Rosario de desgracias
Agosto es con diferencia el mes más tranquilo del año. Todos nos olvidamos de los problemas propios y ajenos y pensamos en organizar y disfrutar de unas vacaciones. Pero este año han sido tantas las desgracias que hasta el virus ha dejado de preocuparnos.
Empezamos con el problema de los menores marroquíes en Ceuta, un problema que no se habría producido si estas criaturas tuvieran en su país lo que hasta las flores más humildes tienen derecho a tener: un palmo de tierra donde nacer, crecer y florecer libremente.
Seguimos con el terremoto de Haití que se ha cobrado la vida de más de dos mil personas, algunas porque no han podido ser rescatadas por falta de medios humanos y materiales, y las que morirán aunque hayan sido rescatadas a tiempo por falta de hospitales. Las catástrofes naturales no podemos evitarlas, pero sí se pueden minimizar los daños. Seguro que las residencias de los políticos no se han caído, solo se caen las chozas de los ciudadanos, y las cosas no parece que vayan a cambiar. Haití es uno de los países más pobres del planeta, entre otras razones, por la corrupción. Pero nadie quiere ponerle freno.
Llegaron los incendios. En esta ocasión también a parte de la provincia de Ávila y puede decirse que la ha borrado del mapa, sino para siempre, sí para muchos años. Parece que el incendio se hubiera apagado en quince minutos, pero en Ávila, o no hay bomberos, o no hay bastantes y con medios suficientes. En este país solo van quedando cargos, y estos “profesionales” no apagan fuegos, bastante tienen con buscar fórmulas para no perder el chollo.
También llegaron los talibanes a Afganistán y esta es la más terrible de las desgracias. Miedo da pensar en lo que estará pasando en ese país. Las imágenes que nos llegan son las del aeropuerto, pero Afganistán son otras ciudades, otros pueblos, otras aldeas, y todos sabemos que de estos hechos solo salen barbaridades que sufren los inocentes. No hay palabras para calificar estas cosas, no hay razones para justificarlas, solo hay motivos para maldecirlas, porque ya es hora de que todos podamos vivir libres y en paz en cualquier parte del mundo.
Y por si este rosario de desgracias fuera poco en Peñíscola se nos cae un edificio de apartamentos que se ha cobrado la vida de varias personas, y no ha sido por una explosión de gas precisamente, ni por un terremoto, ni por un atentado, simplemente se ha caído con poco más de treinta años encima. ¿Qué dirían de nosotros los romanos y otras civilizaciones si levantaran la cabeza? Siglos y desgracias han pasado por sus acueductos, por sus puentes, por sus teatros, por sus catedrales… y ahí siguen, en pie, desafiando guerras, terremotos y temporales. Pero tampoco hace falta que nos vayamos tan lejos. Nuestros pueblos están llenos de casas con muchos años encima que no han sido reformadas y ahí siguen, en pie, incluso estando medio abandonadas. Y ahora que para construirlas disponemos de mejores medios y de mejores materiales, que se exigen proyectos de arquitectos e informes de técnicos de todo para darlas de paso, se vienen abajo con poco más de treinta años. O es que los expertos que intervienen para dar de paso un edificio, no son siempre tan expertos, o es que tantos requisitos, más que por seguridad, se exigen para salvar responsabilidades y recaudar dinero. Eso lo sabremos cuando sepamos, si es que lo llegamos a saber, a quién o a quiénes les cargan el mochuelo.
María Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario