martes, 30 de abril de 2013

La Vitrina

José Manuel Caballero Bonald es nuestro nuevo Premio Cervantes. Su vasta obra bien lo merece. FELICIDADES. Pero como el mejor galardón que puede recibir un escritor es el de ser leído, aquí, en mi vitrina, te dejo sus principales títulos en novela, ensayo y poesía. Novela y poesía Las adivinaciones (1952) Memorias de poco tiempo (1954) Anteo (1956) Las horas muertas (1959) Pliegos de cordel (1963) Descrédito del héroe (1977) Laberinto de Fortuna (1984) Diario de Argónida (1997) Manual de infractores (2005) La noche no tiene paredes (2009 El papel del coro (1961) Vivir para contarlo (1969). Poesía completa Selección natural (1983) Doble vida (1989) Poesía amatoria (1999) Somos el tiempo que nos queda (2004 y 2007) Años y libros (2004) Paz con aceite (2005) Summa vitae (2007) Casa junto al mar (2008) Estrategia del débil (2010) Ruido de muchas aguas (2011) Dos días de septiembre (1962) Ágata ojo de gato (1974) Toda la noche oyeron pasar pájaros (1981) En la casa del padre (1988) Campo de Agramante (1992) Tiempo de guerras perdidas (1995) La costumbre de vivir (2001) Ensayos y artículos El cante andaluz (1953) El baile andaluz (1957) Cádiz, Jerez y los puertos (1963) El vino (1967) Narrativa cubana de la revolución (1968) Luces y sombras del flamenco (1975) Cuixart (1977) Brevario del vino (1980) Luis de Góngora: poesía (1982) Los personajes de Fajardo (1986) De la sierra al mar de Cádiz (1988) Andalucía (1989) Botero: la corrida (1990) España: fiestas y ritos (1992) Sevilla en tiempos de Cervantes (1992) Copias del natural (1999) Mar adentro (2002) José de Espronceda (2002) Miguel de Cervantes. Poesía (2005) La ruta de la campiña (2005). Junto a Vicente Rojo Almarán La luz de Cádiz en la pintura de Cortés (2005). Junto a Antonio Agudo y Francisco Calvo Serraller Encuentros con la poesía (2006) Copias rescatadas del natural (2006) Un Madrid literario (2009) ¿Por cuál decides empezar? Yo por la novela “Dos días de septiembre”, que no la conozco, pero antes, ¿por qué no recordamos la historia del Premio Cervantes? HISTORIA DEL PREMIO CERVANTES El Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas, nace en los albores de la democracia española y en sus 32 años de vida ha distinguido a 16 escritores españoles y 15 latinoamericanos. MERCEDES MARTÍN LUENGO El 15 de septiembre de 1975, dos meses antes de morir Franco, el entonces Ministerio de Información y Turismo convoca el Premio Miguel de Cervantes de Literatura ante “la conveniencia de otorgar un reconocimiento oficial, en que se una a la notoriedad pública la creación literaria en lengua castellana”. Se concede por primera vez en 1976 “como símbolo de la concordia que imperaba en las más altas instituciones del Estado” y el trascendente hecho toma de inmediato dimensiones políticas. El afortunado es Jorge Guillén, poeta exiliado en EEUU desde 1938 y que tras conocer la noticia afirmó: “Me siento honradísimo y muy contento. Pienso que es el reconocimiento de una obra que ha durado más de medio siglo. Han elegido a un autor que ha sido modestamente adversario del Régimen. Esto implica un paso adelante en la transición democrática de España”. En su ya larga nómina formada por 16 escritores patrios y 15 latinos fifiguran ilustres cultivadores de todos los géneros literarios aquende y allende los mares. Poetas, novelistas, ensayistas y dramaturgos ostentan esta distinción, a la que sólo han accedido en su historia dos mujeres: la pensadora María Zambrano en 1988 y la poetisa cubana Dulce María Loynaz en 1992. El poeta español Antonio Gamoneda, que el pasado 23 de abril recogía el Premio Cervantes 2006, ha sido su último fichaje dentro de la república de las letras hispanas. Las letras hispánicas El que podría considerarse Nobel de las letras hispánicas puede recaer en cualquier autor cuya obra esté “escrita totalmente o en parte esencial en castellano”. Se concede el conjunto de su creación y en la medida en que, según rezan sus bases, ésta haya contribuido a enriquecer el legado literario hispánico. Los candidatos al Premio Cervantes sólo pueden ser propuestos por el pleno de la Real Academia Española (RAE), las Academias de la Lengua de los países de habla hispana y los ganadores en pasadas ediciones, así