Del amor al odio: así participó Franco en la ejecución de su inseparable primo durante la Guerra Civil.
Ricardo de la Puente Bahamonde y el futuro jefe de Estado español «eran más
hermanos que primos» de pequeños y compartieron muchas horas de juego, sin
imaginarse que, años después, el primero sería fusilado por el segundo.
Israel Viana Madrid Actualizado:26/03/2021 16:55h.
Según contaba Pilar Jaraiz, conocida como la «sobrina roja del general Franco»,
en su libro «Historia de una disidencia» (Planeta, 1981), Francisco Franco y
Ricardo de la Puente Bahamonde «eran más hermanos que primos, pero de adultos se
habían agudizado sus diferencias ideológicas. Franco lo había sustituido de su
puesto durante la revolución de Asturias en octubre de 1934. Y en una de sus
muchas discusiones, este le llegó a exclamar: “Un día voy a tener que
fusilarte”». Y así ocurrió: el 4 de agosto de 1936, apenas dos semanas después
del comienzo de la Guerra Civil, era ejecutado por su primo golpista.
La abogada y escritora nacida en Ferrol en 1916, y fallecida en Barcelona en
1996, había conocido la buena relación que mantuvieron el futuro dictador
español y su primo hermano durante su infancia. Tan solo se llevaban tres años y
compartieron muchas horas de juego en las calles de Ferrol a comienzos del siglo
XX, mientras la madre del primero, María del Pilar Bahamonde, y su hermana
Carmen vigilaban a sus dos hijos y otros ocho chiquillos más.
Antes de que Franco diera su conformidad para su ejecución el 4 de agosto de
1936, su inseparable primo también había entregado su vida a España y al
Ejército. Nació también en Ferrol en 1895. Y al igual que Franco, cuyo
progenitor fue capitán de la Armada e intendente general de la Marina, De la
Puente Bahamonde recibió igualmente una fuerte influencia de su padre, marino de
guerra. A los 16 años, de hecho, ya había ingresado en la Academia de Ingenieros
de Guadalajara y, en 1915, ascendido a teniente. Ese año se fue a servir al
Regimiento de Ferrocarriles hasta 1918.
Amor al Ejército:
En 1920, en la misma época en la que su primo Francisco se convertía en el jefe
de la Primera Bandera de la Legión y lugarteniente de Millán-Astray, Ricardo
pasaba a la Comandancia de Ingenieros de Larache y era ascendido a capitán. Y al
igual que este, en la vida militar de De la Puente Bahamonde también hubo un
periodo de permanencia en las unidades indígenas, con los que realizó varias
operaciones en la Guerra de Marruecos antes de regresar a la Península.
En febrero de 1924, el primo de Franco recibió un curso de observador de
aeroplano. Desde ese momento, su carrera militar estará ligada a la aeronáutica,
siendo destinado a las escuadrillas expedicionarias de Marruecos, mientras el
futuro jefe de Estado continuaba con su exitoso ascenso. En esa época, De la
Puente Bahamonde sufrió un aparatoso accidente cuando su avión se enganchara con
un tendido telegráfico al aterrizar en el aeródromo de Nador. Estuvo en cama
hasta enero de 1925 y no tardó en entrar en acción, al participar ese mismo año
en el desembarco de Alhucemas. Y poco después, en las últimas intervenciones
contra los rebeldes más resistentes.
La revolución de Asturias:
En julio de 1934 fue ascendido de nuevo, esta vez a comandante, y se le otorgó
el mando de la base aérea de León. En octubre estalló la revolución de Asturias
y la carrera de De la Puente sufrió un revés tras negarse a bombardear a los
mineros sublevados durante un vuelo con un trimotor Fokker. Fue castigado y se
le retiró el mando de la base, siendo destinado al servicio de material en
Madrid. Al parecer, fue el propio Franco quien, como asesor del ministro de la
Guerra durante los incidentes, sugirió su relevo. La brecha que se abrió entre
ellos en ese momento fue incurable.
Cuando fue ascendido de nuevo el 6 de abril de 1936, no supo que acababa de
sellar su destino. Se le encomendó el mando de las Fuerzas Aéreas del Norte de
África, con sede en el aeródromo de Sania Ramel, a 2,5 kilómetros de Tetuán.
Allí se encontraba cuando, en la madrugada del 18 de julio, se produjo el golpe
de Estado de su primo, estableciéndose este como el único enclave de relevancia
que se opuso al levantamiento en el Protectorado de Marruecos.
Ricardo de la Puente Bahamonde decidió mantenerse fiel a la República y
acuartelarse en la base aérea con sus hombres de confianza. No tenía dudas de
que su aeródromo iba a ser atacado y de que su primo debía aterrizar allí a
bordo del Dragón Rapide, procedente de Canarias. Por eso detuvo a varios
oficiales afines a Franco y, con los 25 subordinados que aún le eran leales,
comenzó a instalar ametralladoras sobre una torreta e iluminar la carretera por
la cual debía venir el enemigo. También ordenó volcar varias camionetas en un
puente cercano para cortar el acceso.
La resistencia:
En medio de la confusión, el primo de Franco recibió una llamada esperanzadora
en la que se le informaba de que, tras hablar con Santiago Casares Quiroga, en
aquel momento presidente del Gobierno y ministro de la Guerra, le iban a enviar
desde la capital aviones de refuerzo. Solo tenía que resistir en aquel enclave
hasta la llegada de estos. Sin embargo, después de que el comandante Bahamonde
hubiera iluminado la pista de aterrizaje con hogueras para facilitar la entrada
de los refuerzos, el teléfono volvió a sonar.
