jueves, 31 de enero de 2019

EL ÁLBUM DE LA LENGUA

Tomar a alguien por el pito del ssereno: Esta expresión se utiliza cuando a una persona no le damos ninguna importancia, no la tenemos en cuenta y sus opiniones nos resultan poco o nada relevantes, llegando incluso a abusar de su buena fe y bondad. La emblemática figura del sereno apareció como tal en España durante el último cuarto del siglo XVIII y perduró a lo largo de cerca de 200 años, desapareciendo paulatinamente por el uso del despertador y la aparición del portero automático entre otros avances. Sus cometidos eran variados: encendían las farolas, abrían las puertas de los edificios a los inquilinos que regresaban bien avanzada la noche (tenían en su poder las llaves de todos los portales), ejercían de vigilantes nocturnos, voceaban las horas e informaban del estado meteorológico. Seguro que todavía hay muchas personas que hayan vivido la época en la que aun existían serenos nocturnos. Era muy popular escuchar expresiones como el típico “¡las diez y sereno!”. Fue precisamente función de informar del estado meteorológico la que dio origen a su nombre. El cielo solía estar, por lo común, sereno y a fuerza de repetir esta expresión una y otra vez pasó a ser el nombre con el que se los llamaba, acompañado de una palmada seca ¡Sereno! Otra de sus obligaciones era avisar al cuerpo de bomberos si se producía un incendio, a la policía por robo u otras trifulcas y, en general, mantener el orden y la tranquilidad en las calles. Tan a pecho y concienzudamente se tomaban este último cometido que al primer indicio de alboroto o ruido en la calle hacían sonar su silbato enérgicamente, llenando la noche de continuos pitidos. Llegó un momento en que la policía hacía caso omiso de este constante uso del silbato, ya que temían que la mayoría de las veces fuera un aviso de poco interés o necesidad, una falsa alarma, y por ello los ciudadanos pasaron también a ignorarlo, desapareciendo poco después su uso por falta de efectividad.

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