viernes, 30 de agosto de 2024

COSAS DE GARIPIL

        ¡Hola!: Desconecta el televisor, deja el móvil donde ni lo veas ni lo oigas, siéntate en tu sillón favorito, cierra los ojos y permíteme que te lea el capítulo XXXI de Bella Luna en lo que el sueño te manda a la cama para recuperar las fuerzas perdidas durante el día.

 

         XXXI EL REGRESO DE LOS NIÑOS

    Tía Lulú, en cuclillas sobre la cima del barranco Azul, decía a Bella Luna:

     —Ya veo menos que un topo. ¿Acaso es el sol esa franja anaranjada que empieza a perfilarse en el horizonte?

    —No te preocupes, tía Lulú, que yo te prestaré mis ojos pues tienen luz para las dos. Es el sol que ya se ha puesto su túnica de oro y empieza a pasearse porque los luceros que le sirven han barrido todas las nubes que le obstaculizaban el paso.

     —Se me están cerrando las puertas de los oídos, Bella Luna, y me temo que pronto no entrarán en ellos ni los aullidos de los lobos. ¿Todavía son truenos esos ruidos que se oyen a lo lejos?

     —No te preocupes, tía Lulú, que yo tengo para ti un oído y el otro para mí. Son las aves que cantan y nos anuncian con sus trinos que ya están transitables los caminos para llegar a Mimbres Blancas.

     —Ay, Bella Luna, muy pronto se me parará el corazón. ¿Es que todo el aire se ha ido a la sierra o es que se me han cerrado las ventanillas de la nariz?

     No te preocupes, tía Lulú, que mis manos son fuertes y también son tuyas. Haré un flabelo con plumas de avestruz para llevar el aire a tus pulmones cuando te haga falta.

     Cumplió sus promesas  de mil amores. Su corazón era pequeño de tamaño, pero como los buenos sentimientos ocupan menos sitio que los malos, tía Lulú decía que lo tenía muy grande. Le fue narrando todo cuanto veía, oía y sentía, y la anciana no se perdió ni el más mínimo detalle.

     —A lo lejos se ven unas setas muy raras porque se mueven y son de colores. ¿Serán árboles encantados que vienen a plantarse en el barranco Azul?

     Tía Lulú se extrañó.

     —Los árboles sólo mueven las ramas si se las mueve el viento, y ahora está en calma; además, no pueden plantarse solos, tienen que plantarlos los hombres. Emprendamos el regreso y abre bien el ojo que, acortando distancias, lo misterioso se hace real.

     Las ovejas se bañaron en las cristalinas aguas del río que bordeaba el barranco hasta que sus vedijas quedaron como copos de nieve y se tumbaron al sol para que sus rayos se las secaran. Con la ayuda del aire se las desenredaron unas a otras y sin esperar a que alguien les diera la orden emprendieron la marcha a toda prisa y entre alegres balidos. Tía Lulú pidió a Bella Luna que se subiera en un castaño para ver si los bultos que se acercaban eran personas, y Bella Luna, tras darle gusto y comprobar que eran seres de carne y hueso, descendió alarmada.

     —¿Serán ladrones que bajan de la sierra? ¿Qué haremos si nos roban las ovejas? Si tú pudieras correr tras ellas y yo tuviera fuerzas para defenderlas…

     —No te preocupes. Aquí no vienen los ladrones; no hay nada para robar. Seguro que es gente de casa, quizá los niños de Mimbres Blancas, los mayores bastante tienen con buscar culpables de sus errores para justificar sus conciencias. Los animales ven más que las personas porque tienen los ojos más grandes y seguro que las ovejas los han conocido. De no ser así, no se habrían separado de nosotras. Son más fieles que las personas.  

     El rebaño alcanzó  la piña de niños antes de que ellas descendieran la cima del barranco e hizo el primer alto en el camino.

     —Corred a buscar a Bella Luna y a tía Lulú. Aunque ninguna lo dice para no contagiarse el miedo la una a la otra, no se atreven a emprender el camino ellas solas. Nosotras seguiremos hacia el pueblo guiadas por vuestras huellas. Queremos llegar antes de que nuestros amos sufran un síncope de muerte. Por eso no las hemos esperado.

     Tía Lulú arrugó la nariz. ¿Y si se equivocaba? Si lo evidente no era siempre la verdad, lo que se presentía, también podía ser mentira. Pero cuando Bella Luna le comunicó que los bultos eran sus amigos la desarrugó y dijo:

     —¡Sólo estos diablos son capaces de llegar al barranco Azul!

     Y alzaron los brazos a la vez que repetían sus nombres para indicarles que ya los habían visto.

     Cuando tía Lulú se vio rodeada de todos los niños de Mimbres Blancas vivió una de las alegrías más grandes de su vida. Les mostró encantada todas las maravillas del barranco y oyeron hablar a las flores, vieron crecer los árboles, notaron el amor de los animales... aprendieron como vivían las familias de animales y plantas. Los pequeños tranquilizaron a tía Lulú pues habían adivinado su pensamiento.