como por distintas instituciones vinculadas a la literatura en lengua castellana. El jurado lo integran el director de RAE y el de una academia hispanoamericana que cambia cada año, el autor premiado en la edición anterior y en torno a seis u ocho personalidades “de reconocido prestigio” dentro del ámbito académico, literario o universitario español o latinoamericano, designadas por los ministerios de Cultura, Educación y Asuntos Exteriores y por los directores de la Biblioteca Nacional del Instituto Cervantes. El galardonado se elige por votaciones sucesivas y tan sólo se tienen en cuenta los votos de los presentes. La dotación del premio también ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. En un principio fue de 5 millones de pesetas y en su última edición ascendió a 90.180 euros. Una ceremonia en regla Alcalá de Henares, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1998, sirve de incomparable marco a la entrega del premio avalada por su condición de cuna de Miguel de Cervantes. Y como no podía ser de otra forma, la solemne ceremonia se celebra en el Paraninfo de su Universidad, que desde su fundación en 1499 a manos del cardenal Cisneros ha contribuido al desarrollo de nuestra lengua y nuestras letras. No en vano hoy el campus alcalaíno brinda una amplia oferta de estudios y ocupa un lugar de honor en la enseñanza superior dentro de la Comunidad de Madrid, donde también ejerce como el principal destino del turismo idiomático de una lengua compartida por millones de personas en el mundo y en la que el Premio Cervantes representa entre los países de habla hispana un sentimiento de cultura. El máximo galardón de las letras en lengua castellana goza de reconocimiento internacional y su puesta en escena esta sometida a una rigurosa liturgia. El acto de entrega esta presidido por los reyes de España y se celebra cada año el día 23 de abril, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Cervantes. Tras sonar el himno nacional, es de rigor que el Rey Juan Carlos entregue al galardonado la medalla y la escultura que lo acredita como tal. A continuación el ganador ha de pronunciar un discurso que obligatoriamente ha de glosar sobre la figura u obra de Cervantes. El responsable del Ministerio de Cultura, Educación y Deporte hace lo propio, al igual que el rey para cerrar la ceremonia. Miguel de Cervantes El Premio Cervantes es también un homenaje a nuestro escritor más universal que cuaja en los discursos que han de pronunciar los galardonados. La deuda literaria y personal con Miguel de Cervantes y el Quijote en una constante en todas las intervenciones a lo largo de estos años. “Si mal no recuerdo, antes de concluir el primer capítulo supe que yo, quería ser escritor”-- confesó el novelista argentino Adolfo Bioy Casares. Gonzalo Torrente Ballester le reconoció su “máximo maestro, el escritor de quien más aprendí”, ya que a su juicio “hizo algo que nadie hasta él había hecho, y mostró a sus seguidores, próximos y lejanos, afines o dispares, un camino que todos forzosamente tuvimos que seguir”. Más allá de la literatura, muchos de ellos coinciden en resaltar los valores éticos e ideológicos del insigne escritor alcalaíno, con especial hincapié en su sentido de la libertad. Octavio Paz lo definió en su discurso como “el escritor nuestro que encarna más completamente los distintos sentidos de la palabra liberal”. Para el uruguayo Juan Carlos Onetti “el Quijote es, entre otras cosas, un ejemplo supremo de libertad y de ansia de libertad” y para el poeta Luis Rosales “un libro tan insólitamente libre que en él no hay nada irrealizable. Es un libro que nos hace vivir. Basta leerlo para crecer. En cada una de sus páginas nos repite lo mismo. Si tienes puesto en hora el corazón, puedes cambiar el mundo”. Todavía resuena en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares el bellísimo discurso que pronunció María Zambrano, una indagación del sentido último y trascendental de la creación cervantina. “Don Quijote se pone en camino a la hora del alba. No podía ser de otra manera en ese personaje que padece, de manera ejemplar, el sueño de la libertad, ese sueño que, en cierta hora, tan incierta, se desata en el hombre”.

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