¡Hola! Aquí estoy un mes más, con el décimo capítulo de Bella Luna. Gracias por recibirme.
X LA CASA DEL SARAMPIÓN
Ñoto llegó a la ciudad con Blanca y con Negra un día de los primeros de septiembre. En la posada del Gallo demandó hospedaje para él y para los animales. Tío Lolo lo recibió con los brazos abiertos y una jarra de vino.
—¡Qué suerte volver a verle el pelo! ¿Se le ha perdido algo por estos lares?
—No se me ha perdido nada pero espero encontrarlo.
—¿Puedo ayudarle yo a buscarlo?
—A lo mejor sí porque ya sé que tío Lolo es un lince de buen corazón y no escatima esfuerzos.
—Hable con esa boca, que soy todo oídos, y su servidor para cuanto guste mandar. ¡Explíquese!
—Con pocas palabras se lo explico muy claro. ¿Sabe de alguien que quiera vender una casa? Vengo para comprarla y es cuestión de vida o muerte.
Tío Lolo le allanó el terreno en un periquete.
—¡Deje los bártulos y vaya ahora mismo al café del Porrón! ¿Sabe dónde queda? En la plaza de los Caños. Si va por la calle del Tíboli, no tiene pérdida. Pregunte por don Zenón. A esta hora toma allí su café. Harán buen trato para ambos.
Ñoto encontró a don Zenón bebiendo café por un porrón. En el Porrón todo se servía y se tomaba en porrón, igual el café que el vino, el agua o los refrescos... De ahí le venía el nombre y la fama al establecimiento. Un limpiabotas, con betún y cepillo, le dejaba los zapatos tan relucientes como si fueran de charol. Ñoto se presentó y don Zenón le ofreció su porrón.
—Me envía tío Lolo porque tengo que comprar con urgencia una casa.
—En esta ciudad no hay ningún habitante tan bueno y tan listo como tío Lolo. Nunca abre la mano para dar si ve que no va a coger, pero jamás la abre para coger si sabe que no va a dar.
Vaciaron el porrón amigablemente y en amor y compañía abandonaron el Porrón. Juntos cruzaron la ciudad y entraron en el viejo puente de piedra.
—Esa es la casa de don Zenón, que soy yo, pero la gente la llama la casa del Sarampión. ¿Ve esas ronchas oscuras que serpentean por sus muros? Cuando brilla el sol se ven rojizas y la gente, que enseguida le saca punta a todo, se inventó que la casa padece esa enfermedad, y como al fin y al cabo es una enfermedad que generalmente alcanza a los niños, me siento orgulloso de que no se haya curado nunca.
Don Zenón abrió la puerta con una llave de hierro que pesaba la mitad de un kilo. Ñoto recorrió palmo a palmo las dos plantas. Luego se asomó a los cuatro balcones.
—Esta casa es una copia del palacio Real donde vive la Reina.
-¿Cuánto quiere por ella? Por nada del mundo me desharía yo de una mansión como ésta.
De los ojos de don Zenón brotaron dos lágrimas de cocodrilo.
—La casa del Sarampión la heredé de mis abuelos. Cuando era muy niño murieron mis padres pero la fortuna del abuelo dio tanto de sí que nunca tuve necesidad de ganarme el pan. Aquí siempre hubo criados y un ama de llaves. Nunca pensé en casarme. No tuve tiempo de buscar esposa porque lo gasté en holgorios y en casa no faltaban mujeres para cuidarme. Creí que siempre iba a ser joven pero los años no perdonan ni a don Zenón. Enterré a mi fiel ama de llaves y esta casa se quedó como un barco sin patrón. Las criadas me desvalijan las despensas para llenar los papos de sus familias. Ya he decidido ponerlas de patitas en la calle mañana mismo. Las muy pícaras han hecho creer a todo el mundo que yo soy más desconfiado que una mula tuerta y más tacaño que un puño cerrado. Tienen lenguas viperinas y son de muy mala prosapia. ¡El tiempo dirá si alguna no sale con la pata quebrada! Nadie va a querer venir a servir aquí y yo no sé ni freír un huevo. ¿Quién va a auxiliarme entre estas cuatro paredes si me da un mal aire? Como no tengo herederos, he decidido venderla. Pienso hospedarme en la posada del Gallo. Los posaderos son bondadosos, serviciales, hacendosos, y en todo me tendrían en palmitas. Hay caminos en la vida difíciles de seguir pero a veces uno no tiene más remedio que liarse la manta a la cabeza y tirar por ellos. La casa del Sarampión será suya por dos mil quinientos reales. Es barata pero para cuatro días que le debo a la vida me basta y me sobra. Con ese dinero podré costearme un asilo si una enfermedad me postra en la cama pero la casa no me sería útil para ese menester por mucho apego que le tenga. Hay que pensar con la cabeza que con una cruz así no podrían cargar tío Lolo y la parienta por muy generosos que sean. ¿Cerramos el trato?
Ñoto vio que su proyecto era una torre de arena que el aire desmoronaba. Su sentido común le aconsejaba renunciar, pero su corazón le decía que estaba en juego la salud de Bella Luna. Las yemas de sus dedos rozaron la perla negra que guardaba en un bolsillo del pantalón bien liada en un pañuelo. “Aquel pez o mujer tan raro me contó un cuento chino. En esas historias tan fantásticas, las palabras siempre significan otra cosa. A lo mejor quería decir que el dinero hay que saber invertirlo y esto no es un despilfarro. Las perlas ni piensan, ni hablan ni ven, son piedras preciosas de mucho valor y de ningún sentimiento. Son cosas de gente de pocas luces pensar que la Sirena de las dos Perlas va a saber que yo me he desprendido de la perla negra; además, ¿podría castigar alguien a un padre por salvar de la muerte a su hija? Sacó la perla negra y se la mostró a don Zenón que la ojeó con codicia.
—¡Oh, qué maravilla! Hasta novia encontraría don Zenón, que soy yo, si enseñara una perla negra. ¿Pero cómo va por el mundo con ese tesoro encima como si llevara una piedra del río? Si llega a olerla un ladrón, se convierte en ricachón en menos que se reza un Credo. ¿Quiere usted que hagamos el cambio a pelo?
Desbordantes de entusiasmo entraron los dos en el zaguán de la posada del Gallo donde trajinaba tío Lolo. Don Zenón ajustó hospedaje, y Ñoto saldó su cuenta. Tío Lolo sacó una bandeja de vainillas y una botella de anís para brindar antes de los adioses pues los tres estaban de enhorabuena. “Por don Zenón, que ha encontrado una familia y un hogar; por Ñoto, que se ha hecho amo de la casa del Sarampión; por tío Lolo, que ha ganado un cliente fijo sin abusar de nadie y favoreciendo a todos”.
María Jesús Sánchez Oliva.
Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
“Garipil” (1995).
Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
“Letanías” (1999).
Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
“El rosario de los cuentos” (2003).
Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
“Cartas de la Radio” (2007).
Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.
“Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).
Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.
“Los días perdidos” (2018).
Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Primer “Premio Tiflos” 2013.
Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:
garipil94@oliva04.e.telefonica.net
Estaré encantado de responderte.
Gracias por tu visita y hasta el próximo número.
Garipil.
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