Queridos lectores: Soy el libro elegido para invitaros a leer en este número de 30 días, y aquí me tenéis, dispuesto a presentarme.
Mi nombre: Telefónica. Tranquilos. No soy la Compañía Telefónica Nacional de España, soy una novela ambientada en el madrileño edificio de la compañía.
Mi autora: Barea-Kulcsar, Ilsa.
Reseña: "¿Es cierto que cuando oyes silbar las bombas ya no te pueden dar?" se preguntan temerosos los corresponsales extranjeros mientras cruzan la Gran Vía madrileña. Han venido a España para cubrir la Guerra Civil y cada día envían sus crónicas desde la central de la Telefónica, sede de la oficina de censura para la prensa extranjera. Es el edificio más alto de la capital, el primer rascacielos del país, y los aviadores alemanes tratan a diario de bombardearlo para aislar las comunicaciones de la República. Allí llega un buen día la voluntaria alemana Anita Adam, pequeña, rolliza, independiente y muy decidida. La han asignado a la oficina de censura ya que habla varios idiomas. Su modo de ser autónoma choca de pleno con el machismo de los españoles y con el rol subordinado de las españolas, siempre esposas o amantes. Allí, en el enorme edificio que tiembla bajo las bombas de los junkers y los obuses del quince y medio, refugio inexpugnable y prisión asfixiante al mismo tiempo, permanecerá inalterable la pequeña Anita, trabajando a la débil luz de las lamparillas de su escritorio. Y todo cuanto por sus trece pisos desfila engancha sin hacer pasar los malos momentos que la mayoría de los libros que tratan el más negro capítulo de la historia de España nos hacen pasar.
Firmado: Telefónica.
Posdata: Ilsa Barea-Kulcsar escribió una vibrante novela basada en sus propias experiencias de guerra, en el Madrid sitiado en el que todos desconfían de todos y en el que ella encontró el amor de Arturo Barea. El texto, que ha permanecido inédito durante ochenta años, lo concluyó el día antes de que, cautiva y desarmada, la Segunda República sucumbiera.
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