Salman Rushdie:
Por segunda vez ha conseguido esquivar a la muerte. El motivo que lleva años impidiéndole vivir libre y le obligará a seguir viviendo con tan grave amenaza a cuestas no es otro que haber escrito Los versos satánicos. No sabemos, ni lo sabremos nunca, si el asesino actuó por defensa de su religión o por conseguir la recompensa económica que se ofreció por su cabeza. Ninguna de las dos posibilidades puede entenderse y mucho menos justificarse. Ni el Dios de los musulmanes, ni el Dios de los judíos, ni el Dios de los católicos, pueden querer ser defendidos a cuchilladas porque dejarían de ser dioses, y matar por dinero se puede matar, es evidente, pero eso equivale a perder la libertad, la dignidad, el respeto de la sociedad en general y de los creyentes de cualquier religión en particular. El móvil de estos asesinatos tiene más de fanatismo movido por la manipulación y a estas alturas cuesta creer que todavía queden seres que llevados por la ignorancia caigan en esta trampa. ¿Cuándo se darán cuenta de que los que les prometen ganar el paraíso con tan execrables actos no tienen ninguna prisa por quitarles la vez? Matar es un delito, y hacerlo en nombre de un dios, no tiene nombre, todos perdonan, toleran, comprenden, y los verdaderos creyentes de cualquier religión están obligados a seguir su ejemplo. No he leído Los versos satánicos, tampoco sé si los leeré, pero sí sé que ninguno de los dioses mandaría matarlo por escribirlos.
Gracias al Dios que ha conseguido salvarle la vida por segunda vez y ojalá consiga que sus fieles entiendan que odiar a los hombres en lugar de amarlos es ofenderlo a Él mismo.
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