miércoles, 31 de marzo de 2021

CAJÓN DE SASTRE

 

HISTORIA DE LAS MAESTRAS Y DE LOS MAESTROS DE LA II REPÚBLICA Y SU REPRESIÓN TRAS LA SUBLEVACIÓN FRANQUISTA

 

En el momento de la proclamación de la II República, 14 de abril de 1931,

España era un país con una tasa de analfabetismo del 32%, es decir de una

población de veintitrés millones y medio de habitantes, casi seis no sabían

leer ni escribir. Este analfabetismo era mayor en las zonas rurales que en

las urbanas y entre las mujeres que entre los hombres.

 

  El Gobierno de la II República, consciente de esta carencia y de la

necesidad de promover un pueblo instruido, desarrolló desde el primer

momento una actividad frenética en el área de Instrucción Pública para

redactar y llevar a cabo una amplia reforma educativa que entrañaría una

amplísima construcción de escuelas -de abril del 31 a diciembre de 1932 se

crearon 9.620 escuelas-, que se dotaron con una voluminosa creación de

plazas de maestras y maestros.

 

  Esta frenética actividad material y legislativa desembocó en la aprobación

de un plan quinquenal de construcción de escuelas mediante el cual se

pretendía construir 5.000 escuelas por año.

 

  Por otra parte, la preocupación por la educación se plasma ya en la

Constitución de la II República que se aprueba a finales de 1931, en su

artículo 48 define un modelo de enseñanza: pública, obligatoria, laica y

gratuita. En este artículo destaca el párrafo cuarto en el que el Estado se

compromete a facilitar el acceso a todos los grados de enseñanza a los

españoles económicamente necesitados “a fin de que no se halle condicionado

más que por la aptitud y la vocación".

 

  Este gran proyecto educador para todo el país no solo no olvida a las

zonas rurales sino que diseña y aprueba con urgencia  –mayo de 1931–, un

innovador plan de acercamiento de la cultura a los pueblos y aldeas, es el

Patronato de las Misiones Pedagógicas que nace con la finalidad de hacer

llegar a las zonas más apartadas la vocación educadora de la II República:

bibliotecas ambulantes, teatro, audiciones musicales… se diseminaron por

pueblos y aldeas del Estado y en ellas participaron intelectuales de la

época de la talla de Federico García Lorca o  María Zambrano.

 

  Todo este gran proyecto educativo, que fue la gran tarjeta de presentación

de la II República, está centrado en la figura del maestro como agente

humano de un plan revolucionario de transmisión de la cultura y de los

nobles valores republicanos. Las maestras y maestros no solo pudieron

actualizar sus conocimientos pedagógicos sino que vieron actualizados

también sus salarios. Ellos fueron las manos, los ojos y la voz de aquel

magno proyecto humano contra el analfabetismo y la incultura; ellos fueron

las manos, los ojos y la voz para acercar la cultura a las mujeres y a los

hombres; a las niñas y a los niños de aldeas, pueblos o ciudades.

 

  Cuando estalló el golpe de Estado y con él la Guerra Civil, el bando

sublevado estableció un plan para descabezar a la sociedad de sus líderes en

los territorios conquistados. Así alcaldes, líderes políticos y sindicales,

republicanos reconocidos y docentes fueron los primeros en sufrir la

persecución y la barbarie de los fascistas.

 

  Los docentes de la República fue un colectivo especialmente perseguido por

un franquismo cruel e ignorante. En el mejor de los casos, fueron

inhabilitados en sus puestos de funcionarios públicos de la enseñanza, en

otros casos fueron detenidos y encarcelados, otros fusilados tras juicios

sumarísimos y otros fueron víctimas de grupos de falangistas que los

asesinaron cruelmente después de torturarlos.

 

  Carmen Lafuente Tirado o Carmen Hombre Ponzoa son los nombres de dos

maestras andaluzas detenidas y fusiladas. En el caso de Carmen Hombre no

importó que estuviese embarazada de ocho meses.

 

  Arximiro Rico, maestro en Montecubeiro, un pueblo de Lugo lo sacaron de su

casa una noche un grupo de falangistas borrachos y antes de asesinarlo lo

sometieron a una brutal tortura.

 

  Víctor Fraiz, don Víctor Fraiz, fue el maestro que le enseñó a leer y a

escribir a muchos padres que luego les dieron unos valores importantes a sus

hijos. Maestro en la escuela de Coia –hoy un populoso barrio de Vigo–, huyó

a Portugal tras la sublevación franquista pero se presentó en la comisaría

de Vigo para tratar de salvar la vida de sus dos hijos detenidos después de

que ya hubiesen fusilado al mayor. Fue condenado a muerte y fusilado en

agosto de 1937.

 

  Los cuatro son solo una muestra simbólica con la que poner nombres y

apellidos al ingente número de maestras y maestros represaliados por el

único “pecado” de ser los agentes humanos de aquel magnífico plan educativo

de la II República que se inició con un estallido de alegría un 14 de abril

de 1931. Ellos, como decía Lorca, traían una luz que venía del monte para

todos. Sin embargo, después de ellos, tuvimos que esperar muchos años en la

oscuridad para que se resucitara a los sabios muertos por esta barbarie para

darles voz y su lugar en esta sociedad que pronto olvida...

 

 

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