viernes, 30 de agosto de 2019

CARTA A...

Querida capitana:

Tendría que felicitarla porque el Gobierno italiano hubiera decidido distinguirla con la medalla de oro al mérito en el trabajo, pero el Gobierno italiano, como la mayoría de los gobiernos, actuaciones como la suya las castiga; a los gobernantes les molesta que los ciudadanos sean más resolutivos que ellos.

Supimos de su existencia el pasado mes de junio cuando el barco Sea Watch 3 que usted capitaneaba rescató a unos 50 emigrantes que iban a la deriva en alta mar frente a las costas de Libia e intentó llevarlos a un puerto seguro en Italia. El Gobierno italiano, con el ministro del Interior Matteo Salvini al frente, le denegó el acceso, pero después de dos semanas de espera y ante la gravedad de la situación decidió atracar sin permiso en la isla de Lampedusa en la madrugada del 29 de junio.

La reacción de las autoridades italianas no se hizo esperar. Inmediatamente fue detenida y acusada de los delitos de resistencia y violencia contra un buque de guerra —durante la maniobra de atraque chocó contra una patrullera de la Guardia de Finanza que intentó frenarla—, que pueden conllevar penas de entre tres y diez años de prisión .

No es la primera vez que alguien tiene problemas con los tribunales por estas razones. Parece que los gobiernos, en lugar de resolver el problema de la inmigración acabando con las guerras, el hambre y la extrema pobreza que son las principales razones por las que estas personas se ven obligadas a dejar sus países, quieren resolverlo acabando con ellas, y ponen trabas a las ONG que con tanto esfuerzo y tan pocos medios les ayudan, y vigilan fronteras, y levantan vallas metálicas cuajadas de cuchillas de acero, que no consiguen reducir el flujo de inmigrantes pero sí y contribuyen a que el número de hombres, mujeres y niños sepultados en el mar aumente.

Si usted hubiera abandonado a estas personas, no habría tenido ningún problema, pero optó por desafiar al ministro Salvini y se metió en el lío. Por esto, en nombre de todos los ciudadanos de bien y en mi propio nombre, hoy quiero felicitarla. Salvar vidas, digan lo que digan las leyes, no es un delito, el delito es ponerlas en peligro. Y desearle que todo acabe bien.

De momento los apoyos recibidos han conseguido que el 2 de julio fuera puesta en libertad por la juez Alessandra Vala. Según la juez usted estaba cumpliendo “un deber”, y “el deber de socorro no termina en el mero embarque a bordo de náufragos, sino en su conducción a un puerto seguro”. ¡Menos mal que todavía quedan personas con las que podemos contar para defendernos de otras!

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