miércoles, 17 de diciembre de 2025

PORTADA

Queridos lectores: Acaba de salir el número 131 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo. AVISO PARA QUIENES YA SON COLABORADORES Y PARA QUIENES QUIERAN SERLO Creo conveniente dejar de publicar a partir de esta fecha (30-I-2025) noticias sujetas a la “Ley del Loro”, es decir: que se repiten hasta el aburrimiento en todas las cadenas de radio, televisión y redes sociales, ya que la finalidad era la de publicar noticias recogidas a pie de calle, protagonizadas por personas anónimas, no famosas. En su lugar, aunque tendrán preferencia las ya mencionadas, os invito a participar con anécdotas, reflexiones, curiosidades, experiencias… respetando, en ambos casos, las dos sabidas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y ejemplares. Y segunda: que sean enviadas a mjsanchezoliva@gmail.com poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Espero seguir contando con vosotros y quedáis invitados a agregaros como seguidores. Navidad 2025 Llega la Navidad y como de costumbre los pueblos, los edificios, las casas, se visten de luces para transformar las noches en días de alegría, el frío en calor de bienestar, las sombras en sol de bendiciones, y como de costumbre le pido a la vida que siguiendo su ejemplo nunca apague las luces que cada uno de vosotros, vuestras familias, vuestros amigos, tengáis encendidas y encienda para siempre las que tengáis apagadas. Feliz Navidad 2025 y feliz 2026 María Jesús 17-XII-2025 LO MÁS DESTACADO DE DICIEMBRE LA VITRINA: Lista de libros leídos en 2025. MESA CAMILLA: Dar la callada por respuesta (artículo de opinión). CAJÓN DE SASTRE: Historia de Rosa Parks. EL ÁLBUM DE LA Lengua: Escritura correcta de los colores en sentido figurado. LA BUTACA: El origen de las plañideras. CARTA a… los seguidores de 30 días y a los lectores que sin estar agregados le dedican unos minutos todos los meses. COSAS DE GARIPIL: Las malas lenguas (cuento galardonado con el primer premio en 1998). Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón. Volveremos a encontrarnos en el próximo número. María Jesús Sánchez Oliva. Seguidores de Honor: Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012. Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012. María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013. Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015. Claudio Hernández Díaz (pintor). Nacionalidad: espa ñola. 30-VI-2020.

LA VITRINA

Libros leídos en 2025 Título: La flor del azafrán amarillo. Autora: Abraim, Laila (releído). Título: Una casa en Amargura. Autora: Vázquez de Gey, Elisa. Título: El lector. Autor: Schlink, Bernhanrd. Título: Las frases robadas. Autor: Sastre, José Luis. Título: La novia oscura. Autora: Restrepo, Laura. Título: Maldeniña. Autora: Salazar Masso, Lorena. Título: La luz tras la ventana. Autora: Riley, Lucinda. Título: El médico de Flandes. Autor: Cavanillas de Blas, Antonio. Título: El traje gris. Autor: Andrea Camilleri. Título: El lumbral de la eternidad. Autor: Follentt, Ken. Título: Por si un día volvemos. Autora: Dueñas, María. Título: El estudiante de Salamanca. Autor: José de Espronceda (releído). Título: El jorobado de Notre Dame. Autor: Victor Hugo. Título: A la sombra de Einstein. Autora: Benedict, Marie. Título: Abril es un país. Autora: Constenla Fontenla, Tereixa. Título: Bajo el sol de Quenia. Autora: Wood, Barbara (releído). Título: El señor de Far Island. Autora: Holt, Victoria. Título: La hora de la verdad. Autora: Rosa Regás. Título: La papisa. Autora: Cross, Donna W. Título: A Lupita le gustaba planchar. Autora: Laura Esquivel. Título: La lavanda silvestre que iluminó París. Autor: Alexsandra, Belinda. Título: La flor púrpura. Autora: Adichie, Chimananda Ngozi. Título: El mapa de los anhelos. Autora: Kellen, Alice. Título: El horizonte sobre el tejado. Autora: Manzaneque, Carmen. Título: El baile de los penitentes. Autor: Francisco Bescos. Título: Temporada de avispas. Autora: Ferrer, Elisa. Título: El curioso incidente del perro a media noche. Autor: Haddon, Mark. Título: Tiempo de albaricoques. Autora: Beate Teresa Hanika. Título: Las mujeres que bordaron su libertad. Autora: Thatiana Pretelt. Título: El baile de las mareas. Autora: Laura Portas. Título: El baile de las luciérnagas. Autora: Hannah, Kristin.. Título: Antonia. Autora: Concostrina, Nieves. Título: 11-S, historia de una infamia. Autor: Cardeñosa, Bruno. Título: La rebelión de los mendigos. Autor: Robles Miras, Salvador. Título: La dama de la Cartuja: Autora: Aguilera, Inma. Título: Flores para la señora Harris. Autor: Gallico, Paul. Título: Las tinieblas y el alba. Autor: Follentt, Ken. Título: El pozo del manzano. Autora: Matilde Cabello. Título: La bruma verde. Autor: Giner, Gonzalo. Título: Fragmentos de interior. Autora: Martín Gaite, Carmen. Título: Nada sucede la víspera. Autor: Lloréns, Chufo. Título: Los diez escalones. Autor: Múñez, Fernando J. Título: El diccionario de las palabras olvidadas. Autor: Williams, Pip Título: El perfume de bergamota. Autor: Gastón Morata, José Luis. Título: Dientes de leche. Autor: Martínez de Pisón, Ignacio. Título: El baile de las marionetas. Autora: Guerrero, Mercedes. Título: Berenguela. Autor: Mañas, José Ángel. Título: Los niños de humo. Autora: Castaño, Aitana. Título: Como bestias. Autora: Vérot, Violaine. Título: El secreto de la asistenta. Autor: McFadden, Freida. Título: Carboneras. Autora: Castaño, Aitana. Título: El cielo de Lima. Autor: Gómez Bárcena, Juan. Título: La tabla esmeralda. Autora: Montero, Carla. Título: Durante la nevada. Autor: Luis Roso. Título: El valle de la niebla. Autor: Pérez Blanco, Ismael. Título: La muladí. Autor: Gastón Morata, José Luis. Título: Yo soy Malala. Autora: Yousafzai, Malala. Título: El chico de las bobinas. Autor: Cervantes, Pere. Título: El niño que perdió la guerra. Autora: Navarro, Julia. Título: El club de los viernes. Autor: Jacobs, Kate. Título: El mercader de café. Autor: Liss, David. Título: Victoria. Autora: Sánchez-Garnica, Paloma. Título: El cuarto de la plancha. Autora: Chacón, Inma. Título: Siete agujas de coser. Autora: Chacón, Lucía. Título: Las cuatro esquinas del mar. Autora: Cabrillana, Lola. Título: A mí no me doblega nadie. Autora: Cal Martínez, Rosa. Título: El vuelo de la libélula. Autora: Iturgaiz Rodríguez, Ana. Título: La cartera. Autora: Gianonne, Francesca. Título: El invierno en tu rostro. Autora: Montero, Carla. Título: Y las montañas hablaron. Autor: Hosseini, Khaled. Título: La hija del piconero. Autora: Margarita López Lozoya. Título: El baile. Autora: Némirovsky, Irène. Título: Los secretos de Saffron Hall. Autora: Clare Marchant. Título: La península de las casas vacías. Autor: Uclés, David. Título: El orden del día. Autor: Vuillard, Éric. Título: Un jardín en Bedalpur. Autora: Mourad, Kénizé. Título: Las cartas de la Pirenaica. Autor: Balsebre, Armand. Título: La casa de vacaciones. Autor: Daniel Hurst. Título: Barro rojo. Autora: Teresa Nieto Peca. Título: La catedrática. Autora: López Villarquide, María. Título: La fila india. Autor: Antonio Ortuña. María Jesús

MESA CAMILLA

Dar la callada por respuesta Hace unas fechas llegó a mi bandeja de entrada un correo electrónico con una encuesta en adjunto. El organismo en cuestión quería saber si estaba de acuerdo o no con que en la Constitución se hubiera cambiado el término minusválido por el de discapacitado. Pues no tuve que pensar mucho: ni sí, ni no, por tres razones que intentaré resumir. Primera: Estos inconvenientes, se nazca con ellos, sean sobrevenidos por causas naturales o se produzcan de manera accidental, ya tienen nombre, es decir: que alguien no oye bien, pues es sordo, que no tiene piernas, pues es cojo, que no ve, pues es ciego. De hecho, el 13 de diciembre de 1938, cuando Franco, gracias a un pequeño grupo de ciegos que decidió coger el toro por los cuernos para salir de la miseria de siglos de una vez por todas, firmó el Decreto que dio lugar a la creación de la ONCE, no la llamó Organización Nacional de Discapacitados, ni de Minusválidos, ni de Inútiles, que habría sido lo normal a tenor de sus luces, la llamó de Ciegos porque por aquellos días ni él tenía tiempo para analizar un proyecto que juzgó condenado al fracaso ni los españoles tenían ganas de entrar en estos absurdos detalles que hoy tanto nos complican la vida. Segunda: Tener que vivir con las consecuencias de una enfermedad o de un accidente no implica ausencia de capacidad ni mucho menos. Pero como esto la sociedad no parece tenerlo meridianamente claro, más nos valdría que empezáramos a fijarnos en nuestros políticos, hombres y mujeres muy “completos” ellos, y aunque en democracia cualquier ciudadano podría llegar a ser presidente, lo normal es que solo lleguen los bien hechos aparentemente al menos, los guapos, los bien parecidos, los que vienen de familias bien acomodadas, los que se educaron en colegios de renombre, los muy educados, los muy redichos, los que pasaron por la universidad, los que tienen muchos títulos, muchos bienes, muchos amigos que los adoran porque desprenden olor a dinero, a poderío, a buenas aldabas que les permiten medrar a cualquier precio y sin consecuencias, pero no tienen capacidad para gobernar y en su incapacidad lo resuelven insultando, acusando, mintiendo, robando y lo que es peor: tergiversando las cosas para que los ciudadanos, a medida de sus posibilidades, sigan su ejemplo, con lo que consiguen que nuestras empresas, nuestros servicios, entidades e instituciones funcionen cada día peor. Estoy segura de que si tuvieran que examinarse para llegar a sus cargos, como tienen que examinarse los que antes eran minusválidos y ahora son discapacitados para acceder a un puesto de trabajo, el número de suspensos superaría con creces al de aprobados. Y tercera: Tanta vergüenza me producía que el término minusválido figurara en nuestra Constitución como ahora me produce que figure el de discapacitado porque ambos se resumen en una frase: etiquetar a las personas, y las etiquetas solo sirven para minimizar, humillar, discriminar y, en muchos casos, destruirlas. Por lo tanto, como la encuesta solo me permite decir sí o decir no porque viene sin espacio para escribir lo que me sobra experiencia para darlo por cierto, lo mejor es que dé la callada por respuesta y con mi aplauso por su titánico trabajo para conseguir el cambio, según ellos, que no cuenten. María Jesús 1-XII-2025

