sábado, 5 de diciembre de 2015

Mesa camilla

De entre los muchos “regalos” que el señor Rajoy nos ofrece estos días para que no le obliguemos a andar de mudanza en plenas navidades, destaca uno  que, por muchos lacitos rosas que le ponga, merece un desahucio de esos que se han practicado a lo largo y ancho de su mandato. Se trata del   cinco por ciento con el que se bonificarán a partir de  enero las pensiones de las mujeres por cada hijo que hayan parido, igual da que el hijo viva o no, que dependa de ellas o haya formado su propia familia, que se valga por sí solo o que necesite ayuda por alguna limitación física, que no disponga de recursos económicos o que le salgan los euros por las orejas, lo necesario para percibir la bonificación es que lo hayan parido.
    Para empezar, como todos los regalos que se hacen en vísperas de elecciones,  seguro que viene con trampa. Lo normal es que, una vez ganadas las elecciones, se suprima el derecho, y si sigue vigente, se suben las retenciones y se matan dos pájaros de un tiro: se cumple la promesa y se recauda lo mismo, algo muy propio también de toda la legislatura.
     La subida del IVA fue un mazazo para las pequeñas empresas, empresas familiares generalmente, con trabajadores autónomos sin bonificaciones en las cuotas a la Tesorería y teniendo que pagar el IVA y demás impuestos sin haber cobrado las facturas de los clientes. Algunos ayuntamientos, aplicando esta trampa, no pagaron el IVA establecido y cumplieron la ley, lo resolvieron obligando a las empresas con las que tenían contratados servicios de mantenimiento a rebajarles del precio del servicio el importe del IVA, y esto son lentejas… 
     Pero volviendo al regalito que nos ocupa ¿puede haber medida más impropia de gobernantes responsables?
    Cualquiera, medianamente inteligente, entiende que el Estado, es decir, los contribuyentes que son los que ponen el dinero, contribuya a la educación de los hijos, a su salud, a su formación profesional y a su bienestar si fuera preciso, porque son el futuro de un país, y de lo que hoy les demos, depende lo que recibamos mañana. Pero una cosa es esto y otra muy distinta bonificar a las madres, solo a las madres, no a los padres, que los padres, aunque hayan cotizado más y tengan más necesidades, no paren, por el simple hecho de haberlos parido y en un momento en el que son ya los hijos los que deben ayudar a los padres y no los padres a los hijos. Sin trampa, incluso, estamos pues ante una medida tan ilógica como injusta.
    El derecho a una pensión se genera con las cotizaciones a lo largo de la vida laboral. La cuantía depende de las cotizaciones y, en idéntica situación, lo mismo cotizan las mujeres que han parido que las que no lo han hecho. Por esta regla de tres tan fácil de entender, si a las madres se les incrementa la pensión por serlo, a las que no lo son, por no serlo, se les debería devolver lo que pagaron demás, incluso Más cerca de la sensatez estaría el bonificar las pensiones de las últimas, al fin y al cabo han pagado lo mismo y nunca ocasionaron al Estado gastos de becas, ayudas de guardería, prestaciones de maternidad, de reducciones de Hacienda y otros beneficios, y mientras que las madres tienen hijos para ayudarlas, las que no lo son, no pueden contar con ellos.
    Pese a todo lo reflexionado, quede claro que las trabajadoras sin hijos no están en contra de que se mejoren las pensiones, están en contra de que los gobernantes sigan pretendiendo ganar elecciones creando diferencias entre los ciudadanos, reemplazando los derechos con favores, fomentando injusticias que a todas luces marginan los valores y engañándolos con regalos-trampa como este.
    Así pues, las futuras pensionistas que el próximo día 20 decidan votar al señor Rajoy por esta razón, deben ser conscientes de que, además de no tardar en descubrir que las ha engañado sin mentir, estarán atentando contra los derechos de sus propios hijos.

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