¡Hola! Ponte un café helado, coge el abanico y siéntate a leer conmigo el siguiente capítulo de Bella Luna, es lo mejor para olvidarte del calor.
XII LA GUERRA DE LOS JUGUETES
Bella Luna tuvo que volver a jugar ella sola. Lo hacía en el patio y jugaba al escondite. Se situaba en el centro y se tapaba los ojos con las manos para contar hasta diez. Luego corría entre las columnas y cuando le parecía más oportuno se paraba delante de una, giraba la cabeza hacia un lado y gritaba: “¡Alza la maya por ti, Calixto, que te he visto!” Con el paso de los días empezó a cansarse de sorprender a un Calixto inexistente y dejó el patio para echar carreras por los pasillos de la casa. Además de difícil, era un juego peligroso, en la madera encerada se resbalaba y cada dos por tres caía al suelo como una rana, pero era muy divertido ver marcadas las huellas de sus zapatos. Tarri no tardó en sorprenderla y puso el grito en el cielo.
—¡Ahora mismo tengo que ponerme a pulir todos los pasillos! ¡Dios mío, qué moratón te has hecho en la pierna! Cómo va a enfadarse tu padre cuando venga el jueves y te vea. Pensará que te he abandonado y a ver cómo le demuestro que no es verdad.
Aquel día empezó a cortarle todos los vuelos.
—De hoy en adelante te tendré sentadita en el sillón y bien arropada con las faldas de la mesa camilla. Será mejor tu bien que el mío. Tendré sumo cuidado de mantener vivas las brasas en el brasero para que no te resfríes. ¿Te duele el moratón? Te lo curaré con cataplasmas de malvas cocidas y si tarda en sanar hay que llamar al médico porque un cardenal así puede llegar a papa si no se mata antes y entonces estamos perdidos.
Bella Luna se aburría tanto que empezó a bostezar y le entró un sueño tan horrible que estuvo dormida tres meses. Tarri la metió en la cama y durante aquel tiempo evitó que durante el día alteraran sus sueños los ruidos de la calle. La despertaba con mimo para comer pero nunca llegaba al postre porque cerraba los ojos y ya estaba como un tronco. Una mañana ocurrió algo espantoso. Tarri entró en la habitación de Bella Luna y la encontró tomada por un batallón de muñecas. Las había de todas las clases y ninguna estaba de adorno. Encima de la cama, las bailarinas, con trajes de volantes, tocaban las castañuelas y bailaban al son de sus repiques; las muñecas de trapo se columpiaban de la lámpara del techo y se reían como locas; las muñecas de cartón se vestían con ropas de Bella Luna que sacaban del armario y colgaban las suyas de las perchas que iban quedando libres, y en el gran espejo de la cómoda se miraban para peinarse las muñecas de porcelana mientras sonreían coquetonas al verse los tirabuzones. Tarri cogió un plumero y sin dudarlo las sacudió.
—¡Fuera de aquí, bribonas, que turbáis los sueños de mi hija! ¡Os mataré por incordiar!
Con los gritos se despertó Bella Luna y sólo entonces escaparon las muñecas pero algunas huyeron heridas por el plumero.
La visita de los juguetes se repitió la noche siguiente pero en aquella ocasión llegaron los balones. Tarri los sorprendió rebotando de mueble en mueble, de pared en pared, del suelo al techo y del techo al suelo. Al oírla gritar se lanzaron con más entusiasmo a jugar y el rojo hizo añicos los jarrones de porcelana de la cómoda, el amarillo, el espejo del armario y el verde la lámpara de la mesilla de noche. Tarri salió bufando y regresó con un cuchillo de cocina.
—¡Os mato, antes de que despertéis a mi hija, os mato “vivos!”
Cuando Bella Luna abrió los ojos, los balones empezaron a salir por la ventana, pero uno en tonos azules iba perdiendo el aire de una cuchillada.
Otra noche llegaron los globos. Unos tenían forma de pera, otros, de corazón, muchos, de vela. Todos inflados danzaron toda la noche alrededor de la cama de Bella Luna que les sonreía feliz. Como tenían la virtud de no hacer ruido, no tenían miedo de ser sorprendidos. De madrugada entró Tarri con una vara de hierro terminada en tres puntas muy afiladas. “¡Auxilio, que nos pinchan!”, gritó el más grande de los globos, el único que tenía forma de melón. En un intento de salvarse, algunos se desinflaron y se escondieron debajo de los muebles, pero Tarri los cogió uno a uno y los tiró al pozo para que no volvieran ni con aire ni sin él; otros, sin desinflarse, se elevaron cuanto pudieron, pero Tarri alargó el brazo y ¡pum!, ¡pum!, ¡pun!, pum!... todos fueron cayendo desinflados, rotos, encogidos de dolor por no poder evitar que la explosión despertara a Bella Luna llorando del susto.
