jueves, 29 de febrero de 2024

CARTA A...

21-II-2024

 

A Celestino Alfonso:

 

El pasado domingo, 18 de febrero, como a la mayoría de los salmantinos, me sorprendió una noticia que hacía referencia al homenaje que Francia rendía por iniciativa del presidente de la república a un ciudadano de Ituero de Azaba llamado Celestino Alfonso por haber luchado con heroicidad durante la Segunda Guerra Mundial contra los nazis en el grupo de resistencia denominado Manouchian.

 

El homenaje consiste en que su nombre queda inscrito, junto al resto de miembros (22) del grupo de la Resistencia contra la ocupación alemana de Francia, en el templo laico de las glorias francesas, donde reposan eternamente los personajes más ilustres de Francia: Voltaire, Rousseau o Víctor Hugo, en el panteón de hombres ilustres de París. Todo ello, por combatiente contra los nazis, resistente y defensor de la libertad. Pero ¿Quién fue usted y por qué acabó en territorio francés?

 

Su historia la hemos conocido ahora y he aquí un resumen: Celestino Alfonso nació en el seno de una humilde familia del municipio salmantino de Ituero de Azaba el 1 de mayo de 1916. Hacia finales de los años veinte del pasado siglo, emigró junto a su familia a Francia y desde muy joven se alistó en las filas del partido comunista francés. Cuando se produjo el alzamiento militar en España, el 18 de julio de 1936, cruzó la frontera y se incorporó en España, junto a otros miles de voluntarios de más de 50 países en las Brigadas Internacionales a luchar contra el ejército rebelde de Franco,

Sanjurjo y Mola y en defensa de los ideales democráticos instaurados en España en 1931 con la proclamación de la Segunda República y la aprobación de la

Constitución política ese mismo año. Una vez acabada la Guerra Civil regresó a Francia incorporándose en el grupo Manouchian, de Resistencia frente a la

ocupación nazi. Le detuvieron e ingresó preso, pero a los seis meses se fugó, reincorporándose a la Resistencia, pero fue capturado de nuevo y fusilado

por los nazis el 21 de febrero de 1944 (hace ahora 80 años). Antes de ser fusilado dejó escrito en una carta a su familia lo siguiente: “hoy a las tres seré fusilado. No soy más que un soldado que muere por Francia. Sé por qué muero y estoy orgulloso”.

 

Siento decirle que las autoridades locales y autonómicas españolas no han demostrado estar orgullosas de usted. Es el primer español que entra en este templo. Al homenaje acudió el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, pero no acudió ningún mandatario ni de Castilla y León ni de la provincia de Salamanca. En su pueblo no hay ninguna calle dedicada a usted pero paradójicamente sí hay una dedicada al general rebelde del ejército franquista, Moscardó. Pero lo peor de todo es que su muerte, como la de tantos y tantos hombres, no ha servido para impedir que las malditas guerras sigan reinando en el mundo. ¡Qué triste, ¿verdad?, qué triste!

 

María Jesús.    

 

 

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