Días de juerga y fiesta
En este país podemos quejarnos de muchas cosas, pero de días festivos, de ningún modo. No solo contamos con nuestras fiestas locales, autonómicas y nacionales, contamos también con los folclores que organizamos para resucitar viejas tradiciones en nombre de la cultura, de la salud, de la solidaridad, y de lo que haga falta con tal de que llamen a juerga. Pero como no nos basta con las nuestras, de forma consciente o inconsciente, hemos decidido celebrar también las que nos llegan de fuera, sobre todo si vienen de Estados Unidos.
Empezamos con Papá Noel. Pensamos que el hombre no iba a ser bien recibido, pero nos equivocamos, las grandes superficies le abrieron las puertas de par en par y antes de que caigan los primeros ampos de nieve se coge el trineo para llegar aquí antes que a sus países de origen, y nada de traerles a nuestros niños unas golosinas para endulzarles la interminable espera de los Reyes Magos, en su afán de destronarlos arrampla con los juguetes que les han pedido los niños y Sus Majestades se las ven y se las desean para complacerlos. Luego vino desde Estados Unidos el ya famoso oHalloween que celebramos por todo lo alto el 31 de octubre. Otra de las celebraciones que hemos acogido en los últimos años es el Holi que consiste En celebrar la primavera con un festival de origen hindú en el que las personas se visten de blanco y tras teñir su ropa de mil colores se colocan en pelotón para lanzar al aire polvos de colores que caen sobre ellas mismas y sobre el resto de participantes. Tampoco tenemos que desplazarnos ya hasta Munich (Alemania) si queremos celebrar la Oktoberfest, que no es otra cosa que la fiesta de octubre o fiesta de la cerveza, porque empezó celebrándose en Zaragoza y ya se celebra en varias ciudades. Y la última que nos llegó de Estados Unidos y se ha puesto la primera es la que acabamos de celebrar: hablamos del Black Friday o viernes negro, un viernes de noviembre en el que todas las tiendas ofrecen descuentos. Esta tradición, más que para la diversión, fue pensada por las firmas comerciales para el consumismo, pero sin apenas darnos cuenta nos hemos encargado de convertirlo en un día de fiesta o de juerga, y hasta pedimos el día libre en el trabajo para disfrutarlo, y se colapsa el tráfico, y se forman colas interminables, y nos damos codazos en todas las secciones de las grandes superficies para conseguir la ganga prometida y que no aparece, bueno, en todas menos en las de alimentación, porque ese día cosas como las lentejas, el pan y el café no le interesan a nadie, y más que rebajarles el precio, conviene subírselos para cifrar más. Y de seguir así acabaremos celebrando hasta el 4 de julio para celebrar con los estadounidenses su Día de la Independencia.
Menos mal que nuestras ganas de juerga son tantas que adoptamos las fiestas y tradiciones de los demás sin renunciar a las nuestras.
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