viernes, 28 de febrero de 2025

LA BUTACA

El culpable de que los árbitros en el fútbol español se citen por los dos apellidos. No se trata de una leyenda urbana, sino de una realidad causada por un particular apellido. Mateu Lahoz, Hernández Hernández, Gil Manzano, Del Cerro Grande… son algunos de los nombres de árbitros españoles que, como si fuera una coletilla, siempre se recitan de carrerilla con sus dos apellidos completos en caso de ser españoles. Esto, aunque puede parecer casual o fruto de la tradición, tiene una explicación y un responsable con nombre y apellido. Ángel Franco Martínez (31 de octubre de 1938, Murcia) fue un destacado árbitro español de finales del franquismo cuyo nombre resultaba, por razones obvias, un tanto problemático. La coincidencia gene raba problemas en los titulares de prensa cuando Franco aparecía en tono negativo. Frases como «Franco es muy malo», «Todos culpan a Franco» o «Franco se carga el partido», típicas de la prensa deportiva, resultaban peligrosas y molestas para el régimen. De ahí que se comenzara a citar los dos apelativos de este árbitro en las piezas periodísticas. Eso sí, cuando arbitraba en el extranjero simplemente era Martínez, nada de Franco. Esto se trasladó también al resto de árbitros de la Liga que, salvo por apellidos compuestos o repetidos, se citaban hasta entonces con un solo nombre. Y no fue la única ocasión en la que su apellido le ocasionó una mala pasada a Franco Martínez. En los años setenta, se supo que miembros cercanos a ETA planearon responder a la persecución franquista contra el terrorismo con una resonante acción mediática con los Franco de protagonistas. En vísperas de un derbi vasco en el estadio de Atocha, el secretario del ministro de Gobernación, Garicano Goñi, se reunió con el árbitro designado para el partido, esto es, Franco Martínez, para ordenarle que se «pusiera enfermo». Por San Sebastián estaba corriendo una coletilla que invitaba a «acabar con este Franco y luego con el de Madrid», según relató años más tarde el árbitro del Colegio Murciano, por lo que convenía hacerse con cuidado. Para prevenir un susto, Franco Martínez, que había estudiado para perito mercantil y que después trabajó como banquero, dimitió del partido con la excusa de que se había lesionado en un entrenamiento. Fue sustituido tras su falsa lesión por el madrileño Antonio Camacho, quien juzgó un encuentro que La Real acabó ganando 2-1 tras remontar un gol inicial de los 'leones'. Lo más curioso de todo es que la consagración de Franco como colegiado llegó justo tras la muerte de Franco como dictador. En 1978 arbitró en el Mundial de Argentina y dirigió una final de la Copa del Rey, que ya no era la Copa del Generalísimo y, por tanto, ya no le estaba vetado. «Era imposible por los gritos que me iba a dedicar la grada... 'Franco, hijoputa', 'Franco, cabrón', y que también iban a llegar hasta jefe del Estado», explicó muchos años después el protagonista en una entrevista con la revista 'Hoy' sobre por qué tardó tantos años en dirigir su primera final de copa. Lo haría en dos ocasiones más y también pitaría en la Copa de Europa. En total estuvo 17 años en Primera División y exhibiendo su buena planta, su carácter sobrio y su agudo ojo. Su apellido quedó como un hecho anecdótico. Desde su sección envió para 30 días Garipil.

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