sábado, 9 de junio de 2018

CARTA A...

Si esto fuera un cuento, Mamadou Gassama, lo titularía “De perseguido a héroe”, pero es una realidad, y no necesita título.
     El milagro se produjo hace unos días, en pleno centro de París. Un niño de cuatro años estaba a punto de caer desde un balcón de la cuarta planta de un edificio. Los transeúntes se arremolinaron despavoridos, pero salvo avisar a los servicios de emergencia, qué otra cosa podían hacer... De repente, sin saber de dónde saliste, apareciste tú, y ante el asombro de los presentes que daban por hecho que os mataríais los dos, escalaste las cuatro plantas y sin más formación que tu valor y sin otra herramienta que tus brazos conseguiste rescatarlo en el último segundo.
     Te recibieron con una lluvia de aplausos de la que intentabas huir por miedo a la policía que acudió a las llamadas de socorro, pero ante tu sorpresa, la policía no te molestó.
     No faltaron los que ante el espectáculo que para algunos supone el ver que otros corren peligro, sacaron los móviles para imortalizar la hazaña, y los audios no tardaron en divivulgarse por las redes sociales. Tal fue la repercusión de la noticia que el presidente Macron te citó en su despacho para premiar tu gesto regularizando tu situación en el país y nombrándote bombero del Parque Municipal de París. Enhorabuena.
    Pero no creas que el gesto obedece a sus buenos sentimientos, lo normal es que pretenda ganar votos de los ciudadanos. Si los gobernantes fueran sensibles a estos problemas, ni tú, ni tantos jóvenes como tú, tendrían que huir de Mali empujados por la extrema pobreza; ni tantos inmigrantes nigerianos, senegaleses, etc., tendrían queesquivar a la policía para evitar que les pida unos papeles que no tienen. Tampoco tienes que sentirte en deuda con los  ciudadanos  que hicieron de reporteros, porque si el niño hubiera estado jugando en un parque, no hubieras podido acercarte a verlo jugar, te hubieran mirado con desconfianza por el hecho de ser negro.  El único que merece las gracias de verdad es el niño. Aquel día tú le salvaste la vida y él te la salvó a ti.  Como ves a veces el destino es incluso más responsable que las personas.

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