Periódico publicado en su blog cada fin de mes por María Jesús Sánchez Oliva “Premio Tiflos 1996 y 2013”. Secciones: Portada. La Vitrina (libros). Mesa camilla (opinión). Cajón de Sastre El Álbum de la Lengua La Butaca (noticias positivas). Carta a… Cosas de Garipil (espacio de María Jesús). Y ya que has venido, entra en mi mercadillo. http://palabrascatetas.blogspot.com/
jueves, 28 de febrero de 2013
Mesa camilla
La telefonía móvil es uno de los más importantes avances de nuestros días. A nadie se le escapa que el teléfono móvil ha irrumpido en nuestras vidas sin encontrar resistencia, sin duda porque son muchas las ventajas que nos ofrece. Ahora bien, ¿sabremos evitar que el abuso y mal uso de él nos convierta la comodidad en problema? Planteo la pregunta a raíz del siguiente informe.
La Nomofobia - una nueva enfermedad
La Nomofobia – la aversión a estar sin móvil, sigue aumentando.
Un nuevo estudio realizado en el Reino Unido ha traído sorprendentes
resultados: dos de cada tres adultos se vería afectado por la
nomofobia.
Nomo-qué?
Se le conoce como nomofobia al temor irracional de salir de casa sin
el teléfono móvil. Este término viene de “no mobile phone phobia“,
utilizado por primera vez en otro estudio realizado por la Oficina de
Correos del Reino Unido, para determinar la ansiedad que se sufre al
ser dueño de un teléfono móvil.
Este nuevo estudio realizado ha demostrado que el 66% de las 1.000
personas entrevistadas se preocupan en salir de casa sin el móvil,
para poder permanecer en contacto constantemente. La cifra ha
aumentado, pues el último estudio realizado al respecto, hace cuatro
años, ponía la cifra en 50%. De ese 66%, el 41% de los entrevistados
incluso contaba con dos o más teléfonos.
Entre otros datos, se descubrió que son las mujeres las que tienen
mayor temor de perder sus teléfonos, con 70%, contra el 61% de los
hombres. Dividiéndolo por edad, los más nomofóbicos caen en el rango
de 25-34 años, con un 68%.
De este estudio también obtuvimos algunos datos interesantes de
seguridad: sólo el 41% utiliza un código de acceso (PIN), 10% encripta
sus dispositivos, y un enorme porcentaje, 46%, no utiliza protección
alguna. Teniendo en cuenta que el 58% de los encuestados utiliza al
menos un dispositivo para negocios / trabajo, es uno de los puntos más
preocupantes.
Ahora, si bien las cifras suenan bastante impresionantes, debemos
cuestionar la severidad del problema. Las respuestas parecen apuntar
más a personas preocupadas por haber dejado el teléfono en casa, en
lugar de una verdadera fobia, un temor o miedo irracional, algo mucho
más severo.
Aún así, dada nuestra creciente dependencia tecnológica, no sorprende
que este temor o preocupación por dejar abandonado el teléfono móvil /
smartphone cada vez que salimos, siga en aumento con el paso de los
años.
Según los datos que arroja este informe la nomofobia es una amenaza simplemente. La suave conclusión obedece sin duda a que cuando las personas somos consultadas para elaborar un informe de estas características no somos del todo sinceras. Basta mirar a nuestro alrededor para ver que es ya una realidad. En pocos años salir de casa sin el móvil se ha convertido en un problema por no decir un drama. El móvil se ha hecho imprescindible para niños, jóvenes y mayores, independientemente de que sean estudiantes, trabajadores, empresarios; incluso para los que no ejercen ninguna actividad o no tienen responsabilidades familiares. Raro es encontrar a alguien que vaya sin el móvil al médico, al mercado, a la discoteca, al parque, a misa, a la peluquería, al trabajo, a apuntarse al paro o a dar un paseo. Lo habitual es que cada miembro de la familia tenga su teléfono móvil, incluso aunque se tenga un fijo en casa. No hace tanto nos llegaba la noticia de que un joven chino había vendido un riñón para comprarse un móvil. ¿No es esto una enfermedad? Si percibimos esto a nuestro alrededor es porque el móvil no se lleva por preocupación como indica el informe, para utilizarlo en caso de necesidad, se lleva para utilizarlo y generalmente se utiliza para matar el tiempo con algún juego, para bromear con los amigos, es decir, para entretenernos más que para resolver asuntos con comodidad. Las consecuencias de esta enfermedad pueden ser graves cuando se utiliza conduciendo o cruzando un semáforo, económicas si tenemos en cuenta el presupuesto mensual que tienen las familias, no sólo de llamadas, también del cambio de móvil, y sociales si no se pierde la costumbre de comunicarnos a través de mensajes. Ya cuesta trabajo entablar una conversaciónn con alguien que no esté más pendiente del móvil que de lo que se habla. En los restaurantes lo normal es ver grupos de personas ante la misma mesa cruzándose mensajes en lugar de hablar. Eso del matrimonio que comían juntos y se hablaban con whatsapp, no es un chiste, es una realidad. Los móviles suenan en el teatro, en la iglesia, en los hospitales, y en no pocos centros de trabajo se trabaja con el móvil encendido, pero no por si nos avisan de casa por algo urgente o importante, si no para intercambiar mensajes con amigos que vemos a diario o compañeros que tenemos al lado.
Si la nomofobia es simplemente una amenaza como afirma el informe, ¿qué debe ocurrir para que se convierta en enfermedad?
Esperemos que no sea empezar a ir al psicólogo, porque entonces la enfermedad pasaría a ser negocio, y cuando el dinero anda por medio, los remedios son peligrosos.
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ResponderEliminarme ha gustado el artículo de la nomofobia, no conocía esa palabra. el fenómeno sí, por suerte o desgracia.