CAJÓN DE SASTRE

Rosa Parks trabajaba como costurera y su pequeño acto se transformó en un símbolo de la lucha contra la segregación. Acababa de terminar su jornada como costurera donde pasaba horas entre telas, tijeras y bastidores. Afuera, el aire templado rondaba los 16 °C, lo justo para un abrigo liviano y un regreso sin apuro. El atardecer se desplegaba con calma: volver a casa, preparar la cena y descansar era el plan inmediato. Nada la hacía pensar que esa rutina sería interrumpida por un gesto que cambiaría la historia. Era 1° de diciembre de 1955, estaba en Montgomery, Alabama y su nombre era Rosa Parks. Como cada día, Rosa esperó el colectivo en Court Square, cerca de las 17:30. Subió por la puerta delantera, saludó con frialdad al chófer —James F. Blake, un rostro que no le era ajeno— y se sentó en la zona intermedia, espacio que las leyes locales asignaban a pasajeros negros, salvo que hubiese blancos de pie. Minutos después, cuando el colectivo se llenó, Blake se acercó a exigirle que dejara su asiento. Rosa lo miró con serenidad, y sin levantar la voz, se negó. El conductor llamó a la policía y ahí mismo fue arrestada, en su asiento, por negarse a moverse. La imagen que quedó del momento no necesitaba palabras. Rosa Parks aparecía de pie, sosteniendo una pizarra con el número “7053”, su ficha policial. Detrás, una pared vacía. El rostro, calmo. El cuerpo, firme. No había dramatismo impostado, pero el peso simbólico de la escena lo ocupaba todo. Hoy resulta difícil creer que su “delito” fue defender su derecho a permanecer sentada. La fotografía fue tomada poco después de su detención. Lo que transmitía no era miedo ni rabia, sino una tranquilidad desafiante. La compostura de Rosa contrastaba con la brutalidad silenciosa del sistema que la rodeaba. Años después, ella misma recordaría aquel momento con claridad: “Sabía que alguien tenía que dar el primer paso. Y decidí no moverme porque sentí que tenía el derecho de estar donde estaba”. También contó que no fue un acto impulsivo ni una casualidad emocional: “La gente siempre dice que no me levanté porque estaba cansada. Pero no es cierto. No estaba físicamente cansada. Estaba cansada de ceder”. Pero, más allá de que el acto no formaba parte de una estrategia, Parks estaba lejos de ser una improvisada. De hecho, formaba parte activa de la NAACP, se había capacitado en derechos civiles y conocía los riesgos: “Sentí que ya no podía aguantar más abusos. Era hora de plantarse, aunque supiera que podía ser arrestada. Y estaba dispuesta a asumirlo.” Y lo que inició como un acto espontáneo, se terminó por convertir en un evento revolucionario. Tanto que el número “7053” se transformó en la puerta de entrada a un movimiento que ya venía gestándose, pero que necesitaba un rostro y un gesto para convertirse en símbolo. La imagen recorrió el país y el mundo como representación de una lucha que trascendía a la propia Rosa. Una mujer común, que se volvió extraordinaria por desafiar lo injusto con la simpleza de no levantarse. El episodio más humillante La relación entre Rosa Parks y el chófer James F. Blake ya tenía antecedentes. En 1943, ella subió a uno de sus colectivos, pagó el boleto en la parte delantera —como dictaban las normas—, pero él le ordenó que bajara y volviera a subir por la puerta trasera, como era costumbre con los pasajeros negros. Cuando ella obedeció y bajó, Blake arrancó el colectivo antes de que pudiera subir de nuevo. La dejó sola, de pie en la calle. Rosa recordaría ese episodio como uno de los más humillantes de su vida adulta. Desde entonces, siempre que podía, evitaba los vehículos conducidos por él. El 1° de diciembre de 1955, al subir y reconocerlo, algo en ella supo que el ciclo tenía que cerrarse. Pero esta vez, no sería ella la que se bajaría del colectivo. Un pequeño acto y el apoyo de grandes figuras El gesto de Rosa Parks fue individual, íntimo, casi silencioso. Pero no estuvo sola. Su “no” fue la chispa que encendió una mecha largamente preparada por una red de militantes, vecinos, líderes religiosos y activistas que ya venían desafiando la segregación en Alabama. Quien encabezó la respuesta inmediata fue E.D. Nixon, referente de la NAACP y defensor de los derechos de los trabajadores ferroviarios. Conocía bien a Rosa y, al enterarse de su detención, supo que ella era la figura adecuada para llevar el caso a los tribunales. Esa misma noche organizó su liberación bajo fianza y comenzó a mover las piezas de una estrategia legal y política. Otra figura clave fue Jo Ann Robinson, presidenta del Consejo Político de Mujeres (Women’s Political Council). Al enterarse del arresto, pasó la noche mimeografiando más de 35.000 volantes que convocaban a un boicot de un día contra los colectivos. La idea era simple: dejar los asientos vacíos como respuesta al trato injusto. Pero el impacto superó cualquier expectativa. En pocas horas, la comunidad negra de Montgomery, que representaba más del 70 % de los usuarios del transporte público, respondió con una contundencia sin precedentes. Nadie subió al colectivo ese lunes. El éxito fue tan rotundo que decidieron extender el boicot, que acabaría durando 381 días. Ese proceso catapultó a la escena nacional a un joven pastor bautista de solo 26 años: Martin Luther King Jr.. Líder de la Montgomery Improvement Association, King supo traducir el enojo colectivo en un discurso firme, pacífico y organizado. Su voz se convirtió en el canal por donde fluyó la rabia contenida de generaciones enteras. La segregación y la lucha contra el racismo Durante gran parte del siglo XX, en muchos estados del sur de Estados Unidos, la segregación racial era ley. No una costumbre o prejuicio social —que también existía—, sino una estructura legal que obligaba a las personas negras y blancas a vivir separadas. Escuelas, hospitales, cines, fuentes de agua, baños públicos, restaurantes, iglesias, bibliotecas, vagones de tren… todo estaba dividido por color de piel. Este sistema se conocía como “Jim Crow”, en referencia a un personaje racista popularizado en el siglo XIX. Bajo estas leyes, las personas afroamericanas eran consideradas ciudadanas de segunda clase. Aunque en teoría eran “iguales”, en la práctica los servicios y espacios asignados a los negros eran siempre inferiores —más deteriorados, menos equipados, o directamente inexistentes. En el caso del transporte público, como el colectivo donde viajaba Rosa Parks, las reglas eran muy claras. Los primeros asientos estaban reservados para blancos. Los del fondo, para negros. La sección del medio podía ser usada por afroamericanos, pero solo si no había blancos de pie. Si un pasajero blanco subía y no encontraba lugar, una persona negra debía ceder su asiento, sin excepción. Desobedecer significaba ser arrestado. Además, las personas afroamericanas no podían votar con libertad, debido a requisitos diseñados para excluirlas, como pruebas de alfabetización imposibles o impuestos especiales. No podían formar parte de jurados, ni aspirar a ciertos empleos. En muchos estados, ni siquiera podían mirar a una persona blanca a los ojos sin ser considerados irrespetuosos. Frente a este sistema profundamente injusto, surgieron movimientos de resistencia. Organizaciones como la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) luchaban en los tribunales, mientras líderes comunitarios promovían el cambio desde las iglesias, las escuelas y las calles. Datos extraídos de Internet

EL ÁLBUM DE LA LENGUA

Colores en sentido figurado, escritura correcta Los nombres de los colores no necesitan comillas ni cursiva cuando se emplean con valores figurados asentados. Uso no recomendado * Otro día «negro» para las acciones de la plataforma, que caen a su nivel más bajo desde mayo. * Recurrió al ministro para inscribir un sindicato «amarillo» en su empresa. * Proyecto «verde» pionero para revitalizar las cuencas. Uso recomendado * Otro día negro para las acciones de la plataforma, que caen a su nivel más bajo desde mayo. * Recurrió al ministro para inscribir un sindicato amarillo en su empresa. * Proyecto verde pionero para revitalizar las cuencas. La asociación de emociones, conceptos, etc., con colores es un fenómeno natural en la lengua. Aunque la relación puede ser ad hoc en un contexto dado, hay cierto número de valores establecidos, como el negro para lo funesto, el verde para lo ecológico o el ecologismo, el amarillo para lo sensacionalista o el oficialismo, el azul para la nobleza o el agua, el gris para lo anodino o lo mediocre... También entran en esta categoría expresiones como ponerse morado en relación con la comida, y dinero negro, así como los colores que identifican a determinados partidos. Una vez fijadas estas relaciones, es posible considerar que forman parte de sus sentidos propios, en especial aquellas que ya han sido incorporadas al diccionario académico, por lo que son innecesarias tanto las comillas como la cursiva. Sí resulta adecuado entrecomillar los nombres de colores cuando no son asociaciones generalizadas, como en el titular «Sangre ‘azul’ para salvar vidas en Albacete», que se refiere al uniforme de un grupo de policías que participaron en una campaña de donación. También resulta apropiado cuando se trata de ironías, como en «Una medida “verde” con más emisiones y contaminación», con el fin de señalar que, en realidad, quien escribe este texto considera que la medida no es ecológica ni sostenible, aunque se anuncie como tal. Ver también Lunes negro o trimestre negro, sin comillas ni cursiva. Verde se escribe sin cursiva y sin comillas. Recomendación de la Fundéu

LA BUTACA

¿Quiénes eran las plañideras? Seguro que has oído hablar de ellas: en España existieron hasta principios del siglo XX y abundan las referencias literarias. Pero hoy quiero contarte de dónde nos vino esa costumbre. CUANDO alguien fallecía en el Antiguo Egipto, la familia del difunto contrataba a unas mujeres para que llorasen e hiciesen público el lamento y dolor de la familia. Estas eran llamadas las plañideras. En muchos casos la importancia del finado se medía por el número de plañideras que acudían al funeral. La manera en que manifestaban el dolor era variada: a través de lamentos (que podían adoptar incluso la forma de gritos estentóreos y descontrolados), dándose golpes en el pecho (que a veces dejaban al descubierto), echándose tierra sobre la cara, cabeza y cuerpo (tratando con ello de ocultar la presumible belleza externa), o tirándose con energía de los cabellos (despeinándolos, o incluso arrancándolos); es decir, en conjunto, manifestando una conducta que diera sentida cuenta del profundo dolor que implicaba la pérdida de un ser querido, a través de un comportamiento claramente atípico y alejado del estado sosegado y tranquilo que era normal en la vida cotidiana. Iban vestidas con una túnica de color gris-azulado, que era el color que se utilizaba para demostrar dolor o duelo. En España, sin embargo, era el negro y no faltaba el pañuelo a la cabeza. Desde su espacio en 30 días lo envió a La butaca Garipil.

CARTA A...

Queridos lectores de 30 días: Después de un paréntesis de cuatro meses provocado por otros asuntos que me han tenido ocupada, retomo las publicaciones con el número de diciembre que se adelanta a su fecha porque entiendo que en la suya tendréis mensajes más importantes que atender, y no está en mi ánimo robaros tiempo con estas simplezas. Las primeras líneas, aunque ya lo he hecho en privado, son para darles las gracias a los seguidores que me han preguntado por qué no recibían el enlace del blog como todos los meses, lo que me anima a no ponerle punto final y a comprometerme a ser puntual a la cita. Muchísimas gracias. Las siguientes son para darles las gracias a los que mes tras mes me dedican unos minutos para leer varias o todas las entradas. Muchísimas gracias. Y las últimas son para darles las gracias a los que sin agregarse como seguidores me siguen también. Muchísimas gracias. Para todos mi gratitud y mis mejores deseos. María Jesús 17-XII-2025

