Periódico publicado en su blog cada fin de mes por María Jesús Sánchez Oliva “Premio Tiflos 1996 y 2013”. Secciones: Portada. La Vitrina (libros). Mesa camilla (opinión). Cajón de Sastre El Álbum de la Lengua La Butaca (noticias positivas). Carta a… Cosas de Garipil (espacio de María Jesús). Y ya que has venido, entra en mi mercadillo. http://palabrascatetas.blogspot.com/
viernes, 28 de febrero de 2025
COSAS DE GARIPIL
¡Hola!: Desconecta el televisor, deja el móvil donde ni lo veas ni lo oigas, siéntate en tu sillón favorito, cierra los ojos y permíteme que te lea el capítulo XXXV de Bella Luna en lo que el sueño te manda a la cama para recuperar las fuerzas perdidas durante el día.
XXXV UN VIAJE AL CIELO
Tarri y Ñoto decidieron no acostarse aquella noche. Ella se la PASÓ haciendo una gran tarta de nata y almendras, rosquillas bañadas en azúcar y bizcochos borrachos; él, limpiando y adornando el patio. Bella Luna se despertó al oír el canto de los gallos y sin pereza saltó de la cama. Al entrar en la cocina a desayunar sorprendió a su madre removiendo en una gran vasija de chocolate para que ni espesara de más ni espesara de menos. Sus ojos azules se abrieron desmesuradamente y miles de chispas de curiosidad zigzaguearon en ellos.
—¿Es que vamos a tener visita?
—Visita no, invitados. ¿A que no adivinas quiénes son?
Bella Luna se tapó los ojos con las manos para pensar mejor.
—A ver… a ver… ¡Ya lo sé! Tía Lulú. Ayer, cuando fuiste a visitarla al molino, la convenciste para que se venga a vivir con nosotros y quieres recibirla con un banquete. Estupendo. Ella se lo merece todo, y aunque dice que es feliz estando sola, yo sé que añora compañía, sobre todo en estos últimos días que se ha puesto tan lacia que parece una rosa a punto de ser deshojada por los primeros aires de otoño.
Tarri se secó las manos en el delantal.
—¡Frío, frío! No es tía Lulú. ¡Qué más quisiera yo que tenerla en esta casa y cuidarla como si fuera tu abuelita! Tendré que conformarme con que vengan todos los niños de Mimbres Blancas. ¿Querrás traerlos tú cuando salgáis de la escuela?
—¡Naturalmente! ¿Pero por qué les digo que los invito? Son tan preguntones…
Tan feliz era Bella Luna que el tiempo pasaba volando para ella y hasta había olvidado en qué día vivía. Tarri cogió un almanaque y señalando la fecha del día le dio nueve besos redondos, grandes, sonoros y seguidos todos de un “¡felicidades”! Bella Luna se subió en una silla y extendió los brazos para rodearle el cuello con ellos.
—¡Agua, pero si hoy cumplo nueve años! No puedo creerme que estos dulces sean para celebrarlo con mis amigos. ¡Fantástico, fantástico! Voy a decírselo a mi padre.
De una carrera llegó hasta la puerta del patio y fingió la voz para bromear con su padre.
—Abra, por favor, que soy la ratita Ven. Vengo a buscar el queso de su despensa para dar de comer a mis ratoncitos. Esta noche tendremos trabajo. Todos los niños perderán los dientes con el festín que les espera en este palacio y tendremos que colaborar con nuestro amigo el ratoncito Pérez…
Ñoto hizo lo propio echando un ojo por la cerradura.
—A mala puerta llamas, ratita, porque aquí vive el gato Voy. Soy experto en comer ratas y ratones de un bocado en cuanto me da el olor en la nariz. ¡En qué buena hora llegas pues tengo un hambre canina...!
La niña echó a correr muerta de risa y se fue a la escuela sin esperar a que su madre le peinara los tirabuzones. Antes de entrar en clase les dio a todos la noticia saltando de alegría. Todos la recibieron con tal alborozo que ninguno dio pie con bola; sus pensamientos, más que en las lecciones, estaban en el patio de los Lláguez. Al fin la maestra hizo sonar una campanilla.
—Iros todos a tomar el aire de una vez y a ver si mañana venimos con menos ganas de cuchichear, que el día que se va, no vuelve, y hay que aprovecharlos todos.
Todos salieron como una alocada bandada de pájaros. Ninguno pasó por su casa. Con los cabases en ristre siguieron a la anfitriona y se plantaron en la casa de los Lláguez. El manzano que había sustituido al que Ñoto tuvo que arrancar les dio la bienvenida con las ramas entrelazadas por cintas de colores por las que trepaban las moscas sin que a nadie les molestaran. Tarri abrió la puerta de la casa y Ñoto la del patio. Los invitados se quedaron con la boca abierta por la sorpresa. El patio estaba adornado con farolillos de papel en todos los colores. Anfitriona e invitados se sentaron entorno a una gran mesa redonda que Bella Luna jamás supo de dónde la sacaron sus padres. Tarri sirvió el chocolate y Ñoto los bizcochos y las rosquillas. El broche final fue la tarta. Bella Luna apagó de un soplo las nueve velas y fue recompensada con un aplauso. Tarri cortó un pedazo y lo dejó en una bandeja, luego dividió el resto en partes iguales y puso cada porción en su plato. Ñoto les regaló un plumier de mimbre para los lápices. En cuanto sus amigos, más contentos que unas pascuas, corrieron a enseñarles el regalo a sus padres, Bella Luna puso en una cesta el pedazo de tarta y una jícara de chocolate y se fue a celebrarlo con tía Lulú. Al llegar al molino se detuvo extrañada. “¡Qué raro que tenga la puerta cerrada si tanto de día como de noche la tiene de par en par!” Cogió el llamador y dio unos suaves golpecitos: ¡Pon, pon, pon...! Tía Lulú oyó los golpes pero más con el corazón que con los oídos y dando tumbos acudió a abrir.
