lunes, 1 de septiembre de 2014

La Butaca

Pregón 2014

    Vivo en una urbanización, la mejor de todas para mí. Al cumplirse un año de su innauguración, varios vecinos, entre los que se encontraban mis padres, acordaron organizar una cena para celebrar el aniversario. Tan bien se lo pasaron todos que repitieron el festejo al año siguiente y decidieron hacer lo mismo todos los años con el propósito de mantener y fomentar el buen rollo entre todos.  Desde entonces es uno de los días más esperados por todas las familias que formamos la vecindad. Es siempre el primer sábado de agosto, aprovechando que es pleno verano y podemos cenar en la calle. La fiesta empieza con un pregón que cada año da un vecino diferente, siguiendo el turno de casa por casa. Este año le tocaba a mi familia y el trabajo de leerlo me lo trasladaron a mí. Así fue como me convertido en la primera pregonera niña de la urbanización y he aquí el pregón:   
   
    Papá, mamá, hermano, amigos, vecinos... queridos todos. ¡Abrid las puertas!, ¡salid de casa! Como todos los años por estas fechas ha llegado la hora de reunirnos para cenar juntos con el propósito de hacer un nudo más en el lazo de la amistad que nos une por el hecho de ser vecinos, que quiere decir parientes, amigos, compañeros, porque ser vecino es ser un poco de todo.
    Este año me cabe el honor de ser yo la encargada de daros la bienvenida y me siento muy orgullosa de hacerlo.
    Me gustaría recibiros como lo hacen los grandes pregoneros: desgranando la piña de mis recuerdos entre vosotros, pero tengo tan pocos años que todavía no tengo recuerdos, solo tengo sueños, proyectos, ganas de divertirme y muchos pájaros en la cabeza. Tengo el pájaro verde de la salud, el rojo de la alegría, el azul de la buena suerte, el blanco de la paz, el rosa de la ilusión, el amarillo de la prosperidad... que es lo que le pido a la vida para los que me quieren y quiero.
    Por esta razón, en esta noche tan especial para mí, les abro la jaula de mi corazón para que salgan volando, aniden en vuestras casas y en las casas de vuestras familias, de forma que, si alguna vez llegan la tristeza, las dificultades, los problemas y esas impertinencias que tanto gustan de amargarles la vida a los mayores, tengan que marcharse por falta de sitio.
    Brindo, además, para que año tras año, con cenas como la que nos espera, sigamos haciendo nudos al lazo de nuestra amistad para que nada ni nadie pueda deshacerlo.
    Y como veo que el estómago os mete prisa y ya están puestos los manteles, a cenar y ¡buen provecho!

    Desde Salamanca informó para 30 días Sandra. 

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