COSAS DE GARIPIL

¡Hola!: Desconecta el televisor, deja el móvil donde ni lo veas ni lo oigas, siéntate en tu sillón favorito, cierra los ojos y permíteme que te lea el tercer relato de Letanías en lo que el sueño te manda a la cama para recuperar las fuerzas perdidas durante el día. Las malas lenguas Ya eran las tres de aquella tarde de junio y el día estaba como sin empezar. En los pueblos cundía el tiempo: nunca había que correr para hacer algo, nunca quedaba nada por hacer. Los hombres se habían ido al campo: los hombres siempre estaban en el campo, en la taberna, en la cama... Los niños entraron en la escuela: los niños te¬nían que aprender los números y las letras, lo que no sabían sus abuelos, sus padres... Las mujeres, en ramos de vecinas, se sentaron en el jarrón de la calle: las mujeres siempre tenían algo que coser, que contar, que saber... Aquel día fue Andrea la primera flor de su ramo en salir de casa. "¡Sal, María, sal, que ya vienen las otras!", gritó a la puerta de ésta, mientras asentaba la silla. Una mano perezosa dividió en dos la cortina de palillos que protegía el zaguán de las moscas, del sol, de los ojos curiosos, de los oídos indiscretos, de las malas lenguas... de todo lo que por abundante estorba. María tenía pocas ganas de darle a la aguja, pero mucha ropa que coser. El tintineo de las hileras de palillos que formaban la cortina al volver a unirse dejó su cuerpo a la intemperie, un cuerpo encorvado, fofo, abrumado… una huella de la mujer fuerte y dispuesta que había sido hasta unas semanas antes. "¡Vamos, mujer, vamos! En casa no vas a a arreglar nada", le aseguró Andrea poniéndose en pie casi antes de haberse sentado. "¡Aguarda un momento, aguarda! Yo misma te saco la silla y el canastillo. ¿Dónde están?" María miró al cielo y el sol le arañó los ojos. Qué hermoso día de primavera para los que no tenían penas del invierno, para los que podían esperar un verano sin lágrimas. "¡Aquí! ¡Siéntate aquí, a la sombra! Hace un día de San Lorenzo", aclaró Andrea cogiéndola por el brazo, después de pegar¬le la silla al tronco de la higuera. María obedeció con un suspiro. Hacía un día de San Lorenzo, de pleno mes de agosto: de mucho, mucho calor. Teresa y Gonzala llegaron juntas, con sus sillas y canastillos respectivos. Se instalaron a la derecha de Andrea, formando media o alrededor de María, como si quisieran protegerla, consolarla... La higuera proyectaba las sombras de sus ásperas hojas y de sus brevas a punto de madurar sobre sus cabezas inclinadas por el peso de los moños y la orden de las agujas que reclamaban sus ojos. Una gallina de plumas negras y crespas se paseó sin pudor entre ellas. —¡Oxe, oxe! ¡Larga de aquí!, —le gritó Andrea con energía, al ver que pretendía hurgar en su azafate. Pero la gallina se limitó a dar media vuelta y a acurrucarse un instante. —Si no hubiera sido porque me urge remendar estos pantalones "del" mi hombre, hoy me había "recostao" un poco, —comentó Teresa entre bostezos, vigilando a la gallina que no quitaba los ojos del azafate— Anoche no me dejó pegar ojo el perro del herrero, se pasó la noche aullando: como si oliera a desgracia, a muerte... —Como si oliera no, como que olía, —afirmó Gonzala con voz rotunda, arrancando unas enaguas del pico de la gallina— Se está muriendo tío Andrés, el Sapo. Lo dijo el médico esta mañana en la consulta. Y si el médico lo dice... —¡Bah, tonterías! —protestó Andrea mirando de reojo a la gallina— Ese tunante tiene siete vidas como los gatos, y que yo me recuerde sólo se ha muerto cinco. De morir¬se alguien, seguro que se muere con toda la salud. Y no creo que los perros... —¡Imposible, es imposible! —interrumpió de repente María, como volviendo en sí de un prolongado mareo, mientras se enjugaba las lágrimas con el calcetín que había intentado zurcir— Mi Lino no ha sido, claro que no. Ni muerto de hambre sería capaz de quitar un cacho de pan a nadie. Que vayan a Huracancillos, que les pregunten a tía Lola y a tío Pepe, a todo el pueblo si quieren. Diez años sirviendo en esa casa y nunca nadie ha tenido que decir nada malo de él. Al contrario. Desde el primer día tuvo abiertas de par en par todas las puertas de la casa. Con tío Pepe iba al "mercao": a comprar, a vender, a llevar, a traer... y conocía las cuentas igual que él. Cuando iban a las ferias, si tía Lola necesitaba que le comprara algo "pa" ella, en lugar de darle los cuartos al tío Pepe, se los daba "al" mi Lino. El jornal que ganaba nos lo en¬tregaba entero. Y si alguna vez se quedó con algo, nos rindió cuentas hasta del último céntimo: como si se las pidiéramos, como si se las exigiéramos... y bien sabe Dios que no, que nunca nos dio pie "pa" desconfiar de su mano. ¡No "pue" ser, no "pue" ser! Alguien lo quiere mal, le tiene envidia, está "empeñao" en manchar el claro espejo de su familia: de la mía. —Que no, mujer, que no. ¡Quítate esa manía de la cabeza! —le aconsejó Andrea mientras le ofrecía un pañuelo que extrajo de la manga— Aquí, en el pueblo, todos los mozos son ángeles, pero en cuanto se ven sueltos, en la ciudad, pierden la vergüenza y ¡zas!, raro es el que no se vuelve demonio. Pero no te amargues, mujer, no te hagas mala sangre. Él lo ha hecho ¿no?, pues que él lo pague. Ya verás como escarmienta... —Claro, María, no llores más, "la" Andrea tiene razón, —corroboró Teresa santiguándose—, con un buen escarmiento "el" Lino se pondrá derecho a tiempo. Ya verás como en la cárcel lo hacen un hombre y aprende que no se sale de pobre con el dinero ajeno, prohibido: "robao". —Bueno... —dejó caer Gonzala mientras recogía del suelo el cartón de una caja de galletas para darse aire— no se sale de pobre si tienes la mala suerte de que te pillen, como a él. De lo contrario... ¡ja! ¿No me diréis que con cua-trocientas pesetas y haciendo un par de siegas al año "el" Lino no había vivido a cuerpo de rey el resto de su vida? María dejó de llorar tan de súbito como empezó. Apretó las mandíbulas. ¿En qué se fundaban aquellas pécoras para asegurar en sus narices que su hijo se había convertido en un ladrón de la noche a la mañana…? Intentó es¬cupirles en la cara. Ellas sabían mejor que nadie que su Lino había sido siempre un bendito, que cuando lo quitaron de la escuela con ocho años, para ir a servir a casa de tío Pepe, se fue sin poner pegas, que tío Pepe decía a sus cuñados, cuando se reunían en la matanza, que cuando repartiera la herencia le daría la misma parte que a cada una de sus once hijas, que tía Lola le dijo llorando cuando lo despidió que si era por su bien que lo dejaba irse, pero que si no se encontraba a gusto, que si no se hallaba, para volver a su casa no tenía ni que avisar, que si el dueño de la fábrica de zapatillas fue a buscarlo para que se la vigilara por la noche, fue porque sus parientes del pueblo, sus amistades, todos, le aseguraron que ni dando la vuelta al mundo encontraría un muchacho más valiente y más honrado, que se quitaba el pan de la boca para dárselo a los demás, que era enemigo de peleas, de tabernas, de faldas... pero no consiguió ni una partícula de saliva, tenía la boca seca. La gallina de plumas negras y crespas la miraba nerviosa, como luchando por entender sus pensamientos, y al cabo, como para vengarla, estiró el pescuezo, irguió las patas, encrespó el pico, abrió las alas, se alborotó y ¡cataplum!, en un abrir y cerrar de ojos volcó y pateó los canastillos de sus amigas, de sus vecinas. —¡Mal rayo la parta! ¡Mátala, mátala! —ordenaba Andrea poniéndose en pie de un respingo. —¡Mátala tú que la tienes detrás! ¡Tú, tú! ¿A qué es-peras? ¡Mátala tú! —ordenaba a su vez Teresa que se sorprendió elegida, tirando la silla al levantarse. Y entre voces y empellones empezaron a disputarse la hazaña de atrapar a una gallina que revoloteaba y cacareaba más para amedrentar que para huir. —Como acierte a alcanzarte con ésta, vas derecha a la olla. —amenazaba Gonzala quitándose una zapatilla e intentando a la vez despegar sus grasas del asiento. María huyó del revuelo. "Cuidadme el canastillo", mu¬sitó con desgana, como si en el fondo le diera igual. "voy a beber agua". Desapareció en silencio, tras las caracolas de la cortina: bebería agua, tendría saliva, escupiría en los rostros de aquellas deslenguadas, las arrastraría por el moño, haría del pueblo una hoguera... pero el perro del herrero olía a desgracia, a muerte... y Andrea decía que de morirse alguien, se moriría alguien que tuviera toda la salud, y ella sólo estaba enferma del pensamiento, de la dignidad, del amor: del alma. En el zaguán la detuvo un retrato con marco dorado que se pavoneaba insolente sobre el zócalo de azulejos en tonos marrones. Era un retrato familiar, hecho por uno de sus yernos en las últi¬mas navidades, cuando a pesar de las estrecheces eran felices, vivían en paz. Se fijó en su marido, el padre de su Lino. Los seis meses que habían transcurrido habían de¬jado en su rostro las secuelas de veinte años. Intentó es¬capar, huir de allí, pero su voz, recitándole antiguas palabras, palabras muy recordadas en los últimos días, la retuvo, la acercó más, incluso. "Aunque el señor de las zapatillas nos lo pinte de color de rosa, yo creo que no de¬bemos darle el muchacho. En casa de tío Pepe está como en la gloria: duerme en colchón de lana, come en su mismo plato, se sienta con ellos a la lumbre, su mujer ve por sus ojos, se divierte con sus hijas, le paga, le enseña, lo cuida... y en cualquier caso ya sabes que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer". Tenía razón, su marido tenía razón. Fue ella la que se puso cabezona. "Dáselo, hombre, dáselo, que las ocasiones las pintan calvas, y vale la pena. En la ciudad no tendrá que sudar tinta "pa" ganarse el pan, se lavará con jabón de olor, se pondrá zapatos a diario: se hará un señorito, y ya sabes que el que no se arriesga no cruza la mar", insistió y volvió a insistir hasta que lo convenció. Entró en la cocina y entre sollozo y sollozo bebió un vaso de agua. Ella tenía la culpa, la culpa la tenía ella. Ni siquiera su hijo se fue con gusto, se le notaba en los ojos aunque no lo decía. Y ahora... ¿qué hacía ella ahora para salvarlo? Nada, absolutamente nada. Había hablado con todos los ricos del pueblo sí, pero éstos le habían dicho que con dinero se compraba la libertad, pero no la honra, y que era mejor vivir restaurándola entre rejas que en la calle con la mancha en la frente; había hablado con el cura sí, pero éste le había dicho que las sotanas influían en Dios, no en los jueces, pero que rezaría por él en todas las misas para que se arrepintiera, para que se arrepintiera y se resignara. Rezaría... También ella rezaba: rosarios, novenas, jaculatorias... Todos los días, a todas las horas. Pero Dios estaba muy lejos de la tierra, tan lejos que no la oía. Salió al corral. Una soga enrollada en el suelo le ofreció ayuda. La barandilla de la escalera que conducía al sobrado se brindó a poner lo demás. "¿Y si en un instante se acercara hasta el cielo y se lo pidiera de rodillas?.." Mientras María se acercaba al cielo para hablar con Dios, Avelino se desesperaba en una de las celdas de la cárcel de una de las ciudades cabeza de partido de la provincia. "Prontoserá el juicio, y me condenarán, y me llevarán a la cárcel de la capital, y dicen los presos que ésta es la gloria "compará" con aquélla, y soy inocente, soy inocente". Era inocente sí, pero sólo lo sabía él. El juez no veía su corazón: le deslumbraban las apariencias. Volvió a hacer memoria y no recordó nada nuevo, nada que le sirviera para deshacer aquel entuerto. Había entrado en la ciudad, pero la ciudad no había entrado en él. Se sentía en ella como un niño metido en ropas de adulto. Los días se le hacían meses. Por la mañana dormía en la cama que le habían alquilado unos parientes y por la tarde les echaba una mano en el bar que regentaban, pero le aterraban las pesadillas y le tras¬tornaba el olor a borracho; las noches, en la fábrica, se le hacían años, le asfixiaba el olor a zapatillas, le angustiaba la soledad, le abrumaba el silencio de los muros de hormigón, la palidez de las luces artificiales, el continuo ir y venir sin llevar ni traer nada... pero ni se lo dijo a nadie, ni pensó en regresar a Huracancillos, si sus padres lo habían decidido así, bien decidido estaba, aunque él no lo entendiera. Tres se¬manas llevaba en la ciudad cuando al llegar aquella noche a la fábrica le esperaban dos guardias civiles. —¿Dónde está el dinero? —¿Qué dinero? —El que robaste anoche aquí, en la fábrica. —¡¿Yo?! —¡Sí, tú! No te hagas de nuevas. Ayer, para probarte, dejó tu jefe en la caja cuatrocientas pesetas; y hoy, cuando vino, habían volado. Él mismo fue esta mañana al cuartel, a poner la denuncia. Le pidió al sargento que antes de darnos la orden de detenerte hiciera tiempo por si te arrepentías. Ya ves si el hombre es bueno. Pero han pasado las horas y... —¡Mentira, eso es mentira! Yo no he "robao" nada. ¿"Pa" qué quiero yo cuatrocientas pesetas? ¡Créanme, créanme! Se lo juro por Dios, por mis vivos, por mis muertos... —afirmó aturullado por el impacto, suplicó temblando de miedo ante sus respetables bigotes. —¡Bien, vamos! El juez dirá quién tiene razón, si el jefe o tú. Y se lo llevaron esposado, y vinieron los interrogatorios, las torturas... y él sólo podía decir: "Yo no he sido, yo no he sido". Pero el juez no veía su corazón: le deslumbraban las apariencias. En su ignorancia, para que lo de¬jaran en paz, confesó que el dinero estaba en el muladar que había detrás de la fábrica, en uno de los huecos de la muralla donde decían que los rojos escondían las armas cuando la guerra, pero hechos los registros pertinentes el dinero no apareció, y sólo logró echarse más tierra en¬cima: si confesaba haberlo escondido, era porque lo había cogido, y aunque nadie lo vio gastarlo, aunque sus padres no lo habían recibido, aunque no lo tenía, lo había robado: la palabra de su jefe era más de fiar que la suya. De repente, un garabato de luz empezó a disipar sus tinieblas. "¡Sí, claro que sí! Ahora me acuerdo. Aquella noche entró en la fábrica "el" Saturio, el "cuñao" de mi jefe. Me mandó a echar una carta urgente. ¿Y si en lo que yo fui al buzón…”? —¡Centinela, centinela!, —gritó desesperado, dando puñetazos en la reja como un endemoniado. Acudió el centinela, lo condujo ante el juez, le tomó declaración. "Me estoy acordando que aquella noche..." La voz de sus principios, de su buena fe le ordenó: "¡Cierra el pico, canalla, cierra el pico! No es de hombres delatar a nadie". Pero otra voz más firme, más enérgica, le imploró: "¡Habla, hijo mío, habla! ¿No ves que por salvarse ellos están hundiéndote a ti?" Y habló sin excusarse, como hablan los inocentes. Veinticuatro horas después en el pueblo doblaban las campanas. "La ha «matao» su hijo, su hijo la ha «matao»", murmuraban todos sin sombra de culpa, sin atisbo de remordimiento, entre rezos y lágrimas incluso, mientras las palas de tierra caían perezosas sobre el cuerpo todavía caliente de María. A la misma hora, en aquella ciudad cabeza de partido, los dos guardias civiles sacaban a Avelino de la cárcel sin un gesto de pesar por su error, sin una palabra de perdón por sus palizas... como si tanto antes como a la sazón estuvieran cumpliendo con su deber. Saturio, lan-zándole al pasar una rápida mirada de enemigo, entraba a ocupar su celda: él había cogido las cuatrocientas pesetas, acompañó a su jefe a ponerlas en la caja y éste le explicó la trampa, se había comprado con ellas una casa... pero nadie sospechó de él, ni siquiera su cuñado. El dueño de la fábrica de zapatillas dio tres zancadas para salir de allí antes que él: sin ofrecerse para llevarlo a su casa, sin pagarle el jornal de las tres semanas... y eso que cuando fue a buscarlo pedía un mozo valiente, valiente y honrado. Con los dos guardias civiles subió al tren. Desde niño había soñado con viajar en tren para correr más que en el potro, que en la yegua, que en el caballo, pero en aquel momento se le antojó que iba sobre el más canijo de todos los burros que conocía. Llegaron por fin a la estación. Se apearon. Ellos sin ninguna prisa, él con todas. Eran las dos de la madrugada. —¿Cuántos kilómetros hay de aquí a tu pueblo? —le preguntó uno de los guardias. —Catorce, catorce y algo. —Te dejamos aquí, en la sala de espera, y por la mañana coges el coche de línea. —dijo el otro ofreciéndole un duro— ¡Ten, ten para el billete! —¡No, señor, no! Yo no quiero dinero que no es mío. Si me dan permiso, me voy yo solo ahora mismo, andando. —Son tres leguas, ¿verdad? —quiso saber el primero de los civiles. —Más o menos. —¿No te cansarás? —No, señor, no. Son las piernas las que tengo ligeras, no las manos. —Pero hay lobos en las sierra, y los lobos aúllan por la noche. ¿No te asustarás al oírlos? —inquirió el otro en tono de alarma, como para asegurarse de que no les buscaría ningún problema. —No, señor, no. Yo sólo me asusto de los hombres, de los hombres que sin aullar muerden. Los guardias civiles se metieron en la cantina, a gastar el duro en vino mientras llegaba el tren de regreso. Avelino, sin más luz que la que quería prestarle la luna, sin más compañía que la de las voces salvajes que estremecían los campos, volaba carretera adelante. De vez en cuando, sin pararse apenas, miraba hacia atrás por si le seguían los guardias, por si algún civil le acechaba tras las zarzas, por si le estaban tendiendo otra trampa. Al en¬trar en el pueblo se apoyó sobre la tapia del cementerio para secarse el sudor de la frente y alisarse los cabellos. Olía a tierra recién movida, a lágrimas recién caídas, a flores recién cortadas, pero de los suyos ninguno podía haber muerto, aunque tristes, todos estaban sanos. Ya tranquilo y compuesto se encaminó hasta su casa. El llamador lucía un lazo negro, pero no lo vio. Tenía tantas ganas de entrar... Sus hermanas, vestidas de luto, le abrieron la puerta. —¡Ya han "pillao" al ladrón, ya lo han "pillao"! ¡Soy inocente, libre! ¿Y madre, dónde está mi madre? —Se ahorcó ayer, la enterramos hoy. Dice la gente que tú la mataste. Avelino se aseó con agua caliente y cenó y desayunó en una sola comida y rodeado de los suyos. En cuanto amaneció se fue al juzgado y esperó a que llegara el juez. —Vengo a denunciar a los asesinos de mi madre. —¿Asesinos? ¿Quiénes son los asesinos de tu madre? —El cura del pueblo, los ricos, las vecinas... —hizo una pausa, como para hacer el recuento— el dueño de la fá¬brica de zapatillas, su "cuñao", el juez de... entre todos la mataron, entre todos menos yo. —A lo mejor tienes razón, a lo mejor... pero ella sola se puso la soga al cuello, ella sola se ahorcó. Las vecinas la vieron entrar en casa sin compañía, tu padre la encontró colgada, hasta los ricos del pueblo corrieron a descolgar¬la, el cura le dio la extremaunción, el médico firmó la defunción y la Guardia Civil, cumpliendo mis órdenes, levantó el cadáver. Lo siento, lo siento... no hay razón para acusar a nadie. No había razones para acusar a nadie, todos eran inocentes. Solamente él era culpable, él solamente, porque no recordó a tiempo, porque en su ingenuidad no pensó que alguien pudiera traicionar al hermano de su mujer, porque se acoquinó en lugar de reaccionar. Ante sus ojos surgió el rollo de soga y la barandilla de la escalera. Se haría justicia él mismo, él mismo se haría justicia, iría tras su madre para pedirle perdón. Pero al entrar en casa le de¬tuvo la voz de tío Pepe. —Llegué tarde al entierro. Se le clavó una astilla al caballo y tuve que esperar en los Molinos a que se le pasara la cojera. Pero ahora me alegro. Por ella ya no podía hacer nada; por ti, mucho. ¡Vámonos a Huracancillos, vámonos! Está impaciente tía Lola. Y corrió a ensillar el caballo. Tío Pepe no era un amo para él, era un padre; tía Lola veía en él un hijo, el hijo varón que nunca tuvo; para sus hijas no era un criado, era un hermano. Y entre todos le ayudarían a reconciliarse con el género humano. María Jesús Sánchez Oliva. Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros publicado me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable. “Garipil (1995)”. Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores. “Letanías (1999)”. Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios. “El rosario de los cuentos (2003)”. Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996. “Cartas de la Radio (2007)”. Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas semanalmente en Onda Cero por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria. “Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas) (2014)”. Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos. “Los días perdidos (2018)”. Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. “Primer Premio Tiflos 2013”. Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico: Garipil1995@gmail.com Estaré encantado de responderte. Gracias por tu visita y hasta el próximo número. Firmado: Garipil.