Llegaron otros juguetes en noches sucesivas y corrieron la misma desgracia. Los últimos en visitar a Bella Luna fueron los caballos de cartón. Trotaban y relinchaban como si estuvieran en el campo. Ni corta ni perezosa, Tarri se lió a palos con ellos. El escándalo despertó a Bella Luna en lo mejor de sus sueños, y al abrir los ojos, los animales se fueron. El último de la recua era un caballito blanco con motas marrones que cojeaba de una pata. Tarri se fue hacia él sin soltar el palo, dispuesta a partirle la otra pata, pero Bella Luna saltó de la cama, se interpuso entre los dos, y recibiendo el golpe, le salvó la vida, pues la intención de su madre era matarlo en cuanto cayera al suelo. Menos mal que Tarri no tuvo tiempo de reprenderla. Tras aquellas visitas toda su urgencia se centraba en limpiar el cuarto de arriba abajo para que su hija siguiera durmiendo y ella pudiera respirar a gusto.
Ñoto pasaba el día trabajando a destajo y no se enteraba de cuanto pasaba en el pueblo. Los niños Llevaban varias semanas en pie de guerra: se habían quedado sin un triste juguete. Todos fueron desapareciendo misteriosamente por las noches y no volvió ni uno con la luz del día. La Noche de los Reyes Magos dejaron todos sus botas muy limpias en las ventanas y aquella fue la madrugada de las lágrimas. En las botas solamente hallaron golosinas y los padres juraban por todos los santos del cielo que habían enviado las cartas a Oriente por correo y certificadas. Se reunieron todos los niños y tomaron una decisión: se turnarían y montarían guardia por las noches para pillar al ladrón que robaba sus juguetes, lo pillarían con las manos en la masa y no lo soltarían hasta que no los devolviera. Tarri ya no se preocupaba por los dulces sueños de Bella Luna si no por el moratón de la pierna que ya apenas la movía. Ñoto tuvo que ir a buscar al médico.
—A mi hija se le ha cambiado la pierna por una pata de palo. ¿Puede ir a visitarla? Quiero que su ciencia se la cambie por la que tenía de carne y hueso.
El médico visitó a Bella Luna varias veces.
—¡Es una barbaridad tenerle a la niña la pierna vendada con este ungüento durante tanto tiempo! ¿Dónde demonios tienen los ojos para no ver que un moratón sana en dos días y al aire libre porque al no ser herida no existe riesgo de infección? No ha faltado ni el canto de un duro para quedarse coja para toda su vida. Tiene la pierna casi paralizada. Ahora tendrá que hacer ejercicios de movilidad para rehabilitarla y como poco en cinco semanas conseguiré que corra por el patio como un gamo.
Ñoto tuvo que vender las nuevas mimbreras para saldar la cuenta del médico. A nadie le dolía tanto como a él desprenderse en aquel momento de los árboles que eran el fruto de la perla blanca, pero era mil veces más doloroso ver a Bella Luna con una pata de palo morado. Tampoco a Tarri le importó demasiado que mermaran las cosechas de mimbres.
—Ese médico es tan sabio que ha hecho un milagro con Bella Luna y el trabajo de esas manos debe ser pagado con oro del de más quilates.
Bella Luna se cansaba en seguida de danzar por el patio como había aconsejado el médico.
—Quiero dormir que dormida juego mucho y lo paso genial.
Su madre la desanimaba temerosa de una recaída.
—Eso no es jugar sino soñar y los sueños son mentiras que cuentan las estrellas para engañar a los niños.
María Jesús Sánchez Oliva.
Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
“Garipil” (1995).
Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
“Letanías” (1999).
Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
“El rosario de los cuentos” (2003).
Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
“Cartas de la Radio” (2007).
Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.
“Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).
Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.
“Los días perdidos” (2018).
Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Primer “Premio Tiflos” 2013.
Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:
garipil94@oliva04.e.telefonica.net
Estaré encantado de responderte.
Gracias por tu visita y hasta el próximo número.
Garipil.
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