lunes, 29 de febrero de 2016

CARTA A...

Queridos niños sirios:
    Después de cinco años lanzando bombas sobre vuestras casas, sobre vuestros parques, sobre vuestras escuelas, sobre vuestros hospitales y hasta en las bodas, los importantes, por llamarlos lo que se sienten, han decidido, sin garantías de que se cumpla, regalaros quince días sin bombardeos, con permiso para recibir alimentos básicos, medicinas, ropa… Esto les ha costado más esfuerzos que empezar la guerra. Para eso, ninguno puso pegas, todos estuvieron de acuerdo, estaban seguros de que ellos y sus familias no corrían ningún peligro. Pero esta tregua no es el fruto de su generosidad como querrán haceros ver, es el resultado de la presión internacional recibida, porque los ciudadanos como vosotros, que somos la mayoría, alzamos nuestras voces, firmamos donde haga falta firmar y hacemos cuanto podemos para que  se maten entre ellos, si es que quieren morir, y os dejen vivir en paz.      
    Sé que sois demasiado pequeños para amargaros la vida con estas cosas, pero vuestra realidad es tan dura que nada puede haceros más dañño, y es necesario, para que el odio hacia los ciudadanos de a pie no anide en vuestros sentimientos, que sepáis quienes y por qué son los responsables de vuestra trágica situación. Las guerras no son un conflicto como ellos dicen, son un negocio y de los más sucios. Lo que Arabia Saudí está haciendo con vosotros es terrible, y lo más repugnante es que lo está haciendo con armas procedentes de Europa, EE.UU. y Canadá. El régimen saudí no es el único beneficiario de la venta de estas armas. Los fabricantes europeos –estas empresas de la muerte, ¡qué lástima!, ni tienen que congelar salarios, ni tienen que hacer regulaciones de empleo, al contrario, sus ganancias van en alza- de armamento se están embolsando miles de millones de dólares manchados de sangre del conflicto en Siria. Sí, habéis oído bien, muchas de las armas que tiñen vuestra infancia de hambre, de miedo, de enfermedad, proceden de Europa, de esa Europa que primero se las vende a Arabia para que se divierta matando inocentes, y luego, cuando intentan huir del infierno, les alza fronteras, les monta guardia, y aunque me duele tanto como me avergüenza decíroslo, entre esos países, se encuentra el mío: España. Fijaros en esta noticia:
España vende munición a Arabia Saudí en plena guerra de Yemen | España | EL PAÍS
MIGUEL GONZÁLEZ 
Corresponsal diplomático y de Defensa de EL PAÍS 
Madrid 
26 ENERO 2016 - 09:27 CET 
El Gobierno español autorizó el suministro de municiones y bombas a Arabia Saudí por 24,2 millones de euros en el primer semestre de 2015, coincidiendo
con el inicio de su intervención militar en la guerra civil de Yemen, que ha costado la vida a casi 6.000 personas, según la ONU. Así se refleja de el informe
sobre exportación de material de Defensa y doble uso de la Secretaría de Estado de Comercio. Arabia Saudí es ya el mayor cliente de la industria militar española con 447,6 millones, más del 25% del total en dicho periodo (1.727,2 millones).  
    Pero esto no es cosa nuestra, es cosa de ellos, y la situación económica por la que atraviesa España en estos momentos, permite aventurar que los ciudadanos no somos precisamente los beneficiarios de estos vergonzosos ingresos. Nosotros lo que deseamos es que esta tregua se prolongue hasta alcanzar la paz y no tengáis que morir como han muerto tantos niños: saltando vallas, cruzando mares, porque a los niños que viven una guerra, nadie puede exigirles de mayores que sean buenos ciudadanos, y todos podemos ser vuestras víctimas cuando el haberlo sido os convierta en verdugos.

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