viernes, 30 de septiembre de 2022

COSAS DE GARIPIL

¡Hola! Hoy me toca el capítulo XIII de Bella Luna. Si te apetece conocerlo, ponte un café, y vamos a leerlo.

 

          XIII LA VISITA DE LOS INSECTOS, DE LOS RATONES Y DE LAS AVES

 

     Tarri, con el deseo de disuadir a Bella Luna de su afán por  dormir, la enseñó a hacer barcos de papel. La niña era tan lista que aprendió al vuelo y tan hábil que no tardó en tener barcos para llenar un saco. El último que hizo era rojo. Antes de meterlo en el saco, lo plantó en la superficie de la mesa y empezó a gritar:

     —¡A navegar, barquito, que tienes que llegar a las Indias! 

     Pero el barco permaneció anclado en el centro de la mesa. Quedó decepcionada pero en seguida cayó en la cuenta. “¡Pero qué tonta soy! Si los barcos sólo pueden navegar por los mares y en la mesa no hay agua”. Se fue al cuarto de baño y abrió los grifos de la bañera. Arrastró como Dios le dio a en tender el saco repleto de barquitos desde la salita hasta el cuarto de baño. Al cabo de un rato la bañera estuvo hasta el ras de agua. Sin dudarlo agarró el saco y empezó a vaciarlo en la bañera. La bañera quedó como un mar de aguas claras donde navegaban barquitos de todos los  colores y en todas las direcciones. Bella Luna los observaba embobada.

     —El barco blanco se va para Roma. ¿Quieres llevarme a ver al Santo Padre para pedirle un milagro?

     —El azul se marcha para oriente. ¿Me llevas con los Reyes Magos para que me den juguetes?

     —El verde navega hacia Mimbres Blancas. ¿Te importaría llevarme con mis amigos? Podemos ir navegando por los charcos que habrá entre los vericuetos, y como yo peso menos que una pluma, no te podrás hundir.

     Estaba tan emocionada que vestida y todo se metió en la bañera para embarcar en el barco verde que la llevaría hasta Mimbres Blancas. Tarri oyó desde la cocina un ruido que le pareció extraño y familiar a la vez. “Parece  que suenan los grifos de la bañera”. Se asomó al pasillo. “¡Si es un río lo que corre por el pasillo y las aguas ya bajan por las escaleras!” Entró en el cuarto de baño y se llevó las manos a la cabeza.

     —¡Dios mío, qué desgracia! ¿Pero qué duende ha venido a meterte en la bañera  llena de agua tan fría como la nieve?

    Sin perder tiempo en cerrar los grifos la rescató de aquel mar.

     —¡Se te han empapado las ropas y hasta los huesos tendrás calados! ¡Qué catarrazo te has pillado ya! ¡Si no me despabilo en curarte, esto acaba en una pulmonía!

     Le quitó las ropas mojadas, la vistió con ropas secas y la metió en la cama. Le preparó una taza con hierbas de menta y la obligó a beberla para que así le saliera todo el frío del cuerpo. Sólo entonces se dispuso a recoger el cuarto de baño que estaba a punto de inundar la planta baja. Bella Luna, con doce mantas encima, empezó a bostezar de calor, cerró los ojos y estuvo dormida tres meses a excepción de los minutos que su madre le robaba al sueño para asearla.

     Una mañana entró Tarri en la sala para arreglar a su hija y se quedó petrificada. Un sinfín de mariposas invadía la estancia. Las había de todos los colores y revoloteaban entusiasmadas por todas las partes. Tarri cogió el plumero y empezó a sacudirlas.

     —¡Iros de aquí a ahora mismo, que con el aire de vuestras alas vais a enfriar a mi hija!

     Con las voces abrió los ojos Bella Luna. Las mariposas ahuecaron las alas pero muchas las llevaban quebradas. Eran tan delicadas como los pétalos de rosas.

     Unos días después fueron los gusanos que Se pegaban a la lámpara como lombrices a la tierra cuando Tarri los sacudía y muchos cayeron al suelo ya maltrechos. Llegó la visita de las  hormigas que formando interminables columnas trepaban por los catres y  patas de la cama y Tarri las mataba sin piedad.

    —¡Aquí no va a quedar vivo ningún bicho!

