sábado, 29 de febrero de 2020

PORTADA


Queridos lectores: Acaba de salir el número 77 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.

Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus noticias con dos sencillas condiciones. Primera: que sean buenas, positivas y reales. Y segunda: que las envíes a mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Cuento contigo.

CONTENIDO

LA VITRINA: Título del libro: La bailarina de Auschwitz. Autora: Edith Eger.
MESA CAMILLA: De sublime a monstruo.
CAJÓN DE SASTRE: El día de la Marmota.
EL ÁLBUM DE LA Lengua: Primera Guerra Mundial, en mayúsculas.
LA BUTACA: Un aplauso para los payamédicos.
CARTA a… Los niños oncológicos.
COSAS DE GARIPIL: Anécdota del libro Humor a ciegas.

Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón.

Volveremos a encontrarnos en el próximo número.

María Jesús.

Seguidores de Honor:
Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.
Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.
María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013.
Concepción Martín Martín (Conchi). Nacionalidad: española. 19-IV-2015.



LA VITRINA


¡Hola! Soy La bailarina de Auschwitz. Me gustaría deciros que voy a hablaros de esas cosas que os hacen felices, pero llamándome como me llamo, es imposible poder hacerlo. De todos modos soy uno de esos libros que todos debéis leer, porque el primer paso para evitar que los hechos se repitan, es conocerlos bien, y nadie lo hará mejor que mi autora y protagonista. Os la presento sin más:

Edith Eger estuvo a punto de cumplir su sueño cuando tenía 16 años: ser bailarina profesional. Lo cuenta a menudo mientras mira una fotografía en blanco y negro en la que se la ve a ella vestida con un maillot. Una instantánea tomada por su amor de adolescencia, Imre, pocos meses antes de que su mundo se destruyera. Él, como muchos otros, no sobrevivió al Holocausto.

Ahora Edith tiene 89 años y hace dos se atrevió a contar su historia en mis páginas. Es una mujer valiente que, de no haber sido judía, hubiera participado en las Olimpiadas de Berlín. “Me dijeron que tenía que entrenar en otra parte porque era judía y no me quisieron admitir en las Olimpiadas”, recuerda. “Mi sueño se derrumbó completamente”.

Eger era una judía húngara, la menor de tres hermanas. Vivía en una ciudad llamada Kosice, en lo que hoy es Eslovaquia. No fue hasta marzo de 1944, en las últimas etapas de la Segunda Guerra Mundial, que los nazis llegaron a su casa y arrestaron a su familia. Pasaron por diferentes centros de detención hasta que finalmente les subieron a un tren con destino a Auschwitz.

Al llegar al campo de concentración, la protagonista de esta historia, entonces una adolescente, conoció al doctor Josef Mengele, uno de los altos oficiales médicos del complejo de Auschwitz, más conocido a posteriori como El ángel de la muerte. Estaba de pie al final de la fila de prisioneros, decidiendo quién iría a la cámara de gases y quién a las celdas. “Indicó a mi madre que se colocara a la izquierda y yo la seguí”, recuerda Edith. “El Dr. Mengele se dio cuenta y me agarró. Nunca olvidaré ese contacto visual. Me dijo vas a ver pronto a tu madre, solo va a darse una ducha. Fue la última vez que la vi”.

Pero ese no sería el encuentro final de la bailarina con el infame médico de la SS. “El Dr. Mengele venía a los dormitorios y quería que lo entretuvieran”, cuenta. Un día, las otras prisioneras propusieron que actuara para el hombre que había mandado matar a sus padres. “Pedí a mis captores que tocaran el vals del Danubio Azul. Estaba muy asustada. Cerré los ojos e imaginé estar bailando en la Ópera de Budapest”. El médico alemán recompensó a la chica judía con una ración adicional de pan, que luego compartió con las otras chicas de su dormitorio.

Décadas después de los horrores del Holocausto, la danza sigue siendo su pasión. Eger cuenta que todos los domingos va a bailar swing, la música que conoció a través de los soldados estadounidenses que liberaron Austria en 1945. “Quiero tener una vida plena, no ser alguien dañado”, señala. Tal vez su espíritu haya ayudado a que sobreviviera de los horrores nazis y a que más tarde floreciera como inmigrante en Estados Unidos.

Muchos años después, cuando asimiló como pudo su traumática experiencia, quiso aportar su granito de arena, ayudando a otros a sanar. Por ello, en la década de los 70, empezó a estudiar psicología, especializándose en pacientes que sufrían trastorno por estrés postraumático (TEPT). A lo largo de su carrera, Eger ha asesorado a las fuerzas armadas estadounidenses, ha dado tratamiento a los veteranos de las guerras de Vietnam, Iraq y Afganistán y ha ayudado a levantar refugios para mujeres víctimas de la violencia doméstica. “Auschwitz solo me dio un regalo, el poder guiar a la gente en su camino, ayudándoles a su adaptación”.