Eran las dos de la madrugada y al otro lado del teléfono sonó la voz del
enemigo. En concreto, la del jefe de la sublevación en Tetuán, el teniente
coronel Sáenz de Buruaga, que le amenazaba con mandar a una columna de
artillería y varias tropas de regulares si no deponía su actitud. Y los
refuerzos de Madrid seguían sin aparecer en el cielo. «¡Tendrán que pasar por
encima de los que defendemos al gobierno legal en este momento! ¿En qué concepto
me ordena usted que me rinda? ¿Quién es usted para darme tales órdenes?», fue la
respuesta del comandante republicano.
Si el presidente Quiroga hubiera enviado los aviones que prometió, y que
Bahamonde estuvo esperando durante como agua de mayo buena parte de la madrugada
del día 18 de julio, es probable que el curso de los acontecimientos habría sido
muy distinto. De haber llegado, se habría podido cambiar la historia de la
Guerra civil española, según defendía el historiador Francisco Sánchez Montoya
en su libro «Ceuta y el norte de África, 1931-1944» (Natívola, 2004), tras
diez años de investigación.
Las investigaciones:
Este episodio también fue recogido en febrero de este año por Pedro Corral en
«Eso no estaba en mi libro de la Guerra Civil» (Editorial Almuzara, 2019). En
esta obra, el investigador, periodista y político del PP reproduce por primera
vez «el testamento militar del último oficial de alta graduación que se resistió
al levantamiento en la zona española del protectorado de Marruecos», según
describía a Ricardo de la Puente Bahamonde.
La investigación de Sánchez Montoya estaba basada en el estudio de centenares de
consejos de guerra de la época en archivos militares y civiles. Esta reveló que,
dos horas y media después de aquella llamada de Sáenz de Buruaga, el aeródromo
ya estaba cercado. El asedio apenas tardó unos minutos, en una fácil maniobra en
la que las fuerzas atacantes tuvieron cuidado de no dañar la pista de
aterrizaje, ya que sabía que sería utilizada poco después por el avión que traía
al general Franco. «El comandante Bahamonde no tardó en comprender que los
aviones prometidos por Casares Quiroga no iban a llegar nunca, que resistir sólo
serviría para contribuir al derramamiento de sangre y que su primo había ganado
esta partida», comentaba este historiador a Efe en 2004.
A las 05.15 horas de la madrugada del 18 de julio, el comandante enarboló un
pañuelo blanco y salió con sus hombres a la pista de aterrizaje para entregar su
pistola al comandante sublevado Serrano Montaner. Inmediatamente después era
trasladado a la fortaleza militar del Monte Hacho de Ceuta. En la mañana del 19
de julio, efectivamente, Franco aterrizaba en Sania Ramel con el «Dragon
Rapide», donde fue rápidamente informado de la actitud de su primo y de que
estaba detenido. Antes de entregarse, sin embargo, había ordenado a sus hombres
que provocaran averías en varios aviones Breguet XIX, rompiendo sus depósitos de
gasolina, radiadores y las ruedas del tren de aterrizaje para que no pudieran
ser utilizados por los sublevados.
Consejo de guerra:
Aunque el proceso sumarísimo contra el comandante Bahamonde había comenzado a
tramitarse realmente el 19 de julio, no fue hasta el 2 de agosto cuando se
celebró el consejo de guerra en Ceuta. Así contaba ese episodio el teniente
general Francisco Franco Salgado-Araujo, primo también del dictador, en su
biografía publicada en 1977 por la editorial Planeta: «Otra noticia de índole
sentimental y desagradable esperaba a Franco a su llegada a Tetuán en 1936. Le
dieron cuenta de que su primo hermano, que había defendido el aeródromo contra
el ataque de los nacionales en la noche del 17 de julio, estaba pendiente de la
sentencia de un consejo sumarísimo. Y que, casi seguro, sería condenado a
muerte. De la Puente Bahamonde era un excelente jefe y persona honrada, seria y
fiel a sus arraigados ideales. Había acatado la República sin reserva alguna y
por ello debo creer que, si se fue leal con dicho régimen, fue por estar
convencido de que así cumplía con su deber. Sus compañeros del bando contrario
le invitaron a rendirse, pero él se negó a ello diciendo que “lo defendería
hasta consumir el último cartucho”. Franco quería mucho a su primo Ricardo y
eran excelentes amigos».
Fue condenado a muerte, aunque el fallo de la sentencia estaba firmado por el
general Orgaz. En el lugar reservado para la firma de Franco, sin embargo,
figuraba la expresión «PI». Lo que parece claro es que este no hizo ningún
intento por frenar aquella ejecución. Cualquier debilidad hubiese podido dar
lugar a enfrentamientos entre los mismos alzados e, incluso, amenazado su
posición de líder. «Lo fusilaron a las cinco de la tarde, el 4 de agosto, en los
muros exteriores a la fortaleza del Monte Hacho. Era una hora inusual para este
tipo de acciones», explicó Sánchez Montoya, quien tras consultar cientos de
procedimientos llevados a cabo en el Protectorado Español en Marruecos, añadió:
«Durante la represión que duró hasta 1944 en Ceuta, no se hizo ninguna ejecución
por la tarde, por lo que estaba claro que Franco quería dar por finalizado este
consejo de guerra cuanto antes».
oooooooooo
ResponderEliminarJarabo Perez Morris (el "abuelo de daniel sancho") era sobrino carnal del entonces presidente de la sala segunda del tribunal supremo, sr. ruiz jarabo
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