miércoles, 30 de julio de 2025

PORTADA

Queridos lectores: Acaba de salir el número 130 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo. AVISO PARA QUIENES YA SON COLABORADORES Y PARA QUIENES QUIERAN SERLO Creo conveniente dejar de publicar a partir de esta fecha (30-I-2025) noticias sujetas a la “Ley del Loro”, es decir: que se repiten hasta el aburrimiento en todas las cadenas de radio, televisión y redes sociales, ya que la finalidad era la de publicar noticias recogidas a pie de calle, protagonizadas por personas anónimas, no famosas. En su lugar, aunque tendrán preferencia las ya mencionadas, os invito a participar con anécdotas, reflexiones, curiosidades, experiencias… respetando, en ambos casos, las dos sabidas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y ejemplares. Y segunda: que sean enviadas a mjsanchezoliva@gmail.com poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Espero seguir contando con vosotros y quedáis invitados a agregaros como seguidores. LO MÁS DESTACADO DE JULIO LA VITRINA: El baile de las mareas (primer libro de Laura Portas). MESA CAMILLA: Dios los cría y el diablo los junta (última publicación de julio en www.salamancartvaldia.com ). CAJÓN DE SASTRE: Entrevista a Eva Ferri (hija póstuma de Nino Bravo). EL ÁLBUM DE LA Lengua: Escritura adecuada del prefijo ex (recomendación de la Fundéu). LA BUTACA: Historia del Síndrome de Estocolmo. CARTA a… Juana Martín (diseñadora gitana). COSAS DE GARIPIL: “La robona” (segundo relato de Letanías). Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón. Volveremos a encontrarnos en el próximo número. María Jesús Sánchez Oliva. Seguidores de Honor: Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012. Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012. María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013. Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015. Claudio Hernández Díaz (pintor). Nacionalidad: española. 30-VI-2020.

LA VITRINA

Queridos lectores: En este número soy yo el elegido para invitaros a leerme. Por si decidís aceptar mi invitación, me presento y os adelanto mi contenido. Mi título: El baile de las mareas Mi autora: Laura Portas Esto me ha dicho que os diga de mí para animaros a leerme: Una vida truncada por la tragedia. Un destino caprichoso. Una voluntad capaz de bailar al son de las mareas. Vila de Pazos, principios del siglo XX. Aurora es una joven mariscadora a punto de casarse. Su lucha por labrarse un futuro da un giro cuando empieza a trabajar como sirvienta en un pazo señorial. Allí no solo se adentra en un mundo noble e hidalgo, sino que se convierte en la protagonista de una historia de amor, misterio e intereses cruzados entre las familias más poderosas de la villa. Rodeada de traiciones y envuelta en el aura enigmática de una Galicia tan mágica como misteriosa, Aurora deberá sobreponerse a su origen humilde para vencer las dificultades que se le presentan y reconstruir su vida. En su primera y fascinante novela, Laura Portas, natural de Cambados, recrea los escenarios que la vieron crecer para explorar una época sobre la que se ha documentado a la perfección. Todo lector que entre en esta novela emprenderá un apasionante viaje por las Rías Baixas de hace cien años, una tierra marinera de albariño, pazos, leyenda, pasiones y belleza sin igual. Firmado: El baile de las mareas Si abres mis hojas, abriré tus ojos

MESA CAMILLA

Dios los cría y el diablo los junta Hasta sus votantes saben ya el peligro que Tramp supone para el mundo entero. Sobra pues entrar en detalles. Ya se encarga él de presumir de su odio a las democracias, a los derechos humanos y a la paz. La catadura moral de Netanyahu también es del dominio público. El viernes, en Gaza, la cifra alcanzaba los setenta y siete mil asesinatos, y mientras una fila de mujeres y niños esperaba una ración de alimentos en la puerta de una clínica manejada por una ONG un bombardeo le arrancó la vida a diez niños palestinos y cinco mujeres. Y las cifras de muertos, heridos y torturados crecen, y crecen los daños de toda índole, y crece la indiferencia de las grandes potencias, y crece el número de indiferentes, y crece el incondicional apoyo de Trump a un criminal de guerra que en un gesto de gratitud ha solicitado para él el Premio Nobel de la Paz. Me he quedado sin palabras para seguir escribiendo. 14-VII-2025 Última publicación de julio www.salamancartvaldia.com María Jesús