—¿Cómo vienes a estas horas desde el pueblo y tú solita? ¿Qué traes en la cesta? ¿Dónde os habéis metido todos esta tarde?
—Un momento, tía Lulú, y te lo explico todo.
Mientras Bella Luna sacaba de la cesta el chocolate y la tarta muy despacio para sorprenderla, tía Lulú, ajena a su intención, relataba:
—Hoy tenía yo especial interés en veros a todos juntos en el molino y me habéis fallado… Segura estoy de que habréis armado algún revuelo en el pueblo, que por pitos o por flautas siempre estáis liando alguna de las vuestras. ¿A que no pienso mal?
—Mal no, muy mal, hoy no has dado una en el clavo. ¡Mira! -retiró el paño blanco que cubría la cesta- Es mi cumpleaños y vengo a celebrarlo contigo. ¿Quieres sentarte a la mesa? Mientras te comes la tarta y te tomas el chocolate te cuento la fiesta con mis amigos.
Tía Lulú le dio nueve tirones de orejas y se sentó para complacerla pero no pudo tragar ni un bocado de tarta. Un nudo en la garganta la hacía atorarse y tosía sin fuerzas. Intentó beberse el chocolate pero al tercer sorbo tuvo que dejarlo.
—¿Qué te sucede esta tarde? Estás muy pálida y parece que tienes la cabeza en otra parte. ¿Es que estás enfadada porque no hemos venido?
—Ni mucho menos. Yo nunca me he enfadado con nadie, ni siquiera con los que se enfadaban conmigo, es que estoy preparando mi viaje al cielo, y aunque ya estoy deseando llegar, cuesta dejar la tierra.
—¡Qué estupendo! Iré al pueblo de una carrera, para avisar a mis amigos, y todos nos vamos contigo. ¡Será una excursión la mar de divertida!
—¡Calla, locuela! Ese viaje todos tenemos que hacerlo solos y cuando nos crezcan alas porque hay que ir volando. ¿No ves que a mí ya me han empezado a crecer? Por esto se me caen los brazos y las piernas no me sujetan; han empezado a cederles su fuerza a las alas. Yo ya puedo echar a volar y tengo que hacerlo. Vosotros todavía tenéis brazos y piernas y sin alas solamente se puede andar por la tierra.
Un ángel pasó entre ellas y con su presencia abrió un círculo de silencio. Sólo cuando se alejó para prepararle el camino a tía Lulú pudo seguir hablando Bella Luna:
—¿Y qué te llevas en la faltriquera que parece pesarte como si llevaras piedras?
—Los patucos de un niño con las mentiras que durante todos los días de mi vida me han cargado las personas. Ya me han prometido las estrellas que desde el cielo les puedo enviar las verdades. Por eso y porque el duende me está esperando me voy contenta y sin perder ni un minuto más.
Tía Lulú cogió la faltriquera que llevaba prendida a la cintura con ambas manos para llevarla mejor, se puso en pie y echó a andar.
—Abriré las alas desde la tumba de Fufú y él me ayudará a remontar el vuelo.
Bella Luna la vio partir con desgana y como agobiada por el peso de aquel macuto. Extendió los brazos en un intento de volar tras ella, pero sus pies no podían dejar el suelo. Cerró la puerta del molino y haciendo círculos en el aire con la llave gritó:
—¡Un momento, tía Lulú, espera un momento! Tienes que llevarte la llave por si la puerta del cielo está cerrada y tienes que volver.
Tía Lulú alcanzó por fin la tumba de Fufú. Con un hilo de voz le susurró que la llave era ya suya, que la puerta del cielo se abría con el corazón, cerró los ojos para desplegar las alas y remontó el vuelo. Antes de hacerse invisible en la distancia volvió los ojos hacia Bella Luna para consolarla.
—¡Ánimo que después de la lluvia siempre sale el sol y mira como a lo lejos ya se vislumbra el arco iris anunciando su llegada!
Bella Luna se encaminó hacia su casa intentando sonreír para complacer a tía Lulú pero las lágrimas se lo impedían, sólo al sentir el peso de la llave entre sus manos comprendió que tía Lulú no la había dejado sola, le había dejado su molino donde con la ayuda de sus amigos convertiría los sueños de los niños en realidades y las realidades de los mayores en sueños.
María Jesús Sánchez Oliva.
Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
“Garipil (1995)”.
Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
“Letanías (1999)”.
Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
“El rosario de los cuentos (2003)”.
Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
“Cartas de la Radio (2007)”.
Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas semanalmente en un Onda Cero por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.
“Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas) (2014)”.
Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.
“Los días perdidos (2018)”.
Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. “Primer Premio Tiflos 2013”.
Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:
Garipil1995@gmail.com
Estaré encantado de responderte.
Gracias por tu visita y hasta el próximo número.
Fir mado: Ga ripil.
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