansion de las rosas cuenta el sanguinario enfrentamiento de hombres y mandrágoras, y las extraordinarias aventuras de dos muchachos y una joven que se dirigen a Londres con la idea de marchar a las Cruzadas. Nota: 6.
    Título: La canción número 7.
    Autora: Lena Blau.
    Reseña: Blanca, una joven insegura e introvertida, espera en una estación de tren a Carlos, un prometedor estudiante de Arquitectura que desde la muerte de sus padres se ha sumido en un peligroso abismo. Malhumorada y escéptica, aguarda a que él llegue, convencida de que el plan que ha trazado su madre para ayudar a ese chico no va a servir de nada. Pero lo que Blanca no se imagina es que nada será igual a partir de ese caluroso día de septiembre. La autora, con mucho acierto, trata los principales problemas de las sociedades modernas: drogas, depresiones, divorcios… Nota: 8 y medio.
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1 comentario:

  1. Hola María Jesús:
    Acabo de leer el periódico de abril, y, ¡está buenísimo!, por supuesto que no todas son buenas noticias, y, una vez más, hay que hablar de terrorismo, y accidentes de tránsito, con todo lo que ello conlleva. De todos modos, quiero felicitarte, porque estos temas espinosos, conviven con la nota que te envié, y que te agradezco publicaras, de la Dra. Jean Shinoda Bolen, a la que tanto admiro, y, además, con el cuento de Estela, que, como yo, ama los libros desde pequeña, que es la mejor manera que tenemos, de hacer, poquito a poco, un mundo mejor...
    Besos y felicitaciones... Laura desde Argentina.

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