Elisabeth Eidenbenz, la enfermera que salvó la vida de cientos de niños y embarazadas españoles
El tesón de esta suiza fue esencial para que la maternidad de Elna atendiera a
cientos de refugiados españoles al sur de Francia, entre 1939 y 1944.
Diario ABC.
La Segunda Guerra Mundial está plagada de experimentos nazis, injusticias,
asesinatos y todo tipo de historias que tiñen las páginas de negro. En esa
época, por vez primera, los médicos no dudaron en atravesar la línea del mal y
despedazar de forma flagrante su juramento hipocrático.
Pero, afortunadamente, también hay personajes que enderezaron los renglones
torcidos, como fue el caso de la historia de la maternidad de la ciudad de Elna.
Refugiados españoles en Francia:
Entre finales de enero y mediados de febrero de 1939 llegaron al sur de Francia
medio millón de refugiados españoles que huían de las tropas sublevadas
españolas. Bajo aquella bóveda azulada buscaban el cobijo del gobierno francés.
Sin embargo, gran parte de aquel ejército de las alpargatas acabó ingresando en
el campo de concentración francés de Argelès-sur-Mer. Sabemos que, entre las
alambradas y el piélago, estuvieron aprehendidos hasta ochenta mil españoles.
Entre los refugiados había ancianos, adultos, niños… y embarazadas. Todos ellos
sufrían la falta de higiene, una pésima alimentación, un frío terrorífico y
enfermedades propias del hacinamiento.
La disentería, la neumonía, la tuberculosis y la fiebre tifoidea acamparon a sus
anchas; infecciones a las que se añadieron la tiña y la sarna. Tampoco faltaron
las úlceras cutáneas y de las vías respiratorias generadas por las tempestades
de arena.
Mortalidad perinatal próxima al 95%:
Cuando llegaba el momento del parto las gestantes eran forzadas a dar a luz
entre la paja de los establos. Pocos días después, sin esperar la más mínima
recuperación, madre e hijo regresaban junto al resto de los refugiados.
No era del todo infrecuente que las parturientas enterrasen a los recién nacidos
en la arena para protegerlos del viento de tramontana que sopla en esa zona del
sudeste francés o darles de beber agua del mar ante la falta de biberones.
Todos estos datos permiten explicar por qué la mortalidad infantil en
Argelès-sur-Mer llegó a alcanzar al noventa y cinco por ciento.
La maternidad de Elna:
Elna es una localidad francesa de apenas siete mil habitantes que se encuentra
enclavada en la región de Languedoc-Rosellón, apenas a diez minutos en coche de
Perpiñán. Entre 1939 y 1945 fue sede de una maternidad improvisada en donde
nacieron casi seiscientos niños cuyas madres eran refugiadas españolas.
Este oasis de sentido común se montó en el castillo de d´En Bardou, un edificio
construido en 1900 y que a finales de la década de los treinta permanecía
abandonado.
La Cruz Roja Internacional se encargó del suministro de alimentos (leche
condensada, queso, conservas, harina, arroz, biberones y medicinas), en los
huertos de la maternidad se cultivaron verduras y frutas, y el centro dispuso de
tres enfermeras en plantilla fija. A esto hay que añadir una comadrona y un
doctor que ayudaban de forma eventual. El resto del equipo lo formaban mujeres
voluntarias.
Sabemos que la media de partos mensuales en la maternidad de Elna fue de una
veintena y que contó con cincuenta camas distribuidas en habitaciones de cuatro
a ocho camas. Quizás una de sus singularidades era los nombres de las
habitaciones: Barcelona, Bilbao, Madrid, Sevilla, Zaragoza, Santander,
Marruecos, Polonia, Suiza y París.
La artífice de este milagro fue una maestra y enfermera suiza – Elisabeth
Eidenbenz (1913-2011)–. Su osadía y tenacidad salvaron la vida de más de un
millar de personas.
Terminada la contienda, cuando los periodistas se acercaban a entrevistarla y
conocer los prolegómenos de la historia, con la humildad propia de los grandes
seres humanos, se limitaba a responder: «Yo únicamente cumplía con mi deber».
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