CAJÓN DE SASTRE

Puede que el nombre de Luis Manuel Ferri a muchos no les diga nada. Pero seguro que sí el de Nino Bravo. El 16 de abril de 1973 el cantante valenciano perdía la vida en un accidente en la carretera, justo cuando estaba en el punto álgido de su carrera. Tenía solo 28 años. Y además era un hombre feliz: llevaba dos años casado con Mari, el amor de su vida, a la que había pedido matrimonio escribiendo si quería casarse con él en la portada del disco del tema "Te quiero, te quiero". Ella respondió con un "sí" en la otra cara del vinilo. Cuando Nino murió, tenía una hija, Amparo, de un año, y su esposa estaba embarazada de dos meses de la que luego sería Eva, que nació póstuma. En SEMANA hablamos con esta última de ausencia y presencia, las dos caras de un padre que se manifiesta en sus mismos ojos rasgados. "Mi madre dice que soy la que más me parezco a él, físicamente y de carácter. Mi padre parecía serio, pero luego tenía mucho humor", nos dice Eva Ferri en la cita que mantenemos en una impresionante terraza en plena Gran Vía de Madrid. Aquel fatídico 16 de abril de 1973 Nino Bravo se dirigía desde Valencia a Madrid con unos compañeros, cuando su coche derrapó y volcó en la carretera, en el kilómetro 95 de la Nacional III, a la altura de Villarrubio (Cuenca). Aunque lo trasladaron todavía con vida al hospital más cercano, el desenlace fue fatal. Nino Bravo tendría ahora 80 años, y es un motivo perfecto para organizar otro homenaje en su memoria. De hecho, ya se está preparando un concierto que hará historia. Será el próximo 6 de septiembre, en el Roig Arena de Valencia (recinto que se inaugurará justamente en esta ocasión), y contará con la participación de una veintena de artistas de primer nivel como David Bisbal, Marta Sánchez, Miguel Poveda, Antonio Carmona y Víctor Manuel. En sus voces volverán a sonar auténticos himnos como "Un beso y una flor", "Libre", "Noelia", "Cartas amarillas"… Si no los has cantado alguna vez probablemente es que eres de otro planeta. No es un homenaje más. Será irrepetible. El escenario es envolvente y gracias a la Inteligencia Artificial se va a conseguir que Nino Bravo esté muy presente, nos avanza Eva, muy ilusionada ante esta nueva aventura. Sus hijas están detrás e incluso Eva Ferri se animará a cantar ese día en el escenario: "Ya en 1997 me lancé a la piscina y, gracias a la tecnología, canté con mi padre en un disco de duetos. Fue una experiencia inolvidable y pude estar con él. Algo de artisteo tengo en la sangre... (risas). Sé que si hubiese estado mi padre, yo hubiese sido artista seguro", nos comenta. Eva Ferri: "Soy una superviviente. Mi madre dice que le salvé la vida" Eva, naciste a los 7 meses de morir tu padre... Es complicado. Yo no tengo imágenes con mi padre, como sí tiene mi hermana… Pero así es la vida. Mi hermana nació en lo más grande y yo nací en un momento de desolación familiar. Yo tengo mis cosas en la cabeza, pero por eso creo que a mí me tocó cantar con él... Es el homenaje más grande que le puedo hacer. Eres un bebé milagro... Soy una superviviente. Sobreviví, que no es poco, porque las circunstancias no eran buenas. Mi madre tenía 22 años cuando se quedó viuda y dice que le salvé la vida. Es injusto, sí, pero no nos podemos martirizar. ¿Cómo ha sido criaros sin vuestro padre? Hemos crecido con ello de manera natural. Todos los días en mi casa se ha escuchado a Nino Bravo y lo hemos sentido como nuestro padre, no por la magnitud de ser Nino Bravo. ¿Os hablaban de él? Mi madre siempre ha tenido presente a nuestro padre en casa, en fotos, con posters en la habitación… como cualquier otra persona que fallece de la familia. Claro que él era cantante y encima lo hemos podido ver y escuchar. Mi hermana y yo pensamos que al final nuestro padre es lo que más nos ha marcado la vida desde que hemos nacido. Si hubiese estado, hubiese sido de una manera, pero sin estar ha sido de otra. ¿Tuvisteis dificultades para salir adelante en vuestra infancia? No, como cualquier familia normal, con momentos mejores y peores. Mi madre tuvo que ponerse a trabajar, porque el dinero lo invirtió en pagar algunas cosas… pero luego pudo dejar de trabajar. Hemos crecido en un ambiente que nos han cuidado mi madre y mi abuela materna, mis tíos... Mi abuela paterna murió joven también. Pero el núcleo familiar nos ha protegido y arropado en todo. Nosotras llevamos una vida bastante discreta, aunque en Valencia nos conoce todo el mundo y es alucinante lo que quieren a mi padre. ¿Qué os ha contado tu madre de cómo era Nino? Que era muy familiar. Siempre estaba rodeado de familia y amigos. De hecho, viajaba siempre que podía después de un concierto a ver a mi madre, a mi hermana, a su madre… Y además tenía un refugio muy especial, ¿no? Sí, se iba a descansar al chalet que en ese momento se estaban construyendo en Aielo, su pueblo, en el que luego hemos vivido nosotras hasta bien mayores. No lo vio terminado, pero se había hecho una casita para descansar y allí celebraba sus reuniones. Le quedaba tanto por hacer... Sí, él era muy emprendedor y tenía su cabeza a mil por hora. Tenía previsto montar una discoteca en Valencia que se iba a llamar Julio Verne, con dos ambientes distintos. Luego tenía su productora, Brani, para lanzar sobre todo a artistas nuevos. Era un cohete. Tenía en su cabeza un montón de cosas. También se iba a ir de gira a América poco antes de fallecer. La tuvo que posponer precisamente por el embarazo de mi madre. No le dio tiempo. Tu madre vive retirada en Valencia y ha preferido cederos el protagonismo a vosotras. ¿Cómo está? Ella no ha querido participar nunca. Aunque es su fan número 1, para ella es su marido. Mi madre lo oye, lo cuelga en Facebook, tiene muchos seguidores… Dice que se fía de nosotras y que lo hacemos muy bien. Le da mucha tranquilidad porque sabe que Amparo y yo no vamos a hacer ninguna barbaridad ni nos vamos a meter en rollos raros. ¿Esa es vuestra misión? Sí, nosotras siempre estamos detrás para que todo esté bien hecho y llevando el legado lo mejor posible. En eso nos ha educado nuestra madre. Como es nuestro padre y lo queremos, lo cuidamos y respetamos así. Vamos a todo lo que tiene que ver con Nino Bravo, porque tenemos la sensación de no dejarlo ‘solo’. ¿Hay sucesores artísticos en la familia? ¿En sus tres nietos? Yo tengo dos hijos y mi hermana uno. De momento no veo madera... Mi hijo Luis Manuel, que se llama así como su abuelo, tiene 11 años y va a clases de guitarra, pero no le veo. Canta rap y esas cosas. Le digo: "Si tu abuelo levantara la cabeza". El otro día tenían que ir vestidos de sus abuelos en la función escolar y este se puso unas gafas oscuras, camisa negra, un collar de cuerno… Y se plantó así. Al final todos cantaron "Un beso y una flor". Y es que Nino Bravo sigue vigente y no pasa de moda... Sí, cantan sus canciones en todas partes. En Valencia durante las Fallas la plaza del Ayuntamiento entera canta "Un beso y una flor". Este año, con la DANA, ha sido "Mi tierra" la que ha llegado a lo más profundo del sentimiento. Se hizo un concierto el pasado 22 de marzo y se hizo una versión de la canción a beneficio de los afectados por la DANA. De estar vivo, ¿cómo imaginarías ahora a tu padre? En activo, si no en el escenario, produciendo o llevándome a mí, vete a saber… Lo veo como a Raphael. Es gente irrepetible. Eso sí que es orgullo de hija... Yo ahora mismo soy feliz y estoy disfrutando del momento. Al final la voz de Nino Bravo es de todos.

EL ÁLBUM DE LA LENGUA

escritura adecuada del prefijo ex El prefijo ex- se escribe, por lo general, unido a la palabra siguiente (exministra, exactor, exreportera). Uso inadecuado Confirmó su romance con el ex esposo de una famosa. Denunció a su ex abogado por una estafa millonaria. La ex financiera que ahora escribe libros para niños inspirados en la economía. Uso adecuado Confirmó su romance con el exesposo de una famosa. Denunció a su exabogado por una estafa millonaria. La exfinanciera que ahora escribe libros para niños inspirados en la economía. De acuerdo con la Ortografía de la lengua española, salvo algunas excepciones, los prefijos, como ex-, se unen a la palabra a la que acompañan, sin espacio ni guion intermedios: exmarido, exvicepresidenta. Igualmente, se recuerda que, si se agrega a una voz que empieza por r, esta no se duplica: exrector, no exrrector. En cambio, se escribe guion cuando la siguiente palabra empieza por mayúscula (como una sigla, por ejemplo): ex-ATS. Excepcionalmente, también es admisible añadir el guion cuando sea preciso para la correcta comprensión del derivado: ex-preso (para referirse a alguien que ya no es presidiario) frente a expreso (tren de viajeros o tipo de café). Sí se escribe separado cuando el prefijo afecta a una expresión de varias palabras que tienen un significado unitario, como ocurre en ex primera ministra o ex número uno. Además, tal como señala el Diccionario panhispánico de dudas, no se recomienda usar ex- antepuesto a un sustantivo que se refiera a cosa ni a un adjetivo (república exsoviética, exhuracán). En esos casos, lo apropiado es añadir antiguo, anterior o expresiones como antes, otrora, en otro tiempo o anteriormente: la antigua república soviética, el otrora huracán… Por último, se recuerda que ex puede también funcionar como sustantivo con el sentido de ‘persona que ha dejado de ser cónyuge o pareja sentimental de otra’: «Mi ex me llamó por la mañana». Con ese sentido, no lleva tilde, cursiva ni comillas y es invariable en plural: «Es amigo de todos sus ex». Recomendación de la Fundéu

LA BUTACA

¿De dónde surgió el término «síndrome de Estocolmo»? EL síndrome de Estocolmo es la reacción por la que una víctima de un secuestro, o retenida en contra de su voluntad, desarrolla una relación de complicidad y empatía con quien la ha secuestrado. Como es obvio, dicho síndrome debe su nombre a la capital de Suecia y surgió en un atraco que se perpetró el 23 de agosto de 1973 en el banco Kreditbanken, situado en dicha ciudad y que mantuvo en vilo a la población durante seis largos días. Fue el primer evento criminal retransmitido en vivo por la televisión en Suecia. Los acontecimientos se fueron desarrollando de la siguiente manera. Jan Erik Olsson entró en la entidad bancaria con el ánimo de efectuar un robo, pero enseguida se complicaron las cosas en el interior del banco y se atrincheró en él, reteniendo a varias personas que en ese momento se encontraban allí. La policía actuó con rapidez y contundencia, lo que provocó un tiroteo en el que resultó herido un agente. Olsson tomó cuatro rehenes y exigió que se llamase a su amigo Clark Olofsson y lo dejasen ir hasta allí. Olofsson era un delincuente reincidente y, tras mucho deliberar, el gobierno aceptó la petición, esperando que este hiciera de intermediario. Las otras peticiones del atracador fueron un rescate de tres millones de coronas suecas, dos pistolas, chalecos antibalas, cascos y un coche. Durante los seis días que duró el cautiverio, varios fueron los contactos que se realizaron desde la presidencia del gobierno con el captor. El propio Olof Palme, primer ministro del país, recibió dos llamadas. La primera por parte de Olsson y su compañero en la que se le advertía de que matarían a los rehenes en caso de no ser satisfechas sus peticiones. La otra llamada sorprendió a todo el mundo. La interlocutora se llamaba Kristin Ehnmark y era una de las personas retenidas en el interior del banco. Kristin comentó a Palme su descontento de cómo estaba gestionando la policía el asunto y criticó la contundente forma de repeler el atraco. Pidió que dejasen salir de allí a los atracadores y que estos pudiesen llevarse consigo a los rehenes. El 28 de agosto la policía entró en el banco tras lanzar gas al interior y detuvo a Olsson y Olofsson, dejando en libertad a los cuatro rehenes. Kristin Ehnmark se negó a colaborar con la justicia y a declarar en el juicio contra sus captores. Un periodista aseguró haber visto besarse a la mujer con uno de los atracadores. El criminólogo Nils Bejerot acuñó el término síndrome de Estocolmo para referirse a esta conducta y, desde entonces, se utiliza para cualquier situación en la que los rehenes se sienten identificados con sus captores. Desde su espacio en 30 días Garipil envió este artículo a La Butaca.

