lunes, 29 de febrero de 2016

LA BUTACA

El escultor salmantino Agustín Casillas ha sido el elegido por el alcalde de Salamanca para modelar por fin la prometida estatua del poeta salmantino Adares.     
    Casillas recordará a Adares, autor de más de treinta poemarios en solitario, caminando en recuerdo a su habitual recorrido por la calle San Justo hacia la Plaza del Corrillo, donde permanecía durante horas acompañado de sus poesías, al abrigo de la iglesia de San Martín. Con su característica barba, gorra visera a la cabeza, bufanda, el zurrón en el que guardaba sus poemas, y moviéndose con su particular trotecillo.
    La escultura, de bronce, se colocará en la Plaza del Corrillo, lugar al que el propio artista denominó su 'Cátedra de Poesía'.
     Con esta escultura, el Ayuntamiento da respuesta a una demanda de la ciudad y a un merecido recuerdo al entrañable escritor querido por la ciudad y que amó la poesía hasta su muerte repentina a los 77 años el 4 de febrero de 2001.

    Desde Salamanca informó para 30 días Conchi.

    Recordemos su vida

    Remigio González Martín, alias 'Adares' (Anaya de Alba, Salamanca, 1923 - Salamanca, 2001), era el compendio de A=Adelante, D=Dolor de la madre al dar a luz, A=Amor, R=Remigio, E=España, S=Salamanca. Su infancia transcurrió en el ambiente rural de Anaya de Alba y sus inmediaciones. La Guerra Civil española de 1936 le sorprendió con trece años en terreno nacional, de donde emigró en 1962, buscando mejores expectativas para su familia a Francia, donde su pasión por la poesía rompió y le cautivó definitivamente. La experiencia de la muerte y la miseria marcaría su obra dándole un tono "surrealista de hogaza", como lo definió una vez el poeta Aníbal Núñez en su prólogo a La Barrila.

    En los años 70 regresó a España, donde publicó su primer poemario Sangre Talada (Málaga, 1977). Más tarde, asentado ya en la ciudad de Salamanca, empezó a editar y vender sus libros en la Plaza del Corrillo, lugar de paso entre la Plaza Mayor y la Calle de la Rúa, que lleva a las Catedrales, lo cual fue para él lo esencial y a lo que dedicó con todo empeño y tesón el resto de su vida hasta el mismo día de su muerte, suscitando en él la mayor energía y pasión, motor de sus días (La poesía). Desde los peldaños de los soportales de El Corrillo erigió "Adares" lo que él denominaba su "Cátedra de Poesía" como un desafío de genialidad al encasillamiento de los académicos que ignoraban su obra. Pero más importante que este desafío era para "Adares" el atrevimiento de llevar su palabra hasta la calle en un acto de compromiso con su esencia poética.

    A edad avanzada empezó Adares a padecer de Parkinson. Esta enfermedad no le impidió, sin embargo, asistir a su cita con la poesía. Ayudado por su esposa y por estudiantes que conoció desde su "Cátedra" pudo seguir publicando sus poemarios. El único inconveniente de su enfermedad es que a veces sus textos originales sufrían inexplicables modificaciones a la hora de su transmisión, errores de copista debidos en gran parte a la ignorancia ante el amplio elenco de neologismos y expresiones de carácter rural que utiliza en su obra.

    Después de haber publicado más de treinta poemarios en solitario se interesaron varias editoriales por sus textos, entre los que destaca la antología poética Me atrevo a ser palabra (1977-1996) Salamanca: Amarú, 1997. 109 p.) y varios libros sacados a la luz por la editorial J.M.Bernal (Col.Alba) de Madrid. 'Adares' murió repentinamente en Salamanca a la edad de 77 años y sus restos descansan en Anaya de Alba.
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