Ojalá nadie tenga que volver a escribir otra historia como ésta.



MESA CAMILLA

De sublime a monstruo

El hombre es sublime, pero, en ocasiones, se convierte en un monstruo y puede llegar a cometer acciones tan abyectas, tan horribles y tan salvajes como las que se cometieron en Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. Hace unos años, durante un viaje que hice por Polonia, tuve la oportunidad de ir a visitar el Museo y los campos de Auschwitz. Puedo afirmar que allí se mueren las palabras y cuesta resucitarlas, se siente frío aunque el reloj diga que son las cuatro de la tarde y el calendario que es un día de mediados de agosto, se siente miedo aunque no haya razón para temer nada, se siente rabia, vergüenza, indignación, pero huyen las fuerzas para poder expresar tales sentimientos, huele a lágrimas, a desesperación, a impotencia, a humillación, a muerte… y es imposible recordar la visita sin volver a llorar. Alguien me dijo al salir que se tenía que destruir por completo aquello, pero ni estuve ni estoy de acuerdo, necesitamos conocer estas barbaridades para que dejen de cometerse. Siempre he creído que la educación en valores no basta para civilizarnos, nos deben enseñar y debemos aprender en todas las edades a no dejarnos manipular con brillantes discursos, convencer con beneficios que nos reporten poder social, económico o profesional, huir de ideales que conlleven el enfrentamiento entre unos y otros y, sobre todo, a no convertirnos en seguidores de cualquier fanático, porque entonces el hombre puede dejar de ser sublime para convertirse en un auténtico monstruo capaz de cometer las atrocidades que se cometieron en la Segunda Guerra Mundial.

Por esta razón está bien que cada 27 de enero (fecha en la que el campo de Auschwitz -Birkenau, fue liberado hace 75 años por el ejército soviético) recordemos a todas las víctimas del Holocausto y en las escuelas debería hablarse de lo que allí pasó. Nuestros niños deben saber que esta guerra, como todas las guerras, no surgió de la noche a la mañana; se llevaba años preparándola (algunos opinan que desde que acabó la Primera Guerra Mundial) y ya se habían producido crímenes en masa contra poblaciones civiles. Nuestros niños deben saber que la matanza masiva empezó con los judíos que los alemanes capturaban en las zonas conquistadas de la Unión Soviética en el verano de 1941 y en menos de cuatro años la "solución final" segó las vidas de más de cinco millones de hombres, mujeres y niños no solo judíos, también gitanos, homosexuales, discapacitados, intelectuales y opositores al régimen. Nuestros niños deben saber que tal brutalidad no fue solo cosa de Hitler y los nazis, contaron con mucha gente dispuesta a identificar a otros como sus enemigos o a considerar aceptable el exterminio; en los últimos años han aparecido numerosas investigaciones sobre la
colaboración de la policía incluso, de las administraciones locales y de las
poblaciones de otros países invadidos por el ejército y las fuerzas de
seguridad de Alemania. Nuestros niños deben saber que detrás de todas las guerras solo hay barbarie y que ninguna razón las justifica.

No sé si esto servirá de algo, las guerras, desgraciadamente, son tan antiguas como la humanidad, pero algo tenemos que hacer para intentar acabar con esta lacra que sigue teniendo adeptos aunque hasta los que las hacen invoquen la paz.


CAJÓN DE SASTRE


El Día de la Marmota es un método folclórico usado por los granjeros de Estados Unidos y Canadá para predecir el fin del invierno, basado en el comportamiento del animal cuando sale de hibernar el 2 de febrero.

Según la creencia, si al salir de su madriguera la marmota no ve su sombra por ser un día nublado, dejará la madriguera, lo cual significa que el invierno terminará pronto. Por el contrario, si la marmota «ve su sombra» por ser un día soleado y se mete de nuevo en la madriguera, ello significa que el invierno durará seis semanas más.

El día de la marmota señala (aproximadamente) la mitad del periodo entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera (de forma similar a la fiesta de Halloween, que señala la mitad del periodo entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno).

Esta tradición se celebra a lo largo de muchas poblaciones estadounidenses, e incluso en Canadá (donde la marmota más famosa se llama Wiarton Willie); sin embargo, es la marmota Phil de Punxsutawney, en el Estado de Pensilvania, la más famosa, con una tradición de más de un siglo (concretamente desde 1887), en la que cada 2 de febrero se intenta predecir la duración del invierno por el comportamiento de Phil, marmota inmortalizada por la película Groundhog Day.