     —No diremos a nuestros padres dónde está el barranco Azul ni le revelaremos sus secretos. Queremos que lo averigüen por sí solos. Hemos aprendido que solo se sabe valorar y disfrutar aquellas cosas que cuestan sacrificio.

     Cuando tía Lulú los invitó a partir, los pequeños se pusieron de mil uñas.

     —Volved a casa y llevad a Bella Luna que vuestros padres estarán muertos de angustia.

     —Sólo regresaremos si tú vienes con nosotros.

     —Mi ayuda ya no es necesaria, sois más listos que el hambre y vuestros ángeles de la guarda os llevarán por caminos certeros.

     —No quieras cargarle el mochuelo a los ángeles que no vemos. ¿Crees que porque somos niños  somos tontos? Sabemos que todos tenemos un par de ángeles para que nos cuiden en la tierra y que todos tienen el mismo nombre: madre y padre. Pero los nuestros están muy lejos ahora, y como a ti te sobran años para saber hacerlo mejor que ellos, estás obligada a suplirlos.  

     —¡Qué granujas! Siempre tenéis que saliros con la vuestra. ¿No veis que mis piernas ya no tienen fuerza para llevar mi cuerpo y os seré más incordio que ayuda?

     —Eso no es problema porque somos muchos y nos vamos turnando y te llevamos a la silla de la reina.

    Tía Lulú se sintió muy orgullosa al imaginarse entrando triunfante en Mimbres Blancas y con una sonrisa les confirmó que se saldrían con la suya aunque de momento les hiciera rabiar.

     Una cigüeña llegó surcando los vientos y trepó hasta la torre de la iglesia.

     —¡Salid, vecinos, y recibid como merecen a todos los niños!

     El grito cortó el cordón de ronquidos y todos los padres se despertaron a la vez. Los Lláguez abandonaron su casa para reunirse con ellos  en la alameda del río. Entre todos hicieron arder una hoguera. “La luz de las llamas será la mejor farola para que se orienten los niños”. Las alegres notas de una canción se filtraron entre las mimbreras. Todos se mordieron la lengua y aguzaron la oreja con la esperanza de reconocer en los cantores la voz de sus hijos.

     ¡Queremos a esta bruja que se llama Lulú!

     ¡Sí, sí, sí, queremos a esta bruja!

     ¡No, no, no, que se llama Lulú!

     ¡Que juega con los niños en el barranco azul!

     ¡Sí, sí, sí, que juega con los niños!

     ¡No, no, no, en el barranco azul!

     ¡Que ama a los animales y habla con las estrellas!

     ¡Sí, sí, sí, que ama a los animales!

     ¡No, no, no, y habla con las estrellas!

     ¡Viviremos con ella en el barranco azul!

     ¡Sí, sí, sí, viviremos con ella!

     ¡No, no, no, en el barranco azul!

     ¡Donde no viven duendes, que sólo habita Dios!

     ¡Sí, sí, sí, donde no viven duendes!

     ¡No, no, no, que sólo habita Dios…!

     ¡Apagar ya la hoguera, que una flor no se quema!

     ¡Sí, sí, sí, apagar ya la hoguera!

     ¡No, no, no, que una flor no se quema!

     ¡Lulú salva a los niños cuando aburridos sueñan!

     ¡Sí, sí, sí, Lulú salva a los niños!

     ¡No, no, no, cuando aburridos sueñan!

     ¡Si no le dais cobijo, nos iremos con ella!

     ¡Sí, sí, sí, si no le dais cobijo!

     ¡No, no, no, nos iremos con ella...!

      Cuando llegó la comitiva cesó la canción y todos sin excepción se fundieron en un abrazo. Tía Lulú sólo tenía fuerzas para dejarse besar y sonreír. Bella Luna se abrazó  a sus padres con los ojos llenos de lágrimas. ¡Qué alegría  es ver que son verdades las mentiras que nos dicen las estrellas cuando soñamos!” Sus padres, que también lloraban de emoción, guardaron silencio mientras que el resto de los padres entonaban un festivo “¡campeones!, ¡campeones!, ¡campeones”!, y el señor alcalde improvisó una tribuna en la copa de un árbol y ordenó:

     —Mañana, al filo del mediodía, quiero veros a todos en la iglesia vestidos de punta en blanco para dar las gracias al cielo.

     Y por primera vez todos le aplaudieron.

 

        María Jesús Sánchez Oliva

 

     Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.

     “Garipil (1995)”.

     Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.

     “Letanías (1999)”.

     Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.

     “El rosario de los cuentos (2003)”.

     Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.

     “Cartas de la Radio (2007)”.

     Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas semanalmente en un Onda Cero por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.

     “Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas) (2014)”.

     Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.

      “Los días perdidos (2018)”.

      Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. “Primer Premio Tiflos 2013”.

 

     Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:

 

Garipil1995@gmail.com

 

 

     Estaré encantado de responderte.

 

     Gracias por tu visita y hasta el próximo número.

 

     Firmado: Garipil.

 

 

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