miércoles, 31 de julio de 2013

Carta a...

Como cada 24 de julio Santiago de Compostela se disponía a celebrar sus fiestas en honor del apóstol Santiago, su patrón, el patrón de Galicia, el patrón de España, pero de Madrid, con destino a Ferrol y 218 pasajeros a bordo, había salido el tren Alvia, y tres kilómetros antes de llegar a la ciudad, justo a la hora en que debían empezar las fiestas, se salió de la vía por exceso de velocidad y fue tal la tragedia que se cambió las galas de fiesta por las de luto y de luto sigue. ¿Por qué ha sucedido esto y en tan señalada fecha? No lo sé. Quizá sea la fuerza del destino; quizá, el destino de la fuerza. ¿Quién lo sabe? De cualquier forma no es el momento de buscar respuestas, de analizar los hechos, de comentar conductas, de sacar conclusiones para que no vuelva a ocurrir, solo es momento de llorar por los 79 muertos, de desear que las decenas de heridos se recuperen pronto y bien, de consolar a las familias con una palabra acertada, con un gesto prudente, respetuoso, sereno, y silencio, mucho silencio, ese silencio que cuando las palabras se quedan sin voz por el dolor llega para expresar nuestro sentimiento. María Jesús.

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