martes, 30 de junio de 2015

La Vitrina

No es mi intención amargarte el verano con esta sugerencia literaria, pero es un libro muy extenso (cincuenta horas de lectura, más o menos) y seguramente dispones de más tiempo para leer. Tampoco, estoy segura, es intención de ningún escritor escribir libros tristes, duros, pero desgraciadamente, los gobernantes, no siempre les brindan la ocasión de narrar hechos edificantes, loables, positivos, y es bueno conocer los hechos para que, en medida de lo posible, evitemos que vuelvan a repetirse. ¡Ánimo!
      Título: Archipiélago Gulag
      Autor: Aleksandr Solzhenitsyn
     Reseña: Archipiélago Gulag es una obra del escritor ruso Aleksandr Solzhenitsyn que denuncia la estructura de represión del estado estalinista en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El extenso texto, compuesto por piezas autónomas, fue redactado entre 1958 y 1967 en la clandestinidad y sin archivos, partiendo de la propia experiencia del autor y la de más de dos centenares de testimonios orales de aquellos compañeros de campos de concentración, prisión, trabajo y «reeducación» (gulag) que depositaron en él la historia de sus vidas. La obra apareció en Francia (1973) y con prisas debido a los problemas del escritor con la Seguridad del Estado Soviético (KGB). La secretaria que llevaba el manuscrito cuando lo incautaron fue encontrada colgada en su piso en Moscú bajo circunstancias nunca aclaradas después de un interrogatorio, «víctima del miedo al Gulag», según palabras de Solzhenitsyn. El autor fue expulsado de inmediato y sólo 20 años después (mayo de 1994) pudo regresar a la ya ex Unión Soviética, donde residió hasta su muerte el 3 de agosto de 2008.
     Una nota del autor en la primera edición decía:
     «Con el corazón renuente, durante años había detenido la publicación de este libro, ya terminado: mi obligación con aquellos que seguían vivos sobrepasaba mi obligación con los muertos. Pero ahora la Seguridad del Estado se ha apoderado de él, no tengo más alternativa que publicarlo inmediatamente. En este libro no hay personajes ni eventos ficticios. La gente y los lugares son llamados con sus propios nombres. Si son identificados por sus iniciales en vez de sus nombres, es por consideraciones personales. Si no son nombrados en absoluto, es sólo porque la memoria humana ha fallado al preservar sus nombres. Pero todo tuvo lugar tal y como se describe aquí. Dedico este libro a todos los que no vivieron para contarlo, y que por favor me perdonen por no haberlo visto todo, por no recordar todo, y por no poder decirlo todo.»
     Si te asusta enfrentarte a este libro pero quieres leer, he aquí algunas sugerencias, tanto clásicas como modernas, que te harán pasar ratos muy agradables:
     La plaza del Diamante, de Mercé Rodareda.
     Pepita Jiménez, de Juan Valera.
     La ilustre fregona, de Miguel de Cervantes.
     Lo que encontré bajo el sofá, de Eloy Moreno.
     La Celestina, de Fernando de Rojas.
     Feliz verano.

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