     Luego llegaron los ratones y aquello fue el acabose porque eran los animales que  más  miedo daban a Tarri. Los ratones corrían como locos debajo de la cama, olisqueaban la colcha, mordisqueaban las alfombras y hasta acariciaban la  nariz de Bella Luna. Tarri, histérica, intentó aplastarles la cabeza con la zapatilla, pero se le escapaban antes de atraparlos, se le colaban entre los pies chillando, danzaban a su alrededor sin quitarle los ojos de encima y fue tal el pánico que solo acertó a salir gritando y cerrar la puerta a cal y canto.

     —¡Socorro, socorro! ¡Que vengan los bomberos, por favor, que vengan, pero que traigan gatos, que me comen los ratones, que me comen a mí y a mi hija! ¿Pero de dónde han salido estos ratones tan salvajes? ¡Auxilio, auxilio!

     Un gato negro que estaba encaramado en el tejado de la casa oyó la voz de alarma y empezó a maullar.

     —¡Venid, gatos, venid todos, que aquí dentro dice una loca que hay un banquete de ratones! Tenemos que localizar la hura antes que los hombres si queremos comer carne viva y no muerta. ¡Corred, amigos, corred, que hoy nos pondremos las botas!

     Tarri dejó de dar alaridos cuando vio diez gatos que en fila india subían por las escaleras y entraban en el pasillo. Estaba tan asustada que no le importó que tantos gatos anduvieran por allí como Pedro por su casa.

     —¡Entrad en esa sala, entrad y comeros a todos los ratones, pero cuidar de mi hija  que yo no abro la puerta!

     El gato negro dio un cabezazo en la puerta y ésta se abrió. Entraron todos los gatos y de otro cabezazo el gato negro cerró la puerta. Tarri no quitaba el ojo de la cerradura. Los gatos corrían tras los ratones y estos chillaban porque tenían tanto miedo de estos animales como Tarri de ellos. Al oír las quejas de los ratones abrió los ojos Bella Luna. Los ratones se esfumaron como por arte de magia y los gatos se fueron con más hambre que vergüenza. Tarri tuvo que desinfectar toda la casa porque aseguraba que los gatos entraron en ella con pulgas.

     El caos llegó otro día en forma de una romería de otros insectos más peligrosos: las colmenas de abejas con sus zánganos y sus reinas, familias de moscas al completo y varios enjambres de avispas. Éstas zumbaban por doquier. Tarri no sabía si sacudirlas de la cabecera de Bella Luna o de encima de sus ropas.

    —¡Fuera de aquí, malditas, fuera de aquí, que nos vais a dejar sin sangre!

    El plumero se movía entre sus manos como si tuviera electricidad.

    —¡Que me pican, que me pican, que me pican!

     Las avispas sólo querían jugar con Bella Luna pero una de ellas que era muy guasona se burló de Tarri clavando su aguijón en la lengua que no dejaba de repetir como un loro:

    —¡Que me pican, que me pican, que me pican!

     Cuando sintió el picotazo guardó la lengua en la boca y siguió sacudiendo como si le hubieran dado cuerda. Las avispas zumbaban muertas de risa. Las arañas se balanceaban del techo entre carcajadas y las cucarachas bailaban por el suelo haciéndole burla. ¡Menos mal que por fin abrió    los ojos Bella Luna y Tarri se vio libre de aquel enjambre! La lengua de Tarri se hinchó como un bote y tres días con tres noches estuvo con ella fuera y sin poder probar bocado. Los insectos comunicaron la noticia a las aves.

     —Id a jugar con Bella Luna cuando os llame en sus sueños, que esa víbora  es incapaz de hablar una palabra ahora. Sin sus gritos Bella Luna no se despertará y podréis jugar muchas horas, pero andar con ojo que a lo mejor la víbora revienta ¡y la explosión os joroba la fiesta en lo más divertido!

    Como las aves adoraban a Bella Luna y les dolía su soledad no se hicieron de rogar. Una mañana la habitación apareció inundada de palomas. Todas revoloteaban de mueble en mueble y con agilidad se encaramaban en lo alto del armario. Tarri no habló y actuó endemoniada. Cambió el plumero por un garrote  que no  soltó en varios días. Con los garrotazos abrió los ojos Bella Luna y una paloma blanca se alejó con una pata rota por quedarse a enredar con sus cabellos. Con los patos jugó poco Bella Luna porque Tarri entró en la sala más temprano que de costumbre y con el escándalo del ¡pim, pam!, ¡pim, pam!, ¡pim, pa!! del garrote y el ¡cua, cua!, ¡cua, cua!, ¡cua, cua!de los patos, abrió los ojos cuando más divertida estaba y ahuecaron el ala. Los últimos en llegar fueron los pájaros. Las alondras cantaban, los jilgueros trinaban, los gorriones saltaban, las tórtolas volaban y un loro de plumas verdes repetía:

     —No llores, Bella Luna, que vendremos a jugar contigo cuando nos llames en tus sueños.

    Tarri le arreó un garrotazo en el pico con tanta fuerza que se lo partió.

     —Este loro está borracho y con la cogorza no sabe lo que dice. ¿Quién te ha dado a ti vela en este entierro? ¡Vete a la taberna de tu amo que para hablar esas sandeces tienes que vivir en una taberna de mala muerte!

     El loro se alejó, pero con el pico partido y todo, siguió hablando, que no en balde era loro.

     —¡Buena bruja, mala madre! ¡Buena bruja, mala madre! ¡Buena bruja, mala madre!

     Tarri se movía con dificultad entre aquella nube de pájaros para dar sus garrotazos. Cuando por fin se marcharon vio que la sala era una verdadera pocilga. Cinco horas con pico de cigüeña estuvo quitando plumas de las ropas y del suelo.

     Ñoto confeccionaba deprisa cestos y más cestos ajeno a todo cuanto ocurría en el pueblo. Las gentes andaban revueltas porque aquella primavera no había ningún insecto y ya llevaban semanas sin ver aves. Los quesos estaban enteros en las despensas: no había ratones. Por ningún rincón se veían hormigas recolectando alimentos para el invierno. No se veían las moras porque no había gusanos para comer las hojas de las moreras y éstas las tapaban. Nadie osaba comer setas porque no se veían bichos que comieran las venenosas y temían confundirlas. Las gallinas andaban tan tristes que sus huevos no aparecían en ningún nidal. Era un fenómeno tan raro y tan peligroso que Los vecinos tuvieron que plantearse el buscar una solución. Por malos que fueran los insectos no podían vivir sin ellos. Antes o después les comerían las malas hierbas. Vivir sin aves era como morir, unas eran el alimento de sus CUERPOS y otras el de sus espíritus. ¡Qué triste estaba el pueblo sin pájaros!

     Estos argumentos pesaron mucho a la hora de las decisiones. Cada vecino donaría un par de reales de su bolsillo. Con este dinero irían a la ciudad y contratarían los servicios de un hombre que estudiara el comportamiento  de insectos y de aves. También dictaminaría si podían comer las frutas de los árboles y beber el agua del río. Creían que un envenenamiento hubiera terminado  con ellos y con ellas y ni comían ni bebían pues temían poner sus vidas en peligro, y cuando supieran cuál era el mal, pondrían el remedio eficaz y listo.

    Bella Luna tosía de vez en cuando y Tarri ya se impacientaba.

    —Hay  que traer al médico porque estas toses se convierten en estornudos y los estornudos llevan a la muerte. El día menos pensado no es nada raro que nos quedemos sin hija. Para colmo de males los insectos y las aves se llevaron todo el aire y no puede respirar.

    El médico acudió con presteza y puso el termómetro  entre los labios de la niña mientras contaba los latidos de su corazón sujetándole las muñecas con sus dedos.

     —Esta niña se muere de calor y le sobran todos los mimos. ¿a santo de qué le pone tantas mantas?  ¡Que salga inmediatamente a los balcones y que se ventile los  pulmones con aire fresco y sol!

     Ñoto tuvo que ir a la feria de ganado un sábado, a vender a  Blanquita para abonar la sabrosa factura del médico. Por sus mejillas rodaron unos lagrimones cuando se  despidió de ella.

    —Adiós, Blanquita, adiós, que caigas en buenas manos.

 

María Jesús Sánchez Oliva.

 

     Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.

     “Garipil” (1995).

     Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.

     “Letanías” (1999).

     Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.

     “El rosario de los cuentos” (2003).

     Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.

     “Cartas de la Radio” (2007).

     Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.

     “Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).

     Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.

      “Los días perdidos” (2018).

      Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Primer “Premio Tiflos” 2013.

 

     Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:

 

garipil94@oliva04.e.telefonica.net

 

     Estaré encantado de responderte.

 

Garipil.

 

     Gracias por tu visita y hasta el próximo número.

 

 

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