sábado, 2 de julio de 2022

CARTA A

A los muertos en el asalto a la valla de Melilla

 

No sé si los muertos sois 23, 27, 37 o más de 40, solo sé que con cada migrante que muere por intentar salir del hambre y de la incultura, por huir de las guerras y otras miserias, vuelven a morir todos los muertos en el intento, y los mares están llenos de tumbas de agua, tumbas sin nombres, tumbas sin fecha… tumbas de personas que se les negó el derecho que ni se les niega a los árboles: tener un palmo de tierra donde nacer, crecer y vivir en paz.

 

No sé vuestros nombres, ni los saben las autoridades marroquíes, ni los saben las autoridades españolas, solo sé que unos trabajadores tuvieron que cavar con urgencia y sin permitir la entrada a nadie unas fosas en un descampado del cementerio Sidi Salem de Nador para enterraros como ya no se entierran ni a los perros: sin pensar en vuestras familias, sin tener en cuenta que jamás sabrán si estáis vivos o si estáis muertos, porque se os dio tierra sin hacer autopsias y sin identificar los cadáveres.

 

No sé vuestra edad, solo sé que erais jóvenes, algunos hasta es posible que menores de edad, porque solo los jóvenes tienen valor para arriesgarse a cruzar una frontera tan vigilada por la Guardia Civil española como por la Policía de Marruecos, y el asalto a la valla de Melilla fue una temeridad que habéis pagado con la vida, y ni España ni Marruecos se reconocen responsables.

 

Para el presidente Sánchez la culpa es de las mafias que a cambio de un dinero que dejará a sus familias en la más absoluta miseria o endeudadas les ofrecen el paraíso a sabiendas de que solo encontrarán el infierno, pero ¿por qué no se persigue a las mafias? Esto solo lo pueden hacer los gobiernos, no los engañados, manipulados y estafados. Y no se sabe de ninguno que lo haga. Para Mohamed VI lo correcto es ocultar la tragedia y optó por lo que cabía esperar: hacer y callar, pero los vecinos de Nador fueron testigos del cruel enfrentamiento con la policía marroquí, de sus abusos de autoridad, de sus maniobras para dejaros atrapados antes de saltar la valla, vieron en las calles del pueblo cuerpos destrozados, bañados en sangre, a pleno sol y sin que nadie se molestara en saber si estabais vivos o muertos, y las imágenes no tuvieron problema para cruzar la frontera y dejarnos a todos consternados.

 

Es evidente que el Gobierno marroquí está más obligado a pediros perdón al menos que el español, pero como para el rey de Marruecos las personas son objetos de los que puede disponer y el presidente de España no quiere más líos con él, lo haré yo en nombre de los dos. Perdón, perdón, si es que estos asaltos a los derechos humanos se pueden perdonar. Es lo único que puedo hacer además de sentir vergüenza.

 

María Jesús.

 

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