martes, 30 de abril de 2013

La Butaca

Hace unos días, ya sentada en el autobús que cojo todos los días, llegó una señora para hablar con el conductor, un hombre joven y recién incorporado a la plantilla de conductores, quería darle las gracias por haberse interesado por ella y en dos minutos todos los viajeros supimos por qué. No es pasajera habitual de la línea, pero unos días antes tuvo que cogerlo, solicitó la parada y al bajar, fuera porque la cantidad de gente que iba de pies restaba visibilidad, fuera porque ella se demoró en bajar, fuera por lo que fuera, lo cierto es que el conductor cerró la puerta antes de que ella alcanzara la acera y le dio un golpe en el hombro, golpe que no impidió que la señora siguiera su camino sin ninguna dificultad. Así y todo, el conductor, que detuvo el autobús, bajó a auxiliarla y no reanudó su trabajo hasta que no se convenció de que no necesitaba nada, se había interesado por ella. Según la señora había sido más el susto que el golpe. Ni siquiera tuvo que ir al médico, todo se arregló con un masaje que le había dado su nieta, y añadió: “¡Qué mala es la gente! En seguida empezaron a decirme que denunciara, que podía sacar algo, pero a mí me gusta vivir de mi trabajo, no de hacerle la pascua a nadie, y menos a un trabajador como yo; además, me dedico a la venta ambulante y sé lo que es conducir coches, furgonetas, camiones, y sé que estos despistes son a veces inevitables y los podemos tener cualquiera”. En una sociedad donde lo normal es buscar trampas para engañar a los seguros, exagerar o fingir accidentes para sacar algo, denunciar por cualquier cosa que huela a indemnización económica y llamar tonto al que no lo hace, la actitud de esta SEÑORA con mayúscula, me parece una noticia tan estupenda que debe conocerse para que cunda el ejemplo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario