sábado, 2 de julio de 2016

LA VITRINA

AGENDA CULTURAL

        El orinal, una pieza de museo.

     ESTE objeto, ya prácticamente desaparecido hoy en día, viene utilizándose desde antiguo, teniendo noticias de su uso por parte de los guerreros de Xian en China y de los egipcios en la XIX dinastía.
     A lo largo de los siglos ha ido cambiando de nombre (bacinilla, cuña, perico), forma y materiales (cerámica, estaño, hierro, bronce, loza, plástico), llegando a convertirse en ocasiones en una verdadera obra de arte o elemento de ostentación por estar hecho de un material noble como la plata o incluso el oro, como es el caso del perteneciente al emperador Heliogabalo. En la Roma clásica se fabricaban en bronce y se denominaba matula o matella formando parte del mobiliario. A partir del siglo XVII se comenzaron a fabricar en gres y porcelana.
     Durante una época fue costumbre colocar un ojo pintado en el fondo del orinal, con la inscripción «¡Te veo!» o «¡Lo que he de ver!».
     Tiene su origen en el vaciado de los orinales hacia la vía pública la expresión «¡agua va!» cuando en las casas no había un sistema de cañerías y el contenido de los orines era lanzado a la calle, sin fijarse si pasaba por allí algún transeúnte. Aunque teóricamente había que hacerlo a unas horas determinadas y avisar de lo que se iba a hacer (con el grito «¡agua va!»), no todo el mundo cumplía con este requisito. En la actualidad esta expresión se utiliza para avisar de que vamos a realizar una acción y así prevenir a los demás de sus posibles consecuencias.
     En Ciudad Rodrigo, en la provincia de Salamanca, se ubica el Museo del Orinal, que recoge aproximadamente unas 1320 piezas procedentes de 27 países diferentes, fabricados con todo tipo de materiales como barro, hojalata, madera, cristal, oro o plata. El más antiguo de los ejemplares es un bacín islámico del siglo XIII hecho de barro y adornado con pinceladas de óxido de cobalto. El ejemplar más pequeño tiene el tamaño de un garbanzo y está hecho por un joyero suizo en platino, mientras que el más grande es de barro, mide 45 centímetros de altura y es originario de la misma Ciudad Rodrigo.

        LOS LIBROS DE ESTE MES

     Título: Las siete cajas.
    Autora: Dory Sontheimer.
    Reseña: En los últimos años de su vida, Rosa olvidó el castellano. Solo hablaba en alemán y a veces gritaba sobresaltada, en su casa de Barcelona: “¡Viene la Gestapo!”. Su hija, Dory Sontheimer, trataba de calmarla pensando que eran desvaríos de la enfermedad. Cuando el 7 de octubre de 2002, tras enterrar a Rosa, Sontheimer volvió a la vivienda para hacer limpieza, se encontró, en el altillo del armario de la que había sido su habitación, siete cajas numeradas con la herencia que sus padres le habían dejado: un doloroso secreto en forma de cartas, fotos y documentos que explicaban cómo 30 miembros de la familia, entre ellos, sus abuelos maternos, habían muerto en el holocausto. Más que un libro, es el testimonio de algo que nunca debió ocurrir.
    Título: La sonata del silencio.
    Autora: Paloma Sánchez Garnica.
    Reseña: Marta Ribas tenía un futuro prometedor cuando conoció a Antonio, pero una lealtad mal entendida trastocará sus vidas. Cuando Antonio cae enfermo, Marta se verá obligada a ponerse a trabajar, exponiéndose a las murmuraciones del vecindario y a la indignación del esposo, humillado en su hombría. Pero a Marta se le presenta una inesperada oportunidad que le permitirá salvar su propia supervivencia y la de su hija, y encontrar, por fin, su lugar en el mundo.
    La sonata del silencio, ambientada en Madrid, es una novela de pasión, celos y sueños anhelados. Es la historia de una España de posguerra, de castañeras y carboneros, de cócteles en Chicote y de medias de nylon del estraperlo. Es un edificio cualquiera, donde la riqueza y la pobreza, el triunfo y el fracaso solo están separados por un tabique.

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