CARTA A...

11-VII-2025 Juana Martín Manzano Estimada diseñadora: Entre tantas noticias negativas hoy podemos leer en la prensa una noticia positiva: JUANA MARTÍN PREMIO NACIONAL MODA 2025. Así, con mayúscula, y no es para menos. ¡Ole, ole! ¡Muy bien! Todos nos alegramos porque usted es una diseñadora muy especial. El pasado 8 de julio, el mismo día que usted presentaba su colección de moda Fervor en la alta costura de París, desde Madrid le llegó la noticia, mientras ajustaba sus diseños más devotos a sus modelos. El premio reconoce su lucha dentro de su taller de diseño y desde la cima de la pasarelas. Todo un homenaje a las mujeres gitanas, cordobesas, andaluzas y españolas con fuertes raíces cristianas, y un arte propio de su raza. Este premio al diseño, concedido por el Ministerio de Cultura, está dotado con 30.000 euros. Pero el dinero es lo de menos. lo importante es que supone un paso más en la integración de las mujeres gitanas y la aceptación de la sociedad a todo el colectivo. Cuenta con otros premios aunque este es el más importante sin duda. En 2024, por citar alguno, fue distinguida con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes del Ministerio de Cultura. Es, además, la primera diseñadora española que ha desfilado en la Semana de la Alta Costura de París, a la que acude desde 2020. Gracias por su contribución a quitar etiquetas. El jurado, compuesto por importantes personas del mundo de la moda, otorgó el premio por unanimidad. Felicidades y que sigan los éxitos. María Jesús