Muchas ciudades celebran el día de la marmota por toda Norteamérica y tienen predicciones de invierno por marmotas. Otras marmotas famosas incluyen a Buckeye Chuck, Marmota Imanol, General Beauregard Lee, Staten Island Chuck, Wiarton Willie y Shubenacadie Sam.

Los defensores del día de la marmota plantean que el pronóstico del roedor tiene una precisión de entre un 75 % y un 90 %.3? Un estudio canadiense de 13 ciudades en los pasados 30 a 40 años establece que el índice de aciertos está a un nivel del 37 %.3? Además, informes de la National Climatic Data Center han establecido que la precisión global de la predicción está alrededor de un 39 %.

EL ÁLBUM DE LA LENGUA


Primera Guerra Mundial, todo en mayúsculas

La expresión Primera Guerra Mundial se escribe mayoritariamente con las tres iniciales en mayúscula, tal como indica la Ortografía de la lengua española.

Con motivo del centenario del final de este acontecimiento histórico, en los medios de comunicación es habitual leer frases como «París y Londres recordarán el fin de la 1.ª Guerra Mundial» o «Las batallas más mortíferas y decisivas de la primera guerra mundial se libraron en Europa».

Conforme a la Academia, aunque en los nombres de los conflictos bélicos lo habitual es que el sustantivo guerra aparezca en minúscula, en el caso de los conflictos mundiales«el uso ha fijado como nombre propio singularizador las expresiones Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial, con inicial mayúscula en todos sus componentes».

No obstante, no puede censurarse la escritura con minúsculas (primera guerra mundial), pues obedece a la norma general ortográfica de escribir sin mayúsculas las expresiones meramente apelativas o descriptivas, como guerra franco-prusiana.

También se aplica la mayúscula a la denominación alternativa antonomástica la Gran Guerra.

Por otra parte, el ordinal presente en estos nombres puede escribirse en números romanos, esto es, I Guerra Mundial. Además, también es apropiado emplear el cardinal 100 aniversario con valor ordinal equivalente a centésimo, tal como indica el Diccionario panhispánico de dudas.

Así pues, en los ejemplos anteriores el uso mayoritario, respaldado por la Academia, habría optado por escribir «París y Londres recordarán el fin de la Primera Guerra Mundial» y «Las batallas más mortíferas y decisivas de la Primera Guerra Mundial se libraron en Europa».

LA BUTACA

Un aplauso para los payamédicoss

En la unidad infantil de oncología de un hospital de Buenos Aires los médicos se disfrazan de payasos todos los días para jugar con los niños enfermos a curarlos. Por esta razón padres e hijos conocen a los oncólogos con el nombre de payamédicos. Los médicos han conseguido así que los niños les pierdan el miedo a sus desagradables juguetes y rían con sus bromas, chistes y payasadas.

Seguro que esto contribuye a que los niños salgan curados del hospital y sin malos recuerdos en su memoria.

Desde Mendoza (Argentina) informó para 30 días Mussorot.

CARTA A...

Queridos niños:

El pasado día 15 se celebró el Día Internacional del Niño con Cáncer. Siento mucho que tenga que existir una fecha como ésta, me duele que haya niños enfermos, sobre todo de enfermedades tan serias, pero la vida es así de cruel y tenemos que celebrarlo por tres razones.

Primera: En los países en vías de desarrollo también hay niños que sufren esta enfermedad, pero al contrario que vosotros, no disponen de la atención médica que necesitan. Esto hace que mientras que lo normal aquí es vencer la enfermedad, lo normal allí es que la enfermedad los venza a ellos, y no podemos cruzarnos de brazos, todos los niños tienen derecho a ser curados, y todos estamos obligados a exigir que reciban los tratamientos adecuados.

Segunda: En nuestro país, como en todos los países desarrollados, aunque mucho se ha avanzado, todavía queda mucho por hacer, sobre todo en materia de investigación. Si las causas de la enfermedad son las que nos cuentan, no se entiende que tantos niños tengan que sufrirla. Para erradicarla de una vez debemos exigir a los gobiernos que inviertan más dinero para encontrar soluciones.

Y tercera: Me consta que el personal sanitario se desvive por atenderos en los hospitales y se procura que estéis en casa el mayor tiempo posible. También sé que no pocas personas, de forma voluntaria, os dedican su tiempo para alegraros la estancia con espectáculos lúdicos, con clases para que podáis seguir con el curso escolar y ayudando en todo lo necesario a vuestros padres. Si para vosotros es duro, para ellos no lo es menos, y es tan importante su colaboración que este día hay que aprovecharlo también para darles las gracias.

Por estas tres razones, está bien que el 15 de febrero haya sido nombrado “Día Internacional del Niño con Cáncer”. Ojalá sirva para lo que todos deseamos.

