Persona non grata
Todavía hacen daño las vergonzosas declaraciones de la exconsejera de Educación, huida en Escocia y europarlamentaria junto a Carles Puigdemont, Clara Ponsatí. Mientras que a todos nos sobrecogen las terribles escenas que nos llegan de Ucrania, ella defiende la misma violencia para conseguir la independencia de Cataluña. Para ella valen más los pueblos que la vida de los ciudadanos y reclama sacrificios personales en forma de vidas humanas para poder culminar el proceso hacia la secesión y critica a Puigdemont por no llegar hasta el final por miedo a que se produjera una escalada de violencia.
Días gemelos
Me gustaría pensar, señora Ponsatí, que el lunes 14 de marzo amaneció usted con un mal día, pero basta echar una ojeada a su carrera política para llegar a la conclusión de que sus días son todos gemelos. Para empezar, ni Rusia, ni Cataluña, ni el más importante lugar del mundo merece que los ciudadanos pierdan la vida por ellos. La vida es el más sagrado de los derechos y nadie tiene derecho a quitárselo a nadie, ni siquiera los gobernantes, porque aunque se inventen leyes que les autoricen a exigírselo y los salven del merecido castigo, son, sencillamente, crímenes. La obligación de los ciudadanos hasta con el más insignificante de los pueblos es la de trabajar honradamente, contribuir con sus impuestos para el bien común y respetar a sus conciudadanos como quieren ser respetados. Es decir: las mismas que tienen ustedes y practicarían si estuvieran capacitados para entender que por ser gobernantes no dejan de ser ciudadanos.
Un ojo y parte del otro
Me gustaría creer, señora Ponsatí, que usted, su familia y sus amistades estarían dispuestos a pasar por Cataluña el calvario por el que el tal Putin ha tenido a mal hacer pasar a los ciudadanos rusos y ucranianos en nombre de la libertad, de la independencia, de la democracia y de esos valores que lloran amargamente cuando los nombra, pero usted implora sacrificios ajenos, no cuenta con sacrificarse en primera persona. Nada extraño por otra parte. Los políticos, usted lo sabe de sobra, lo primero que hacen cuando consiguen vivir de la política es protegerse, y disponen de coches blindados, de guardaespaldas, de calles cortadas a su paso y otras medidas de seguridad que a los ciudadanos nos cuestan un ojo y parte del otro. Si no estuvieran tan incapacitados para gobernar, aunque solo fuera por gratitud, ninguno tendría la desvergüenza de exigirles también la vida.
Tirar la piedra y esconder la mano
Me gustaría pedirle, señora Ponsatí, que luche para que cuando los gobernantes no sean capaces de resolver los conflictos de otra forma que no sea organizando una guerra, tengan, al menos, la decencia de hacerlas entre ustedes y los ciudadanos que libremente decidan acompañarlos, en lugares donde no corra peligro ningún ciudadano, ni sus casas, ni sus negocios, ni las escuelas, ni los hospitales, ni los teatros… y los ciudadanos a verlos temblar a través del televisor sin ningún sobresalto, que es lo que se desprende de sus declaraciones que hace usted ante las terribles imágenes que nos llegan de Ucrania. Pero tranquila, no perderé tiempo en pedírselo, sus declaraciones nos lo han dejado claro: lo suyo, no tengo la suerte de saber decírselo en catalán, pero se lo diré en castellano, que es el idioma de todos los españoles y usted lo entiende muy bien aunque se avergüence de hablarlo, no es otra cosa que tirar la piedra y esconder la mano, y le importa un bledo que mueran niños, jóvenes, ancianos, que pasen hambre, frío, miedo, que queden heridos, sin poder estudiar, sin poder trabajar, y expuestos a Dios sabe qué peligros por el capricho de un señor que más que gobernar debería estar gobernado.
Conclusión
Por sus vergonzosas declaraciones, señora Ponsatí, y por lo que le dirían todas las víctimas de una guerra si pudieran hacerlo, no está en mi mano, pero si estuviera ya la habría nombrado persona non grata y estaría inhabilitada para cualquier cargo público, porque los políticos que carecen de inteligencia para resolver conflictos, están incapacitados para gobernar, y son, todos lo vemos menos usted, el mayor peligro para los pueblos.
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