COSAS DE GARIPIL

¡Hola!: Desconecta el televisor, deja el móvil donde ni lo veas ni lo oigas, siéntate en tu sillón favorito, cierra los ojos y permíteme que te lea el segundo relato de Letanías en lo que el sueño te manda a la cama para recuperar las fuerzas perdidas durante el día. La Robona Tras la última clienta salió Ángel de la carnicería con un cartel en la mano. Era un simple pliego de papel reci¬clado donde aprovechando las pausas entre clienta y clien¬ta había rotulado un haz de letras grandes y negras. —¡Sal, Chaga, sal a ver si te gusta!, —le gritó a su es¬posa desde la acera, mientras cerraba la escalera que había utilizado. Chaga, en zapatillas y con las manos enguantadas, salió a la calle. "Se necesita empleada de hogar. Sueldo y horario a convenir. Trato familiar", leyó atropelladamente en el cartel que ya pendía de la marquesina que protegía la fachada del establecimiento. —Muy bien, te ha quedado muy bien, —comentó entrando de nuevo en el local—, sobre todo eso de “trato familiar". Pero Ángel no la oyó, se afanaba en afilar cuchillos, en limpiar machetes, en hacer arqueo... y convencida de las prisas de su marido, se entregó a meter el sobrante en la cámara frigorífica. Lo que eran las cosas… pensó para sí mientras trajinaba, ella que había servido desde que salió de la escuela con doce años hasta que se casó con veintiséis, ahora, cuando mediaba los cincuenta, buscaba sirvienta. Claro que todo era distinto, muy distinto. Entre las criadas de antaño y las empleadas de hogar de hogaño había un abismo; además, ella no aspiraba a una de aquellas muchachas que por un sueldo miserable tenían que rodar por donde se le antojaba a la impertinente señora de turno. Ni mucho menos. Ella sólo quería una persona que le ayudara, que le echara una mano, pues, tres hijos varones, el padre y un negocio tan esclavo, daban tantos quehaceres que la casa andaba siempre manga por hombro. De acuerdo que hasta entonces había tirado adelante, pero ya se habían desempeñado, estaba cansada y tampoco era plan que alguno de los hijos dejara de estudiar para ayudar al padre. ¡No, eso sí que no! Pero… ¿cuánto le pagarían? Al oír los pasos de su marido que se acercaba apagando luces, cerró la cámara y se lo preguntó en voz alta: —Digo, Ángel, que si va alguna chica, si me gusta, ¿cuánto le ofrezco de sueldo? —¡Déjame ahora de chicas! —respondió él sin pararse, agitando impaciente las llaves— ¡Ponte los zapatos y vamos, que juega el Barça! Pasó la noche como siempre: muy deprisa. Chaga ultimaba la comida para salir zumbando a la carnicería cuando sonó el timbre de la puerta. Antes de abrir ojeó por la mirilla. ¡Qué extraño!, pensó. Era doña Jacoba. ¡Sí, sí!, doña Jacoba, la misma que viste y calza. ¿Qué querría de ella..? La había visto solamente una vez, hacía años, muchos años, pero ni su cara se le había despistado de la memoria ni sus mañas del alma. El recuerdo de aquel encuentro serpenteó por sus pensamientos para volverlo a vivir en un instante. Moría el mes de noviembre. Era una tarde muy fría, tan fría que las lágrimas se le helaban en los párpados. A ratos andando, a ratos corriendo, logró llegar a la villa. Tenía que encontrar una casa para servir, su madre no podía enterarse del despido. Necesitaba tanto aquel jornal que a buen seguro la mataba viva. Al subir la cuesta del Anís vio un cartel que mecido por el aire se columpiaba en el balcón de madera de uno de los pisos de la segunda planta de un regio edificio. "Se busca criada fija", leyó en él. Y con las manos sobre las rodillas para ayudar a sus piernas consiguió subir la angosta escalera de caracol. Al oír el timbre y después de escudriñar por la mirilla, doña Jacoba le abrió la puerta. —¡Pasa, maja, pasa!, —exclamó acariciándose los pendientes, como para que se percatara de que eran de oro, y después de mirarla de arriba abajo le ofreció un diván en tonos verdes. Al sentarse sintió que la sangre lamiéndole los pies por dentro le repetía con fuerza: "¡Gracias!, ¡gracias!, ¡gracias!...”, y sintió sueño, mucho sueño, pero el hambre y la incertidumbre le impidieron cerrar los ojos. Doña Jacoba amortiguó el rumor de unas voces juveniles entornando la puerta que comunicaba el vestíbulo con el resto de la casa, y sin tomar asiento, con las manos abiertas sobre el vientre para que viera mejor sus anillos, inició el interrogatorio: —Vienes por lo del anuncio, ¿verdad? Por la pinta... —Sí, señora, sí. Soy criada. —¿Cómo te llamas? —Santiaga, Santiaga Pérez, pero me llaman Chaga. —¿Cuántos años tienes? —Dieciséis. —¿Tienes novio? —No... ¡No, señora! —¿De dónde eres? —De Ayala. —¿Has servido alguna vez, o es la primera? Una ráfaga de duda la hizo titubear. Si decía que no, la rechazaría por falta de experiencia; si decía que sí, quedaría eliminada por malos informes. De repente, a través de la claraboya del recuerdo, oyó la voz de su madre: "La verdad ablanda los corazones; la mentira los endurece". Y ella estaba ya condenada a necesitar amas de corazón de nata. —Cuatro años, señora, he servido cuatro años. —¿Dónde? —En la dehesa de Trápala. Los amos me querían mucho. El trabajo no me escuece, guiso igual "pa" ocho que "pa" ochenta, y sólo salgo a misa los domingos y un día al mes "pa" llevarle el sueldo a mi madre. Le juro que... Y unas lágrimas implorando misericordia empezaron a brillar en sus ojos. —No jures, mujer, no jures. Ahora mismo pido informes y te quedas. ¡Anda, ven! Pasa a la salita, a ver qué opinan los chicos. Son tan delicados... —Sí... señora, sí… —asintió temblando como una mimbre sacudida por el cierzo, y cual oveja perdida, la siguió. —Es la nueva criada —anunció a los chicos doña Jacoba sin dejar de retocarse el moño— ¿Qué os parece? —¿Sabes jugar al parchís?, —le preguntó de sopetón el mayor de los tres. —¡Sí, sí, claro que sí! —respondió ella perpleja— En el pueblo siempre juego con mis hermanos. —¡Pues a jugar que ya somos cuatro! —exclamaron los tres al unísono. Y mientras doña Jacoba dando un portazo se dirigía al teléfono que estaba colgado en la pared del pasillo, ella, entreabriendo la puerta con disimulo, se sentó ante la mesa camilla. —¿Qué color eliges?, —le preguntó el mediano. —El verde, prefiero el verde. —¿Por qué? —Porque es el color de la esperanza y yo es lo único que tengo. —Pues para mí el azul, que como es palabra aguda, me ayudará a ser agudo. Ella sonrió con desgana. —Para mí el amarillo, que como rima con listillo, os ganaré sin esfuercillo, —añadió el menor con ánimo de ha¬cerse el gracioso. —Pues para mí el rojo, que si no me permite ganaros, me permitirá volveros locos, —remató el mayor con evidente deseo de ser más ingenioso. ¡Buf, qué críos más repipis!, pensó ella, pero ensayando su mejor sonrisa, se sometió a lanzar el dado sobre el tablero, para ver a quién le tocaba salir en primer lugar, y como presagio de mala suerte, le tocó tirar la última. —¡Cinco!, —gritó el mayor, y sacó una ficha roja. —¡Cinco!, —gritó el mediano, y sacó una ficha azul. —¡Cinco!, —gritó el menor, y sacó una ficha amarilla. —Tres, —musitó ella, y pasó turno. —¡Cuatro!, —gritó de nuevo el mayor, y ante la expectante mirada de sus hermanos avanzó la ficha casilla a casilla sin que ella lograra enterarse de nada. "¡Sí, sí, eso me ha parecido!", exclamaba bajito doña Jacoba, y se distrajo adivinando las palabras de la señora de Trápala, su ama hasta entonces: "Es limpia como un jaspe, trabajadora como una mula, mansa como una malva; pero... todas tienen un pero, no es de fiar". —¡Vamos, te toca!, —le gritó el menor propinándole un golpe en el hombro. Abrió los ojos sobresaltada. Tanto la ficha azul como la amarilla tenían ya compañera. Tiró el dado a voleo, sin in¬terés por ganar. ¿Qué más le daba?... Su vida dependía del jornal, no del juego. El dado rodó a su aire por el tablero. —¡Dos!, —gritaron los chicos al detenerse— y sigues pasando turno. Seguía pasando turno, como seguía pasando por su cabeza el pero que le ponía su exama. "Me ha robado media piña de plátanos. ¡Así, como se lo cuento! Media piña de plátanos. ¡Ya ve usted! Con el precio que tiene esta fruta... Por eso la he despedido". El mayor sacó otra ficha roja, el mediano avanzó una casilla con la primera de las azules, el menor, arrastrando una de las amarillas con la yema del índice derecho, contó: "Una, dos, tres..." Ella agitó el cubilete y sin mirar lanzó el dado sobre el tablero. Los chicos gritaron: —¡Seis! "¡Bien, señora, bien!" aseguraba doña Jacoba. "Lo en¬tiendo, lo entiendo, Esa fruta es para los amos, no para las criadas". Y con los nervios de punta volvió a tirar. —¡Seis!, —gritaron los tres hermanos. "¡Mil gracias, señora, mil gracias por la información!", recitaba doña Jacoba empalagosamente, alzando la voz con alarmante coquetería. Y ella, a punto de explotar en un ataque de llanto, tiró de nuevo el dado. —¡A casa!, —gritaron los tres alborozados, y se puso en pie de un respingo. A casa… a casa… tendría que irse a casa, y pasar la noche a la intemperie. Se lo decía el gesto de doña Jacoba que apareció como un fantasma en el dintel de la puerta. —¡Un momento, mami, un momento! —profirió el mayor— Espera a que acabemos la partida y luego le das las instrucciones. —No tengo que darle instrucciones, —apostilló muy al¬tiva doña Jacoba— Esta criada no puede servir en una casa tan seria, tan de bien como la nuestra. ¿Por qué?, quiso preguntar ella, pero se tragó la pregunta. No podía dar pie para oír en presencia de unos niños la insolencia de "tiene las uñas largas". —Lo siento… lo siento... —mascullaba entre sonrisas doña Jacoba, conduciéndola pasillo adelante, sin quitarle los ojos de las manos, como temerosa de que en un descuido arramblara con alguno de los cuadros de cacería que vestían las paredes, con alguno de los candelabros de bronce que se erguían en la consola del vestíbulo, con la al¬fombra de piel de vaca que protegía el suelo de madera... Ya ante la puerta de salida hizo ademán de volverse hacia ella y decirle: No recele de mí, señora, no recele que yo soy tan pobre como honrada. Es cierto que le cogí a mi ama media piña de plátanos de la despensa, pero yo no sabía que aquello era robar. Los vi tan grandes y tan amarillos todavía que pensé en mis hermanos. Ellos conocían las peras, las manzanas, las ciruelas… las frutas que dan los árboles de por aquí, pero ésta no la habían visto ni en dibujos. Y como iba al pueblo, me dije: "Pa” que se los coman los cerdos, (el ama se los echaba en cuanto les veía dos motas marrones en la piel), que los conozcan ellos". Iba tan contenta de poder darles esa sorpresa que créame que si alguien me hubiera salido al camino, antes le habría dado el alma que el capacho donde los llevaba. En cuanto llegué me rodearon como los polluelos a la gallina. "Os traigo algo rico, (les decía yo con misterio, dando largas “pa” hacérselo desear), muy rico". Cuando quité el paño que los tapaba los ojos se les salían de las cuencas. Yo tampoco los había comido nunca y bien que me apetecían, pero le juro por mi difunto padre, que "pa" que ellos tocaran a uno cada uno, me quedé con las ganas y ni siquiera los probé. Y ya ve si estaba tranquila que aunque ellos lo tronicaron por todo el pueblo, ni les reñí, ni les mandé callar. Sólo supe que había hecho mal cuando regresé y el ama me regañó, pero de veras que estoy arrepentida, muy arrepentida, tan arrepentida que le pedí perdón de rodillas y me confesé antes de venir. El cura me dio la absolución y me impuso de penitencia un Padrenuestro y tres Avemarías. Dijo que era un pecado de poca monta porque yo creía que los ricos no tenían que mirar la peseta tanto como los pobres. Y si él lo dijo... ¡Perdóneme, señora, perdóneme!, que ni lo mío volveré a tocar sin permiso de los demás. ¿Es usted capaz de per¬mitir que desde mañana mis hermanos coman sin pan? Pero se mordió los labios. Las amas nunca se pisaban entre sí, nunca se quitaban la razón unas a otras, y criada era por entonces sinónimo de mentirosa, de robona... —¡Niños, —exclamó doña Jacoba invitándola a esperar con un gesto— traedle ese abrigo que está en el saco de la basura! Los tres llegaron corriendo, arrastrando el abrigo, era de color guinda madura, muy madura, demasiado madura. —¡Ten, póntelo! —le espetó doña Jacoba con aires de santurrona— Se lo dejó aquí la última criada y se me ocurre que algo de frío puede quitarte esta noche. Estuvo a punto de rechazarlo, pero en la calle hacía frío, mucho frío, tanto que se le heló el orgullo y lo aceptó. —Gracias, señora, gra... Descendió sin prisa la escalera. Los peldaños de madera crujían bajo sus pies como si lloraran con ella. Ya en la calle se alzó el cuello del abrigo y cruzó los brazos para meter las manos en los puños, relucían de tanto uso, los ojales buscaban en balde los botones, las solapas olían a puesto, a viejo... Y al bajar la cuesta del Anís volvió los ojos hacia el balcón y sorprendió a la madre revelándole a los hijos como a hurtadillas: "Robona, robona... es una robona". La tijera del segundo timbrazo cortó de repente el amargo recuerdo de Chaga, y su resentimiento, sin pararse a reflexionar, descorrió el cerrojo ávido de venganza. —¡Pase, señora, pase!, —y le ofreció para sentarse el adamascado sofá del salón. —Gracias, hija, gracias, —musitó la recién llegada con evidente alegría por pillar un asiento. Y más con el ánimo de ofender que con la seguridad de aceptar, se sentó frente a ella e inició el interrogatorio: —Viene usted por lo del anuncio, ¿verdad? —Sí, hija, sí. Lo he visto al salir de misa y... —¿De dónde es usted? —De Segovia, hija, soy de un importante pueblo de Segovia, pero desde que me casé vivo aquí, en la villa. —¿Cómo se llama? —Jacoba, hija, Jacoba Fernández de Sopetrán. —¿Cuántos años tiene? —Ochenta, hija, ochenta muy cumplidos. —Y es usted casada, ¿verdad? —No, hija, ya no. Soy viuda desde hace quince años. —Pero no llore, mujer, no llore que el tiempo encoge las penas y estira la conformidad, y la víspera del entierro de su marido no fue ayer precisamente; además, seguro que le dejó algún apoyo, algún hijo. —Hijos no, cruces, me dejó tres cruces. ¿Qué te parece, hija, qué te parece? —Que exagera usted. Los hijos nunca son cruces. Pero vamos al grano. ¿Ha servido alguna vez? —¡Jamás, nunca jamás! —exclamó con bríos, sin rastro de lágrimas ya en los ojos— Pero me sobra experiencia: fui ama hasta que murió mi marido, el conocido señor Sopetrán. —¿Y qué se llevó al otro mundo su marido, el dinero o las criadas? —Ambas cosas, hija, ambas cosas, pues tras el "din" se va siempre el "don". Y por eso a estas alturas tengo que trabajar para poder vivir. —¡Pues un momento, señora, un momento! Voy a pedir informes suyos a una sobrina del señor Sopetrán, una de mis mejores clientas, que por experiencia... ya sabe usted, las amas deben saber de qué pata cojean las criadas que meten en casa. Doña Jacoba se sujetó la cabeza con las manos como para descabezar un sueño urgente y Chaga descolgó el teléfono de mármol que yacía sobre una mesita de cristal. —¡Hola, Pepita! ¿Podrías darme referencias de tu tía Jacoba Fernández de Sopetrán? Ha venido por lo del anuncio. ¿Recuerdas? Y ya sabes... Pepita hizo una pausa. En el fondo le molestaba airear los trapos sucios de los suyos, pero en aquella ocasión se trataba de una tía postiza con la que no tenía relación y optó por ser más clara que el agua. —Ella no tenía donde caerse muerta, —explicó sin pizca de pudor— la rica era su suegra, mi abuela. Tenía un bloque de pisos en la cuesta del Anís. En cuanto llegó a nuera, la muy lagarta, conquistó a su marido, mi tío, para que le comprara todo el edificio a su madre. "¿De dónde vas a sacar el dinero?", le preguntaron los hermanos, entre ellos mi padre. "Del arca de mi suegro", les respondió él por consejo de ella. Pero la abuela firmó la escritura y la factura pasó a la cartera del maestro Armero. Cuando la mujer se enfadaba y amenazaba con denunciarlos, la muy pájara de ella la escondía y le juraba meterla en el manicomio, por loca, y la pobre callaba. Las criadas decían que la mató a disgustos. Por eso no le paraban en casa. Al morir, ni mi padre ni mis tíos heredaron nada: en las cuentas de la vieja no había ni un real, y la escritura de compra-venta era legal. A todos les olió mal el asunto, y desde entonces ni nos miramos a los ojos ni nos cruzamos la palabra, como si no nos conociéramos, como si no fuéramos nada. Ya en el lecho de muerte su marido la llamó y le pidió papel y pluma, y ella, creyendo que era para testar en su favor, le llevó hasta sobre. Pero le salió el tiro por la culata, mi tío contó la verdad de la historia, toda la verdad, y cuando fue al notario casi le da un síncope. El hombre abrió el sobre y leyó la carta sin miramientos, tal cual, y sin pelos en la lengua, sin andarse por las ramas, le anunció lo que pasó: que los jueces la pusieron de patitas en la calle, con lo puesto, como quien dice, y el edificio pasó a sus herederos legítimos. Sus hijos son unos balas perdidas, tan perdidas como la del tiro aquel que la traicionó. Y desde entonces, si quiere vivir, tiene que trabajar, que ser¬vir. Al principio creo que se restaba cinco o seis años para no darles pena a las posibles amas; ahora creo que se los suma para darles lástima. ¿Quieres saber algo más? —No, no... no… con estos detalles me arreglo. Doña Jacoba se puso en pie en cuanto Chaga colgó el auricular. —Lo siento, señora, lo siento, —dijo ésta con un tono de voz que rezumaba una extraña mezcla de ternura y de ironía— En esta casa no permitimos que los viejos nos sirvan; somos nosotros quienes les servimos a ellos. Pero... ¡un momento, por favor, espere un momento! Doña Jacoba se detuvo ante la puerta. Habría ido a ponerse los zapatos para acompañarla hasta el portal, hasta la calle quizá. Se lo agradecería en el alma. Le daba tanto pánico el ascensor... Pero regresó en zapatillas y con un abrigo en las manos, era de color guinda madura, muy madura, demasiado madura, los puños y el cuello le relu-cían por el uso, olía a tiempo, a impaciencia... —¡Tenga, lléveselo! —le espetó sin más— Hoy hace bueno, muy bueno, pero el hombre del tiempo dice que mañana volverán los hielos. Y para tirarlo a la basura... Doña Jacoba estuvo a punto de rechazarlo, un abrigo de dos criadas no era digno de quien había sido ama, pero necesitaba con urgencia algo que le sirviera de manta por la noche, y olvidando su rango, lo aceptó. —Gracias, hija, gra... Con el abrigo doblado sobre el brazo derecho bajó la escalera de mármol despacio, apoyando los dos pies en cada peldaño, limpiando con la mano izquierda la barandilla, doblada cual alcayata por el haz de los años que llevaba a la espalda. Por fin alcanzó la calle fatigada, trémula. Y al descender por la acera opuesta volvió los ojos hacia el balcón del piso donde había estado y sorprendió a la robona soplándole a las hortensias desnudas: "Robona, robona... es una robona". Y decidió solicitar la ayuda so¬cial de los servicios municipales. María Jesús Sánchez Oliva Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros publicado me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable. “Garipil (1995)”. Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores. “Letanías (1999)”. Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios. “El rosario de los cuentos (2003)”. Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996. “Cartas de la Radio (2007)”. Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas semanalmente en Onda Cero por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria. “Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas) (2014)”. Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos. “Los días perdidos (2018)”. Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. “Primer Premio Tiflos 2013”. Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico: Garipil1995@gmail.com Estaré encantado de responderte. Gracias por tu visita y hasta el próximo número. Firmado: Garipil.

lunes, 30 de junio de 2025

PORTADA

Queridos lectores: Acaba de salir el número 129 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo. AVISO PARA QUIENES YA SON COLABORADORES Y PARA QUIENES QUIERAN SERLO Creo conveniente dejar de publicar a partir de esta fecha (30-I-2025) noticias sujetas a la “Ley del Loro”, es decir: que se repiten hasta el aburrimiento en todas las cadenas de radio, televisión y redes sociales, ya que la finalidad era la de publicar noticias recogidas a pie de calle, protagonizadas por personas anónimas, no famosas. En su lugar, aunque tendrán preferencia las ya mencionadas, os invito a participar con anécdotas, reflexiones, curiosidades, experiencias… respetando, en ambos casos, las dos sabidas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y ejemplares. Y segunda: que sean enviadas a mjsanchezoliva@gmail.com poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Espero seguir contando con vosotros y quedáis invitados a agregaros como seguidores. LO MÁS DESTACADO DE MAYO Y JUNIO LA VITRINA: Título: Las mujeres que bordaron su libertad. Autora: Thatiana Pretelt. MESA CAMILLA: Última columna de opinión de junio publicada en rtv al día. CAJÓN DE SASTRE: El pequeño país que una vez existió entre España y Portugal. EL ÁLBUM DE LA Lengua: Acentuación: casos especiales. LA BUTACA: ¿Cuál es el origen de la cuenta atrás? CARTA a… Rafa Nadal, Teresa Perales y Luz Casal. COSAS DE GARIPIL: Primer relato de Letanías. Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón. Volveremos a encontrarnos en el próximo número. María Jesús Sánchez Oliva. Seguidores de Honor: Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012. Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012. María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013. Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015. Claudio Hernández Díaz (pintor). Nacionalidad: española. 30-VI-2020.

LA VITRINA

Queridos lectores: En este número soy yo el elegido para invitaros a leerme. Por si decidís aceptar mi invitación, me presento y os adelanto mi contenido. Mi título: Las mujeres que bordaron su libertad Mi autora: Thatiana Pretelt Esto puedo deciros para animaros a leerme: "Las mujeres que bordaron su libertad" es una novela histórica ambientada en la Nueva Panamá de 1745, que narra la historia de tres mujeres afrodescendientes, Damiana, Manuela y María Yoruba, quienes, a pesar de la esclavitud, encuentran una forma de resistencia a través del bordado de polleras criollas. Estas mujeres planean usar las ganancias de la venta de sus creaciones a contrabandistas para comprar su libertad. Sin embargo, el asesinato de una de ellas, encontrado con símbolos yoruba, desencadena una investigación que revela un contexto de tensiones raciales y religiosas en la ciudad. La novela explora temas de libertad, resistencia, y la lucha contra la opresión, a la vez que destaca la importancia del arte y la cultura afrodescendiente en la formación de la identidad panameña. Si abres mis hojas, abriré tus ojos Firmado: Las mujeres que bordaron su libertad

MESA CAMILLA

Maldita condición humana Dos décadas hace que se aprobó en España la ley que permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo . Todavía quedan vergonzosamente 65 países, la mayoría ubicados en Oriente Medio, África y Asia, en los que Mantener relaciones homosexuales es considerado un delito que puede ser castigado con 20 años de prisión, cadena perpetua o con la pena de muerte. Razón por la que muchas personas tienen que huir de sus países como no pocos españoles tuvieron que hacerlo en años pretéritos y algunos pagaron con su vida incluso. Afortunadamente ya es historia, pero en este veinte aniversario, es imposible no hacer memoria. Los primeros en ponerse en contra de la ley que cambió la vida de muchas personas para bien fueron los obispos. ¿Pero qué coño les importaría a ellos con quién querían acostarse y levantarse los demás? Más les hubiera valido que se hubieran preocupado de poner en su sitio a los miembros de la Iglesia que abusaban sexualmente de menores y que hoy, gracias a la ley, no pueden negarlo. Recuerdo una guía de turismo que no pudo acompañarnos en una visita al Vaticano porque era madre soltera y tenía prohibida la entrada. A una ONG de prestigio en una de nuestras ciudades, por seguir recordando, llegó un día a pedir ayuda económica una madre extranjera que no tenía donde caerse muerta. Le dieron con la puerta en las narices. Según el cura que formaba parte de la comisión evaluadora era lo que no habría sido de haber estado casada o viuda: una pecadora, y los pecadores, para salvar su alma, necesitan castigo. ¿Qué tendría que hacer la Iglesia con sus colegas violadores de niños ahora? Por educación y porque entiendo que el único camino para salvar el alma es no maltratar el cuerpo no se lo diré, pero espero que San Pedro, cuando le llegue la hora, le haga lo mismo. Los políticos de los partidos de derechas no se quedaron a la zaga. Estaban en contra del aborto, pero sus hijas podían ir a abortar a Londres, porque hacerlo en Londres era ir a pasar un fin de semana; estaban en contra del divorcio porque podían permitirse el lujo de tener amantes, pero en cuanto se aprobó la ley, corrieron a divorciarse, y los que no lo han hecho todavía es porque con los trajines que se traen para hacer un negocio del cargo no han tenido tiempo de arreglar los papeles seguramente. Con la ley que en estos días cumple 20 años no hicieron excepción. Convertidos en pájaros de mal agüero trataron de envenenar a la sociedad con los males morales que la ley provocaría inmediatamente, pero está claro que no pasó nada de nada, bueno, sí, algo ha pasado y hay que decirlo: desde aquel 3 de julio de 2005, fecha en la que la ley fue publicada en el Boletín Oficial del Estado, nadie, en España, ha vuelto a ser detenido por su orientación sexual, juzgado, condenado y encarcelado, ni siquiera aquel politiquillo de tres al cuarto que tomaba café todas las mañanas en la misma cafetería que lo tomaba yo antes de entrar a trabajar y se jactaba de ser de derechas de cintura para arriba y de izquierdas de cintura para abajo, ni los pocos mequetrefes que sigan pensando como pensaba él. ¡Maldita condición humana! Es decir: inhumana. 30-VI-2025 María Jesús.

CAJÓN DE SASTRE

Un destino por descubrir: el pequeño país que una vez existió entre España y Portugal Andorra, Gibraltar, España y Portugal forman parte de la península ibérica, que se extiende entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. A pesar de que este mapa geopolítico incluye cuatro territorios significativos, hubo un tiempo en que esta región europea contaba con cinco naciones. ¿Sabes cuál era la quinta? Aunque apenas abarcaba 30 kilómetros cuadrados, esta nación existió y se ubicaba entre España y Portugal. Su nombre es Couto Mixto, y no fue un país efímero, sino que mantuvo su estatus durante siete siglos. El origen de Couto Mixto La República de Couto Mixto era una micronación independiente en la región gallega que emergió de uno de los capítulos menos conocidos de la historia europea. Su nacimiento no se debió a una conquista, sino a una anomalía jurídica medieval que le otorgó un sistema administrativo único, junto con derechos y privilegios. Su origen se remonta al siglo XII, cuando el territorio recibió beneficios especiales y autonomía, probablemente por su ubicación estratégica. Este periodo coincidió con la firma del Tratado de Zamora, que, el 5 de octubre de 1143, estableció una frontera entre Alfonso I de Portugal y Alfonso VII de León, marcando el inicio del reino de Portugal y la dinastía alfonsina. Tras la creación de esta frontera, surgió un pequeño espacio fuera de la ley que dio lugar a este "microestado", formado por tres villas: Rubias dos Mixtos, Meaus y Santiago de Rubiás, esta última considerada su capital. Este microestado incluso tenía su propia bandera, escudo, y hasta un lema: Tres unum sunt (Tres son uno). Su bandera era cuadrada con franjas azul y blanca, emulando a la del Reino de Portugal, pero invirtiendo los colores, y con la diferencia de que la portuguesa contenía el escudo del país. Gobierno y vida en Couto Mixto Couto Mixto era gobernado por una república federal con un sistema político que se basaba en tres jueces electos, conocidos como 'home de acordo', seleccionados de las tres villas, además del 'xuiz' o juez, que actuaba como presidente del Gobierno. Este juez era elegido democráticamente cada tres inviernos por los propios vecinos, lo que les permitía manejar los asuntos locales y resolver disputas sin la intervención de autoridades externas. Curiosamente, la iglesia de Santiago funcionaba como Parlamento, donde se guardaba el tesoro de Couto Mixto: un cofre con tres cerraduras, una por cada juez, que contenía los documentos oficiales del país. Imagina vivir en una comunidad donde las decisiones se toman de manera local, sin depender de un gobierno central. Sus habitantes disfrutaban de un notable grado de autogobierno democrático, algo poco común en la Europa medieval, en una época en que España aún no existía como tal y el continente enfrentaba múltiples luchas de poder. Con una superficie de solo 27 kilómetros cuadrados, Couto Mixto no tenía una gran población. Entre las tres villas, la cifra de habitantes apenas alcanzaba mil, lo que, junto a su falta de recursos, contribuyó a su discreción a lo largo de los siglos. Su estructura social era igualitaria y basada en la cooperación mutua, esencial para sobrevivir en una región aislada. Hablaban gallego y celebraban festividades locales que reforzaban su identidad y tradición. Los ciudadanos podían elegir su nacionalidad, optando por ser españoles, portugueses o ciudadanos de la República de Couto Mixto. Además, estaban exentos de servicio militar, impuestos y disfrutaban de libertad en comercio y agricultura, lo que posiblemente facilitó el contrabando, dado que carecían de control fiscal y aduanero. La independencia de esta micronación se extinguió con el Tratado de Lisboa en 1864. El fin de Couto Mixto Couto Mixto llegó a su fin muchos siglos después de su fundación. La independencia de esta micronación se extinguió con el Tratado de Lisboa en 1864, que dividió oficialmente el territorio entre España y Portugal, cerrando un capítulo en su historia. Este tratado se centró en resolver disputas fronterizas y cuestiones de soberanía, afectando a la histórica independencia de Couto Mixto. "Portugal renuncia en favor de España a todos los derechos que pueda tener sobre el terreno del Coto misto y sobre los pueblos situados en el mismo, que en virtud de la división determinada por la línea descrita quedan en territorio español". Desde entonces, sólo queda su recuerdo. En 2008 se erigió una estatua en honor a Delfín Modesto Brandón, el último juez de la pequeña nación, y se conserva una réplica del cofre que contenía el archivo de la república en la iglesia de Santiago de Rubiás, como homenaje a aquella época. A pesar de que Couto Mixto dejó de ser un país hace casi dos siglos, aún se puede visitar. En la región encontrarás rutas de senderismo y podrás explorar los siguientes atractivos: Santiago de Rubiás: Famosa por su iglesia y su encantador entorno rural. Rubiás de los Mixtos: Un pueblo tranquilo con vestigios de su historia singular. Meaus: Otro de los pueblos históricos, con arquitectura tradicional y paisajes naturales. ¿Cómo llegar? La zona es de fácil acceso: desde Ourense, toma la A-52 (Autovía de las Rías Bajas) en dirección a Verín, y en poco más de una hora llegarás. La ruta atraviesa montañas y ofrece vistas espectaculares del paisaje gallego. Feliz viaje.

EL ÁLBUM DE LA LENGUA

Acentuación: casos especiales En la aplicación de las normas de acentuación, que se basan en la terminación de las palabras, es preciso tener presentes una serie de casos especiales para el empleo correcto de la tilde. Las normas generales se pueden exponer de forma sintética del siguiente modo: se acentúan las voces esdrújulas, las agudas que terminan en vocal o en las consonantes s y n precedidas de vocal, y las llanas o graves que terminan de otro modo, mientras que el resto van sin tilde. Los casos especiales que hay que tener en cuenta son los siguientes: 1. Lleva tilde toda vocal cerrada (i, u) tónica que va unida a una vocal abierta (a, e, o): oído, desafíos, aúnan, que son todas llanas. De no añadirse, los grupos vocálicos se considerarían diptongos y, por tanto, se pronunciarían /⁠óido/, /desáfios/ y /áunan/. De modo informal y no muy riguroso, se suele decir que la tilde deshace el diptongo. Esta regla también se aplica a los grupos que incluyen una hache muda (tahúr), a los de tres vocales o más (construíais) y a voces compuestas y prefijadas (cortaúñas). 2. Llevan tilde las voces llanas o graves acabadas en dos consonantes cualesquiera: cómics, wéstern. Por el contrario, no llevan tilde las agudas que terminan en dos consonantes (salvo que fuera necesario para deshacer un diptongo): anoraks, pronunciado /anoráks/. 3. Se acentúan todas las palabras con valor interrogativo o exclamativo: «¿Cuántos libros hay?», «Preguntó qué hay de comer», «¿Cómo lo hizo?», «¡Quién pudiera ser rico!». 4. Es obligatorio tildar los monosílabos en los que se ha establecido la tilde diacrítica: sé, de saber y ser; dé, de dar; té y tés, como bebida… 5. Los adverbios acabados en -⁠mente se acentúan como si este sufijo no existiera: ágilmente de ágil, torpemente de torpe, increíblemente de increíble. Como se comprueba en los ejemplos anteriores, en lingüística es habitual señalar las pronunciaciones escritas entre barras y con la adición sistemática de la tilde, incluso cuando en la forma escrita no la lleva. Recomendación de la Fundéu.