COSAS DE GARIPIL

¡Hola! Hace unos años la ONCE publicó un libro titulado “Humor a ciegas”. Se trata de una colección de anécdotas vividas por sus vendedores del cupón a lo largo de sus primeros cincuenta años. Para llevar a cabo el proyecto convocó un concurso en el que se podía participar con anécdotas propias o ajenas. Mi autora, que conocía muchas, participó con diez de las que fueron seleccionadas nueve. La décima fue eliminada por coincidir con otras similares. ¿Quieres conocerlas? Pues he aquí la primera:

Yo no soy San Pedro

Cuando a Mabel se le fue la vista, le vinieron las ganas de viajar.
Presumía, sobre todo, de ser quien más pueblos conocía, de tal suerte que no salía
uno a relucir donde ella no tuviera amigos, hubiera estado en sus fiestas o
leído su historia.
Pero un día Julia le habló de uno que sólo conocía de oídas, por lo que le
dijo:
—El domingo te vienes conmigo y te lo enseño.
Mabel aceptó de mil amores. Por el rayito de luz que conservaba en uno de
sus ojos y porque en aquel lugar pasó la infancia, estaba segura de haber
tropezado con la mejor de las guías. Al filo del mediodía salieron.
—¿Ves? —decía Julia— Las casas no tienen más de dos plantas y todas
conservan los balcones de madera. ¡Ven! ¡Mira qué parra más hermosa tiene en la
puerta ésta...!
—¡Qué maravilla! —se admiraba Mabel mientras se acercaban para tocar la
parra.
Pero no encontraron ni rastro de parra alguna: había sido sustituida por
las columnas de un porche.
—Este pilón siempre está al ras de agua y en él bañábamos a San Pedro
—explicó Julia en la plaza.
—¿Que bañaban a San Pedro? —se sorprendió Mabel.
—Sí, luego te lo cuento —prometió Julia mientras introducía el bastón en el
pilón sin lograr darle un chapuzón...
—Este manto se lo tejieron a la Virgen en los primeros telares del pueblo
—dijo Julia en la iglesia.
—Y será azul, ¿verdad? —preguntó Mabel.
—No. Verde.
Pero una abuelita, interrumpiendo sus rezos, les susurró:
—Negro, hijas. Es negro.
El recorrido por la iglesia continuó hasta que, frente al altar, llegó el
momento de explicar el tema de los baños de San Pedro:
—A la izquierda tienes el San Pedro de los campesinos, que eran los pobres —narró Julia—. En
épocas de lluvias lo metían en el pilón de la plaza y el Santo, para no
ahogarse, espantaba las nubes. En épocas de sequía, le metían sardinas saladas
en la boca y el Santo, muerto de sed, atraía a las nubes. Los ricos, que no
necesitan de milagros, protestaron: era una vergüenza tener un patrón con
semejantes trazas. El cura llamó al obispo y éste decidió que se comprara otro
San Pedro para los ricos. Está allí, a tu derecha —indicó Julia.
—¡Qué barbaridad! —exclamó Mabel—. ¿Y en qué se diferencia uno de otro?
—Pues en la boca, que el de los pobres la tiene abierta y el de los ricos cerrada —dijo Julia mientras conducía la mano de su amiga hacia el de los ricos—. Ven,
tócasela.
Pero la mano de Mabel no alcanzó los morros del Santo, dicho sea esto con
el respeto que merece alguien que, además de santo, es portero...
Otras manos, más fuertes la frenaron en el aire:
—Yo no soy San Pedro. Soy el sacristán. Si queréis tocarlo, venid y os
llevo al altar...
Estaban delante de una tarima donde el hombre ordenaba unos
reclinatorios...

María Jesús Sánchez Oliva

Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
“Garipil” (1995).
Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
“Letanías” (1999).
Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
“El rosario de los cuentos” (2003).
Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
“Cartas de la Radio” (2007).
Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc., y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.
“Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)” (2014).
Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás y los papás disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.
“Los días perdidos” (2018).
Reseña: En esta novela se narra la historia de Ara, una mujer que de forma inesperada tiene que enfrentarse a una ruptura matrimonial. El impacto la lleva a recluirse en su ático de soltera. Tras varios años de aislamiento, al salir de casa una mañana, la avería del ascensor la obliga a bajar andando todas las plantas del edificio. En cada planta se encuentra con una mujer que le cuenta su historia. Son mujeres muy distintas unas de otras, pero todas, por distintas razones, han perdido muchos días de su vida. Ya en la planta baja se encuentra con Daniel, el único vecino del edificio que también ha perdido muchos días inútilmente, y de forma espontánea los dos deciden no perder ni uno más. Primer “Premio Tiflos” 2013.

Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:

garipil94@oliva04.e.telefonica.net

Estaré encantado de responderte.

Gracias por tu visita y hasta el próximo número.